Opinión: Un banquero dadivoso, por Fernando Vallejo             

En su tercera crónica del coronavirus, el escritor antioqueño opina sobre las reacciones económicas ante la pandemia. Y, en especial, se dirige a sus lectores.

Fernando Vallejo * / Exclusivo para El Espectador
03 de abril de 2020 - 03:42 p. m.
Fernando Vallejo dice hoy: "Lectores: ¿Muy contenticos pues sin trabajar encerrados en sus casas viendo Netflix con la mujer? ¡Felicitaciones! El ideal del trabajador es que no le caiga trabajo. Además el colombiano no nació para trabajar, nació para bonito". / EFE
Fernando Vallejo dice hoy: "Lectores: ¿Muy contenticos pues sin trabajar encerrados en sus casas viendo Netflix con la mujer? ¡Felicitaciones! El ideal del trabajador es que no le caiga trabajo. Además el colombiano no nació para trabajar, nació para bonito". / EFE
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Sarmiento Angulo: ¡Conque regalaste ochenta mil millones para el coronavirus! En pesos colombianos suena mucho, pero en dólares solo son veinte millones: la dosmilesima parte de tu fortuna ("de lo que vales", dirían los gringos), que está entre los nueve mil millones y los once mil millones de billete verde, según te la mida Forbes o la Wikipedia. Estás dando pues muy poco, poquísimo, amaneciste muy avaricioso, da más, abrí el chorro de la plata que si el coronavirus te lo corta, a la tumba no te la vas a llevar. Nadie se lleva a la tumba nada. (Lea la segunda crónica de Vallejo aquí).

Yo, por ejemplo, no me voy a poder llevar mi Casablanca, lo único que me dejó el gobierno, la casita donde vivo confinado por la cuarentena, cuarenteniando, después de que lo que tenía en el banco me lo robó Carrasquilla, el supercapo del supercombo de Hacienda y de la DIAN. Menos mal que va a ser para repartirlo entre los pobres y no para él y Duque. No. Hasta ahí no llego. Ni con el presidente ni con la religión me meto. Ni con la Santísima Selección Colombia. Dios libre y guarde.

Bueno, ya sé que te ganaste ese platal, Sarmiento Angulo, con el financiero sudor de tu frente (como tu joven socio Gilinski, un culicagado bimillonario) y con la ayuda de la Virgen pues me dicen que eres mariano como yo. Según lo cual somos correligionarios, devotos de Nuestra Señora. ¿Ya le pagaste, a propósito, tus diezmos a la Iglesia? Ya sabés que son el diez por ciento. Si la que te mide lo que tenés es Forbes, serían 900 millones de dólares. Si la que te lo mide es la Wikipedia, serían 1.100 millones. Para este caso de los diezmos, dejate medir entonces por Forbes. Para tu prestigio intelectual y que se revienten de envidia los Santo Domingo, dejate medir por la Wikipedia. Y seguiles el rastro a esos diezmos, no se los vayan a gastar los Legionarios de Cristo o los del Opus Dei en muchachos. Nadie sabe para quién trabaja ni con quién se meten los demás. Prudencia siempre en las inversiones. Y en las donaciones.

Y aquí termino con vos porque no te voy a amargar la vida con tristezas. Cuidate mucho y seguí confinado que los viejitos mejor no salgamos a la calle donde algún pobre nos estornude encima al pedir y nos contagie esa cosa. Lo que sigue pues es para mis lectores. En este punto y aparte termina mi carta para vos, Sarmiento. Saludes a tu mujer y a tus hijos. Punto.

Lectores: ¿Muy contenticos pues sin trabajar encerrados en sus casas viendo Netflix con la mujer? ¡Felicitaciones! El ideal del trabajador es que no le caiga trabajo. Además el colombiano no nació para trabajar, nació para bonito. ¿Y sí se está portando bien la vieja en este trance con ustedes, o muy histérica? ¿Y sí les está pagando el patrón? ¿O se hace el bobo? ¿Y el que no tiene patrón porque trabaja por su propia cuenta, por ejemplo de reciclador-cartonero? ¿Duque va a recoger los cartones por ustedes? Él de corazón quisiera, pero está tan ocupado mandando, coordinando, sudando la gota gorda en su continuo batallar contra contra el virus, la alcaldesa enamorada y recién casada y los incendios verbales del encendido Petro...

A mí me va a tener confinado más tiempo que lo normal porque así lo resolvió para "proteger" a los "abuelitos", como nos llama con cariño. ¡Ah desgraciado! Yo no tuve hijos y por lo tanto no tengo nietos y estoy en contra de la reproducción que produce gente como vos y no necesito que me proteja ningún conde o duque. A mí no me llamés "abuelito". Si querés, me podés llamar "cacreco". "Abuelito" nunca. ¡Ay de un país con coronavirus y gobierno, se jodió! Más le valiera no haber nacido.

