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En las últimas dos semanas la ciudad de Glasgow, Escocia, se ha visto inundada por miles de personas provenientes de todo el mundo que han acudido a participar en la edición 26 de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, conocida como COP26, en la cual se persigue la compleja meta de llegar acuerdos que permitan a la comunidad global frenar el aumento en la temperatura del Planeta Tierra a un máximo de 1.5 grados Celsius para el año 2030, meta fijada en el Acuerdo de París, en el 2015.
En medio de estas discusiones se escucha, cada vez con más fuerza, una voz multitudinaria, y diversa, proveniente de todo el Planeta y que reclama no solo el cese de los proyectos que dañan los derechos pueblos indígenas y afrodescendientes, sus culturas y territorios, sino además el cese de discriminación, violencia, y colonización
La colonización causó el cambio climático, se leía en una gran manta desplegada este sábado en la marcha convocada por Fridays for the Future, detrás de la cual marcharon decenas de representantes de pueblos indígenas y afrodescendientes, acuerpados por miles de personas por las calles de Glasgow.
“Estamos aquí en la COP26 para defender y proteger nuestros territorios. La colonización es la causa fundamental del cambio climático y necesitamos soluciones de primera línea provenientes de las comunidades indígenas. La crisis comenzó cuando comenzamos a mercantilizar los recursos del planeta. Derechos Indígenas, Liberación Negra, derechos de los migrantes, estas son las soluciones para nuestra crisis”, enfatizó Leo Cerda, miembro fundador del Movimiento para la Liberación Negra e Indígena (BILM).
Si bien, a la apertura de la COP26 se dio el anuncio de varios gobiernos y organizaciones filantrópicas de comprometer más 1. 7 billones de dólares para ayudar a pueblos indígenas y comunidades locales en la lucha contra el cambio climático y la protección de los bosques, a través de la titulación de territorios, una de las grandes deudas que deja la COP26, es la ausencia de un compromiso fuerte por parte de la comunidad internacional para frenar la extracción de los combustibles fósiles, una de las principales causas del cambio climático, y ligada destrucción sistemática de territorios, bosques, y desplazamientos migratorios forzados.
“Los gobiernos todavía están financiando la extracción de combustibles fósiles y el gas, en lugar de invertir en la protección de la tierra comunitaria. Necesitamos soluciones reales que no dañen el medio ambiente. Los Pueblos Indígenas que están en la COP26 están representando las voces de las comunidades que están al frente de la lucha contra esta crisis climática. Somos los primeros en sufrir, somos los primeros en luchar y somos los primeros en tener soluciones. Necesitamos discutir la demarcación de tierras y las reparaciones, porque no hay justicia racial sin justicia social, no hay justicia racial sin justicia climática”, dijo Leo Cerda.
Por su parte, la organización Indigenous Climate Action de Canadá, emitió un comunicado de prensa el día 9 de Noviembre, en el contexto de la COP26, en el que denunció: “las comunidades indígenas enfrentan algunos de los peores impactos en la primera línea de las industrias extractivas que están exacerbando la crisis climática poniendo aún más en riesgo nuestras formas de vida.
Deforestación, destrucción de humedales, pérdida de fuentes tradicionales de alimentos, escasez de agua y contaminación, aumento de enfermedades asociadas con todo lo anterior. Además, nuestras comunidades están experimentando nuevas formas de colonialización, genocidio cultural y feminicidio asociados con la crisis climática y la continuidad de las actividades de las industrias de alta emisión”.
Según el Atlas de Justicia Ambiental en América existen alrededor de 1.235 conflictos socioambientales causados por el extractivismo que representan el 34.82% de los conflictos globales. Producto de las actividades extractivas se han vulnerado derechos fundamentales de cientos de comunidades en el continente, prueba de ello es que actualmente más de 100 comunidades indígenas en Canadá no tienen acceso al agua.
“Los pueblos indígenas, las comunidades locales y los pueblos afrodescendientes debemos resistir frente a un modelo de desarrollo que atenta contra nuestras vidas y el planeta. Estamos aquí para denunciar el extractivismo y luchar contra el racismo estructural que vivimos los afrodescendientes y los pueblos indígenas” dijo, Amin Matías miembro de la Red Dominicana de Afrodescendencia.
Por su parte Gema Tabares, parte del Colectivo Afrocaracolas, de México, destacó la necesidad de entender la lucha climática de manera interseccional, antirracista y con enfoque de género, para comprender las problemáticas que se viven en diferentes comunidades. “La lucha por la justicia climática debe incluir una visión interseccional. El racismo estructural impide la plena participación de los pueblos afrodescendientes en las negociaciones sobre el clima. Por eso hoy las mujeres afrodescendientes estamos presentes en la COP26 para visibilizar nuestras luchas y exigir que nuestras voces sean escuchadas. Decimos que en los territorios racializados del Abya-Yala están los saberes ancestrales que son la alternativas a esta crisis climáticas que ahora estamos enfrentando. Sin justicia racial no hay justicia climática!”, enfatizó.
En el norte de América, las comunidades negras están muriendo asfixiadas tanto por la discriminación como por la contaminación. Un estudio de State of Global Air ha demostrado que la contaminación es la quinta causa de muertes en el mundo, además sostiene que en Estados Unidos las niñas y niños afrodescendientes se envenenan con plomo casi cinco veces más que los niños blancos.
En Latinoamérica la realidad de los pueblos afrodescendientes es incluso más cruda que en el norte, pues la desigualdad en la que se encuentran es mucho mayor, lo cual profundiza las brechas de desigualdad. Según cifras del Banco Mundial, los afrodescendientes en Latinoamérica tienen 2,5 más probabilidades de vivir en pobreza crónica que el resto de la población y representan la mitad de las personas que viven en la pobreza extrema en la región.
Así mismo, los niveles de racismo estructural afectan a diversas áreas de la vida de los pueblos afrodescendientes del norte y el sur, por ejemplo en Brasil, los mulatos y los negros, ganan del 20% al 25% menos que el resto de la población (Organización de las Naciones Unidas), y en Estados Unidos la tasa de desempleo de personas afrodescendientes es el doble que de las personas blancas desde 1970, año en que se inicaron los registros de la situación de las personas afrodescendientes (Urban Institute).
El racismo y la discriminación hacia personas afrodescendientes también se expresan en los niveles de violencia que enfrentan. En 2019, Estados Unidos presentó un incremento de 182% en términos de discriminación racial respecto al año anterior. Adicionalmente, en este mismo país, los ciudadanos afrodescendientes tienen 2 veces más posibilidades de morir como resultado de la acción policial. Mientras que en Brasil, según un análisis del Foro Brasileño de Seguridad Pública, casi 8 de cada 10 víctimas fatales de la policía brasileña son afrodescendientes.
Como antecedente a las protestas realizadas durante la COP26, el pasado 12 de Octubre, un grupo un grupo de 70 organizaciones de toda América, agrupadas en BILM, una coalición continental contra el racismo hacia pueblos originarios, presentaron una contundente declaración en la cual piden a los Gobiernos, Estados, organismos internacionales y de cooperación, acciones inmediatas para detener el racismo, la discriminación, y el colonialismo que viven estos grupos y exigieron poner fin a proyectos de desarrollo que aceleran el cambio climático, y arrasan con sus territorios y sus pueblos.