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Una esfera gigante de metal que apareció en la playa de la ciudad costera de Hamamatsu, a unos 200 kilómetros al suroeste de Tokio, Japón, llamó la atención de investigadores, medios de comunicación e incluso de personal antiexplosivos.
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Funcionarios con cascos y trajes protectores contra materiales peligrosos acordonaron el área y colocaron un conos de tráfico en la arena para alejar a las personas. Muchos dijeron que podría tratarse de una antigua mina transportada por mar o algún tipo de instrumento de espionaje.
Sin embargo, las autoridades locales y el escuadrón antibombas de Enshuhama examinaron la esfera con rayos X y confirmaron que no se trataba de un explosivo, sino de algún tipo de boya. “La pelota se desechará eventualmente”, dijo Hiroyuki Yagi, funcionario de la Oficina de Gestión Costera y de Ríos de la prefectura de Shizuoka.
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El oceanógrafo de la Institución Scripps de Oceanografía de la Universidad de San Diego, Uwe Send, confirmó lo que ya había dicho la policía local. “Es solo una boya normal”, dijo en una entrevista.
Send también afirmó que tales boyas están disponibles para su compra en línea y que los oceanógrafos las usan para diferentes investigaciones. Las boyas que se asemejan a las que se encuentran en Japón suelen ser de acero y flotan en la superficie, a diferencia de otras boyas que pueden soportar las presiones de aguas más profundas.
El oceanógrafo confesó que la respuesta de las autoridades a la boya encontrada en Hamamatsu le pareció un poco extraña, dado el uso común de tales dispositivos en la investigación oceánica y el transporte marítimo. “Tal vez todo el mundo está paranoico por los globos”, dijo. Este tipo de boyas de investigación han aparecido en Santa Bárbara, California y Miami en los últimos años.
Las autoridades de Hamamatsu no han podido determinar de dónde o a quién pertenece la boya, ya que su exterior está demasiado oxidado y no tiene marcas visibles. “Rara vez tenemos objetos en la playa, aparte de madera flotante”, dijo Hiroyuki Yagi, de la oficina de gestión costera.
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Shigeru Fujieda, experto en desechos marinos de la Universidad de Kagoshima en el sur de Japón, dijo que el hecho de que no estuviera cubierta por conchas o algas marinas sugiere que probablemente no había viajado muy lejos. Su mejor conjetura es que la boya había sido diseñada para anclar un barco o algún otro objeto pesado.