La crisis ambiental de los humedales de la capital del Amazonas
En Leticia, capital del Amazonas, hay otro grave problema ambiental: sus humedales están seriamente amenazados por, entre otras cosas, residuos sólidos y cultivo de peces no nativos. Esta situación también está causando una difícil situación de salud pública.
María Paula Lizarazo
A finales del año pasado un grupo de investigación de la Universidad Nacional terminaba de realizar una investigación sobre el estado actual de 26 humedales urbanos y suburbanos en la ciudad y el municipio. La ingeniera ambiental María José Arias, quien participó en el estudio, explica los tres motivos principales que los afectan: la mala planificación urbanística, la concentración de residuos sólidos y la piscicultura o crianza de peces, que en algunos casos concentra especies no nativas.
La investigación fue integrada por profesores y estudiantes de la Universidad y por investigadores radicados en Leticia. “El principal hallazgo fue que los humedales urbanos eran los que estaban más afectados, los que tenían más problemáticas ambientales, especialmente por la urbanización, por la construcción de viviendas sobre los humedales o construcción de carreteras que interrumpían el paso del agua”, cuenta Arias. Entre los 10 humedales urbanos que visitaron se encuentran el humedal pozo del Parque Santander, la quebrada Urumutú, la quebrada San Antonio y los caños Calderón y Simón Bolívar.
El caño Calderón fue en el que mayor cantidad de minerales se encontró. Esto en específico “se relaciona con contaminación por las aguas residuales domésticas que caen directamente desde las casas que están al pie del humedal”, comenta Arias. En estos humedales caen aguas residuales porque son sectores sin alcantarillado, que no hacen parte de la planeación de la ciudad, en los que varias familias se han ido asentando. En el caso del humedal del Parque Santander se encontró otro diagnóstico que también afecta la salud del ecosistema y es que hay una importante presencia de lechuga de agua, una planta que ha ido desplazando la nativa victoria amazónica. (Lea: La deforestación en Colombia sigue aumentando. ¿Qué errores se están repitiendo?)
En contraste con los humedales urbanos, en los suburbanos que visitaron, ubicados en el Retiro en el kilómetro 22, Reserva La Manigua, El Salado en el km 17, Mundo Amazónico y la Finca la Julianita, cuyas aguas se conectan con las quebradas Beatriz y Yahuarcaca, encontraron mayores porcentajes de saturación de oxígeno, sin embargo, en 11 de los 16 que analizaron hay estancamiento de aguas. Otro de los problemas que hallaron es la presencia de plantas acuáticas, como cortaderas y gramalotes, lo que significa, en palabras de Arias, que puede ser negativo porque disminuyen la vida acuática debido a que no entra luz solar al fondo del agua. Por otra parte, Federico Mosquera-Guerra, PhD en biología e investigador de la Fundación Omacha, quien no hizo parte del estudio, explica que estas plantas (macrófitas acuáticas) son indicadores de procesos de sucesión, es decir, que un ecosistema acuático va camino a ser un ecosistema terrestre.
Hay animales que frenan estos procesos, por ejemplo, el manatí, que se come el gramalote y el buchón; otra forma en la que sus nutrientes se liberan es aguas arriba, más cerca de Leticia, por medio de erosión o sedimentación. Entonces, que haya presencia de macrófitas en los humedales, según Mosquera-Guerra, es un “mensaje contundente: los humedales están en peligro por procesos de sucesión debido a deforestación y desaparición de especies amenazadas que prestan este servicio de mantener el espejo de agua y contribuir al mantenimiento de este recurso para las comunidades humanas y los ecosistemas”. El investigador agrega que no se trata únicamente de una problemática ambiental, sino también de una amenaza a la soberanía alimentaria.
En los humedales también encontraron piscicultura de especies como sardinas, cará y dormilón. Mosquera-Guerra señala que lo primero que hay que entender es por qué se cultivan peces en la mayor cuenca hídrica de agua dulce del mundo. El investigador explica que esto surge como una necesidad de las comunidades “de suplir la baja producción pesquera”, no solo por temas de subsistencia de las mismas comunidades sino también para responder con un modelo productivo en el que, por ejemplo, afirma, “hay que cumplirle a X o Y empresa de turismo” con la pesca de cierta cantidad de peces.
