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Entre la fauna representada en las pinturas rupestres de la vereda Cerro Azul, en San José del Guaviare, se encuentran unas figuras con manchas. Aunque no es posible saber con exactitud lo que quisieron plasmar los ancestros en esos paneles, los habitantes del municipio creen que allí se refleja el félido más grande de América: el jaguar (Panthera onca).
“Los campesinos nos hemos dado cuenta de que este animal, como está en el arte rupestre, siempre ha convivido con nosotros”, dice William Espinosa, guía turístico y líder comunitario y ambiental. Según Ramón Crespo Valencia, indígena piratapuyo, perteneciente a la familia lingüística tucano oriental, la historia es similar: “El jaguar es un ser que viene desde la creación del mundo”.
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En las pinturas, hacia el final del recorrido en Cerro Azul, también se observan imágenes en las que el ser humano parece transformarse en animales. Crespo cuenta que, según la cosmovisión indígena, el payé (la autoridad tradicional) tiene la posibilidad de convertirse en jaguar al aspirar el polvo del yagé. Tras esa metamorfosis, hace su recorrido entre la selva, pues, además de ser un guardián espiritual, es protector de ese territorio, “la casa de los animales”.
La ciencia también plantea que el rol del jaguar dentro de su hábitat es esencial. Carlos Valderrama, médico veterinario especializado en la conservación de grandes carnívoros, explica que se trata de una especie clave porque su presencia es fundamental para que funcione el ecosistema que habita: ejerce un control biológico sobre otros animales. Además, es una especie sombrilla; es decir, un indicador de que su entorno está saludable.
El jaguar, dice el veterinario, tiene bastante capacidad de desplazamiento: “Puede recorrer varios kilómetros en un solo día y un solo individuo macho puede necesitar 10.000 hectáreas”. Debido a esta gran área de distribución, se presume que el animal cuenta con suficiente alimento y que su territorio es lo suficientemente grande “como para poder incluir a otras especies a proteger”, de acuerdo con WWF.
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A pesar de que del jaguar depende el equilibrio de la selva, su población está disminuyendo, según la lista roja de especies amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Ante las crecientes alertas por conflictos entre el ser humano y esta especie, en 2021, el Ministerio de Ambiente, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la Corporación para el Desarrollo Sostenible del Norte y el Oriente Amazónico (CDA) impulsaron la estrategia del Corredor de Protección del Jaguar en Guaviare.
Con este plan de acción se estableció un corredor de conectividad del jaguar que inició con 109.000 hectáreas y, luego, se amplió a 470.000 hectáreas en el norte de San José del Guaviare y Meta para unir áreas protegidas de relevancia nacional, como el Parque Nacional Natural Sierra de la Macarena y la Reserva Nacional Natural Nukak.
Esta estrategia también ha tenido el apoyo de la organización WWF, el Programa de Pequeñas Donaciones (PPD) del Fondo del Medio Ambiente Mundial (GEF) y el Fondo Multidonante de las Naciones Unidas para la Paz.
Hoy, con ocasión del Día Internacional del Jaguar, esta es la historia de más de 50 veredas, desde la Serranía La Lindosa hasta Charras-Boquerón, en donde las comunidades han sumado esfuerzos para cuidar al también llamado tigre de la Amazonia. Esto sucede en un departamento que el veterinario describe como “fundamental” en la trayectoria de este animal.
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“Yo conocí a muchos cuando apenas estaban teniendo las primeras charlas, cuando no sabían qué hacer porque el jaguar se estaba comiendo el ganado”, dice Valderrama, refiriéndose a los habitantes de San José del Guaviare.
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Pero la historia de supervivencia del jaguar y de por qué come vacas, perros o hasta gallinas es mucho más compleja de lo que parece. Rosa Umaña cuenta que llegó a San José del Guaviare en 1975, en el furor del caucho y las pieles. Después, entraron la coca y la ganadería al territorio. “Entonces, ¿qué hemos hecho con el jaguar?”, se pregunta. “Hemos acabado con su hábitat. Lo hemos arrinconado”.
