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“Nos echaron a la boca de los leones”

El brigadier general José Joaquín Cortés Franco, ex comandante del Ejército, fue uno de los llamados a calificar servicios por la muerte de los 11 jóvenes de Soacha. Asegura que sus políticas para el respeto de los Derechos Humanos han sido presentadas a la ONU, la OEA y el CICR. Cortés Franco dice que está dispuesto a atender las citaciones que le hagan.

Pastor Virviescas Gómez/ Especial para El Espectador
02 de noviembre de 2008 - 03:00 p. m.
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Indignado, el ahora ex comandante de los 26.000 hombres asignados a la Segunda División del Ejército, brigadier general José Joaquín Cortés Franco, afirmó que el comandante de las Fuerzas Militares, General Freddy Padilla de León, y el ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, lo pusieron en la picota pública al incluirlo en la lista de 27 militares llamados, el pasado miercoles,  a calificar servicios por la muerte de los 11 jóvenes de Soacha en Ocaña, Norte de Santander.

“A los generales nos han debido dar un trato diferente. Debieron tomarse la pequeña molestia de aclararle al pueblo colombiano que los generales no nos íbamos por estar involucrados o por dirigir esas bandas de asesinos que llevaron a terminar con la vida de estos muchachos de Soacha, sino que nos fuimos por la responsabilidad política que nos embargaba”, dijo Cortés Franco a El Espectador.

“He sido de los comandantes de división que más políticas de comando ha sacado para el respeto de los Derechos Humanos y así se las he presentado a los delegados de la ONU, la OEA y el CICR, quienes han manifestado su admiración por esas estrategias para incentivar el respeto a la vida”, sostuvo, y dijo que hasta otorgaba premios consistentes en días de descanso por respetar a la comunidad.

Al tiempo que empacaba en cajas de cartón la foto de su familia y una colección de caballos que decoraban su oficina, manifestó que con la rueda de prensa en la que el Presidente anunció su salida del Ejército, “nos sentenciaron y nos echaron a la boca de los leones. Acabaron con 34 años de servicio, arruinaron una hoja de vida pulcra y nuestra familia salió afectada”.

Vestido ya de civil con una camisa verde y conservando la compostura, el general Cortés Franco enfatizó que en todo el tiempo como militar, “jamás fui investigado ni administrativa ni disciplinariamente. Tampoco fui citado a la Fiscalía ni a la Procuraduría. Nunca se me perdió ni una hebilla o un cartucho”.

Subrayó que tampoco cruzó por su mente “el más mínimo pensamiento de llegar a presentar un combate exitoso habiendo asesinado a un inocente o a un bandido. No lo permití y por eso es que nunca he sido cuestionado”. Recalcó que no se le pasó por la cabeza “ni siquiera permitir un crimen como los que nos tienen ahora con esta preocupación tan grande”.

“Quedo como formando parte de esa lista negra y me produce un sentimiento muy amargo, porque nuestro propio comandante general nos bota a los generales al escarnio público y al de todas las ONG que están tras del Ejército Nacional a ver cómo lo enlodan”, dijo.

El alto oficial tuvo a su mando tres brigadas territoriales y dos brigadas móviles, que comprendían 30 batallones, en los departamentos de Santander, Norte de Santander, Arauca y el sur de Bolívar.

Sostuvo que una vez se conoció en septiembre el escándalo de los jóvenes que fueron reportados como muertos en combate, el propio general Freddy Padilla de León envió al inspector general del Ejército —acompañado por un equipo de ocho personas—, con el propósito exclusivo de esclarecer los hechos, pero después de 20 días “no pudieron verificar qué fue lo que en realidad pasó. Encontraron algunos errores de forma, de papeles, pero no un error de fondo que nos hubiera llevado a dar una luz para esclarecer los hechos, cómo llegaron esos muchachos y quién los entró al campo del combate que sucedió a tres horas y media de Ocaña”.


“Luego el Ministerio de Defensa envió con otro equipo de coroneles y civiles al general Suárez, que tampoco llegaron a establecer exactamente qué fue lo que ocurrió. Obtuvieron algunas informaciones que los llevaron a hacer conjeturas y deducciones, pero no se estableció la plena prueba de lo sucedido”, agregó Cortés Franco.

Todas estas referencias para explicar que si esas comisiones no pudieron cumplir la tarea, contando con el personal y el tiempo suficientes, “menos puede el comando de la Segunda División con 500 pelotones en operaciones y unas áreas tan difíciles como el Catatumbo, Arauca y la serranía de San Lucas”.

“Cuando los comandantes de brigada me informan que tropas de ellos entraron en combate con los bandidos y como producto hay unos resultados operacionales representados en muertes, yo parto de la base de que el comandante de brigada me está diciendo la verdad y que esas tropas que están reportando esos combates también están diciendo la verdad, porque son capitanes, tenientes y sargentos instruidos para el respeto absoluto del Derecho Internacional Humanitario y del principio de la vida que saben qué problema se les acarrea al presentar un muerto fuera de combate”.

No obstante, admitió que “cuando en algún caso un pelotón se confabula con el crimen para cometer otro acto criminal dentro del desarrollo de las operaciones y hacerlo pasar como un combate exitoso, y cuando es tan bien organizado, es complejo llegar a detallar qué fue lo que sucedió y descubrir qué fue lo que pasó. El que tiene en su mente perversa cometer un crimen, pues organiza todo tan bien que nuestro control y revistas no llegan hasta darnos cuenta en forma inmediata de que algo raro está sucediendo en uno o dos pelotones de los 500 que están desarrollando operaciones en la división”.

Cortés Franco, quien en un par de semanas iba a recibir el segundo sol, rechazó el señalamiento del senador Gustavo Petro, que dijo que los ascensos en las Fuerzas Militares se logran en la medida en que se muestren más cabezas de caídos en combate.

Según Cortés Franco, quien fue comandante de la Brigada Móvil 1, “con la que neutralizamos a los bandidos que tenían sitiada a Bogotá y Cundinamarca”, los ascensos se dan por un tiempo cumplido, méritos personales, preparación intelectual, disciplina y los resultados operacionales representados en la disminución de los atentados terroristas, en las caletas, laboratorios, entregas voluntarias y capturados que se encuentren en el área donde el oficial o el suboficial estuvo, “no únicamente por los muertos en combate”.

Señaló que respeta la investigación que adelante la Fiscalía General y está dispuesto a atender las citaciones que le hagan. “Que determinen qué fue lo que pasó para que los nombres de los tres generales queden limpios, porque hoy estoy en la lista negra de los violadores de derechos humanos”.

Por ahora le pregunta al presidente Álvaro Uribe Vélez y al ministro Juan Manuel Santos, “si un indicio de que algo anormal pudo haber sucedido allá, si alguna negligencia, puede ser fundamento para acabar con el buen nombre y la trayectoria de un soldado. ¿Qué criterios se utilizan para aparecer en una lista negra?”.

Por último, explicó que en el caso del Catatumbo, aunque la situación de orden público ha evolucionado favorablemente en los dos últimos años y “hoy es un área controlada en la que no volvieron a volar pozos de petróleo, torres de energía ni los oleoductos Caño Limón-Coveñas y Transoriente”, siguen operando tres frentes de las Farc y otros tres del Eln, así como ‘Águilas Negras’ entre Puerto Santander y Cúcuta, controlando el movimiento de coca hacia Venezuela y de la gasolina que viene de contrabando.

Por Pastor Virviescas Gómez/ Especial para El Espectador

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