Los países amazónicos perdieron grandes cantidades de agua en los últimos 10 años
El periodo entre 2013 y 2021 fue el más grave para los nueve países de la región amazónica, incluido Colombia, según un reciente informe publicado por MapBiomas Brasil.
Luisa Fernanda Orozco
El agua de los países amazónicos ha sufrido cambios drásticos. Luego de un monitoreo entre 2000 y 2022, una investigación confirmó una gran pérdida de este recurso en los nueve países que comparten esta región: Brasil, Ecuador, Guyana, Guyana Francesa, Perú, Surinam, Venezuela y Colombia. Los datos son contundentes: en 22 años se perdieron un millón de hectáreas, que equivale al 86 % del área de Catar, la totalidad de Líbano en el medio Oriente, o a 40.650 estadios Maracaná de Brasil.
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El agua de los países amazónicos ha sufrido cambios drásticos. Luego de un monitoreo entre 2000 y 2022, una investigación confirmó una gran pérdida de este recurso en los nueve países que comparten esta región: Brasil, Ecuador, Guyana, Guyana Francesa, Perú, Surinam, Venezuela y Colombia. Los datos son contundentes: en 22 años se perdieron un millón de hectáreas, que equivale al 86 % del área de Catar, la totalidad de Líbano en el medio Oriente, o a 40.650 estadios Maracaná de Brasil.
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Las cifras fueron el resultado del rastreo hecho por la plataforma MapBiomas Aguas Amazónicas, creada por la Red Amazónica de Información Socioambiental Georreferenciada (RAISG), un conjunto de organizaciones de la sociedad civil de los países amazónicos, entre ellos MapBiomas Brasil y Gaia Amazonas.
Los datos, que acaban de ser publicados, se recopilaron con imágenes tomadas con herramientas como Google Earth Engine y el conjunto de satélites Landsat, puestos en órbita por Estados Unidos. La información luego permitió la creación de mapas de las aguas superficiales que cubren todos los países amazónicos.
Bruno Ferreira, uno de los investigadores de MapBiomas que hizo parte del estudio, le explicó a El Espectador que ese monitoreo reunió las estadísticas de ganancia y pérdida, y así se pudo confirmar la reducción de 1 millón de hectáreas de agua (Mha). De manera más puntual, el promedio histórico entre 2000 y 2022 era de 25,4 (Mha), mientras el nuevo monitoreo permitió ver que, durante la última década, entre 2013 y 2022, esa cifra fue de 24,4 Mha. Ambos números tienen 1 millón de diferencia.
De hecho, los años más graves para la región fueron de 2013 a 2021, especialmente en Ecuador, Perú y Bolivia. Los otros seis presentaron variaciones, con unos momentos de aumento y otros de reducción. Aunque, respecto a esto, no es necesario prender las alarmas: poco importó que un aumento de agua fuera registrado en Brasil durante 2022. “Es muy importante resaltar que un año aislado no representa el contexto del país. Cuando miramos la superficie hídrica promedio de Brasil en la última década y la comparamos con el promedio de la serie histórica, tenemos una pérdida de 498 mil hectáreas de superficie hídrica”, dijo Ferrerira. En otras palabras, precisó, “nuestro escenario es de reducción”.
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Los glaciares también están en problemas
Los resultados de la plataforma también recordaron el peligro que corren las áreas de agua sólida en Latinoamérica, o sea los glaciares tropicales andinos. Los investigadores de MapBiomas observaron una reducción de 184 mil hectáreas entre 1985 y 2022.
A diferencia de los glaciares que se encuentran en los polos norte y sur de la Tierra -y que también se están derritiendo por causa del cambio climático-, los glaciares tropicales son aquellos que se encuentran entre las latitudes 30° norte y 30° sur. En pocas palabras, son un recurso natural exclusivamente latinoamericano: más del 99 % se encuentra en la cordillera de los Andes, con un 71 % en Perú, 20 % en Bolivia, y 4 % en Colombia, Ecuador y Venezuela.
Estos glaciares son considerados como una especie de termómetro de la Tierra, pues su expansión o reducción está íntimamente relacionada con los cambios del clima global. En caso de ser alterados, pueden generar consecuencias negativas en la economía de los Andes tropicales, como serios efectos en la agricultura, el abastecimiento de agua potable y la integridad de los ecosistemas.
