Noticias

Últimas Noticias

    Política

    Judicial

      Economía

      Mundo

      Bogotá

        Entretenimiento

        Deportes

        Colombia

        El Magazín Cultural

        Salud

          Ambiente

          Investigación

            Educación

              Ciencia

                Género y Diversidad

                Tecnología

                Actualidad

                  Reportajes

                    Historias visuales

                      Colecciones

                        Podcast

                          Cromos

                          Vea

                          Opinión

                          Opinión

                            Editorial

                              Columnistas

                                Caricaturistas

                                  Lectores

                                  Blogs

                                    Suscriptores

                                    Suscriptores

                                      Beneficios

                                        Tus artículos guardados

                                          Somos El Espectador

                                            Estilo de vida

                                            La Red Zoocial

                                            Gastronomía y Recetas

                                              La Huerta

                                                Moda e Industria

                                                  Tarot de Mavé

                                                    Autos

                                                      Juegos

                                                        Pasatiempos

                                                          Horóscopo

                                                            Música

                                                              Turismo

                                                                Marcas EE

                                                                Colombia + 20

                                                                BIBO

                                                                  Responsabilidad Social

                                                                  Justicia Inclusiva

                                                                    Desaparecidos

                                                                      EE Play

                                                                      EE play

                                                                        En Vivo

                                                                          La Pulla

                                                                            Documentales

                                                                              Opinión

                                                                                Las igualadas

                                                                                  Redacción al Desnudo

                                                                                    Colombia +20

                                                                                      Destacados

                                                                                        BIBO

                                                                                          La Red Zoocial

                                                                                            ZonaZ

                                                                                              Centro de Ayuda

                                                                                                Newsletters
                                                                                                Servicios

                                                                                                Servicios

                                                                                                  Empleos

                                                                                                    Descuentos

                                                                                                      Idiomas

                                                                                                      EE ADS

                                                                                                        Cursos y programas

                                                                                                          Más

                                                                                                          Blogs

                                                                                                            Especiales

                                                                                                              Descarga la App

                                                                                                                Edición Impresa

                                                                                                                  Suscripción

                                                                                                                    Eventos

                                                                                                                      Pauta con nosotros en EE

                                                                                                                        Pauta con nosotros en Cromos

                                                                                                                          Pauta con nosotros en Vea

                                                                                                                            Avisos judiciales

                                                                                                                              Preguntas Frecuentes

                                                                                                                                Contenido Patrocinado
                                                                                                                                24 de febrero de 2024 - 07:50 a. m.

                                                                                                                                Perder la conexión entre los Andes y la Amazonia: un precio de la paz

                                                                                                                                Colombia está perdiendo unos 1.500 km2 de bosque cada año, principalmente en zonas que solían estar bajo control de la guerrilla y de gran riqueza natural: donde se junta la biodiversidad de los Andes con la del Amazonas.

                                                                                                                                Pablo Correa / Knowable Magazine

                                                                                                                                Entre 2000 y 2020, la pérdida de hábitat en la región Andes-Amazonía colombiana fue del 13%.
                                                                                                                                Foto: Nicolás Acevedo / FCDS

                                                                                                                                En 2016, el mismo año en el que el Gobierno de Colombia y la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) firmaron el Acuerdo de Paz para suspender una guerra que se extendió por 50 años, los bosques que hacen del noroccidente de Suramérica uno de los rincones más biodiversos del planeta comenzaron a esfumarse. El fin del conflicto que cobró la vida de al menos 450 mil personas también marcó el inicio de una tragedia ambiental: solo en 2016 la deforestación aumentó un 44 % con respecto al año anterior. (Lea: Las migraciones de animales alrededor del mundo están en grave peligro)

                                                                                                                                Read more!

                                                                                                                                “Colombia está experimentando las consecuencias del vacío de poder dejado por las FARC en amplias zonas de su territorio”, advertía desde 2018 el ecólogo Nicola Clerici, de la Universidad del Rosario de Bogotá, junto con otros colegas. Por décadas, la guerra había frenado la colonización en el sur del país y, por tanto, evitado una alta deforestación -el famoso efecto de conservación a punta de pistola-. Tras la firma de la paz, la dinámica cambió.

                                                                                                                                El país ahora está perdiendo en promedio 1.500 kilómetros cuadrados de bosque cada año, un área equivalente a 25 veces la isla de Manhattan. Cerca del 65 % corresponde a bosques amazónicos. Esos bosques son reemplazados por tierras para ganadería y agricultura, o simplemente son incendiados para cercar el terreno y venderlo. Solo en 2018, los incendios en los hotspots de biodiversidad se multiplicaron por seis con respecto al año anterior.