Algunas de las principales amenazas que enfrenta este animal son la destrucción de sus ecosistemas y la deforestación. Al interrumpir sus corredores biológicos, se ve forzado a atravesar potreros en los que se cruza con el ganado y le resulta sencillo atrapar a un bovino, aún más a un pequeño becerro.
Además, debido a que los humanos cazan fauna silvestre, como venados, zaínos, cajuches y dantas, entre otros, se ha establecido una competencia con el felino por el alimento. “Tomamos sus presas. Nosotros hemos sido los grandes depredadores y si él ataca a nuestros animales es porque, ¿quién no acosa por hambre?”, subraya Umaña.
Claudia Cocuy, líder comunitaria de San José del Guaviare, expresa que, dada la situación de conflicto con el félido, se creó una Escuela de Promotoría Campesina con el fin de adquirir nuevos conocimientos y estrategias para coexistir con él y atender los conflictos. “Quisimos capacitarnos nosotros mismos como campesinos para brindar una asistencia técnica integral”, cuenta Cocuy. En total, son 16 promotores a lo largo de todo el corredor.
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Entre sus acciones, la Promotoría Campesina, con apoyo de organizaciones como el PNUD y WWF, han instalado más de 60 cámaras trampa en sus predios para monitorear esta y otras especies de fauna silvestre. Cada dos kilómetros, en sitios boscosos estratégicos del corredor, hay uno de estos artefactos que funciona las 24 horas del día, con lapsos de inactividad de cinco minutos.
Entre 2022 y 2023, se tomaron 24.341 imágenes de animales, de las cuales 23 fueron capturas del jaguar. En la vereda Damas del Nare, en la finca del campesino Carlos Rojas, se ha registrado un par de veces al mismo individuo. ¿Cómo lo reconocen? Gracias a sus rosetas, también llamadas manchas, que son únicas para cada jaguar. Rojas decidió llamarlo Chapulín y dice que la cámara está a unos 300 metros de su casa. “Vive conmigo”.
Así, el monitoreo les sirve a las comunidades, entre otras cosas, para saber dónde está el félido y cuál es el estado de su conservación. Además, permite tomar decisiones sobre el manejo del territorio, con base en la información recopilada, y generar cambios en la percepción de la población sobre esta especie.
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Por otro lado, la Promotoría Campesina ha ideado una manera de proteger sus unidades productivas sin hacerle daño a este carnívoro: instalando cercas antidepredatorias. “Hemos identificado que cuando hay ataques, el ganado no tiene cercas y baja al caño. Por las cámaras trampa nos damos cuenta de que las vacas están en el bosque a la 1:00 a.m. o 2:00 a.m. ¿Qué hacen ahí, si esa es la casa del jaguar?”, se pregunta Cocuy.
César García, firmante del Acuerdo de Paz y habitante de la vereda Charras, explica que parte de su labor en la Promotoría ha sido orientar a sus vecinos para la organización del ganado, pues “si está en la selva, va a ser presa del jaguar”. Entonces, las cercas cargadas eléctricamente son una oportunidad para garantizar que el felino no cace a los bovinos, que representan un sistema productivo y una alternativa económica para muchos de los habitantes del municipio. Los potreros van rotando, para permitir la restauración ecológica del suelo.
En la estrategia del corredor, la Promotoría busca que se extienda una planificación predial asistida en la que participen los dueños de cada predio. Una de las medidas, por ejemplo, es que en las fincas se aíslen las fuentes hídricas, porque las vacas suelen morir debido a que se alejan y van selva adentro en busca de agua. La idea es que, a través de acueductos internos, el agua les llegue directamente al potrero, dice García. Los promotores recomiendan proteger a los animales domésticos vulnerables, como aquellos enfermos, en gestación o con crías, y sobre todo en la noche, que es cuando por lo general el jaguar va de cacería.
La labor de este equipo también ha consistido en asesorar a los guaviarenses sobre qué hacer para convivir con el jaguar, a la vez que se habita el territorio de manera sostenible. En los encuentros de las Juntas de Acción Comunal u otras grandes reuniones, los promotores dan a conocer estas medidas, brindan sus contactos y se muestran en disposición para atender, lo más pronto posible, cualquier caso de ataque por parte de un jaguar a los animales domésticos.
