Los resultados de aprendizaje: el reto del decenio
Acorde con las tendencias internacionales, el sistema de educación superior colombiano empezó a hablar de la importancia de los resultados de aprendizaje. Por eso, José Consuegra, rector de la Universidad Simón Bolívar, entrega sus apreciaciones sobre este nuevo reto.
José Consuegra Bolívar*
Acorde con las tendencias internacionales, el sistema de educación superior colombiano empezó a hablar de la importancia de los resultados de aprendizaje como medio trascendental para promover la calidad educativa y dio un importante salto al incluirlos y promoverlos en el Decreto 1330 de 2019 en términos de identificación, evaluación y aseguramiento en los programas académicos. A dicha norma se sumaron los nuevos lineamientos de acreditación de alta calidad, en el Acuerdo 02 de 2020 del CESU.
Estas nuevas normas implican el desapego del modelo tradicional que se enfocaba en los recursos y capacidades educativas y pedagógicas de las Instituciones de Educación Superior (IES) y sus programas, y la forma como desarrollaban sus procesos, para encaminarse en la consolidación de un modelo de evaluación centrado en los estudiantes y su formación, al definir los resultados de aprendizaje como indicadores de logros en los procesos formativos de los programas académicos.
Con el Decreto 1330, los resultados de aprendizaje fueron integrados como una oportunidad para el proceso de enseñanza-aprendizaje, al promover el enfoque centrado en el estudiante e incluirlos como un factor trascendente de la cultura de la autoevaluación, al quedar concebidos en la norma como “las declaraciones expresas de lo que se espera que un estudiante conozca y demuestre en el momento de completar su programa académico”. Además, quedó contemplado que tales resultados deben guardar coherencia con las necesidades de formación integral y las dinámicas propias de la formación a lo largo de la vida, necesaria para un ejercicio profesional y ciudadano responsable.
Por su trascendencia, los resultados de aprendizaje deben ser construidos de manera particular por cada programa e institución, con la participación activa de los agentes de la comunidad educativa, haciendo foco en los grupos de interés externos e internos. Deben ser comprensibles y de manejo público por los actores del proceso formativo, especialmente por el binomio estudiante y profesor, en el marco de su relación dialógica.
Los resultados de aprendizaje deben ser declaraciones claras, definidas y verificables de lo que se espera que el estudiante conozca, comprenda, valide y sea capaz de hacer en el desarrollo y al final de los contenidos curriculares de un programa. Permiten a los directivos académicos y profesores reflexionar de manera integral y responsable sobre el logro de los resultados esperados en la asignatura o en el programa académico.
Por ello, se constituyen en un buen medio para establecer vínculos entre los procesos formativos, los métodos de evaluación y los resultados a obtener, que nos permitan referenciar los logros y la calidad. En fin, suponen valorar si el estudiante está alcanzando los objetivos durante la formación, no al final, como se venía haciendo. Para el logro de lo anterior, es necesario que, al declarar los resultados de aprendizaje, se defina también cómo se va a dar cuenta de su logro a través de varios momentos de evaluación; una integral o diagnóstica, una intermedia de logro que monitoree los avances en el aprendizaje, y una en el final.
También sirven como referentes al mercado laboral ya que brindan a los empleadores información precisa y veraz sobre lo que los graduados conocen, saben, reflexionan y son prestantes para hacer. Igualmente, sirven de guía propositiva de los intereses de estudio del estudiante, modulando sus compromisos, objetivos y energías en su proceso formativo individual y en equipo, que permitan su formación integral.
En diálogo sobre el tema con el doctor Helmuth Trefftz Gómez, miembro del Consejo Nacional de Acreditación (CNA), recalcó que los organismos rectores del aseguramiento de la calidad de la educación superior en el país seguirán siendo respetuosos de la autonomía universitaria y, por esto, ninguno va a determinar cuáles tienen que ser los resultados de aprendizaje de cada programa o institución: “Lo que vamos a ver en el CNA es que estén definidos los resultados de aprendizaje, que haya unos puntos de evaluación durante el proceso y que demuestren que sí se toman los datos de esas evaluaciones y se realizan ajustes en el proceso”.
A las IES, y más específicamente a cada programa, les corresponde fijar metas puntuales de aprendizaje, precisar las etapas o tiempos para medirlas y los procedimientos para reajustarlas –si es necesario–, con base en las valoraciones que se hagan. El rol del profesor se dirige a formar una llave integral con el estudiante para edificar sus competencias, sus capacidades de análisis e innovación, su autonomía y potenciar sus valores, transformando y adecuando métodos de acuerdo con las necesidades de los educandos y los objetivos de formación del programa. También deben promover en el educando la capacidad de aprender a aprender y poder dar respuestas nuevas ante casos o situaciones desconocidos y complejos en contextos inestables e imprevisibles, durante su ejercicio laboral o su vida.
Durante esta década que apenas comienza, la implementación de los resultados de aprendizaje es, sin duda, el mayor desafío que tiene el sistema de educación superior en la búsqueda y construcción de una educación de calidad, social y culturalmente pertinente, con enfoque humanista y promotora de pensamiento crítico. Todo ello, centrado en el estudiante; al fin y al cabo, su verdadera razón de ser.