Investigaciones de la Fundación Omacha, en las que ha participado Mosquera-Guerra, han encontrado una tendencia en la disminución de peces de interés comercial como bagres o piraricus, y es por ello que aparecen otras especies exóticas, con mayor productividad, traídas del río Magdalena o Cauca y otras como la tilapia, que proviene de África, o el pangasius, y que amenazan los ciclos del ecosistema. A las problemáticas ambientales de los humedales, generadas por las aguas residuales, la urbanización y a piscicultura, se suma el impacto del mercurio y de la misma deforestación. Mosquera-Guerra sostiene que con el detrimento de los humedales se pierden zonas que “regulan la intensidad del pulso de inundación”, además de que estos absorben naturalmente el carbono. (Le puede interesar: Mercurio en delfines de río, otra consecuencia de la deforestación en el Amazonas)
¿Cómo recuperar los humedales?
El trabajo de la Universidad Nacional tuvo en cuenta la percepción de alrededor de 100 habitantes y más del 90% considera que en los humedales hay una problemática ambiental grave, por lo que proponen que se hagan campañas más robustas de educación ambiental. Jhon Fredy Dosantos, secretario de Agricultura, medio ambiente y productividad del departamento, explica que si bien permanentemente tienen programas de sensibilidad ambiental, como enseñar sobre el manejo de residuos o promover campañas de limpieza en el malecón de Leticia, que hacen en conjunto con otras entidades como el Minambiente, Corpoamazonia, las fuerzas armadas o el Instituto Sinchi, una de las fallas “puede ser que las jornadas las hacemos muy institucionales, vinculamos a personal de las instituciones y no a la gente del sector”.
Entre los humedales afectados también se encuentra la quebrada San Antonio, el límite natural entre Colombia y Brasil. Con este humedal sale otro tema al descubierto. Arias dice que ayudaría más a su conservación un comanejo del humedal entre Leticia y Tabatinga (Brasil), pues no vale la pena si unos conservan y otros contaminan. Sobre este punto, Mosquera-Guerra apunta que a nivel de la cuenca amazónica debería haber un manejo regional de, por ejemplo, el recurso pesquero, teniendo en cuenta el cambio climático y cómo este afecta los ciclos reproductivos de los peces, que están asociados a las lluvias.
“Está cayendo en 4 o 5 meses lo que debería llover en 2 o 3 años. ¿Qué está ocurriendo? Los peces no saben cuándo salir o cuándo no salir”, dice el investigador y añade que las vedas de pesca deben basarse en información sobre la situación climática actual. Un ejemplo que da son los acuerdos de pesca en los lagos de Tarapoto (Amazonas), a los que 22 comunidades indígenas se acogieron para desarrollar prácticas de pesca responsable. Según la Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca, con estos acuerdos, la actividad se desarrolla teniendo en cuenta un seguimiento biológico pesquero, asociado a las dinámicas de cada población. (Lea: ¿Cuánto calor y cuánta sequía puede soportar un bosque?)
Para Mosquera-Guerra, una solución integral -que incluya a los nueve países de la Cuenca- a la sobrepesca sería “generar un modelo económico sustentable que considere la investigación y la generación de conocimiento”, pues afirma que en la medida en que se conozca cuánto pescado consumen las comunidades, tanto para su sustento como para el comercio, se podrán tomar mejores decisiones sobre esta actividad. “La solución debe considerar el repoblamiento, el dejar descansar el río, el tener buenas prácticas pesqueras basadas en investigación”. Por su lado, en cuanto al estado de los humedales, el secretario Dosantos dice que se están adelantando análisis sobre qué tipo de proyectos pueden desarrollar para su recuperación y añade que esto debe incluir la reubicación de las familias que se encuentran asentadas en los humedales y la generación de viviendas de interés social.
