El arte rupestre de la Amazonia que está en riesgo de perderse
Petroglifos en una piedra en Florencia se encuentran amenazados por mala conservación. Los profesores de una institución educativa hacen esfuerzos por cuidar los grabados, mientras que ninguna entidad del Estado se hace cargo.
María Paula Lizarazo
En 1963, el arqueólogo Eliécer Silva Celis terminó de escribir el primer informe sobre unos petroglifos hallados en El Encanto, a un kilómetro al noreste del centro de Florencia, y se lo entregó al Instituto Colombiano de Antropología e Historia (Icanh). Un año antes de la publicación, una fuerte crecida del río Hacha había provocado que en esta piedra, que se encontraba bajo tierra, la gente empezara a notar imágenes grabadas extendidas en aproximadamente 16 metros de longitud por un metro de altura en una de sus caras. La roca está a menos de 20 metros del río y es parte del patrimonio arqueológico de Colombia.
Luego del informe de Silva Celis es muy poco lo que se ha vuelto a investigar de estos petroglifos. La tesis de la Universidad de los Andes “Los petroglifos de la roca El Encanto, estudio iconográfico del arte rupestre en Florencia-Caquetá”, presentada por la historiadora del arte Laura Hurtado en 2018, explica que estas poco conocidas figuras son un “vestigio arqueológico por sociedades humanas que ya no existen”, que podrían corresponder a una época precolombina. Aunque no se han elaborado estudios para establecer las fechas de las figuras, Hurtado añade que son valiosas porque “pueden brindar información acerca de la actividad humana pasada”. (Lea: Así hemos cambiado los ciclos de lluvias y sequías en la Amazonia)
Las imágenes identificadas por la historiadora son alrededor de 22 figuras antropomorfas de humanos en grupo o solos, 10 zoomorfas con animales de pico y cola, y unas 13 figuras geométricas con formas combinadas, como círculos, cuadrados y líneas, un poco más difíciles de identificar. Pero el estudio de Hurtado evidenció algo alarmante: el estado de conservación de los petroglifos es crítico.
Aproximadamente, un 80 % de las figuras se encuentran en mal estado, porque han sido rayadas con grafitis. Alexánder Herrera, quien dirigió la tesis de Hurtado y es PhD en historia del arte por la Universidad de Cambridge, señala que la roca por sí sola es resistente y los grabados pueden conservarse, pero “el principal factor de deterioro es la intervención humana”, ya sea por los grafitis, regrabados o polución, y asegura que esto es algo “paulatino que aumentará”. (Lea: El equivalente a diez campos de fútbol de bosque se destruyó cada minuto en 2021)
Herrera enfatiza con preocupación en que “tenemos uno de los pocos sitios arqueológicos de arte rupestre complejo, de larga ocupación, en Caquetá, completamente abandonado en plena ciudad. Lo único que sucede es el deterioro”. Y es que la piedra está en el predio de la institución educativa La Salle, un colegio que alberga aproximadamente tres hectáreas. Ahí es donde empiezan los problemas.
William Saavedra, historiador de la Universidad de la Amazonia y profesor de ciencias sociales en la institución desde hace ocho años, afirma que “en cuanto a los petroglifos no ha habido ningún interés, apoyo ni aporte por parte de ninguna institución, incluyendo al Icahn al municipio y las secretarías de Cultura”.
Según Saavedra, han sido los profesores del colegio quienes han intentado, con recursos propios o por medio de actividades como rifas o limpiar el sendero por el que se llega a la piedra. “Hacemos lo posible por mantener un sendero, por tratar de vez en cuando ir a limpiar el sitio, pero casi siempre nos encontramos con la sorpresa de que lo han rayado, que han estado escarbando por allí”, explica Saavedra. (Le puede interesar: ¿Por qué la Amazonia no puede ser ignorada por el próximo Gobierno?)
