El esfuerzo de una comunidad indígena por salvar primates del tráfico ilegal

Desde 2006 la Fundación Maikuchiga rehabilita primates en el Amazonas que son recuperados de redes de tráfico ilegal de fauna. Estos animales, que tienen un rol en la regeneración de los bosques, quedan nuevamente expuestos a diversas amenazas tras el proceso de reincorporación.

María Paula  Lizarazo
26 de enero de 2022 - 11:00 p. m.
Los monos churuco, al desechar las semillas de los frutos que comen, contribuyen a la regeneración de los bosques. Esta especie se moviliza en grupos de entre 10 y 70 animales.
Los monos churuco, al desechar las semillas de los frutos que comen, contribuyen a la regeneración de los bosques. Esta especie se moviliza en grupos de entre 10 y 70 animales.
Foto: Fundación Maikuchiga
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El año pasado se rescataron en Colombia más de 22.000 animales que habían sido capturados en redes de tráfico ilegal de fauna, según lo reportó Corporaciones Autónomas Regionales y de Desarrollo Sostenible. Cuando los animales son recuperados se llevan a centros de valoración y rehabilitación. Pero tras este proceso, al regresar a sus ecosistemas, pueden quedar nuevamente expuestos, incluso, a otras amenazas.

El 18% de los animales traficados en el país son mamíferos. Una de las especies en riesgo en el Amazonas colombiano es el mono churuco -Lagothrix lagotricha-, que también se conoce como mono chorongo, mono barrigudo, mono lanudo gris o mono lanudo de Humboldt. Desde hace 16 años la Fundación Maikuchiga hace un trabajo de rescate, rehabilitación y monitoreo de esta especie, a hora y media de Leticia por río, en el Parque Nacional Amacayacu, atravesado por la quebrada Matamatá que desemboca en el río Amazonas.

Su labor empezó en 2006, cuando la primatóloga estadounidense Sara Bennet, doctora en Biología del Dartmouth College de Estados Unidos, rescató y rehabilitó a los primeros ejemplares junto a Jhon Vásquez, director actual de la fundación. En ese tiempo, las principales amenazas de los monos churucos eran las mismas que los pone en riesgo en la actualidad: la cacería y el tráfico ilegal. Pero la gran diferencia es que, para entonces, la comunidad de Mocagua, a la que pertenece Vásquez, cazaba los primates como parte de su dieta, una situación que cambió drásticamente: ahora, quien cace algún primate es expulsado de esta población. (Le sugerimos: Tráfico ilegal, el otro problema que rodea a los hipopótamos)

Los monos suelen ser rescatados por la policía o por la Corporación para el Desarrollo Sostenible del Sur de la Amazonia (Corpoamazonia), quienes los entregan a Maikuchiga. Otras veces son reportados por personas que aseguran haberlos “encontrado” a la deriva, pero que, en algunos casos, forman parte de una red de tráfico de fauna y ante la presencia de las autoridades en la zona prefieren no arriesgarse a ser identificados como tal. Cuando los monos llegan a la fundación, han pasado meses encerrados en jaulas custodiadas por humanos. Los más pequeños normalmente pierden a sus madres en medio de una cacería.

El proceso de rehabilitación se realiza en coordinación con el Parque Amacayacu, en donde los animales se vuelven a reintegrar al ecosistema. Además, Maikuchiga recibe asesoría del Proyecto para el Combate del Tráfico Ilegal, de WCS Colombia.

La fundación realiza investigación participativa local, en la que colabora la misma comunidad: Maikuchiga, que en lengua ticuna se traduce como historia de micos, “se creó también para hacer ciencia”, comenta Vásquez. La oficina Monitomé -que viene de la fusión entre monitoreo y ome (mico churuco en ticuna)- de la fundación monitorea la readaptación de los monos al ecosistema, aunque los que vienen con graves lesiones nunca se reintegran del todo y pasan su vida en el perímetro que rodea a Maikuchiga. Estiman que desde 2006 han rescatado alrededor de 800 especímenes.

