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Durante el mes de enero las agencias e institutos científicos suelen publicar los datos de cómo le fue al año anterior en temas climáticos. Durante este mes, por ejemplo, el servicio de pronóstico del tiempo y el clima europeo Copernicus anunció que 2021 fue el quinto año más cálido registrado desde 1979, con una temperatura anual promedio 0,3° C por encima del período de referencia entre 1991 y 2000. Esto, además, significa que los últimos siete años han tenido las temperaturas más altas de forma seguida. Una conclusión que fue respaldada pocos días después por la NASA, en la que se señaló que, usando la línea de referencia de 1951-1980, la temperatura promedio global de la superficie de la Tierra durante 2021 empató a la de 2018, como la sexta más cálida registrada. (Puede leer: Un glaciar que resiste ante el cambio climático)
Pero esta vez no se trató solo de la superficie de la Tierra, sino también del mar. La temperatura promedio del océano durante 2021 fue la más caliente jamás registrada, incluso con fenómeno de La Niña a bordo, se lee en un estudio publicado en la revista científica Advances in Atmospheric Sciences el 11 de enero de este año. Las señales venían desde antes: julio de 2021 fue el mes más caliente registrado desde 1880 y en diciembre se supo que en junio de 2020 el Ártico también rompió un récord, alcanzando una temperatura de 38° C.
¿Cómo interpretar estos datos? ¿Son una muestra más de que estamos viviendo ya el cambio climático? ¿No tienen que ver más con otros fenómenos como el de El Niño y La Niña? Aunque hubo un tiempo en que estas preguntas no eran fáciles de responder, ya que en la temperatura se dan varios factores, como la variabilidad climática, las temporadas secas o húmedas y, en algunos lugares, las estaciones, los expertos parecen acordar que la mayor carta detrás de esto sí es el cambio climático generado por los humanos.
“Los eventos de variabilidad climática natural como El Niño y La Niña desempeñan un papel secundario en este caso”, comenta Germán Poveda, profesor titular de la Universidad Nacional, sede Medellín. “Que los últimos siete años hayan sido los más calurosos registrados desde la época preindustrial es consecuencia de las emisiones crecientes de gases de efecto invernadero, debido a la quema de combustibles fósiles, la deforestación y la ganadería, principalmente”, agrega. De hecho, durante 2021, según cálculos del presupuesto de carbono para ese año realizados por científicos de Copernicus, y cuya publicación aún es un preprint, el incremento de emisiones por combustibles fósiles habría aumentado casi un 5 % en comparación con 2020, cuando cayeron en un 5,4 % frente a 2019 debido a la pandemia. (Le puede interesar: De una isla del Caribe al plato de sushi: el millonario negocio de pescar anguilas)
Mapping changes in temperature (1850-2021). pic.twitter.com/nmRFusu1vt
— Ed Hawkins (@ed_hawkins) January 20, 2022
Por eso, que 2021 haya sido el quinto año más caluroso y no el primero, o que fuera ligeramente más frío que 2020, no es una buena noticia. “Es solo un parpadeo en la escala de tiempo de mediano y largo plazo, relativo a las décadas”, asegura Poveda. “El calentamiento global se estima con una medida de, por lo menos, series de datos de 30 años, y es este incremento en la media de temperatura, lo que permite inferir que hay calentamiento global. Un solo dato no da cuenta del estado del clima. Igualmente, sigue siendo uno de los años más cálidos registrados”, recuerda Maritza Florián, especialista en cambio climático, biodiversidad y servicios ecosistémicos de WWF Colombia.
🌡️2021 empató como sexto año más cálido por lo menos desde 1880, cuando comienza el registro de temperaturas de @NASA. Trabajamos con @NOAA para monitorear la temperatura global del planeta como parte de nuestro estudio del clima cambiante de la Tierra.https://t.co/XWpkvrE2G8 pic.twitter.com/XslMONFM4V
— NASA en español (@NASA_es) January 13, 2022
Se trata de un océano más caliente
El calentamiento no solo se está sintiendo en la atmósfera, sino en los océanos: una superficie que, a pesar de ayudar a capturar alrededor del 26 % de los gases de efecto invernadero que liberamos a la atmósfera, de alguna manera se está “sacrificando”, ya que también se está calentando. Desde 1980, los océanos de la Tierra se calentaron a un ritmo ocho veces mayor que en las décadas anteriores y solo el año pasado los 2.000 metros superiores de los mares absorbieron más de 227 zettajulios de energía en exceso en comparación con el promedio entre 1981 y 2010, superando el récord pasado, de 2020, con 14 zettajulios más. Esta cifra, para ponerle perspectiva, equivale a 145 veces la generación mundial de electricidad en 2020.
Para Paula Bueno, especialista en política de WWF Colombia, se trata de un panorama preocupante. “Las poblaciones costeras han sido las primeras en experimentar los impactos de las tormentas más frecuentes e intensas, la subida de los mares y el calentamiento de las aguas, las cuales se asocian a eventos oceanográficos y meteorológicos. Estas afectaciones tienen serias e irreversibles consecuencias sobre la biodiversidad marina, dado que pueden cambiar la composición química de las aguas, generar desplazamientos masivos y disminuir las poblaciones de especies, mermando los stocks disponibles para alimentación, investigación y producción de oxígeno, ya que el 50 % de lo que respiramos proviene de los océanos, así estemos a miles de kilómetros de ellos”.
Además, recuerda Poveda, el calentamiento del océano aumenta el pH del agua, destruyendo los arrecifes coralinos, un ecosistema que alberga el 25 % de la vida submarina. (Puede interesarle: Bahía de Buenaventura, sumergida en microplásticos)
Actividades humanas y cambio climático: una relación sin incertidumbre
En la ciencia sobre el cambio climático cada vez hay menos espacio para la incertidumbre. Hay mejores y mayores datos. Como lo explica el profesor Poveda, a partir de los informes que ha construido y publicado el Panel Intergubernamental del Cambio Climático, como los de 2014 y 2021, sabemos que el calentamiento del sistema climático es inequívoco y, desde 1950, muchos de los cambios observados no han tenido precedentes en los últimos decenios y milenios. Sabemos también, con el mismo nivel de seguridad, que este fenómeno ha sido causado por acciones humanas y que para limitarlo se requiere una reducción sustancial y sostenida de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Pero lo que han prometido los líderes de los países sigue sin ser suficiente. “Hay un esfuerzo en las cumbres de cambio climático (COP) y con las NDC de los países (las hoja de ruta que proponen para reducir emisiones), pero no están siendo lo suficientemente ambiciosas”, explica Michelle Hernández, jefa de proyecto de la Fundación Natura. “El proceso va muy lento, y así será inevitable que la temperatura aumente más de 2° C para finales de siglo, lo que el Acuerdo de París intenta evitar”.
Es más, sobre datos algo desoladores que hemos conocido este mes de enero, Edil Sepúlveda, científico del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA, afirmó que si se continúa con el patrón de calentamiento actual, en 10 años, entre 2031 o 2032, habremos llegado a un aumento de temperatura de 1,5° C, cifra que se supone debe ser el máximo alcanzado, pero para finales de siglo. (Puede interesarle: Persiguiendo anguilas: la millonaria y desconocida pesca del Caribe)
La ciencia es robusta: ya estamos viendo y viviendo el cambio climático y sus impactos, algo con una dimensión sin precedentes. Asimismo, hay consenso entre científicos. Tras analizar 88.125 estudios relacionados con el clima, una investigación liderada por la Universidad de Cornell encontró que más del 99 % de los artículos científicos revisados por pares coinciden en que el cambio climático es causado principalmente por los seres humanos.