Así fue la primera cumbre de sabios y sabias indígenas de Colombia

Con la presencia de más de 400 personas, entre mayores, mayoras y autoridades espirituales jóvenes, se llevó a cabo en Silvania, Cundinamarca, la primera cumbre que se celebra en 41 años de la Organización Nacional Indígena de Colombia. Estas fueron algunas de las conclusiones del encuentro.

Pedro Samper
03 de febrero de 2023 - 06:02 p. m.

Cientos de mayores indígenas representando a más de 115 comunidades del territorio nacional esperan en silencio, sentados alrededor de tres rocas inmensas como monolitos que están enterradas en la tierra. Entre las rocas arde el fuego y junto al fuego y las brasas humeantes hay ofrendas como tabaco, frutas, coca, hierbas medicinales y caguana (una bebida amazónica de yuca dulce para endulzar la palabra y los corazones). Esperan a que con las palabras y el llamado de Berito Cobaría, mayor del pueblo U’wa, se dé inicio a la primera Cumbre Nacional de Sabios y Sabias de los pueblos indígenas de Colombia. (Lea: Proteger la Amazonia también servirá para salvaguardar las lenguas indígenas)

“Nosotros, los políticos, nada más somos mensajeros, como los pescadores, los cazadores, nada más”, dice Orlando Rayo, Consejero Mayor de la ONIC, de mediana edad y originario del pueblo yagua en el Amazonas, horas más tarde, en medio de la noche, cuando se presentaron las reflexiones sobre los aprendizajes del día. “Pero que nos vuelvan a retroalimentar nuestro pensamiento las autoridades tradicionales, creo que es lo más grande que puede haber para nosotros los dirigentes”, añade.

Esa es la razón que impulsa esta Cumbre de Sabios y Sabias, realizada entre el 23 y el 28 de enero en Silvania, Cundinamarca, la primera que se celebra en 41 años de la ONIC (Organización Nacional Indígena de Colombia) y a la que llegaron más de 400 personas entre mayores, mayoras y autoridades espirituales jóvenes de las comunidades.

El Consejero Mayor Orlando Rayo explica entre risas el regaño que ha recibido de los mayores de las distintas comunidades por alejarse de los mandatos y los principios que, según ellos, deben regir: las palabras de los mayores, la ley de origen, que tienen como función principal la curación y armonización del territorio.

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Berito Cobaría sopla una caracola que brilla bajo el sol y con algunas palabras da inicio al encuentro: “hay una constitución que rige un país… ¿Cuál es la constitución que rige a la tierra?”, se pregunta. “Antes de la llegada de los españoles, estábamos en unidad, eso se rompió y ahora tenemos que volver a los principios que la madre tierra nos da”.

En los años noventa, y a lo largo de su vida, Berito ha liderado la oposición del pueblo U’wa a la explotación petrolera en el territorio sagrado de su comunidad, que incluye el Parque Nevado del Cocuy. En su época esa lucha le valió el prestigioso premio Goldman por su defensa de la naturaleza. Hoy es uno de los mayores más ponderados del movimiento ambientalista. Pequeño, con el cabello largo y plateado, una corona tejida en mimbre y una maraca en la mano, repite un ícaro y al acabar bate una pluma alrededor de su cuerpo y sopla con la boca, como si al hacerlo ahuyentara todo mal.

Los sabios y sabias tejen su palabra alrededor de los temas de Territorio, Gobierno y Paz. El fuego del centro es la tulpa donde, como en la tradición del pueblo Nasa, y los demás pueblos andinos de Colombia, se comparten las preocupaciones, las novedades, se mambea, se recuerda la ley de origen de los pueblos y se toman las decisiones trascendentales para aclarar los caminos a seguir. (Puede leer: Explotación petrolera y hambre, los problemas que amenazan con la extinción de los hitnüs)

Ese es el objetivo de este encuentro, “hacer conocer la verdadera realidad y el trabajo que en los pueblos se hace con mucha dificultad”, dice la mayora Blanca Andrade, de la comunidad Nasa, del Resguardo Piayá, Cauca. “El trabajo espiritual y por la conservación de la naturaleza, que para nosotros es vida y por eso hemos luchado y lo hemos defendido tanto”.

