Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Desde la llegada de Gustavo Petro y Lula da Silva a las presidencias de Colombia y Brasil, la Amazonía ha estado en el centro de sus agendas. Cada vez que tienen la oportunidad en algún encuentro internacional, les recuerdan a otros líderes la importancia de esa selva, hoy en serios problemas. Por eso, en parte, es que la reunión que hoy empieza en Belém do Pará (Brasil) ha generado tantas expectativas. Para muchos será la oportunidad de evitar el colapso de la selva o de llegar al “punto de no retorno”.
El encuentro lo habían anunciado ambos mandatarios en enero de este año. Desde el 2009 no había una convocatoria similar que reuniera en una cumbre a los ocho países amazónicos. Oficialmente será la cuarta reunión desde que se creó la llamada Organización de Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA) en 1995 y la primera desde 2009.
En Belém do Pará ya hay comunidades indígenas, científicos, políticos y diversos actores que esperan unir esfuerzos para lograr que la Amazonía no pierda más del 20 % de sus bosques, la cifra con la que se alcanzaría el punto de inflexión (hoy es del 17 %). Al frente tendrán una anfitriona que en el pasado demostró resultados muy positivos: la ministra de Ambiente de Brasil, Marina Silva. Cuando estuvo en el mismo cargo en la pasada presidencia de Lula, logró reducir la deforestación a la mitad en solo tres años.
(Lea: Sobre la quijotesca tarea de salvar la Amazonia)
Se espera que en esta cumbre se firme la “Declaratoria de Belém”, que contendrá los puntos esenciales para conservar la Amazonía. Hace unas semanas, los ministros de ambiente de cada país de la región establecieron las bases junto a varias organizaciones y pueblos indígenas en una reunión en Leticia.
Entre lo que abordaron los ministros que será discutido en Brasil hay varios puntos. Por un lado, “revitalizar” la OTCA, para, entre otros fines, fortalecer la lucha contra los delitos transnacionales, así como fortalecer las redes de investigación e intercambio de conocimientos. Una meta que ya había sido anunciado por Colombia y que reafirmó en la precumbre, es la de frenar por completo la deforestación en el país a 2030.
Teniendo esos puntos como base, para Mariana Gómez, líder de incidencia regional de la ONG Gaia Amazonas, la clave de lo que se hable en Brasil es que la Amazonía se aborde como una unidad, pues los diferentes acuerdos previos la han fragmentado por fronteras. Para Gómez, estos han sido “cosméticos”, de modo que el éxito del nuevo pacto dependerá de volver la OTCA una “instancia de coordinación real”.
Lograr ese fortalecimiento de la OTCA significa, para Ximena Barrera, de WWF, lograr la construcción de un Plan de Acción hacia 2030, “mediante el cual los gobiernos se comprometan a detener la deforestación, la minería ilegal de oro y conservar el 80 % de la Amazonía”, por ejemplo, con figuras como áreas protegidas y territorios indígenas, entre otras, que privilegien mantener la conectividad de los bosques.
(Lea: Una nueva ventana de esperanza se abre para la Amazonia)
Para lograr la contención de delitos transfronterizos como la minería en los ríos amazónicos, Rodrigo Botero, director de la Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible y miembro del equipo negociador del Gobierno con el ELN, dice que es necesario articular una fuerza de fiscales especializados en medio ambiente que trabajen en casos comunes. La clave estará, agrega, en que esos fiscales estén apoyados por una policía judicial internacional de los países amazónicos con capacidad para movilizarse sin límites fronterizos.
Además de una coordinación de los países amazónicos, para Barrera también es clave el papel de la cooperación internacional y los países donantes. De hecho, Alemania, Noruega y Francia, tendrán participación en Brasil y también fueron invitados la República Democrática del Congo e Indonesia, países que tienen bosques tropicales.
“Los países amazónicos no pueden resolver las crisis solos, hay una responsabilidad de todos, dado el rol que juega la Amazonía. Mucho de lo que se está perdiendo es por el consumo global de productos de materias primas y alimentos que son exportados desde la Amazonía hasta Europa, Norteamérica y China”, agrega Barrera. Para ella, es importante vincular a otros países en la discusión, teniendo como fin “no solo la financiación, sino el cambio de comportamiento y lograr compromisos vinculantes en asuntos de comercio de cero deforestación”.
Las propuestas de los pueblos indígenas
Tanto Gómez como Barrera coinciden en que lograr implementar un acuerdo de conservación de la Amazonía no puede ser ajeno a la participación de las comunidades indígenas. A Brasil asistirán representantes de la Organización de Pueblos Indígenas de la Amazonía Colombiana (Opiac), integrada por 64 pueblos.
En entrevista para El Espectador, su coordinador general, Oswaldo Muca, es enfático en que juegan un papel importante para la protección de la región. “Queremos ser partícipes, de manera directa, con voz y voto en la construcción de políticas desde el inicio hasta el final, e incluso hasta su ejecución”.
Muca comenta que le pidieron al gobierno de Petro que “eleve las peticiones que hemos hecho en el Plan Nacional de Desarrollo, como incluir los sistemas tradicionales de conocimiento” para mantener la selva en pie, y que su intención es trabajar articuladamente junto al Gobierno por la Amazonía.