                                                                                                                                La mayor parte de esta deforestación está concentrada en las zonas que antes controlaban las FARC y que incluyen una franja de 500 kilómetros de longitud en la que se intersecan y confunden las faldas o piedemontes de la cordillera de los Andes y las tierras bajas de la Amazonia -un sitio que es un corredor para miles de especies, una zona de intercambio genético entre distintas poblaciones de la misma especie y una región que soporta una extensa red de ríos que bajan de las montañas para alimentar la cuenca amazónica-.

                                                                                                                                Más allá de la deforestación: La pérdida de la conectividad

                                                                                                                                Hasta ahora la atención y preocupación política, mediática e incluso científica, tanto en Colombia como a nivel global, se han concentrado en la deforestación que avanza sobre la Amazonia. Pero Clerici y sus colegas, el geógrafo Paulo Murillo, de la Universidad del Tolima, en Ibagué, y el ecólogo Camilo Correa-Ayram, de la Pontificia Universidad Javeriana, en Bogotá, están intentando llamar la atención sobre otra cara del problema que pasa inadvertida: esta deforestación está provocando la pérdida de conectividad ecológica entre los bosques andinos y los amazónicos.

                                                                                                                                Read more!

                                                                                                                                Las consecuencias de interrumpir una autopista de biodiversidad que ha operado desde el Mioceno, hace unos 23 millones de años, son desconocidas, dice Correa-Ayram. “Necesitamos saber cuál es la trayectoria futura que va a tomar este fenómeno”, agrega.

                                                                                                                                En una reciente investigación, los tres científicos se dieron a la tarea de analizar el alcance de la pérdida de conectividad -el grado en que el terreno impide el movimiento de las especies entre parcelas con recursos- en las áreas de bosque en la Franja de Transición Andino-Amazónica, como se conoce esta región. Cuando los ecosistemas mantienen una alta conectividad las especies animales tienen garantizada su alimentación, ciclos reproductivos, patrones migratorios y, de paso, se asegura el ciclo de nutrientes, la polinización y la dispersión de semillas de las plantas.

                                                                                                                                Los investigadores usaron un índice para estimar la conectividad espacial y funcional entre distintos parches de bosque -una medición que llaman “hábitat conectado”-. Tradicionalmente, los análisis se han limitado a calcular solo la pérdida de hábitat, una cifra que sobresimplifica la salud del ecosistema. Piense en la red eléctrica de una ciudad: no es lo mismo perder el suministro de energía en un 20 % de la ciudad, a que ese 20 % se concentre específicamente en hospitales, la red de trenes y otros centros cruciales para su funcionamiento. De forma similar, al integrar variables como los patrones espaciales de pérdida de hábitat y las capacidades de dispersión de las especies, se logra un mejor diagnóstico de la salud del ecosistema.

                                                                                                                                En el trabajo publicado en 2022 en Global Ecology and Conservation reportaron que, entre 2000 y 2020, la pérdida de hábitat en la región Andes-Amazonia colombiana fue del 13 %, mientras que la pérdida de hábitat conectado fue aún mayor, del 18 %. Y tanto la deforestación como la pérdida de hábitat conectado se han acelerado desde 2016, coincidiendo con el fin del conflicto armado. “Este resultado es preocupante, porque indica que los parches bien conectados están cada vez más fragmentados y aislados, afectando a las conexiones naturales de los Andes y la Amazonia y a la capacidad de movimiento de las especies”, señala el estudio.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Esta es una mala noticia para el mono lanudo (Lagothrix lagothricha) que consume más de 200 especies de plantas y que, al igual que los colombianos, aprendió a adaptarse y a vivir en un amplio rango de temperaturas, desde los calurosos bosques húmedos de tierras bajas amazónicas hasta los fríos bosques nublados de los Andes. La pérdida de hábitat conectado significaría una amplia restricción y fragmentación de su hogar. (Puede leer: Por primera vez, analizaron la reproducción y crianza de las osas andinas de Chingaza)

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                También es una mala noticia para los guácharos (Steatornis caripensis), aves que viajan en la noche desde las cuevas incrustadas en la cordillera de los Andes hasta bosques amazónicos en busca de 28 diferentes frutos, ya que se traducirá en trayectos más largos o alteraciones en sus dietas. Y para los jaguares, que van y vienen a lo largo de centenas de kilómetros entre los Andes y la Amazonia en busca de pareja o alimentos. Una historia similar se repite para cada una de las miles de especies de la región.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Bastan distancias tan pequeñas como cuatro metros —como las creadas por carreteras o el tendido eléctrico— para convertirse en barreras territoriales para algunas especies, explica el científico de ecosistemas Yadvinder Malhi, de la Universidad de Oxford, y sus colegas, en un artículo en el Annual Review of Environment and Resources, en el que dan cuenta de las dinámicas humanas que están afectando los bosques tropicales en la actualidad.