Iván Losada, quien actualmente es el encargado de fomento del patrimonio del Instituto de Cultura de Caquetá, afirma que si bien la conservación de la piedra ha estado a cargo del colegio porque se encuentra dentro de su área, es difícil tanto para el departamento como para el colegio lograr acuerdos. Señala que “el colegio quiere que el departamento invierta en el acceso al lugar”, pero asevera que el departamento nunca ha incluido la conservación de estos petroglifos en los planes de gobierno, por lo que “no hay de dónde sacar la plata”.
El Instituto de Cultura y el colegio han adelantado conversaciones para que el primero financie la creación del Bioparque Arqueológico Petroglifos El Encanto, un proyecto que el colegio lleva planificando desde mediados de 2020, pero según Losada, con la entrada del Instituto a la discusión “entra otra persona jurídica y se complica, porque el colegio tiene una postura, la Alcaldía otra, el Instituto también otra”.
De acuerdo con el profesor Saavedra, “se requiere una infraestructura mínima para preservar el espacio, para que no esté tan expuesto, para que la gente no pueda llegar tan fácil, entrar, golpear, rayar y alterar las figuras. Hace falta esa inversión, hace falta mejorar el sendero y que haya una apropiación por parte de las instituciones del Gobierno, una iniciativa para que haya una vigilancia mínima”. Por ahora el único apoyo con el que cuentan es por parte de la XII Brigada del Ejército, que dispone de dos soldados que ayudan con la limpieza del espacio. (Le puede interesar: ¿De cuándo es el arte rupestre de la Amazonia colombiana?)
La institución es parte del programa “Colegios amigos del turismo”, del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, pues al albergar los petroglifos, desarrollaron un enfoque pedagógico basado en la historia y la cultura de la Amazonia colombiana. Sin embargo, Carlos Julio Beltrán, licenciado en química por la Universidad del Quindío y profesor de ciencias naturales en el colegio desde hace 32 años, afirma que ser parte del programa es un reconocimiento a la labor de la institución de intentar preservar la piedra, pero, como Saavedra, insiste en que “apoyo económico como tal no ha habido”.
¿En qué está la conservación de los petroglifos?
En agosto del año pasado, el Grupo de Arqueología del Icanh solicitó a la Secretaría de Cultura de Florencia información sobre el estado actual de los petroglifos y las acciones de la Secretaría para salvaguardarlos, luego de una denuncia ciudadana que alertaba la afectación de este patrimonio arqueológico. La respuesta de la Secretaría al Icanh, a finales de ese mes, indicaba que en enero de 2020 se realizó una jornada de limpieza en el sendero, y alegaban que el hecho de que el acceso a los petroglifos tuviera que hacerse por medio de la institución educativa La Salle dificulta el seguimiento de la piedra.
Por su parte, el rector del colegio, Raúl Francisco Doncell Calderón, quien está en ese cargo desde 2017, asegura que si la jornada se hizo no fue “en coordinación con la institución”, y añade que pensar que se haya realizado esa jornada accediendo a la roca no por el colegio, sino por el lado del río, “es difícil” . El Icanh afirmó a El Espectador que para la penúltima semana de este mes el Grupo de Arqueología hará una visita a El Encanto para indicar medidas de protección que deben “ser implementadas por el ente municipal en el ejercicio de su corresponsabilidad” con la salvaguarda de estos petroglifos. (Lea: Arte rupestre: una ventana al pasado en el Guaviare)
El investigador Herrera cuestiona que si la piedra es una de las propagandas turísticas de Florencia, lo mínimo sería invertir o tener un plan de manejo para conservar los petroglifos. En esto coincide con Saavedra, para quien el turismo “siempre va a ser un riesgo” mientras no haya una estrategia de conservación. Por ahora, lo que constantemente intentan los profesores del colegio es limpiar el sendero a la piedra: “Eso es lo que podemos hacer nosotros, es decir, trabajar con las uñas”, señala Saavedra.