Andrade cuenta que hace años perdió a su marido a manos de la violencia y más de una vez ha tenido que esquivar balas y enfrentarse a líderes de grupos armados para defender a su comunidad. “El trabajo de los que de verdad sentimos,” dice, “es de mantener y conocer la espiritualidad porque es la única forma en que se vive en la unidad, el respeto y la solidaridad entre pueblos.”

Muchas de las discusiones de este encuentro giraron en torno a la manera en que los pueblos indígenas siguen siendo sometidos a las estructuras occidentales. Uno de sus grandes retos se centra en su autonomía, en términos de gobierno y en otros ámbitos de la vida. Ni en sus escuelas enseñan sus propias lenguas, ni se reconocen sus sistemas de salud, creencias o costumbres como puntos de partida para las políticas en sus territorios. Los pueblos indígenas siguen siendo unos de los más afectados por la violencia y el narcotráfico, el asesinato de líderes y el desplazamiento. La minería y los actuales e inciertos proyectos de bonos de carbono también los enfrentan a dilemas y amenazas importantes.

Durante muchos años la orientación de las políticas públicas para indígenas se ha dado a través de los dirigentes y sus representantes políticos, pero la importancia de este Consejo es que se institucionaliza el mandato espiritual de los mayores sabios como el camino a seguir, explica Pacha K’anchay, coordinador nacional del Consejo, indígena Yanacona e integrante del consejo nacional del Huila. “Reunir a los mayores para que vuelvan a direccionar el movimiento indígena bajo los lineamientos de lo que debe ser el movimiento indígena. Volver a esa verdadera esencia. Volver a realzar la espiritualidad dentro del movimiento indígena, volver a realzar esa forma de gobernabilidad y esa estructura propia que con mucha fuerza los mayores sostuvieron desde mucho antes de la constitución del 91″, añade.

“Lo único que nos diferencia es el habla, la cultura, las costumbres”, dice Fernando Gifichiu, de la comunidad Bora en La Chorrera, Amazonas, mientras introduce ambil en su boca. El mambe, el ambil y la yuca dulce son los portadores de la palabra creadora para los Bora, explica. Cuando él habla, no usa sus palabras, sino las palabras del creador. “Yo quisiera que el mundo –en especial el país colombiano— viviéramos esa paz, respetando unos a otros, sirviendo unos a otros, curando las heridas unos a otros. Ese es el deseo nuestro como amazónicos.” (Lea también: Lo que está en juego con la demanda más ambiciosa para recuperar las tierras de los nukaks)

Fueron muchos más los mensajes y las palabras de sabiduría que se compartieron en este encuentro, que quedaron consignados en el documento de Los Mandatos de la cumbre, que desde la ONIC tienen un cumplimiento obligatorio. Entre ellos cabe destacar que la cumbre de sabios y sabias se reunirá anualmente, que le exigirán al gobierno actual una silla en la mesa de negociación con el ELN, y reafirman el cuidado del territorio y los recursos naturales como una de sus obligaciones principales, no solo para con ellos, sino para con el mundo.

“El mensaje más claro es saber caminar las palabras de los mayores”, dice la mayora Lejandrina Pastor, de la comunidad wiwa, del pueblo Achíntukua en la Sierra Nevada de Santa Marta. “Si sabemos caminar las palabras de los mayores el movimiento indígena no tendría obstáculos (…) Hay que escucharlos, no oírlos, que es una cosa muy distinta”. (Puede leer: Un tercio de la selva amazónica se degradó por la actividad humana)

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Por Pedro Samper

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