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En el último día de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26) que se lleva a cabo en Glasgow, Escocia, el Panel Científico para la Amazonia (SPA por sus siglas en inglés), compuesto por más de 200 científicos, presentó su primer informe sobre el estado de la Amazonia. A través de una evaluación científica explican la importancia que esta región tiene a nivel mundial y advierten que, de continuar la deforestación y la degradación de los ecosistemas, “se acerca a un punto de inflexión”.
Los autores de este informe señalan que se encuentran “preocupados por la creciente urgencia de las amenazas catastróficas para la Amazonia”, pero que el Pacto de Leticia —un acuerdo firmado en el 2019 por siete países de la región en el que se comprometen a proteger esta región— los inspiró para formar este panel y adelantar una “evaluación científica sin precedentes sobre el estado de la cuenca amazónica, las tendencias actuales y las políticas relevantes para la sostenibilidad a largo plazo del ecosistema y sus habitantes”.
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El Informe de Evaluación de la Amazonia 2021, como se titula el documento que está dividido en tres extensas entregas, resalta que la cuenca del Amazonas, que comprende territorios de ocho países de Suramérica, “abarca la mayor selva tropical del mundo, un lugar de inmensa riqueza natural, cultural y diversidad”, lo que le confiere estabilidad y resistencia a los ecosistemas terrestres y acuáticos, y es producto de complejas dinámicas que han coevolucionado durante millones de años.
A su vez, el bioma amazónico cumple un papel fundamental el ciclo global del agua y en la regulación de la variación del clima. A través de “ríos aéreos una cantidad importante de humedad fluye hacia el sur del continente”, explica el escrito, lo que produce la mayor descarga fluvial de la Tierra, representando entre el 16 y el 20% del aporte fluvial total del mundo a los océanos. Pero los bosques amazónicos también desempeñan otra función vital para el planeta: “Es un almacén y sumidero de carbono crucial, almacenando aproximadamente entre 150 y 200 mil millones de toneladas de carbono en los suelos y en la vegetación”.
El SPA resalta la importancia y el rol que desempeñan los más de 2,2 millones de indígenas, así como el de millones de personas de comunidades locales que habitan en la región, quienes conservan y gestionan de manera sostenible la diversidad agrícola, biológica y de los ecosistemas que allí se encuentran. Sin embargo, el panel advierte que “el calentamiento del clima, el aumento de la la deforestación y la degradación del ecosistema, incendios forestales más intensos”, pueden llevar a que la región alcance un punto de inflexión que haría imposible una recuperación de los ecosistemas.
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Por lo tanto, los científicos proponen una “Visión Viva” para la Amazonia, una recomendación que contiene “vías de desarrollo sostenible que sea ecológicamente sano, socialmente justo, culturalmente inclusivo y que apoye la prosperidad económica”.
Además, proponen ocho estrategias para proteger a la región: conservar, gestionar de manera sostenible, restaurar y remediar los ecosistemas; invertir en una bioeconomía sostenible de bosques en pie y ríos caudalosos; empoderamiento de las personas y gobernanza; lograr la cero deforestación y degradación de los ecosistemas y combatir los incendios forestales; reforestar y restaurar; proteger a los indígenas y a las comunidades locales; avanzar en vías de desarrollo sostenibles donde se pueda combinar tecnología y ciencia con conocimientos tradicionales; y, por último, movilizar recursos económicos, así como asociaciones de conservación.
Al respecto, Roberto Troya, Director Regional para América Latina y el Caribe de WWF, señaló: “Este informe es una rigurosa evaluación de las amenazas que avanzan rápidamente en la región, en particular con respecto a hechos nuevos y alarmantes relacionados con la probabilidad de un punto de inflexión inminente. La Amazonia es extraordinariamente único e insustituible y, sin embargo, existe un riesgo apremiante de perderlo en las próximas décadas si no se hace nada para detener su destrucción”. Al margen de la alarmante situación que expone el informe, Troya apunta que “, es posible un futuro diferente, uno en el que se avance en las vías de un desarrollo sostenible e inclusivo, donde las personas que viven en la Amazonía satisfagan sus necesidades y aspiraciones y al menos el 80% de los bosques permanezca en pie”.
Este artículo es publicado gracias a una alianza entre El Espectador e InfoAmazonia, con el apoyo de Amazon Conservation Team.