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Una pesadilla. Así describió Robert Farah su situación al dar positivo en una prueba de dopaje en 2020. Ganador en la modalidad de dobles de Wimbledon y el Abierto de Estados Unidos, fue suspendido provisionalmente porque le encontraron un nanogramo de boldenona en su cuerpo en una muestra tomada en octubre de 2019, mientras no estaba en competencia. “Cuando sabes que no hiciste nada malo y te pasa eso sientes mucha impotencia. De repente te voltean el mundo y te das cuenta que estás metido en un grave problema. Solo te saca adelante la gente que te rodea. Estoy con ganas de llorar, pero acá con ganas de mantenerme estable”, dijo el tenista en ese momento.
A comienzos de este mes, la Agencia Internacional de Integridad del Tenis (ITIA), organismo al cual están adscritos los entes rectores del tenis a nivel mundial, como la ITF, ATP y WTA, además de los cuatro Grand Slams (Australian Open, Roland Garros, Wimbledon y US Open), lanzó una advertencia en su página web a todos los tenistas de Centroamérica y Sudamérica por la posible presencia de boldenona, misma sustancia por la que fue suspendido Farah, en la carne que se consume en la región.
¿Qué es la boldenona?
La boldenona, un esteroide anabólico utilizado principalmente para ganado vacuno, es una sustancia que está vetada por la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), pues, al ser derivada de la testosterona, aumenta la masa muscular y la fuerza. En Europa está prohibida porque, según estudios citados por la Unión Europea, su presencia en el organismo humano puede tener efectos negativos sobre el sistema cardiovascular. En América Latina, en países como Argentina, Uruguay, Brasil y Paraguay, que exportan su carne a Europa, también lo está.
Si la boldenona se consume, “puede aparecer en las pruebas antidopaje. En algunos casos, según las reglas de la AMA, esto puede resultar en una suspensión provisional obligatoria mientras se investiga el asunto”, se lee en el comunicado de la ITIA, que además recomienda a los deportistas de la región buscar alternativas de proteínas en su dieta diaria. La Federación Colombiana de Tenis replicó la advertencia. (También puede leer: ¿Qué es la Boldenona, la sustancia por la que dio positivo Robert Farah?)
Un total de 17 deportistas de alto rendimiento dieron positivo por boldenona en controles de dopaje desde 2016 en el país. Además de Farah, uno de los casos que más ruido causó fue el del campeón mundial de ciclismo de pista en el keirin en 2018, Fabián Puerta, quien pasó cuatro años sin competir por una sanción de la Unión Ciclística Internacional (UCI).
En el caso de Farah, aunque la sanción duró 11 días y fue revocada a principios de febrero de ese 2020, le impidió competir en el Abierto de Australia, primer Grand Slam del año. “La concentración de boldenona fue extremadamente baja y no había evidencia de que hubiese consumido algo diferente entre la ingesta de carne y el momento de la prueba. Otra prueba realizada el 28 de diciembre de 2019 resultó negativa por la presencia de cualquier sustancia prohibida”, afirmó entonces la defensa del tenista.
La muestra de boldenona encontrada en el organismo de Farah habría entrado a su cuerpo en una porción de solomito de res ingerida la noche anterior al control y comprada en un almacén de cadena. Este caso dio pie para que los deportistas colombianos entraran en un limbo en el que consumir una porción de carne, parte de su dieta cotidiana, podría terminar en una suspensión cuya defensa costaría aproximadamente 10.000 dólares, una suma que por es asumida por los deportistas.
“Que la ITIA haya sacado esa alerta lo que hace es que usted no pueda poner en una defensa ‘yo no sabía que la carne de este sitio podría estar contaminada’. De entrada, supone que usted ya sabía y tomó un riesgo que pudo evitar. Como quien dice, los deportistas no pueden ir a tienda y comprar una libra de carne”, afirma Víctor Delgado, director de la práctica de derecho deportivo de Márquez Robledo Abogados, quien en su momento estuvo vinculado a la defensa de Robert Farah ante la ITF. (Le puede interesar: Robert Farah: “Lo vivido fue una pesadilla”)
Según Delgado, de cada 10 casos que ha tratado de deportistas que marcan positivo por boldenona en los controles de dopaje, seis tienen como vehículo de ingreso al cuerpo la carne contaminada. Lo que esto revela es un asunto del que poco se habla: ¿la carne que consumimos en Colombia está libre o no de boldenona? ¿Por qué en ocasiones se la aplican a las vacas? ¿Qué tan juicioso ha sido nuestro sistema sanitario para evitar que se le administre irregularmente esta sustancia al ganado?
¿De quién es la responsabilidad?