La situación también es grave en Colombia. De hecho, en palabras de Jorge Luis Ceballos, un ingeniero geógrafo reconocido como el primer y último glaciólogo en Colombia, le dijo en su momento a El Espectador que nuestro país ha vivido una reducción dramática de glaciares en los últimos 150 años.
Según el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), hasta el 2017 Colombia había perdido el 92 % de su masa glaciar, y solo en el siglo XX el país vio extinguir ocho de sus nevados. Lo preocupante es que, en menos de 30 años, se podrían perder los seis glaciares que le quedan si las condiciones climáticas actuales persisten.
¿Por qué la pérdida de agua es peligrosa?
Sumado a la pérdida hídrica en los países amazónicos, Ferreira recordó un panorama que no es novedoso: el cambio climático que vivimos, con altas temperaturas y mayor variabilidad en las precipitaciones. Además, las áreas naturales continúan siendo convertidas en lugares para la actividad y explotación humana.
“Sin vegetación, hay menos almacenamiento de agua en el suelo y esto tiene un impacto directo en el caudal de los ríos. Hay sitios que también sufren la agricultura de regadío que, en últimas, afecta a los ríos porque ejerce presión sobre ellos. Finalmente, está la construcción de represas y centrales hidroeléctricas, que desvían el curso natural de los ríos y perjudican la fauna acuática y las poblaciones locales”, continuó Ferreira.
Con datos hasta 2020, Raisg mostró que, de las más de 350 hidroeléctricas en la Amazonia, la mayor parte de los proyectos activos estaban en Brasil (52 %) con más de 180, Perú con más de 70, Ecuador con más de 60 y Colombia con una.
Pero, de manera más reciente, la publicación de un informe hecho por organizaciones como Wildlife Conservation Society (WCS) y Aguas Amazónicas habló del peligro de infraestructuras, como hidroeléctricas, carreteras y represas, para la configuración del paisaje amazónico.
No es un tema menor: con cifras hasta 2023, actualmente existen 888 lugares a lo largo de los ríos asociados a represas. De esas, 326 corresponden a infraestructuras existentes y 562 están en diferentes etapas de planeación. En la Amazonia Occidental hay 396. Pero, ¿por qué podrían ser un problema? Porque, de acuerdo con el documento, generan más sedimentos que son cargados por los ríos hasta las partes más bajas. La consecuencia es que al transportar cantidades más grandes de lo habitual, afectan la formación del paisaje.
“En el río Madera, entre Brasil y Bolivia, la construcción de algunas represas ha causado la interrupción de la ruta migratoria de peces. Por eso, monitoreas estas construcciones es fundamental para así aprender de lo que ha sucedido, no repetir los errores en otros territorios y prever futuros impactos”, le explicó en su momento la directora de WSC Perú, Mariana Montoya, a El Espectador.
¿Cuáles son las mayores amenazas para el agua en la Amazonia colombiana?
Según John Aguilar, investigador de MapBiomas, el cambio en el uso del suelo, el mal manejo de las cuencas hidrográficas aguas arriba, y la completa transformación de los ecosistemas naturales en pasturas, además de las intervenciones mineras que generan grandes impactos en los sistemas hídricos.
“Si a esto le sumas los efectos del cambio climático y el aumento de la oferta hídrica, tienes un escenario de alta vulnerabilidad, bien sea por escasez hídrica o eventos extremos para toda la población del país”, dijo Aguilar. Y es que la disminución de la superficie de agua contribuye a la proliferación de incendios forestales y emisión de gases con efecto invernadero, lo que afecta la biodiversidad y a las comunidades locales.
Además, en cuanto a las poblaciones locales, la salud de las personas y su acceso a los alimentos son otros factores que se ven en riesgo con la reducción de áreas de agua en los países amazónicos, de manera más intensa en las comunidades con menos recursos económicos.
Y aunque el panorama es complejo, la nueva plataforma también cuenta con algunas recomendaciones para detener la reducción de agua, como el diseño de mejores planes para el uso de los recursos hídricos en toda la región. Detener la deforestación y controlar la construcción de represas y la explotación minera también hacen parte del plan. “Pero nada de esto puede realizarse sin un plan general para mitigar el cambio climático”, concluye Ferreira.
*Este artículo es publicado gracias a una alianza entre El Espectador e InfoAmazonia, con el apoyo de Amazon Conservation Team.