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“Cuando alguien va al cardiólogo y le va mal, dice: ese cardiólogo es malo. Pero cuando va a un acupunturista y las cosas no resultan, la gente dice: la acupuntura no sirve”. Con estas palabras, el médico acupunturista Domingo Vanegas, profesor de la Universidad Nacional, señala uno de los problemas que lo llevaron, junto a 11 colegas, a dar vida a la Sociedad Colombiana de Acupuntura y Medicina China: que los colombianos sepan distinguir entre un buen y un mal acupunturista.
Resulta difícil establecer cuántas personas ofrecen tratamientos basados en la medicina china en Colombia. No hay hasta el momento un censo. Vanegas calcula que deben existir entre 200 y 300 médicos con algún tipo de formación en esta tradición y unos 15 ó 20 ciudadanos chinos que lo hacen de manera empírica. No se atreve a lanzar una cifra de cuántos puedan ser los principiantes que con apenas unos cursos informales se atreven a abrir consultorios.
Lo que sí está claro es que desde hace varios años se establecieron en el país dos escuelas de acupuntura que ofrecen cursos a cualquier persona, desde amas de casa hasta profesionales que poco o nada tienen que ver con la salud. Una de ellas es la Escuela Nei Jing, extendida por todo Latinoamérica. Y la otra es la Escuela Internacional de Acupuntura en Bogotá. “Ofrecen una formación muy controvertida entre los acupunturistas. Tiene cosas muy esotéricas y poca formación en anatomía”, señala Vanegas. “La introducción de una aguja en cuello o tórax puede generar daños permanentes”, agrega.
A un año de que entre en vigencia la Ley de Talento Humano en Salud, Ley 1164, en la que se establecieron directrices para la práctica de las terapias alternativas, este grupo de médicos busca elevar la calidad de la medicina china y que los pacientes reciban información sobre quién está capacitado para “poner agujas”.
“La Sociedad quiere en un futuro no muy lejano cumplir el rol que, por ejemplo, hoy tiene la Sociedad Colombiana de Cirugía Plástica. Allí los pacientes pueden cerciorarse de qué médicos cumplen con los requisitos para operar”, señaló Vanegas.
Según la Ley 1164, en Colombia la acupuntura sólo podrá ser ejercida por médicos que certifiquen una especialización en esta área. Esto significa que a partir del 3 de octubre de 2010 las escuelas que no estén asociadas a una universidad acreditada tendrán que desaparecer. La Universidad Nacional y la Universidad del Bosque ya ofrecen una maestría y especialización en esta área.
Los 12 fundadores de la Sociedad Colombiana de Acupuntura y Medicina China ya comenzaron a recibir solicitudes de otros colegas colombianos. Por lo pronto trabajan en distintos frentes. De un lado, diseñan un sistema de evaluación que permita certificar acupunturistas. También asesoran facultades de medicina interesadas en complementar la enseñanza de la medicina occidental con tradiciones orientales y alternativas. Y por último, orientan a instituciones prestadoras de salud que planean abrir consultas de acupuntura.
Vanegas, quien es asesor de la Secretaria Distrital de Salud de Bogotá para la incorporación de las medicinas alternativas en la Red de Hospitales Públicos, insiste en que es necesaria una “regulación estricta tanto en la fabricación de medicamentos como en el ejercicio de la misma medicina alternativa”. Dice que mientras que la OMS emite guías de salud para regular el uso de las medicinas alternativas, hasta el momento la reglamentación que existe en Colombia sobre este tema es poca y ambigua.