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Luz Adriana Neira tiene 50 años y lleva dos décadas haciendo reír. Estudió actuación y circo en Suiza e incluso se especializó como payasa clínica. Es, sin dudarlo, la entrevistada más alegre que un periodista pueda encontrarse, algo que probablemente tiene porque está completamente segura de que la risa ayuda a solucionarlo, o a mejorarlo, todo. Ni las enfermedades se salvan.
Por eso creó la Fundación Doctora Clown, que el próximo mes cumple 20 años visitando hospitales y ancianatos de manera voluntaria para devolverles la vitalidad a niños y adultos mayores a punta de carcajadas. “La risa realmente es una herramienta catártica que acelera procesos”, explica Adriana, quien sólo necesita ponerse una nariz roja, o rosada, para convertirse en la doctora Glugli. Por eso, agrega, es la herramienta perfecta para potenciar la salud y el bienestar de las personas.
Se trata de una afirmación respaldada por la ciencia. De acuerdo con Alfonso Rodríguez González, médico psiquiatra, terapeuta psicocorporal y director del área psicosocial de la Facultad de Medicina de la Universidad El Bosque, una risa espontánea tiene efectos sociales, orgánicos y psicológicos que efectivamente generan bienestar y contribuyen a la buena salud de las personas.
En términos orgánicos, dice, la risa activa automáticamente una cadena de músculos que va desde el rostro hasta el tórax, produciendo la dilatación de las arterias, mejorando la irrigación sanguínea en todo el cuerpo, principalmente en el corazón y el rostro. “Sólo esa acción de oxigenación ya relaja los músculos”, apunta el experto.
Además, se trata de un acto que estimula al cerebro a liberar, en palabras de Neira, un jugo cerebral de 16 neurotransmisores. De estos, Rodríguez destaca la dopamina, que ofrece mejores períodos de atención y concentración, y la serotonina, “que es clave para mejorar el estado de ánimo, mejorar la modulación afectiva e incluso euforia”.
“La serotonina es el tónico de la sangre. Cada vez que tú te ríes, la serotonina se irradia por todo tu circuito sanguíneo, tonificándolo y diciéndole sí a la vida”, indica la doctora Clown. Algo a lo que el médico psiquiatra responde afirmando que la liberación de dicho neurotransmisor favorece el mejoramiento de defensas inmunológicas a través del incremento en la producción de linfocitos en la sangre, que son los que nos defienden de las infecciones.
No contenta con la teoría, Luz Adriana decidió comprobarla. “Hicimos un estudio en el hospital de Duitama para niños, acompañándolos antes y después de operaciones quirúrgicas, y fue increíble. El personal nos decía que el quirófano estaba de fiesta, que fueron más ágiles, el ambiente más ameno porque los niños llegaron sin estrés ni pánico e incluso más activos y prestos a colaborar”. Entre otras cifras duras, el experimento evidenció una disminución del 26,8 % en la presión arterial sistólica, lo que resulta en menor riesgo a sangrado, una disminución en el estrés del 48,5 % y un incremento en el bienestar del 37,5 %.
Los beneficios en materia psicológica tampoco se quedan cortos. De acuerdo con el experto, la risa nos invita a entrar en coherencia de una situación externa que nos está produciendo una emoción interna, que denota buena salud mental. Además, “mantenerse optimista e incluso poder burlarse de sí mismo frente a las situaciones de adversidad, construye una excelente defensa psicológica para afrontarla y seguir adelante”, agrega el psiquiatra, argumentando que la enfermedad y el dolor produce una caída tanto de las defensas inmunológicas como de las psicológicas.
Como valor agregado en el caso de los hospitales, cuenta Luz Adriana, la risa, y sobre todo la labor de los payasos clínicos, ayuda a humanizar el servicio de hospitalización, un entorno que según Rodríguez es amenazante por cuestiones de infecciones y aislamiento de los seres queridos. Nuevamente, la interacción generada por una carcajada ayuda a incrementar las defensas y combatir estas problemáticas.
Lo mejor de todo, aseguran ambos expertos, es que los efectos de una buena carcajada, e incluso de una sonrisa, no sólo mejoran la salud y el bienestar de personas enfermas u hospitalizadas, sino que hacen lo mismo para todo el mundo. Como concluye la doctora Glugli, “la risa es un camino maravilloso a encontrar la mejor versión de ti mismo”.