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A lo largo del río Igara Paraná empezará hoy la primera expedición científica que se ha hecho en la Chorrera, Amazonas, a donde solo se puede acceder por río o por vía aérea. Durante 20 días, integrantes de los pueblos indígenas Okaina, Bora, Muinane, Huitoto y científicos del Instituto de Investigaciones Amazónicas Sinchi tomarán muestras de ocho grupos biológicos, como plantas, mamíferos, reptiles, anfibios, peces e invertebrados. Este trabajo se realizará gracias a una alianza entre la Asociación Zonal Indígena de Cabildos y Autoridades Tradicionales de La Chorrera (Azicatch) y el Sinchi.
Como explica Nicolás Castaño, investigador del Instituto Sinchi, en esta zona no hay información de ningún grupo biológico, por lo que la expedición es el inicio de un proceso que durará alrededor de ocho meses para empezar a llenar esos vacíos de conocimientos y aportar al inventario de biodiversidad del país. “La ilusión es encontrar especies nuevas”, señala Castaño. Para esto, tras la expedición, las muestras irán a colecciones del Sinchi y de la Universidad Nacional, en donde se “depurará la información sobre la identidad biológica de cada organismo”.
Para el investigador hay otro factor clave en esta expedición y es el trabajo en conjunto entre las comunidades indígenas y los científicos. “Nosotros llevamos nuestros quehaceres desde la ciencia, pero ellos aportan sus conocimientos y su sabiduría ancestral en el manejo de la biodiversidad”. Esta expedición es la segunda que el Sinchi realiza junto a comunidades indígenas en la Amazonia, en el marco de la Expedición en Colombia Bio. La primera fue en Apaporis, en 2018. (También puede leer: Una solución al problema de basuras en Leticia)
Daniel Fernando Teteye, del pueblo Huitoto, quien ha trabajo temas de indicadores de bienestar humano junto al Instituto Sinchi en el Amazonas, indica que “nosotros siempre hemos estado en la lucha de que el mundo reconozca que nosotros también existimos en el centro de la selva”. Teteye recalca el hecho de que estos cuatro pueblos, denominados como los hijos del tabaco, la coca y la yuca dulce, hayan sobrevivido a diferentes amenazas históricas, como las caucherías a finales del siglo XIX e inicios del XX. “De pronto unos cuentan con otras tecnologías, mientras nosotros seguimos manteniendo nuestro conocimiento de manera oral”, destaca.
Castaño y Teteye añaden que se trata de una expedición por una zona muy bien conservada, que ha sido manejada por los pueblos indígenas y sus saberes ancestrales, “y ese es uno de los objetivos, que sean visibles y que el ejercicio no solamente se quede en términos biológicos de número de especies o solo el aporte de ellos, sino que el resto de colombianos evidenciemos y valoremos su conocimiento milenario”, agrega Castaño.
De hecho, según el último informe de Amazonía Viva, presentado en la Cop27 por la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (Coica), el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) y el Panel Científico para la Amazonía, el 18 % de los bosques de la región se ha perdido y el 17 % se encuentra degradado. Durante la Cop27, WWF convocó a un Pacto Mundial para proteger por lo menos el 80 % de la Amazonia. (Le puede interesar: La petición de los pueblos indígenas amazónicos para conservar el 30 % del mundo)
Siguiendo el informe, la Coica y la Asamblea de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza insistieron en la cumbre que a más tardar en 2025 deberán reconocerse los saberes de los pueblos indígenas como “estrategias efectivas” para lograr el objetivo de proteger ese 80 %. Otro informe de WWF encontró que el “91% de los territorios de pueblos indígenas y comunidades [de la Amazonia] están ecológicamente en buen estado, y que, en su totalidad, cubren al menos el 36 % de las Áreas Claves para la Biodiversidad a nivel global”.
El ministro de Ciencia, Arturo Luna Tapia, explica que la Amazonia es una región prioritaria ambientalmente hablando, por lo que es clave que desde el conocimiento científico se contribuya “a la protección de la selva como pilar de la justicia ambiental”. La expedición de La Chorrera tiene una inversión de más de $387 millones y será integrada por 34 participantes, de los cuales 15 son investigadores del Sinchi y 19 pertenecen a los Cabildos Santa Rosa y San Antonio. Además de aportar al inventario de biodiversidad del país y adelantar un intercambio de conocimientos tradicionales y occidentales, se busca que esta expedición contribuya a identificar alternativas productivas y sostenibles para el territorio, basadas en la conservación de la biodiversidad.
Por su parte, la directora del Sinchi, Luz Marina Mantilla, indica que la expedición es una “una oportunidad para documentar la biodiversidad que alberga una de las zonas más alejadas que tiene la Amazonia”. A esto se suma Castaño, quien agrega que “podríamos hablar de que las cabeceras de los ríos están inexploradas”, así como hay vacíos sobre aves y reptiles, y también se debe tener en cuenta que hay información “que nunca vamos a obtener, por ejemplo, de las zonas intangibles de Parques y las zonas sagradas de los indígenas”. Por lo que el investigador insiste en que debe fortalecerse la logística para acceder a las zonas de la Amazonia en las que es posible acceder y sigue faltando información biológica.
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