Dependiendo del estado físico y psicológico en el que los primates van llegando, se define su proceso de rehabilitación. Cada mañana Vásquez hace una ronda por cierto perímetro del parque y con comida va atrayendo a los monos que cuida. Para el desayuno les calientan agua y se las sirven con avena y vitaminas. Hay otros ejemplares que están encerrados en una malla exterior porque aún no están preparados para entrar en contacto con los demás. Y en algunos casos, como los monos que vienen con algún daño psicológico, es preferible que nadie más que el cuidador se les acerque para “no afectar la recuperación del animal” -explica Eliana Martínez, jefe del Parque Amacayacu-, pues asocian a los humanos con amenazas. Según Martínez, la comunidad de Mocagua es la única que se ha enfocado en la conservación y rehabilitación de estos primates. (Lea: Muere el gorila macho más viejo del mundo)

Uno de los retos más complejos es la reintegración de los monos cachorros que perdieron a su madre. Estos también son aislados y, una vez van ganando confianza, salen de la cuarentena para tener contacto con los otros primates y aprehender experiencias que sus madres les debían transmitir, como reconocer algunos árboles o moverse con la manada. Durante la rehabilitación, los monos también aprenden a identificar los sonidos propios de la selva, como los de sus predadores. La readaptación en el ecosistema no tiene un tiempo estimado: termina cuando estos monos, que son exploradores, abandonan las 4.000 hectáreas del resguardo de Mocagua y no regresan.

Además de la rehabilitación de los primates y la investigación, la fundación basa su labor en la educación ambiental en la comunidad y el ecoturismo, en el que incluyen excursiones de avistamiento de primates al interior de la selva. Aun así, menciona Vásquez, “es un tema complejo no poder hacer toda una planeación con otras comunidades porque el factor dinero limita”.

Tráfico ilegal de especies, otra amenaza de vieja data en el Amazonas

En 2020, la Interpol advirtió que el tráfico de flora y fauna se encontraba entre los primeros cinco tipos de comercio ilegal más importantes del mundo. Natalia Muñoz Cassolis, investigadora y consultora en asuntos ambientales y de defaunación, advierte que en Colombia “no hemos dimensionado todas las posibles redes de tráfico que operan en tráfico de fauna, ni hemos esclarecido los posibles vínculos del tráfico de fauna doméstico y el internacional. La deforestación, sin duda, es gravísima, pero la defaunación es igual de grave porque los animales tienen unos roles en los ecosistemas”.

Precisamente, uno de los mayores intereses al salvaguardar especies como los monos churucos, es que, “si desaparecen el problema no va a ser solo para nosotros en el Amazonas. Todos vamos a sentir mucho más graves los cambios climáticos, ya que ellos son mitigadores del cambio climático”, advierte Vásquez.

Los churucos pueden llegar a tener recorridos diarios de tres kilómetros en los que van expulsando semillas de los frutos que ingirieron. Así cumplen un papel en la regeneración de los bosques, que además favorece la pervivencia de la biodiversidad. Aunque, como ya se mencionó, incluso al completar los procesos de rehabilitación y reincorporación en la selva, los animales vuelven a quedar expuestos a varias amenazas. (Lea: Minería ilegal en el Amazonas: otro fenómeno que agudizó la pandemia)

Para Vásquez, la mayor amenaza, por tener una base cultural y ancestral, sigue siendo la caza por parte de las comunidades indígenas que continúan basando su dieta en la carne de estos primates. “Los primates son sembradores de plantas naturales. Si no se protegen, el Amazonas va a tener problemas en la recuperación de sus hábitats. Nos están enseñando a nosotros cómo crecer como humanos y cómo lo debemos hacer con la naturaleza”, agrega.

Sin embargo, las amenazas no paran ahí. En el caso del Amazonas, “haces una reintroducción a un ecosistema donde hay presencia de tráfico de madera, de minería ilegal -que implica contaminación de mercurio-, de apropiación de tierras -que quema bosques-, en donde se está dando una expansión de la frontera agrícola, o hay proyectos de infraestructura que no tienen en cuentan los corredores de los animales: es toda una cadena que también es una amenaza cuando son reincorporados” afirma la investigadora Muñoz y concluye que es una situación muy compleja porque “tenemos que lograr poner todo eso en una balanza”.

*Este artículo es publicado gracias a una alianza entre El Espectador e InfoAmazonia, con el apoyo de Amazon Conservation Team.

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