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Todo el mundo sabe que Róbinson Díaz es uno de los actores más versátiles y queridos del país. Muchos lo recuerdan que hizo sus primeros papeles de televisión en los albores de los 90, cuando la hoy sesentera televisión colombiana no llegaba aún a los 40. Garzas al Amanecer y La casa de las dos palmas fueron las telenovelas en las que se dio a conocer. (Vea video: El actor Róbinzon Díaz es "Picho y Pucho")
Algunos otros saben que no sólo es actor de televisión, sino que el cine le agrada más que un triunfo de la selección Colombia en pleno mundial de fútbol y que se hizo actor en el teatro, el mismo medio en el que empezaron todos los grandes de las artes escénicas del país.
Pues este mismo actor envigadeño, de 48 años, el mismo que en una película de cine se creía Simón Bolívar y en El cartel de los sapos encarnó a alias ‘El Cabo’ (personaje inspirado en el narco Wilber Varela, alias ‘Jabón’) también es un reconocido caricaturista de fino trazo y negro humor, especialmente cuando se trata de temas políticos.
De hecho, se pagó parte de su carrera actoral haciendo dibujos para El Espectador, entre 1991 y 1993, bajo el seudónimo de “Picho y Pucho”. Mucha gente no lo sabe, pero mientras los televidentes lo veían interpretar a un abogado en La maldición del paraíso, él repartía su tiempo entre ser dirigido por Víctor Mallarino, estudiar teatro y mofarse en este diario del gobierno de César Gaviria, los ecos de la Constituyente de 1991 y el apagón que vivió el país por cuenta del bajo nivel en los embalses.
Ese mismo Robinson, con una pluma aún más aguda que la de hace 22 años, está de vuelta en las páginas de El Espectador. Regresó este domingo con una caricatura en la que, fiel a su estilo, retrata al ciudadano de a pie y a su relación con la política electoral. (Ver caricatura).
Díaz habló con El Espectador TV, rememoró las épocas difíciles en las que hacia todo tipo de peripecias (como el Mago Kandú, su personaje de Pecados Capitales) para costear sus estudios en la Escuela Nacional de Arte Dramático. Épocas en las que por azar llegó a El Espectador, el periódico al que hoy vuelve para darle gusto a los que lo extrañaban y para deleite de quienes no sabían de esta, su otra faceta artística.
egutierrez@elespectador.com