                                                                                                                                Una mirada al pasado

                                                                                                                                Entender la importancia de esta conectividad entre los Andes y la Amazonia exige un viaje en el tiempo con una pregunta bajo el brazo: ¿por qué el noroccidente de Suramérica es uno de los rincones más biodiversos del planeta?

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                “Lo que sabemos es que la Amazonia y la cordillera de los Andes están muy interconectadas, y la gran diversidad que vemos en el occidente de la Amazonia se debe a esa interacción”, responde Carina Hoorn, geóloga y paleoecóloga de la Universidad de Ámsterdam, quien ha intentado combinar la información aportada por distintas especialidades —biología molecular, palinología, geología y filogenética— para entender el origen de la gran biodiversidad amazónica. Una historia en la que los Andes han cumplido un rol protagónico. Su interés por este tema surgió en los años ochenta, cuando viajó al departamento del Caquetá, en el sur de Colombia, justamente una de las zonas más deforestadas, para realizar su tesis de maestría.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Esta historia comienza con el monumental choque entre placas tectónicas, principalmente la placa Suramericana y la de Nazca, que dieron origen a la majestuosa cordillera de los Andes. En la misma era en que se extinguieron los dinosaurios, final del Cretácico —hace unos 100 millones a 66 millones de años—, estas placas comenzaron a colisionar, como trenes gigantescos (Hoorn suele compararlas con dos barras de chocolates apretujándose una contra otra). Fue un choque épico, pero en cámara lenta: las placas tectónicas avanzan a una velocidad promedio de 1,5 centímetros por año. Al estrellarse y cabalgar una sobre la otra provocaron un plegamiento de corteza sobre ellas, creando montañas.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                El sur, que hoy ocupa Argentina y Chile, y el centro de la cordillera, que abarca a Bolivia y Perú, se formaron primero. La parte norte de los Andes, que corresponde a Ecuador y Colombia, comenzó su elevación hace unos 23 millones de años al interactuar además con la placa tectónica del Caribe. En este tiempo, el norte de Suramérica era un vasto humedal conocido como el Sistema Pebas, compuesto de lagos profundos y pantanos conectados con el Mar Caribe, señalan Hoorn y sus coautores en un artículo en el Annual Review of Earth and Planetary Sciences de 2023.

                                                                                                                                Cuando las montañas andinas alcanzaron una elevación crítica de al menos 2.000 metros comenzaron a alterar drásticamente el clima regional, pues aumentaron las precipitaciones —un evento que coincidió con un descenso del nivel global del mar—. Más lluvia y ríos rodando montaña abajo significó más erosión y más arrastre de sedimentos y nutrientes hacia las tierras bajas, hacia la Amazonía. Estos sedimentos constituyeron la base de una explosión de diversidad en el lado occidental del Amazonas.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Los Andes alteraron toda la escenografía del norte de Suramérica. El antiguo Sistema de Pebas se fue transformando en el río Amazonas. La reorganización de las placas tectónicas, además, provocó el cierre del istmo de Panamá (hace unos 3,5 millones de años) dando lugar al Gran Intercambio Biótico Americano, en el que migraron de norte a sur, y viceversa, especies que habían permanecido aisladas. (Le puede interesar: Los impactos ambientales de una minería poco conocida: la de arena)

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                “Para entender la Amazonia hay que entender la relación Andes-Amazonas”, recalca Hoorn. Solo en términos de plantas, se calcula que la selva amazónica alberga hoy unas 50.000 especies, pero los Andes, en tan solo el 0,6 % de la superficie terrestre, condensan el 10 % de la diversidad de plantas vasculares del mundo, unas 30.000 especies. “Las montañas andinas desempeñaron un papel fundamental en la generación de la biodiversidad que colonizó varias regiones del Neotrópico”, señala Oscar Alejandro Pérez, biólogo evolutivo del Real Jardín Botánico de Kew, en Inglaterra, y sus colegas, en un artículo publicado en Trends in Plant Science.