*Este artículo es publicado gracias a una alianza entre El Espectador e InfoAmazonia, con el apoyo de Amazon Conservation Team.
En 1963, el arqueólogo Eliécer Silva Celis terminó de escribir el primer informe sobre unos petroglifos hallados en El Encanto, a un kilómetro al noreste del centro de Florencia, y se lo entregó al Instituto Colombiano de Antropología e Historia (Icanh). Un año antes de la publicación, una fuerte crecida del río Hacha había provocado que en esta piedra, que se encontraba bajo tierra, la gente empezara a notar imágenes grabadas extendidas en aproximadamente 16 metros de longitud por un metro de altura en una de sus caras. La roca está a menos de 20 metros del río y es parte del patrimonio arqueológico de Colombia.
Luego del informe de Silva Celis es muy poco lo que se ha vuelto a investigar de estos petroglifos. La tesis de la Universidad de los Andes “Los petroglifos de la roca El Encanto, estudio iconográfico del arte rupestre en Florencia-Caquetá”, presentada por la historiadora del arte Laura Hurtado en 2018, explica que estas poco conocidas figuras son un “vestigio arqueológico por sociedades humanas que ya no existen”, que podrían corresponder a una época precolombina. Aunque no se han elaborado estudios para establecer las fechas de las figuras, Hurtado añade que son valiosas porque “pueden brindar información acerca de la actividad humana pasada”. (Lea: Así hemos cambiado los ciclos de lluvias y sequías en la Amazonia)
Las imágenes identificadas por la historiadora son alrededor de 22 figuras antropomorfas de humanos en grupo o solos, 10 zoomorfas con animales de pico y cola, y unas 13 figuras geométricas con formas combinadas, como círculos, cuadrados y líneas, un poco más difíciles de identificar. Pero el estudio de Hurtado evidenció algo alarmante: el estado de conservación de los petroglifos es crítico.
Aproximadamente, un 80 % de las figuras se encuentran en mal estado, porque han sido rayadas con grafitis. Alexánder Herrera, quien dirigió la tesis de Hurtado y es PhD en historia del arte por la Universidad de Cambridge, señala que la roca por sí sola es resistente y los grabados pueden conservarse, pero “el principal factor de deterioro es la intervención humana”, ya sea por los grafitis, regrabados o polución, y asegura que esto es algo “paulatino que aumentará”. (Lea: El equivalente a diez campos de fútbol de bosque se destruyó cada minuto en 2021)
Herrera enfatiza con preocupación en que “tenemos uno de los pocos sitios arqueológicos de arte rupestre complejo, de larga ocupación, en Caquetá, completamente abandonado en plena ciudad. Lo único que sucede es el deterioro”. Y es que la piedra está en el predio de la institución educativa La Salle, un colegio que alberga aproximadamente tres hectáreas. Ahí es donde empiezan los problemas.
William Saavedra, historiador de la Universidad de la Amazonia y profesor de ciencias sociales en la institución desde hace ocho años, afirma que “en cuanto a los petroglifos no ha habido ningún interés, apoyo ni aporte por parte de ninguna institución, incluyendo al Icahn al municipio y las secretarías de Cultura”.
Según Saavedra, han sido los profesores del colegio quienes han intentado, con recursos propios o por medio de actividades como rifas o limpiar el sendero por el que se llega a la piedra. “Hacemos lo posible por mantener un sendero, por tratar de vez en cuando ir a limpiar el sitio, pero casi siempre nos encontramos con la sorpresa de que lo han rayado, que han estado escarbando por allí”, explica Saavedra. (Le puede interesar: ¿Por qué la Amazonia no puede ser ignorada por el próximo Gobierno?)
