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El Panel Científico por la Amazonia (SPA, por su sigla en inglés) es un grupo que reúne a los principales investigadores que se han encargado de estudiar la Amazonia y comprender sus complejas relaciones. Entre ellos está el científico brasilero Carlos Nobre; Natalia Calderón, directora ejecutiva de la Fundación Amigos de la Naturaleza (FAN), y Dolors Armenteras, de la Universidad Nacional de Colombia.
Ante la inquietante situación que está viviendo esa región, este 4 de octubre, el SPA publicó un breve documento en el que sus integrantes manifiestan su preocupación por lo que está ocurriendo. Hay, se lee, una compleja interacción de condiciones climáticas extremas y actividades humanas que han conducido a un aumento en los incendios.
Como explica Calderón, la frecuencia y la gravedad de los incendios forestales han generado niveles récord de calor y zonas quemadas en la mayor parte de la Amazonia.
En ese territorio, añade Jhan-Carlo Espinoza, del Institut de Recherche pour le Développement (IRD), en Perú, ha aumentado la inflamabilidad, por un intenso fenómeno de El Niño y un período inusualmente seco que se extendió desde finales de 2022 y se ha prolongado hasta el 2024.
Como ya lo hemos contado en múltiples ocasiones en El Espectador, hay otro elemento que hay que mencionar a la hora de hablar de incendios en la Amazonia: el fuego provocado por actividades ilegales, como el acaparamiento de tierras. A los ojos del Panel, y de la profesora Armenteras, “la débil aplicación de la ley permite que estas prácticas ilegales persistan sin control”.
“Históricamente, la agricultura de roza, tumba y quema, o ‘cultivo migratorio, era una técnica agrícola tradicional utilizada por los pueblos Indígenas y las comunidades locales (PICL) en la Amazonía a pequeña escala. Esta práctica implica talar pequeñas parcelas de bosque y quemar la vegetación para liberar nutrientes para los cultivos. Si bien esta técnica enriqueció el suelo y apoyó la agricultura sostenible en el pasado, las condiciones climáticas actuales y su uso para la agricultura a gran escala y el desbroce de tierras para otros fines la han vuelto cada vez más peligrosa”, recuerda el SPA.
En el caso de Colombia, como lo informó el Ideam este 3 de octubre, el río Amazonas, alcanzó sus mínimos históricos desde que se hacen mediciones. Como explica el instituto, se debe a las pocas precipitaciones que ha habido en ese territorio y en Perú. Aunque ya se presentaron algunas lluvias, señalan, el caudal de ese río tardará varias semanas en recuperarse.
¿Qué se puede esperar de este escenario?
“Los incendios repetidos degradan la estructura del bosque, alteran la composición de las especies y reducen la resiliencia del ecosistema”, señala, por su parte, Armenteras.
En otras palabras, cada vez estamos más cerca del llamado “punto de no retorno” en el que la Amazonia podría pasar a ser un ecosistema altamente degradado.
“Gran parte de la Amazonia, de hecho, está cerca de ese punto de no retorno; la situación es muy inquietante”, dice por teléfono a El Espectador, el profesor Nobre.
Además, de esa grave consecuencia, hay otro elemento que no puede pasarse por alto: como indica Espinoza, los incendios forestales liberan enormes cantidades de dióxido de carbono (CO2) y otros gases causantes del calentamiento global. Entre ellos, metano, óxido de nitroso y monóxido de carbono.
Las consecuencias para quienes viven tanto en la Amazonia como en otras ciudades a las que ha llegado el humo generado por esos incendios, es sencilla: pone en serios problemas su salud. Respirar las diminutas partículas de material particulado puede provocar enfermedades respiratorias y circulatorias, resalta Ane Alencar, de Instituto de Pesquisa Ambiental da Amazônia, en Brasil. Los niños y niñas y los más viejos están entre los grupos más vulnerables a esa situación. Bolivia, Perú, Argentina, Paraguay y Uruguay están entre los países a donde ya ha llegado ese humo a centros urbanos.
“Esta alteración de la calidad del aire y del transporte pone de relieve las repercusiones sociales y económicas más amplias y de mayor alcance de los incendios, tanto en la salud como en las infraestructuras”, señala el Panel Científico.
Entre las recomendaciones que sugiere tomar ese grupo de expertos en la Amazonia se encuentra, en términos muy resumidos, ampliar las áreas protegidas y los territorios indígenas y mejorar el monitoreo; implementar la gestión integrada del fuego y la participación comunitaria, y crear condiciones propicias para luchar contra la actividad delictiva.
*Este artículo es publicado gracias a una alianza entre El Espectador e InfoAmazonia, con el apoyo de Amazon Conservation Team.
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