*Este artículo es publicado gracias a una alianza entre El Espectador e InfoAmazonia, con el apoyo de Amazon Conservation Team.
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A finales del año pasado un grupo de investigación de la Universidad Nacional terminaba de realizar una investigación sobre el estado actual de 26 humedales urbanos y suburbanos en la ciudad y el municipio. La ingeniera ambiental María José Arias, quien participó en el estudio, explica los tres motivos principales que los afectan: la mala planificación urbanística, la concentración de residuos sólidos y la piscicultura o crianza de peces, que en algunos casos concentra especies no nativas.
La investigación fue integrada por profesores y estudiantes de la Universidad y por investigadores radicados en Leticia. “El principal hallazgo fue que los humedales urbanos eran los que estaban más afectados, los que tenían más problemáticas ambientales, especialmente por la urbanización, por la construcción de viviendas sobre los humedales o construcción de carreteras que interrumpían el paso del agua”, cuenta Arias. Entre los 10 humedales urbanos que visitaron se encuentran el humedal pozo del Parque Santander, la quebrada Urumutú, la quebrada San Antonio y los caños Calderón y Simón Bolívar.
El caño Calderón fue en el que mayor cantidad de minerales se encontró. Esto en específico “se relaciona con contaminación por las aguas residuales domésticas que caen directamente desde las casas que están al pie del humedal”, comenta Arias. En estos humedales caen aguas residuales porque son sectores sin alcantarillado, que no hacen parte de la planeación de la ciudad, en los que varias familias se han ido asentando. En el caso del humedal del Parque Santander se encontró otro diagnóstico que también afecta la salud del ecosistema y es que hay una importante presencia de lechuga de agua, una planta que ha ido desplazando la nativa victoria amazónica. (Lea: La deforestación en Colombia sigue aumentando. ¿Qué errores se están repitiendo?)
En contraste con los humedales urbanos, en los suburbanos que visitaron, ubicados en el Retiro en el kilómetro 22, Reserva La Manigua, El Salado en el km 17, Mundo Amazónico y la Finca la Julianita, cuyas aguas se conectan con las quebradas Beatriz y Yahuarcaca, encontraron mayores porcentajes de saturación de oxígeno, sin embargo, en 11 de los 16 que analizaron hay estancamiento de aguas. Otro de los problemas que hallaron es la presencia de plantas acuáticas, como cortaderas y gramalotes, lo que significa, en palabras de Arias, que puede ser negativo porque disminuyen la vida acuática debido a que no entra luz solar al fondo del agua. Por otra parte, Federico Mosquera-Guerra, PhD en biología e investigador de la Fundación Omacha, quien no hizo parte del estudio, explica que estas plantas (macrófitas acuáticas) son indicadores de procesos de sucesión, es decir, que un ecosistema acuático va camino a ser un ecosistema terrestre.
Hay animales que frenan estos procesos, por ejemplo, el manatí, que se come el gramalote y el buchón; otra forma en la que sus nutrientes se liberan es aguas arriba, más cerca de Leticia, por medio de erosión o sedimentación. Entonces, que haya presencia de macrófitas en los humedales, según Mosquera-Guerra, es un “mensaje contundente: los humedales están en peligro por procesos de sucesión debido a deforestación y desaparición de especies amenazadas que prestan este servicio de mantener el espejo de agua y contribuir al mantenimiento de este recurso para las comunidades humanas y los ecosistemas”. El investigador agrega que no se trata únicamente de una problemática ambiental, sino también de una amenaza a la soberanía alimentaria.
En los humedales también encontraron piscicultura de especies como sardinas, cará y dormilón. Mosquera-Guerra señala que lo primero que hay que entender es por qué se cultivan peces en la mayor cuenca hídrica de agua dulce del mundo. El investigador explica que esto surge como una necesidad de las comunidades “de suplir la baja producción pesquera”, no solo por temas de subsistencia de las mismas comunidades sino también para responder con un modelo productivo en el que, por ejemplo, afirma, “hay que cumplirle a X o Y empresa de turismo” con la pesca de cierta cantidad de peces.
