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Quizás se lo haya preguntado varias veces: ¿necesitará más agua mi planta?, ¿le faltará riego?, ¿le habré puesto demasiada agua? En el arte de la jardinería esta puede ser una de las dudas más recurrentes cuando de trata de cuidado y mantenimiento, y aunque quisiéramos una respuesta universal que aplicara para todos los casos, la realidad es que en esta materia una talla no le sirve a todas.
¿Y por qué debe preocuparnos el exceso de riego en una planta? Sencillo, cuando reciben mucha agua, esta se acumula en el fondo y se encharcan, lo que impide que las raíces respiren correctamente y la planta deja de recibir nutrientes. Es lo que se conoce como asfixia radicular.
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Lo primero acá es entender que los tamaños, especies, ambientes y ubicaciones importan mucho a la hora de determinar la cantidad de agua que debe recibir una planta, por eso en este caso el primer consejo es asesorarse bien a la hora de adquirirla: pregunte por necesidades de iluminación, abono, poda y por supuesto riesgo. Eso le dará una base para entender qué tipo de planta tiene.
El segundo consejo es revisar siempre el fondo de la tierra de la matera. No se guíe solo por el sustrato que está en la superficie y que se observa a simple vista, aunque este pueda verse seco (recibe todos los impactos del clima) es posible que varias capas más abajo la tierra siga húmeda y se pueda mantener así por algunos días más, por lo que no sería necesario un riego.
Dicho esto, hay que tener en cuenta que es muy probable que su planta le muestre algunas señales para avisarle que hay exceso de riesgo. Tome nota.
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Revise muy bien los tallos, si se ven caídos y pesados puede que la base de los mismos ya haya comenzado a podrirse por el efecto del agua encharcada. Si la base del tallo adquiere un color oscuro y se pone blanda, quiere decir que las raíces han adquirido hongos y se están pudriendo.
Si esto último ya ha ocurrido, saque la planta de la matera y revise las raíces: si son de color marrón y huelen a moho o a podrido, su planta está infectada de hongos y el daño es irremediable. De hecho se recomienda tirarla y aislarla de inmediato, pues es probable que se propague a otras plantas vecinas.
Las hojas también son un buen medidor para saber cómo está de agua su planta: si sus puntas se ven marrones, quiere decir que hay demasiada humedad, lo mismo si las hojas completas adquieren un color amarillento y se caen. Esto se conoce como clorosis y ocurre cuando a la hoja le falta clorofila, lo que lleva a que la planta no pueda hacer su proceso de fotosíntesis.
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Asimismo, cuando en las hojas comienzan a aparecer una especie de gránulos o ampollas es una señal de que está acumulando presión de agua por cuenta del exceso de riego.
Si haciendo el recuento de síntomas detectó algunos que ha visto en sus plantas, hay casos en los que se pueden recuperar si actúa con rapidez (esto en los escenarios en los que el daño no está muy avanzado). Si puede sacar la planta de la matera, hágalo sin dudarlo. Retírela y seque las raíces con una toalla de papel que absorba la humedad. Si las raíces están blancas, quiere decir que está sana y aún se puede trabajar.
Desinfecte y limpie muy bien la matera para garantizar que no tiene hongos que puedan afectar a la planta. Vuélvala a plantar y agregue sustrato nuevo y aireado que permita a la planta respirar de nuevo.
Si no puede o no sabe cómo sacar la planta de la matera, póngala en un lugar con sombra y asegúrese de que puede desaguar libremente. Si la tiene sobre un plato, retírelo. No vuelva a regar hasta que el sustrato esté completamente seco (verifique introduciendo un palito de madera, por ejemplo).
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