Acción climática sin endeudarse: la propuesta que lidera Colombia en la COP28
Este lunes, desde Dubái, los gobiernos de Colombia, Francia y Kenia lanzaron una iniciativa con la que se busca “reformar” el sistema financiero global con el fin de hacer frente a la crisis climática sin incrementar sustancialmente su deuda.
Daniela Quintero Díaz
Las negociaciones climáticas en Dubái (COP28) están cerca de terminar. Si todo sale en los términos planeados (que suele ser poco común en este tipo de eventos), mañana sería la clausura y se entregarían los textos con los acuerdos alcanzados. (Lea Colombia busca ser la sede de la próxima cumbre mundial de biodiversidad)
Uno de los focos centrales de la discusión ha sido el tema del financiamiento. Sin dinero, es muy poco probable que los países en vía de desarrollo puedan cumplir sus metas climáticas para que el aumento de la temperatura no alcance los 1,5° C (por encima de los niveles preindustriales) a final de siglo.
Además, los países menos desarrollados (y también los más vulnerables) también suelen estar endeudados. Si la crisis climática se intensifica y, en paralelo, hay una crisis de deuda, los países tendrán más dificultad para hacer las inversiones requeridas en materia climática, o para paliar las pérdidas y daños que ya está generando el cambio climático. Países como Colombia, por ejemplo, ya pusiero sus cartas sobre la mesa.
“Queremos examinar la forma en la que las deudas de los países en desarrollo están disminuyendo la capacidad de invertir en acción climática, descarbonización de las economías y en conservación de la naturaleza”, aseguró este lunes la ministra de Ambiente, Susana Muhamad, en una rueda de prensa realizada en el marco de la COP28. El país, insistió, debería invertir cerca de 3 puntos de su PIB en mitigación y adaptación al cambio climático. “Sin embargo, debido a su espacio fiscal limitado, solo puede invertir el 0.16 %”, agregó.
Por eso, este lunes, altos funcionarios de Colombia, Francia y Kenia se unieron para presentar una “revisión global de expertos de deuda, naturaleza y clima” que evaluará, durante el 2024, los mecanismos y opciones para que los países en desarrollo accedan a financiamiento que ayude a hacer frente a la crisis climática, sin desestabilizar su marco fiscal.
“Ningún país debería decidir entre luchar por mantener su economía, y luchar por conservar el planeta”, dijo la ministra de Transición Energética de Francia, Agnes Pannier-Runacher. “Estamos trabajando para encontrar nuevas formas de financiamiento, e incentivar a los países en desarrollo a descarbonizar sus economías mientras invierten en la naturaleza”, agregó.
¿En qué consiste la iniciativa?
Como explicó la ministra Muhamad, especialmente tras la crisis del COVID-19, los países en desarrollo se han enfrentado a desajustes económicos, deudas y un limitado marco fiscal. Y ahora, además, tienen que cumplir los acuerdos a los que han llegado en la COP. Hacer que esto pase, agregó, implica que haya cambios en la banca y en el capital al que se accede desde los países en desarrollo. En otras palabras: “una reforma al sistema financiero global”.
Y es ahí donde países como Colombia han impulsado otras propuestas, para conseguir que esa deuda se reestructure, alivie, canjee, reduzca o se renegocie. Se ha hablado de “canje de deuda por acción climática” o de “bonos de naturaleza”, por ejemplo.
Saltándonos los detalles técnicos, Colombia sabe que uno de sus grandes potenciales es la naturaleza y la biodiversidad. Y espera que la conservación de ecosistemas clave pueda ayudar a reconfigurar, en ciertos aspectos, la deuda, o pueda promover inversiones que permitan empezar a cumplir las metas climáticas.
Como explicó hace unas semanas Sebastián Carranza, director de Cambio Climático del Ministerio de Ambiente, “el gabinete ha venido planteando un portafolio de proyectos y programas que busca ser un “cable a tierra” de estas transformaciones. La idea es contarle al mundo cómo Colombia está identificando cuáles son las inversiones que necesita; cuáles son los roles y responsabilidades de las instituciones en el sistema financiero internacional y cómo necesita que se genere un nuevo pacto financiero global para conseguir que estas transiciones empiecen a suceder de manera acelerada”.
Otro de los grandes objetivos, insistió Muhamad, es hacer visible que las condiciones económicas no son iguales para todos los países. Y que hablar de transición energética justa implica, también, acceder a recursos “predecibles y constantes durante el tiempo necesario para hacerla”. “Hemos tenido muchas alternativas en la mesa, pero necesitamos una revisión de expertos para saber cuáles son las posibilidades de que esos proyectos realmente funcionen”, agregó.
Es cierto que en las negociaciones se han impulsado otros mecanismos de financiación. Pero la confianza sobre recibir estos recursos tambalea desde hace algunos años.