Antes de entrar en detalle es importante aclarar que el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) permite que se comercialicen agentes anabólicos (como la boldenona) solo con fórmula de un veterinario o un zootecnista. Según el ICA, en Colombia hay alrededor de 59 productos de boldenona con registro. El Instituto ordena que para aplicar la sustancia a una res hay que considerar 30 días como tiempo máximo antes de que esta se sacrifique para que alcance a ser evacuada de su organismo. En este sentido, “sobre el papel, nadie tendría que dar positivo por haber consumido carne”, afirma Jaime Andrés Roa, especialista en medicina del deporte y docente de la Escuela Nacional del Deporte.
¿Qué hace la boldenona en el cuerpo?
Sin embargo, la advertencia de la ITIA puso otra vez sobre la mesa varias dudas como qué es lo que ocurre a nivel fisiológico. Cuando alguien se come un pedazo de carne de una res a la que se le aplicó boldenona, la sustancia queda en el organismo. Sin embargo, para algunos médicos es muy extraño que esto ocurra. Para ellos, incluso, el asunto es tan complejo que es muy difícil medir la cantidad de días que la sustancia permanece en el cuerpo. Además, añade Roa, la dosis que se le aplicó a la res días o semanas anteriores a su sacrificio tendría que haber sido superior a la permitida por cada fabricante para que la carne tenga rastros al momento de ser consumida.
Carlos Enrique Osorio, especialista en medicina del deporte de la Universidad del Bosque, explica que la presencia de boldenona en el cuerpo puede durar hasta 14 días. Y coincide en que es complejo calcular cuánta carne (a la que se le haya aplicado boldenona) debe comer un deportista para salir positivo en doping. “Los estudios científicos hoy en día no son concluyentes porque cuando se le aplica el esteroide al ganado, se reparte en los músculos, entonces la cantidad inicial que se aplica no va a ser la cantidad total que llega a todos los músculos. No se ha demostrado un rango o un margen o un valor de referencia para establecer el valor de kilogramos por riesgo”.
Otro médico deportólogo, vinculado a un equipo profesional de fútbol en Colombia y que prefiere que su nombre no sea mencionado, también insiste en que no hay forma de medir cuánta cantidad de carne con boldenona tendría que comer un deportista para que dé un resultado positivo en doping, pero dice que lo mínimo sería comerse “varias reses completas, con cabeza y todo”.
A sus ojos, “si un deportista sólo tiene carne para comer, ¿qué hace?”. Para él hay un punto clave y es que cree que las instituciones son las que deberían garantizar la sanidad de las proteínas. Dice que si se quita la carne de la dieta debe ser por motivos de orden nutricional, como por ejemplo, que los deportistas “no la coman en la previa al partido ni después porque ralentiza la digestión”. (Le recomendamos: ¿De dónde viene la carne que llega a nuestra mesa? Aún faltan datos)
Una de las cosas que más le preocupa de esta advertencia de la ITIA es que mencione a poblaciones como las sudamericanas en donde la carne de res es una “batería de nutrición”: en países como Colombia, Brasil, Ecuador, Venezuela, Chile, Bolivia, Paraguay y Uruguay se consumen entre 50 y 100 kg de carne por persona al año, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Esta cifra en la región sólo la supera Argentina, en donde, al igual que en Estados Unidos, una persona come entre 100 y 150 kg de carne al año, mientras que en países de África y Centroamérica, con menores índices de seguridad alimentaria, la cifra varía entre 0 y 50 kg.
Para el especialista hay un punto más que no se puede despreciar en esta discusión, pero es apenas una hipótesis: ¿pueden existir casos extremos en los que alguien se dope y culpe el consumo de carne? Por otro lado, para Roa, “lo más fácil es echarle la culpa a la res, por eso dan esas recomendaciones, para que cuando salga algún positivo no se pueda sacar ninguna excusa porque el deportista sería responsable de lo que entra a su organismo”.
Ambos especialistas coinciden en que una solución podría ser que las federaciones o eventos se encarguen de garantizarles a los deportistas la carne libre de boldenona. Osorio agrega que en países en donde toda la carne se vende por lotes es más fácil controlar esto. Por su parte, el abogado Delgado propone que una de las medidas que pueden tomar las federaciones para prevenir el contacto de sus atletas con la sustancia sería fortalecer la veeduría en sus concentraciones, en los hoteles y durante los viajes que realicen para participar en competencias. Sin embargo, esto no elimina el riesgo del todo.