                                                                                                                                Repensar las estrategias de conservación

                                                                                                                                Todo lo que pasa en los Andes termina afectando al resto del ecosistema amazónico, suele decir a sus estudiantes la bióloga Dolors Armenteras Pascual, directora del grupo de investigación en Ecología del Paisaje y Modelación de Ecosistemas de la Universidad Nacional de Colombia.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Armenteras Pascual lamenta que no se tenga suficiente investigación e información local para entender mejor estos fenómenos y repensar las estrategias de conservación. “Necesitamos más investigación local para entender efectivamente qué es lo que pasa”, dice. “Si no hacemos eso, no podemos dar recomendaciones de política basadas en evidencia”.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Después de varias décadas estudiando los efectos de la deforestación, una preocupación reciente para ella ha sido entender mejor los efectos sobre los sistemas acuáticos. La mayor parte de los sedimentos que proporcionan nitrógeno, fósforo y otros elementos para la vitalidad de la Amazonia bajan desde la cordillera de los Andes y “tienen que ver con la productividad primaria de toda la cuenca, con el fitoplancton, los peces, los delfines, con todo lo que quieras. Cualquier desconexión entre los Andes y la Amazonía implica también que se desestabiliza ese sistema acuático”, comenta.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Pablo Negret, ecólogo colombiano vinculado a la Universidad de Berna, Suiza, coincide en que esa conexión entre los Andes y la Amazonia es muy importante. Una de las investigaciones en las que está involucrado pretende identificar cuáles son las zonas en la Franja de Transición Andino-Amazónica que se deberían priorizar en conservación. “A nivel global las áreas protegidas están sesgadas hacia áreas de poco interés económico”, explica. Si tú dices que estás protegiendo un área gigante del Amazonas, “todo el mundo te aplaude, pero si vas y mides el impacto es casi nulo, porque allá hay menos presiones de deforestación”. En cambio, invertir dinero en la protección de un área donde avanza la colonización, argumenta Negret, puede resultar más costoso, pero es más efectivo en términos de retención de bosque y de biodiversidad de especies.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Erle Ellis, científico ambiental de la Universidad de Maryland, y autor de una revisión sobre el uso humano de la tierra publicada en el Annual Review of Environment and Resources, suma otra preocupación a esta lista: ante el cambio climático, las especies intentan adaptarse moviéndose de hábitat. “Casi todas las especies tienen algún tipo de necesidad de moverse a gran escala. Y en esa situación la conectividad es aún más importante”, dice. Plantea que la forma en que las autoridades han cartografiado las ecorregiones y, por tanto, las áreas protegidas, no permite modificarlas a medida que cambia el clima.

                                                                                                                                Con estas preocupaciones en mente, científicos han comenzado a enfocarse en análisis que puedan ayudar a las autoridades políticas a redefinir las prioridades de conservación y restauración. (Puede leer: Celsia no ha vendido sus proyectos eólicos en La Guajira, pero sí lo está considerando)

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Un ejemplo de ello es un estudio publicado por Correa-Ayram, junto a la analista espacial de datos Daniela Linero y el ecólogo Jorge Velásquez a finales de 2023. Ellos analizaron cuáles serían los corredores que unen parques nacionales en Colombia que permitirían garantizar una mejor conectividad para favorecer 26 especies de aves dependientes del bosque.

                                                                                                                                Los datos mostraron que, protegiendo 212.551 kilómetros cuadrados entre diversas áreas protegidas —la mayoría en los bosques andinos y amazónicos— y además invirtiendo esfuerzos en restaurar 79.203 kilómetros cuadrados actualmente ocupados para agricultura, se aumentaría la cubierta forestal colombiana en un 7 % y la conectividad en un 14 %.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Sin embargo, el 82 % de esos 79.203 kilómetros cuadrados de terrenos identificados como de alta prioridad para ser restaurados no están contemplados en los planes de restauración actuales. “La reflexión aquí es cómo pasar del dicho al hecho”, dice Correa-Ayram. “Tenemos una cantidad de estudios científicos, pero ¿dónde está la implementación de los corredores?”.

                                                                                                                                Para Correa-Ayram el reto en los próximos años será también lograr otros tipos de conectividad: una entre lo que dice la ciencia y lo que debe hacer la política, y otra con las comunidades que viven en esos territorios para que activamente participen en los esfuerzos por salvar uno de los rincones más biodiversos del planeta.

