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Los incendios forestales afectan de manera particular a las poblaciones indígenas. Así lo describió un estudio, publicado en la revista Environmental Research: Health, que se concentró en las partículas PM 2.5 que deja el humo. Estas son finas, hasta veinte veces más delgadas que el diámetro de un cabello, y tienen más posibilidades de entrar rápido a los pulmones (Lea también: Alerta por calidad de aire en EE. UU. y Canadá tras incendios en Quebec).
La exposición a estas partículas está asociada a enfermedades respiratorias y cardiovasculares, cáncer y muertes prematuras, además de problemas en la salud mental y disfunciones metabólicas (Está relacionado: El “juicio del siglo” en Brasil: ¿quiénes son los protagonistas y qué se juegan?).
Es por eso que Eimy Bonilla, doctora e investigadora en Ciencias Ambientales e Ingeniería de la Universidad de Harvard, Estados Unidos, desarrolló un modelo para medir el impacto de estas partículas en las poblaciones indígenas.
Los resultados fueron contundentes: mientras la exposición al humo es responsable de dos muertes prematuras por cada 100 mil personas a nivel mundial, esta cifra se duplica en los territorios indígenas con cuatro muertes por cada 100 mil personas.
Sin embargo, el panorama es diferente para cada país de América Latina. En Brasil, Argentina y Colombia, por ejemplo, la mortalidad asociada al humo de incendios es mayor en la población urbana. Mientras, Bolivia y Perú sí tienen evidencia de fallecimientos prematuros por este motivo en población indígena.
Los incendios en la Amazonía tampoco dan tregua: en 2020 ocurrieron unos 500 mil, teniendo en cuenta que la investigación estima que las personas que viven en los territorios indígenas amazónicos podrían ser un total de 5,8 millones, lo que podría ser una subestimación.
Debe tenerse en cuenta también que Brasil hace parte de los focos de esta discusión: el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales estimó que aproximadamente 10 mil kilómetros cuadrados de la Amazonía brasileña se deforestaron entre julio de 2018 y agosto de 2019, un aumento del 34 % con respecto al año anterior.
En 2020, la actividad de incendios aumentó un 74 % desde el mínimo de 2013 y, en 2021, la deforestación en esta región aumentó a 13 mil km2 por año, casi el doble que en 2012.
Por ello, los investigadores concluyen que hacen falta medidas para reducir el impacto del humo de incendios en las poblaciones indígenas, así como un mayor acceso a los servicios médicos.