A diferencia de lo que sucede en el mundo de los deportistas de alto rendimiento, quienes usan este esteroide -que no está creado para uso humano-, suelen comprarlo en el mercado ilegal. Por lo general, proviene de una suerte de laboratorio en donde se modificó. Las dosis oscilan entre 200 y 600 miligramos a la semana y las llegan a aplicar hasta durante 12 semanas. La sustancia, incluso, puede permanecer 18 meses más en el organismo.
Además del aumento de masa muscular y la fuerza, los efectos de la boldenona en el cuerpo humano pueden ser presencia de acné, piel grasa, crecimiento anormal o pérdida de cabello, problemas a nivel de la próstata, ronquera y voz grave. En los hombres, señala Osorio, es común que les salga acné en el pecho, la espalda, los hombros.
¿Qué viene para los deportistas colombianos?
Para los deportistas con mayor prestigio resulta más fácil consumir carne proveniente de ganado estadounidense, como lo recomendó la ITIA, pero quienes recién comienzan, llevar a esos términos su alimentación puede implicar costos más allá de los que ya requiere su preparación atlética.
Por parte de la Federación Colombiana de Tenis (Fedecoltenis), así como con la advertencia de la ITIA, las acciones tomadas al respecto han sido amplificar y poner en sobre aviso a los deportistas. En 2018 el Comité Olímpico Colombiano (COC) instó a los deportistas “a tener el más diligente cuidado con los alimentos que consumen en territorio colombiano, en especial la carne de vaca”.
Para Delgado, la no colaboración de las federaciones deportivas del país se debe a que “no se pueden volver cómplices o parte del proceso. Creo que la única vez en la que yo tuve una colaboración amplia de una Federación fue en el caso de los pesistas antes de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 porque estaban en juego varios cupos. La Federación Colombiana de Pesas se involucró y nos ayudó a buscar las pruebas, las encontramos y armamos un dossier muy, muy sólido”.
Hay otro punto clave en este asunto y es que existen actores externos al mundo del deporte involucrados en el problema: los ganaderos. Cuando la polémica sobre Farah se desató, en 2020, José Felix Lafaurie, director gremial de la Federación Colombiana de Ganaderos (Fedegan), aseguró que el ganado bovino se produce en Colombia de manera natural y es alimentado con pastos únicamente. Esa vez, Fedegan afirmó que en más del 95 % de las reses se usa pasto o suplementos naturales para el engorde. Hoy Lafaurie sostiene sus palabras. Para él, quienes vinculan la boldenona a la carne “están interesados en disminuir el consumo” de este alimento. (Puede ver: Las promesas y los proyectos para frenar la deforestación que no despegan en la Amazonia)
¿Pero es posible tomar precauciones si la carne proviene de una res a la que se le aplicó boldenona? ¿Hay un control de las autoridades agropecuarias en la trazabilidad sanitaria de la ganadería? Cada año el Invima ejecuta el Plan Nacional Subsectorial de Vigilancia y Control de Residuos de Medicamentos y Contaminantes Químicos (PNSVCCQ) en carne bovina, que realiza en conjunto con el ICA. Para esto, se toman muestras de carne en las alrededor de 100 plantas de beneficio animal o mataderos vigilados por el Invima y se seleccionan las que tengan algún efecto hormonal, es decir, de reses a las que se les aplicó alguna sustancia anabólica.
Entre 2016 y 2017, de 1030 pruebas que tenían efectos hormonales, dos salieron con presencia de boldenona. Desde ese año, se han analizado entre 500 y 1.600 muestras con efectos hormonales por año (incluyendo lo que va de 2022) y no han vuelto a salir indicios de esta sustancia. Según le explicó el Invima a El Espectador, sobre esos dos resultados de 2016, se concluye que “la sustancia fue administrada a los animales durante su ciclo de vida productivo y no se cumplió con el tiempo de retiro establecido y las indicaciones de uso respectivas”.
El Invima también explicó que “ningún modelo de inspección, vigilancia y control de productos de la carne aplicado por las diferentes autoridades sanitarias a nivel mundial, considera el monitoreo del 100% de los animales vivos y complementariamente de la totalidad de los productos comestibles obtenidos de dichos animales”.
Aunque el Invima vigila los mataderos registrados, en el país se destinan 38 millones de hectáreas de suelo a la ganadería y aún quedan dudas sobre cómo se traza esta sustancia en los animales vivos. El Espectador consultó al ICA sobre estos vacíos, pero al cierre de esta edición no obtuvo respuesta. A los interrogantes se suma la desconocida posición del Ministerio del Deporte y si se contemplan medidas para que la responsabilidad no recaiga, como advierten los expertos, sobre los atletas y su alimentación diaria.
*Este artículo es publicado gracias a una alianza entre El Espectador e InfoAmazonia, con el apoyo de Amazon Conservation Team.
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