Los países desarrollados, por ejemplo, se habían comprometido, en la COP15 de 2009, a movilizar mínimo US $ 100 mil millones anuales para apoyar las necesidades climáticas de los países en desarrollo. Sin embargo, esa suma de dinero nunca ha llegado. El tema ha sido tan central en estas negociaciones climáticas que, durante el discurso de apertura, el presidente de la COP28, el sultán Al Jaber, aseguró que estaba comprometido a “desbloquear el financiamiento, para que el sur global no tenga que decidir entre desarrollo o acción climática”.
¿Se puede reestructurar el sistema financiero? ¿Cuál es la mejor manera para hacerlo? ¿Qué tan efectivo puede ser ese canje de deuda y a qué escala podría implementarse?
Todas estas preguntas todavía no tienen respuestas claras. Por eso, este lunes, Colombia, Kenia y Francia anunciaron que buscan impulsar una revisión global de expertos sobre deuda, clima y naturaleza.
Aunque los detalles para hacerlo aún no están sobre la mesa, la revisión global de expertos evaluará cómo la deuda de los países afecta su capacidad para conservar la naturaleza, adaptarse al cambio climático y descarbonizar sus economías. Asimismo, examinará las reformas que tienen que hacerse, tanto a nivel nacional, como internacional, para garantizar que los países en desarrollo puedan dedicar recursos para la transición.
“Esta iniciativa representa el primer paso (…). Pretende aportar ideas y recomendaciones innovadoras para abordar los complejos retos que plantean las crisis convergentes de la deuda, el cambio climático y la degradación del medioambiente”, aseguran desde el Ministerio de Ambiente. El grupo internacional de expertos independientes será designado por un comité directivo que nombrará también una secretaría técnica.
No es nuevo que estos países en desarrollo, entre los que se encuentra Colombia, hayan insistido desde antes de esta cumbre climática en una “transformación de la arquitectura financiera climática global”.
Es una idea que la región Latinoamericana ya había impulsado en el pasado. Luego del Foro de Ministras y Ministros de Medio Ambiente de América Latina y el Caribe, que se llevó a cabo en Panamá a finales de Octubre, los delegados firmaron una declaración en donde dejaron clara su posición.
“Hacemos un llamado a la priorización de la región en la asignación de recursos financieros de calidad, altamente concesionales, nuevos, adicionales, predecibles y en cantidad adecuada, de manera que no incrementen la carga de la deuda ni las presiones al limitado espacio fiscal, y sin reducir los fondos destinados a la lucha contra la pobreza”, dice el documento.
* Enviada especial a Dubái.
* Esta historia fue producida como parte de la Climate Change Media Partnership 2023, una beca de periodismo organizada por la Earth Journalism Network de Internews y el Centro Stanley para la Paz y la Seguridad.
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Las negociaciones climáticas en Dubái (COP28) están cerca de terminar. Si todo sale en los términos planeados (que suele ser poco común en este tipo de eventos), mañana sería la clausura y se entregarían los textos con los acuerdos alcanzados. (Lea Colombia busca ser la sede de la próxima cumbre mundial de biodiversidad)
Uno de los focos centrales de la discusión ha sido el tema del financiamiento. Sin dinero, es muy poco probable que los países en vía de desarrollo puedan cumplir sus metas climáticas para que el aumento de la temperatura no alcance los 1,5° C (por encima de los niveles preindustriales) a final de siglo.
Además, los países menos desarrollados (y también los más vulnerables) también suelen estar endeudados. Si la crisis climática se intensifica y, en paralelo, hay una crisis de deuda, los países tendrán más dificultad para hacer las inversiones requeridas en materia climática, o para paliar las pérdidas y daños que ya está generando el cambio climático. Países como Colombia, por ejemplo, ya pusiero sus cartas sobre la mesa.
“Queremos examinar la forma en la que las deudas de los países en desarrollo están disminuyendo la capacidad de invertir en acción climática, descarbonización de las economías y en conservación de la naturaleza”, aseguró este lunes la ministra de Ambiente, Susana Muhamad, en una rueda de prensa realizada en el marco de la COP28. El país, insistió, debería invertir cerca de 3 puntos de su PIB en mitigación y adaptación al cambio climático. “Sin embargo, debido a su espacio fiscal limitado, solo puede invertir el 0.16 %”, agregó.
Por eso, este lunes, altos funcionarios de Colombia, Francia y Kenia se unieron para presentar una “revisión global de expertos de deuda, naturaleza y clima” que evaluará, durante el 2024, los mecanismos y opciones para que los países en desarrollo accedan a financiamiento que ayude a hacer frente a la crisis climática, sin desestabilizar su marco fiscal.
“Ningún país debería decidir entre luchar por mantener su economía, y luchar por conservar el planeta”, dijo la ministra de Transición Energética de Francia, Agnes Pannier-Runacher. “Estamos trabajando para encontrar nuevas formas de financiamiento, e incentivar a los países en desarrollo a descarbonizar sus economías mientras invierten en la naturaleza”, agregó.
¿En qué consiste la iniciativa?