Colombia se está llenando de trapos rojos colgados en las fachadas de las casas para indicarles a los que pasen que sus habitantes están sufriendo por culpa del coronavirus-gobierno y necesitan ayuda y tienen hambre. Ayer no almorzaron ni comieron y hoy no han desayunado. Como en el centro de Medellín pues, donde todo el que lo ve a uno le dice: "Tengo hambre, tengo hambre, tengo hambre". Yo les doy para una sopa y me agradecen, pero les voy a tener que seguir dando cada vez que me vean, y si me cambio de acera se cambian ellos también conmigo: "Que mi Dios se lo pague", me dicen.

Primero que todo ese "mí" gramaticalmente se me hace impropio pues Dios no es solo del pedigüeño sino también del paganini, mío. Y segundo que todo, Dios a mí nunca me ha pagado nada. Él no reconoce las deudas que le cargan. No se da por aludido. Más me ha pagado Carrasquilla la plata que me robó la DIAN. Cómo les parece que después de vivir cuarenta y siete años en México, a la plata que traje de allá, para dar trabajo en Colombia, le echó el manotazo el cabrón como si me la hubiera ganado aquí, en virtud de la nueva ley de más impuestos con la que debutó el nuevo y desvergonzado gobierno.

Colombia a mí no me ha dado a ganar ni un peso. Y ya sé que todo lo que consiga aquí me los robarán los hijueputas Ministros de Hacienda como siempre han hecho. Por eso mejor no trabajo. Ni le doy trabajo a nadie. Que descansen. Que se coronaviricen. ¿Y el coronavirus qué hace? Al día de hoy y en el momento en que escribo (cuatro y media de la madrugada y zumbando muertos de hambre los zancudos), el virus solo ha matado a 19. En un país de 50 millones, 19 heroicos soldados no se me hacen tanto. Los colombianos somos invencibles. Hemos ganado la primer batalla. Vamos a ganar la guerra. Ahora bien, mirando la lista de los caídos, no veo que figure en ella ningún Duque, ni ningún Conde, ni ningún Carrasquilla. El coronavirus no sirve. Me tiene muy desilusionado. Más que los muchachos.

Posdata para Anthony Fauci, el epidemiólogo criminal de los Estados Unidos: A las víctimas del coronavirus que están conectadas a los respiradores de los cuidados intensivos de los hospitales de tu país que le robó dos milllones doscientos mil kilómetros a México, inyectales corticoides (cortisona, hidrocortisona, prednisona, prednisolona, dexametasona, al cálculo, la que gustes, da igual) para bloquearles la respuesta inmunitaria que es la que les está destruyendo los pulmones por perseguir al virus, como vos a los Estados Unidos por montarlo en la cuarentena con el pretexto de salvarlo para hacerte ver y engañando a Trump que es un bicho tan resistente que no lo mata bicho alguno, viral o bacterial.

Estas neumonías del coronavirus son un caso típico de los estragos del sistema inmunitario, como pasa en la diabetes, la esclerosis múltiple, la psoriasis, la artritis, el lupus, el enanismo protagónico de nuestro Uribe de Antioquia de donde también es Botero, etcétera. Con el corticosteroide que les des a los coronavirizados, dales concomitantemente antibióticos (al calculo como se estila) para protegerlos de las bacterias porque quedan "sin defensas" como dice el pueblo y como está Colombia ante Venezuela, absolutamente inmunosuprimida la pobre.

Y como en los hospitales de los Estados Unidos y en los de aquí proliferan las bacterias resistentes a los antibióticos, saquen a los coronavíricos de los hospitales y mándenlos a sus casas que por más sucias que estén son más seguras. Se lo digo yo, un colombiano de bien que sabe lo que dice y que hace lo que puede con el prójimo arriesgándose a quedar durmiendo con su perra Brusca a ras en el pavimento de la calle. En agradecimiento por los que salve, me mandan un frasco de chile piquín de México a mi nombre y dirección en Medellín, Colombia, Antioquia, barrio de Laureles abajito del Segundo Parque o arribita del Primero. Y si están de dadivosos a lo Sarmiento Angulo, un tequila marca Don Julio. No tiene que ser "reposado". Del barato. O mejor dicho del menos caro.

* Escritor colombiano, ganador del Premio Rómulo Gallegos de Literatura, autor de 20 novelas, tres biografías y libros de ensayo.

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Por Fernando Vallejo * / Exclusivo para El Espectador

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