*Rector de la Universidad Simón Bolívar.
Acorde con las tendencias internacionales, el sistema de educación superior colombiano empezó a hablar de la importancia de los resultados de aprendizaje como medio trascendental para promover la calidad educativa y dio un importante salto al incluirlos y promoverlos en el Decreto 1330 de 2019 en términos de identificación, evaluación y aseguramiento en los programas académicos. A dicha norma se sumaron los nuevos lineamientos de acreditación de alta calidad, en el Acuerdo 02 de 2020 del CESU.
Estas nuevas normas implican el desapego del modelo tradicional que se enfocaba en los recursos y capacidades educativas y pedagógicas de las Instituciones de Educación Superior (IES) y sus programas, y la forma como desarrollaban sus procesos, para encaminarse en la consolidación de un modelo de evaluación centrado en los estudiantes y su formación, al definir los resultados de aprendizaje como indicadores de logros en los procesos formativos de los programas académicos.
Con el Decreto 1330, los resultados de aprendizaje fueron integrados como una oportunidad para el proceso de enseñanza-aprendizaje, al promover el enfoque centrado en el estudiante e incluirlos como un factor trascendente de la cultura de la autoevaluación, al quedar concebidos en la norma como “las declaraciones expresas de lo que se espera que un estudiante conozca y demuestre en el momento de completar su programa académico”. Además, quedó contemplado que tales resultados deben guardar coherencia con las necesidades de formación integral y las dinámicas propias de la formación a lo largo de la vida, necesaria para un ejercicio profesional y ciudadano responsable.
Por su trascendencia, los resultados de aprendizaje deben ser construidos de manera particular por cada programa e institución, con la participación activa de los agentes de la comunidad educativa, haciendo foco en los grupos de interés externos e internos. Deben ser comprensibles y de manejo público por los actores del proceso formativo, especialmente por el binomio estudiante y profesor, en el marco de su relación dialógica.
Los resultados de aprendizaje deben ser declaraciones claras, definidas y verificables de lo que se espera que el estudiante conozca, comprenda, valide y sea capaz de hacer en el desarrollo y al final de los contenidos curriculares de un programa. Permiten a los directivos académicos y profesores reflexionar de manera integral y responsable sobre el logro de los resultados esperados en la asignatura o en el programa académico.
Por ello, se constituyen en un buen medio para establecer vínculos entre los procesos formativos, los métodos de evaluación y los resultados a obtener, que nos permitan referenciar los logros y la calidad. En fin, suponen valorar si el estudiante está alcanzando los objetivos durante la formación, no al final, como se venía haciendo. Para el logro de lo anterior, es necesario que, al declarar los resultados de aprendizaje, se defina también cómo se va a dar cuenta de su logro a través de varios momentos de evaluación; una integral o diagnóstica, una intermedia de logro que monitoree los avances en el aprendizaje, y una en el final.
También sirven como referentes al mercado laboral ya que brindan a los empleadores información precisa y veraz sobre lo que los graduados conocen, saben, reflexionan y son prestantes para hacer. Igualmente, sirven de guía propositiva de los intereses de estudio del estudiante, modulando sus compromisos, objetivos y energías en su proceso formativo individual y en equipo, que permitan su formación integral.
En diálogo sobre el tema con el doctor Helmuth Trefftz Gómez, miembro del Consejo Nacional de Acreditación (CNA), recalcó que los organismos rectores del aseguramiento de la calidad de la educación superior en el país seguirán siendo respetuosos de la autonomía universitaria y, por esto, ninguno va a determinar cuáles tienen que ser los resultados de aprendizaje de cada programa o institución: “Lo que vamos a ver en el CNA es que estén definidos los resultados de aprendizaje, que haya unos puntos de evaluación durante el proceso y que demuestren que sí se toman los datos de esas evaluaciones y se realizan ajustes en el proceso”.
A las IES, y más específicamente a cada programa, les corresponde fijar metas puntuales de aprendizaje, precisar las etapas o tiempos para medirlas y los procedimientos para reajustarlas –si es necesario–, con base en las valoraciones que se hagan. El rol del profesor se dirige a formar una llave integral con el estudiante para edificar sus competencias, sus capacidades de análisis e innovación, su autonomía y potenciar sus valores, transformando y adecuando métodos de acuerdo con las necesidades de los educandos y los objetivos de formación del programa. También deben promover en el educando la capacidad de aprender a aprender y poder dar respuestas nuevas ante casos o situaciones desconocidos y complejos en contextos inestables e imprevisibles, durante su ejercicio laboral o su vida.
Durante esta década que apenas comienza, la implementación de los resultados de aprendizaje es, sin duda, el mayor desafío que tiene el sistema de educación superior en la búsqueda y construcción de una educación de calidad, social y culturalmente pertinente, con enfoque humanista y promotora de pensamiento crítico. Todo ello, centrado en el estudiante; al fin y al cabo, su verdadera razón de ser.
*Rector de la Universidad Simón Bolívar.