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Matt Merry fue diagnosticado con hemofilia a los pocos años de nacer. La enfermedad impide la correcta coagulación de la sangre, lo que tiene como consecuencia que las personas que lo portan sangran por más tiempo si se cortan o tienen una lesión. Eso tiene graves consecuencias como hemorragias internas o externas.
Ese no fue el único problema de salud de Merry, pues cuando tenía cuatro años lo contagiaron de VIH por medio de una inyección que le hicieron para su tratamiento de hemofilia.
El oriundo de la ciudad de Rugby en Inglaterra supo que tenía sida en 1986, a sus12 años. Su madre fue la que se lo contó, pero le puso la condición de no decírselo a nadie.
En esa época, las personas que eran portadoras del virus solían ser excluidas porque la enfermedad era desconocida y era asociada directamente con una sentencia de muerte.
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Después de varios años se supo que “al menos 2.800 personas con hemofilia murieron a causa del uso de artículos médicos con sangre contaminada, y otras decenas de miles de personas no hemofílicas se contagiaron de distintos virus”, según información de organizaciones activistas a la BBC.
También añade que para el tratamiento se utilizaba sangre donada, la cual resultó ser de personas adictas a las drogas o que estaban en prisión. Por lo que después de varios años el gobierno de ese país abrirá una investigación.
Merry cargó con el secreto de que era VIH positivo, por hacerle caso a su madre y también, para que sus compañeros de colegio no lo molestaran. Años después también le diagnosticaron hepatitis C.
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En la etapa de la universidad los médicos le dijeron que estaba curado de la hepatitis C porque siguió un tratamiento con medicamentos muy fuertes.
Desde 2008 está casado y tiene dos hijos, los cuales tuvo a través de una técnica llamada “lavado de semen” para eliminar el virus y hacer una inseminación artificial. Tomó esta alternativa junto a su esposa para evitar que sus hijos no fueran contagiados.