Como explicó la ministra Muhamad, especialmente tras la crisis del COVID-19, los países en desarrollo se han enfrentado a desajustes económicos, deudas y un limitado marco fiscal. Y ahora, además, tienen que cumplir los acuerdos a los que han llegado en la COP. Hacer que esto pase, agregó, implica que haya cambios en la banca y en el capital al que se accede desde los países en desarrollo. En otras palabras: “una reforma al sistema financiero global”.
Y es ahí donde países como Colombia han impulsado otras propuestas, para conseguir que esa deuda se reestructure, alivie, canjee, reduzca o se renegocie. Se ha hablado de “canje de deuda por acción climática” o de “bonos de naturaleza”, por ejemplo.
Saltándonos los detalles técnicos, Colombia sabe que uno de sus grandes potenciales es la naturaleza y la biodiversidad. Y espera que la conservación de ecosistemas clave pueda ayudar a reconfigurar, en ciertos aspectos, la deuda, o pueda promover inversiones que permitan empezar a cumplir las metas climáticas.
Como explicó hace unas semanas Sebastián Carranza, director de Cambio Climático del Ministerio de Ambiente, “el gabinete ha venido planteando un portafolio de proyectos y programas que busca ser un “cable a tierra” de estas transformaciones. La idea es contarle al mundo cómo Colombia está identificando cuáles son las inversiones que necesita; cuáles son los roles y responsabilidades de las instituciones en el sistema financiero internacional y cómo necesita que se genere un nuevo pacto financiero global para conseguir que estas transiciones empiecen a suceder de manera acelerada”.
Otro de los grandes objetivos, insistió Muhamad, es hacer visible que las condiciones económicas no son iguales para todos los países. Y que hablar de transición energética justa implica, también, acceder a recursos “predecibles y constantes durante el tiempo necesario para hacerla”. “Hemos tenido muchas alternativas en la mesa, pero necesitamos una revisión de expertos para saber cuáles son las posibilidades de que esos proyectos realmente funcionen”, agregó.
Es cierto que en las negociaciones se han impulsado otros mecanismos de financiación. Pero la confianza sobre recibir estos recursos tambalea desde hace algunos años.
Los países desarrollados, por ejemplo, se habían comprometido, en la COP15 de 2009, a movilizar mínimo US $ 100 mil millones anuales para apoyar las necesidades climáticas de los países en desarrollo. Sin embargo, esa suma de dinero nunca ha llegado. El tema ha sido tan central en estas negociaciones climáticas que, durante el discurso de apertura, el presidente de la COP28, el sultán Al Jaber, aseguró que estaba comprometido a “desbloquear el financiamiento, para que el sur global no tenga que decidir entre desarrollo o acción climática”.
¿Se puede reestructurar el sistema financiero? ¿Cuál es la mejor manera para hacerlo? ¿Qué tan efectivo puede ser ese canje de deuda y a qué escala podría implementarse?
Todas estas preguntas todavía no tienen respuestas claras. Por eso, este lunes, Colombia, Kenia y Francia anunciaron que buscan impulsar una revisión global de expertos sobre deuda, clima y naturaleza.
Aunque los detalles para hacerlo aún no están sobre la mesa, la revisión global de expertos evaluará cómo la deuda de los países afecta su capacidad para conservar la naturaleza, adaptarse al cambio climático y descarbonizar sus economías. Asimismo, examinará las reformas que tienen que hacerse, tanto a nivel nacional, como internacional, para garantizar que los países en desarrollo puedan dedicar recursos para la transición.
“Esta iniciativa representa el primer paso (…). Pretende aportar ideas y recomendaciones innovadoras para abordar los complejos retos que plantean las crisis convergentes de la deuda, el cambio climático y la degradación del medioambiente”, aseguran desde el Ministerio de Ambiente. El grupo internacional de expertos independientes será designado por un comité directivo que nombrará también una secretaría técnica.
No es nuevo que estos países en desarrollo, entre los que se encuentra Colombia, hayan insistido desde antes de esta cumbre climática en una “transformación de la arquitectura financiera climática global”.
Es una idea que la región Latinoamericana ya había impulsado en el pasado. Luego del Foro de Ministras y Ministros de Medio Ambiente de América Latina y el Caribe, que se llevó a cabo en Panamá a finales de Octubre, los delegados firmaron una declaración en donde dejaron clara su posición.
“Hacemos un llamado a la priorización de la región en la asignación de recursos financieros de calidad, altamente concesionales, nuevos, adicionales, predecibles y en cantidad adecuada, de manera que no incrementen la carga de la deuda ni las presiones al limitado espacio fiscal, y sin reducir los fondos destinados a la lucha contra la pobreza”, dice el documento.
* Enviada especial a Dubái.
* Esta historia fue producida como parte de la Climate Change Media Partnership 2023, una beca de periodismo organizada por la Earth Journalism Network de Internews y el Centro Stanley para la Paz y la Seguridad.
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