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“Estamos en conversaciones con los entes gubernamentales para ampliar la estrategia en Puerto Rico, Puerto Concordia y Mapiripán, en el sur del Meta, para que allí también se formen promotores”, afirma Cocuy.
Gobernanza, educación y turismo
Las iniciativas de monitoreo y cercas antidepredatorias hacen parte de la línea de trabajo de conservación de la Mesa de Gobernanza de la estrategia del Corredor de Protección del Jaguar. Otro de sus enfoques ha sido la gobernanza, es decir cómo se armonizan las comunidades, las entidades gubernamentales y las organizaciones en pro del bienestar del territorio.
De acuerdo con Espinosa, los esfuerzos también se han concentrado en la comunicación y la pedagogía. “Le estamos apostando a hacer un trabajo muy grande con las instituciones educativas. Hemos diseñado juegos con fotos de cámara trampa y es muy bonito ver cómo los niños están tan activos en el proceso.” La idea es que, desde pequeños, en vez de tener procesos de aprendizaje con animales de afuera, como el león africano (Panthera leo), se involucre lo que está a su alrededor, como el jaguar.
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El líder ambiental, además, dirige la Reserva Natural La Pedregosa, donde enseña y muestra a los visitantes sus procesos de restauración del bosque, agroecología, sistemas antidepredatorios y el uso de recursos renovables como la luz solar. La Pedregosa hace parte de otra de las líneas que se articula a la Mesa de Gobernanza de la estrategia del corredor del jaguar: fortalecer los medios de vida sostenibles de sus habitantes, en este caso, mediante el turismo sostenible.
En 2023, el PNUD y el PPD lanzaron una convocatoria para organizaciones de base comunitaria que tuvieran componentes de turismo y de conservación. En principio, se seleccionaron 19, y “Travolution, Red Global de Turismo Comunitario” se volvió un aliado en el territorio para llevar a cabo el fortalecimiento técnico de dichas organizaciones. De acuerdo con Ana Beatriz Barona, Coordinadora Nacional del PPD, el objetivo de esas asesorías técnicas y los intercambios ha sido “dejar la capacidad instalada, generar la apropiación en las mismas organizaciones comunitarias y que sea allí donde esté ese liderazgo”.
A partir del proceso con las comunidades, se diseñó un destino para que las personas visiten San José y conozcan esta historia de primera mano. Fantasías de Cerro Azul, Econare, Asotejer, Diamante de las Aguas, Villa Lilia, Asopronare, Corpolindosa, Ecoguaviare, Asofluvial son solo algunas de las organizaciones que están apostándole a dar a conocer todo lo que San José del Guaviare tiene por ofrecer, de manera amigable con la naturaleza.
El pasado 13 de noviembre, durante la segunda edición de la Semana del Jaguar en Guaviare, se lanzaron cuatro circuitos de interés para los viajeros, todos relacionados de alguna manera con el jaguar. “Queremos que lleguen turistas que se animen a un intercambio cultural genuino, a un intercambio que les genere capacidades de construcción de conocimiento. Tenemos un espacio para visibilizar todas estas cosas que pasan en el territorio”, afirma Camilo Alvarado, Director Ejecutivo de Travolution Colombia.
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Por su parte, Barona resalta que las organizaciones, con sus iniciativas de turismo comunitario que se basan en la riqueza del paisaje y arqueológica del territorio, han tenido nuevas maneras de fortalecerse económicamente. Además, las acciones que adelantan para la protección del jaguar y de su corredor son parte también de lo que pueden visibilizar. “La conservación se vuelve entonces no solamente una forma de vida y de realización personal, sino también en una nueva forma de generación de ingresos”.
“Tenemos muy en cuenta esa relación entre el suelo, la planta, el animal y los humanos”, expresa Espinosa. “Todo lo que hacemos es en torno a convivir en paz con la naturaleza”.
*Este artículo es publicado gracias a una alianza entre El Espectador e InfoAmazonia, con el apoyo de Amazon Conservation Team.
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