Iván Losada, quien actualmente es el encargado de fomento del patrimonio del Instituto de Cultura de Caquetá, afirma que si bien la conservación de la piedra ha estado a cargo del colegio porque se encuentra dentro de su área, es difícil tanto para el departamento como para el colegio lograr acuerdos. Señala que “el colegio quiere que el departamento invierta en el acceso al lugar”, pero asevera que el departamento nunca ha incluido la conservación de estos petroglifos en los planes de gobierno, por lo que “no hay de dónde sacar la plata”.
El Instituto de Cultura y el colegio han adelantado conversaciones para que el primero financie la creación del Bioparque Arqueológico Petroglifos El Encanto, un proyecto que el colegio lleva planificando desde mediados de 2020, pero según Losada, con la entrada del Instituto a la discusión “entra otra persona jurídica y se complica, porque el colegio tiene una postura, la Alcaldía otra, el Instituto también otra”.
De acuerdo con el profesor Saavedra, “se requiere una infraestructura mínima para preservar el espacio, para que no esté tan expuesto, para que la gente no pueda llegar tan fácil, entrar, golpear, rayar y alterar las figuras. Hace falta esa inversión, hace falta mejorar el sendero y que haya una apropiación por parte de las instituciones del Gobierno, una iniciativa para que haya una vigilancia mínima”. Por ahora el único apoyo con el que cuentan es por parte de la XII Brigada del Ejército, que dispone de dos soldados que ayudan con la limpieza del espacio. (Le puede interesar: ¿De cuándo es el arte rupestre de la Amazonia colombiana?)
La institución es parte del programa “Colegios amigos del turismo”, del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, pues al albergar los petroglifos, desarrollaron un enfoque pedagógico basado en la historia y la cultura de la Amazonia colombiana. Sin embargo, Carlos Julio Beltrán, licenciado en química por la Universidad del Quindío y profesor de ciencias naturales en el colegio desde hace 32 años, afirma que ser parte del programa es un reconocimiento a la labor de la institución de intentar preservar la piedra, pero, como Saavedra, insiste en que “apoyo económico como tal no ha habido”.
¿En qué está la conservación de los petroglifos?
En agosto del año pasado, el Grupo de Arqueología del Icanh solicitó a la Secretaría de Cultura de Florencia información sobre el estado actual de los petroglifos y las acciones de la Secretaría para salvaguardarlos, luego de una denuncia ciudadana que alertaba la afectación de este patrimonio arqueológico. La respuesta de la Secretaría al Icanh, a finales de ese mes, indicaba que en enero de 2020 se realizó una jornada de limpieza en el sendero, y alegaban que el hecho de que el acceso a los petroglifos tuviera que hacerse por medio de la institución educativa La Salle dificulta el seguimiento de la piedra.
Por su parte, el rector del colegio, Raúl Francisco Doncell Calderón, quien está en ese cargo desde 2017, asegura que si la jornada se hizo no fue “en coordinación con la institución”, y añade que pensar que se haya realizado esa jornada accediendo a la roca no por el colegio, sino por el lado del río, “es difícil” . El Icanh afirmó a El Espectador que para la penúltima semana de este mes el Grupo de Arqueología hará una visita a El Encanto para indicar medidas de protección que deben “ser implementadas por el ente municipal en el ejercicio de su corresponsabilidad” con la salvaguarda de estos petroglifos. (Lea: Arte rupestre: una ventana al pasado en el Guaviare)
El investigador Herrera cuestiona que si la piedra es una de las propagandas turísticas de Florencia, lo mínimo sería invertir o tener un plan de manejo para conservar los petroglifos. En esto coincide con Saavedra, para quien el turismo “siempre va a ser un riesgo” mientras no haya una estrategia de conservación. Por ahora, lo que constantemente intentan los profesores del colegio es limpiar el sendero a la piedra: “Eso es lo que podemos hacer nosotros, es decir, trabajar con las uñas”, señala Saavedra.
*Este artículo es publicado gracias a una alianza entre El Espectador e InfoAmazonia, con el apoyo de Amazon Conservation Team.