Desde la Opiac planean proponer tres líneas de trabajo en Brasil. La primera, explica Hárold Rincón Ipuchima, indígena ticuna, asesor de la Opiac y copresidente del Foro Internacional de Pueblos Indígenas y Cambio Climático, es lograr que los gobiernos de la cuenca amazónica “puedan desarrollar derechos territoriales y es una estrategia que hemos pensado revisando el nuevo marco global de biodiversidad para garantizar un 30 % de áreas continentales y terrestres de conectividad ecosistémica, además de la ampliación de áreas protegidas y otras medidas eficientes de conservación, incluyendo la ampliación de territorios indígenas”.
(Lea: Piense en la Amazonia la próxima vez que abra el grifo en Bogotá)
La segunda es cómo hacer para que esos territorios “queden cubiertos bajo figuras de gobernanza propia”, agrega Rincón Ipuchima, y la tercera, lograr una estrategia de sostenibilidad financiera. “Creemos que podemos aportarles a los gobiernos a consolidar mercados basados en la naturaleza, mercados de carbono y pagos por servicios ambientales”.
Pero además del diálogo con las comunidades, hay otro tema que es urgente abordar: la gran cantidad de iniciativas y proyectos para conservar la Amazonía, que no tienen mayor articulación entre sí. Un informe publicado por las ONG Rainforest Foundation Norway y Rights and Resources Initiative señalaba que solo el 17 % de la financiación mundial anual destinada a pueblos indígenas para el clima y la conservación llega a “actividades que nombraban específicamente a una organización de pueblos indígenas o comunidades locales”.
Para evitar que esto siga ocurriendo, Isai Victorino, quien lidera el programa de conservación basada en comunidades, de The Nature Conservancy, dice que hay tres claves fundamentales para “cambiar la trayectoria de transformación que tiene actualmente la Amazonia colombiana” y que espera que se aborden en Brasil: reconocer los sistemas de gobierno de los pueblos indígenas; trabajar con un enfoque pensando en el interior de la Amazonia y “no seguir construyendo estrategias que vienen de afuera”; y reconocer que los sistemas de conocimiento indígenas “son lo que ha permitido que hoy tengamos un territorio en un excelente estado de conservación en algunas zonas”.
¿Qué propondrá Colombia?
En el mes previo a la cumbre, el gobierno de Gustavo Petro, encabezado por la ministra de Ambiente, Susana Muhamad, adelantó ocho reuniones con comunidades campesinas y afros de la Amazonia para incluir sus consideraciones en lo que propondrá el país en Belém do Pará.
Para Muhamad, este encuentro es una gran oportunidad, pues “hay conciencia de que llegando al punto de no retorno podríamos poner en riesgo muchos temas de seguridad hídrica y climática”. Por eso es enfática en que una de las claves será ordenar los territorios alrededor del ciclo del agua: “entender cómo desde los Andes emerge esa gigantesca humedad que trae la Amazonía, pero es en los Andes donde aterriza en lluvias que terminan irrigando toda Sudamérica”.
“No es posible que los puntos de mayor inequidad social en cada uno de nuestros países estén precisamente en la Amazonía. Sin la dignidad de los pueblos, sin la dignidad de las gentes, sin el reconocimiento pleno de su ciudadanía, es imposible recuperar la Amazonía”, asegura la ministra.
(Lea: El primer mapa oficial en Colombia en una lengua indígena en peligro de desaparecer)
Teniendo en cuenta esas ideas, Colombia llevará cinco propuestas a Brasil. La primera está relacionada con evitar el punto de no retorno y que “los países industrializados deben hacer lo propio. Si los gases de efecto invernadero siguen aumentando no habrá Amazonía posible”, dice Muhamad.
La segunda es que entre todos los países se acuerde preservar el 80 % de la Amazonía a 2025. Para la ministra de Ambiente es indispensable que este punto quede en la declaración de los presidentes. Con esta propuesta, Muhamad dice que Colombia hace un llamado “para fortalecer el estado de los territorios, para que encontremos un propósito común”.
La tercera es plantear en la discusión una estrategia para frenar la frontera de hidrocarburos en la región. “Estamos de acuerdo en que la conversación sobre frenar la frontera de hidrocarburos debe ser planteada en el diálogo político estratégico”, puntualizó Muhamad.
La cuarta hace eco de lo que el presidente Petro ha dicho desde el día de su posesión: liberar la deuda externa para aplicar esos recursos en la conservación de la Amazonía, por ejemplo, con pagos a las comunidades por servicios ecosistémicos. En palabras de la ministra, “nuestros Estados están sobreendeudados. Colombia hoy no tiene cómo prestar un peso más para poder invertir en estos propósitos”. La quinta es reconocer los saberes de las comunidades.
Por otro lado, Muhamad señaló la semana en una rueda de prensa que “las alianzas mundiales van a ser fundamentales” para salvar la Amazonía, pues la declaración que se firme también incluiría puntos que se llevarán a la Asamblea de Naciones Unidas en septiembre y a la Cumbre de Cambio Climático (COP 28) de noviembre.
Entre estos puntos está la exigencia a los países desarrollados de cumplir su promesa de entregar US$100 mil millones por año para la agenda climática de los países en vía de desarrollo; así como un mensaje para la Unión Europea en el que se rechazan las medidas que tienen ciertos requisitos ambientales y que terminan afectando a los pequeños productores amazónicos, como la ley “Deforestation free”, aprobada el año pasado.
*Este artículo es publicado gracias a una alianza entre El Espectador e InfoAmazonia, con el apoyo de Amazon Conservation Team.