Investigaciones de la Fundación Omacha, en las que ha participado Mosquera-Guerra, han encontrado una tendencia en la disminución de peces de interés comercial como bagres o piraricus, y es por ello que aparecen otras especies exóticas, con mayor productividad, traídas del río Magdalena o Cauca y otras como la tilapia, que proviene de África, o el pangasius, y que amenazan los ciclos del ecosistema. A las problemáticas ambientales de los humedales, generadas por las aguas residuales, la urbanización y a piscicultura, se suma el impacto del mercurio y de la misma deforestación. Mosquera-Guerra sostiene que con el detrimento de los humedales se pierden zonas que “regulan la intensidad del pulso de inundación”, además de que estos absorben naturalmente el carbono. (Le puede interesar: Mercurio en delfines de río, otra consecuencia de la deforestación en el Amazonas)
¿Cómo recuperar los humedales?
El trabajo de la Universidad Nacional tuvo en cuenta la percepción de alrededor de 100 habitantes y más del 90% considera que en los humedales hay una problemática ambiental grave, por lo que proponen que se hagan campañas más robustas de educación ambiental. Jhon Fredy Dosantos, secretario de Agricultura, medio ambiente y productividad del departamento, explica que si bien permanentemente tienen programas de sensibilidad ambiental, como enseñar sobre el manejo de residuos o promover campañas de limpieza en el malecón de Leticia, que hacen en conjunto con otras entidades como el Minambiente, Corpoamazonia, las fuerzas armadas o el Instituto Sinchi, una de las fallas “puede ser que las jornadas las hacemos muy institucionales, vinculamos a personal de las instituciones y no a la gente del sector”.
Entre los humedales afectados también se encuentra la quebrada San Antonio, el límite natural entre Colombia y Brasil. Con este humedal sale otro tema al descubierto. Arias dice que ayudaría más a su conservación un comanejo del humedal entre Leticia y Tabatinga (Brasil), pues no vale la pena si unos conservan y otros contaminan. Sobre este punto, Mosquera-Guerra apunta que a nivel de la cuenca amazónica debería haber un manejo regional de, por ejemplo, el recurso pesquero, teniendo en cuenta el cambio climático y cómo este afecta los ciclos reproductivos de los peces, que están asociados a las lluvias.
“Está cayendo en 4 o 5 meses lo que debería llover en 2 o 3 años. ¿Qué está ocurriendo? Los peces no saben cuándo salir o cuándo no salir”, dice el investigador y añade que las vedas de pesca deben basarse en información sobre la situación climática actual. Un ejemplo que da son los acuerdos de pesca en los lagos de Tarapoto (Amazonas), a los que 22 comunidades indígenas se acogieron para desarrollar prácticas de pesca responsable. Según la Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca, con estos acuerdos, la actividad se desarrolla teniendo en cuenta un seguimiento biológico pesquero, asociado a las dinámicas de cada población. (Lea: ¿Cuánto calor y cuánta sequía puede soportar un bosque?)
Para Mosquera-Guerra, una solución integral -que incluya a los nueve países de la Cuenca- a la sobrepesca sería “generar un modelo económico sustentable que considere la investigación y la generación de conocimiento”, pues afirma que en la medida en que se conozca cuánto pescado consumen las comunidades, tanto para su sustento como para el comercio, se podrán tomar mejores decisiones sobre esta actividad. “La solución debe considerar el repoblamiento, el dejar descansar el río, el tener buenas prácticas pesqueras basadas en investigación”. Por su lado, en cuanto al estado de los humedales, el secretario Dosantos dice que se están adelantando análisis sobre qué tipo de proyectos pueden desarrollar para su recuperación y añade que esto debe incluir la reubicación de las familias que se encuentran asentadas en los humedales y la generación de viviendas de interés social.
*Este artículo es publicado gracias a una alianza entre El Espectador e InfoAmazonia, con el apoyo de Amazon Conservation Team.
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