                                                                                                                                El jaguar es una de los miles de especies que están siendo afectadas por la fragmentación de su hábitat y la pérdida de conexión entre los bosques andinos y amazónicos.
                                                                                                                                Foto: Millie Basden
                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                *Artículo escrito por Pablo Correa Torres. Fue publicado orginalmente en Knowable en español.

                                                                                                                                🌳 📄 ¿Quieres conocer las últimas noticias sobre el ambiente? Te invitamos a verlas en El Espectador. 🐝🦜

                                                                                                                                Entre 2000 y 2020, la pérdida de hábitat en la región Andes-Amazonía colombiana fue del 13%.
                                                                                                                                Foto: Nicolás Acevedo / FCDS

                                                                                                                                En 2016, el mismo año en el que el Gobierno de Colombia y la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) firmaron el Acuerdo de Paz para suspender una guerra que se extendió por 50 años, los bosques que hacen del noroccidente de Suramérica uno de los rincones más biodiversos del planeta comenzaron a esfumarse. El fin del conflicto que cobró la vida de al menos 450 mil personas también marcó el inicio de una tragedia ambiental: solo en 2016 la deforestación aumentó un 44 % con respecto al año anterior. (Lea: Las migraciones de animales alrededor del mundo están en grave peligro)

                                                                                                                                Read more!

                                                                                                                                “Colombia está experimentando las consecuencias del vacío de poder dejado por las FARC en amplias zonas de su territorio”, advertía desde 2018 el ecólogo Nicola Clerici, de la Universidad del Rosario de Bogotá, junto con otros colegas. Por décadas, la guerra había frenado la colonización en el sur del país y, por tanto, evitado una alta deforestación -el famoso efecto de conservación a punta de pistola-. Tras la firma de la paz, la dinámica cambió.

                                                                                                                                El país ahora está perdiendo en promedio 1.500 kilómetros cuadrados de bosque cada año, un área equivalente a 25 veces la isla de Manhattan. Cerca del 65 % corresponde a bosques amazónicos. Esos bosques son reemplazados por tierras para ganadería y agricultura, o simplemente son incendiados para cercar el terreno y venderlo. Solo en 2018, los incendios en los hotspots de biodiversidad se multiplicaron por seis con respecto al año anterior.

                                                                                                                                La mayor parte de esta deforestación está concentrada en las zonas que antes controlaban las FARC y que incluyen una franja de 500 kilómetros de longitud en la que se intersecan y confunden las faldas o piedemontes de la cordillera de los Andes y las tierras bajas de la Amazonia -un sitio que es un corredor para miles de especies, una zona de intercambio genético entre distintas poblaciones de la misma especie y una región que soporta una extensa red de ríos que bajan de las montañas para alimentar la cuenca amazónica-.

                                                                                                                                Más allá de la deforestación: La pérdida de la conectividad

                                                                                                                                Hasta ahora la atención y preocupación política, mediática e incluso científica, tanto en Colombia como a nivel global, se han concentrado en la deforestación que avanza sobre la Amazonia. Pero Clerici y sus colegas, el geógrafo Paulo Murillo, de la Universidad del Tolima, en Ibagué, y el ecólogo Camilo Correa-Ayram, de la Pontificia Universidad Javeriana, en Bogotá, están intentando llamar la atención sobre otra cara del problema que pasa inadvertida: esta deforestación está provocando la pérdida de conectividad ecológica entre los bosques andinos y los amazónicos.

                                                                                                                                Read more!

                                                                                                                                Las consecuencias de interrumpir una autopista de biodiversidad que ha operado desde el Mioceno, hace unos 23 millones de años, son desconocidas, dice Correa-Ayram. “Necesitamos saber cuál es la trayectoria futura que va a tomar este fenómeno”, agrega.

                                                                                                                                En una reciente investigación, los tres científicos se dieron a la tarea de analizar el alcance de la pérdida de conectividad -el grado en que el terreno impide el movimiento de las especies entre parcelas con recursos- en las áreas de bosque en la Franja de Transición Andino-Amazónica, como se conoce esta región. Cuando los ecosistemas mantienen una alta conectividad las especies animales tienen garantizada su alimentación, ciclos reproductivos, patrones migratorios y, de paso, se asegura el ciclo de nutrientes, la polinización y la dispersión de semillas de las plantas.

                                                                                                                                Los investigadores usaron un índice para estimar la conectividad espacial y funcional entre distintos parches de bosque -una medición que llaman “hábitat conectado”-. Tradicionalmente, los análisis se han limitado a calcular solo la pérdida de hábitat, una cifra que sobresimplifica la salud del ecosistema. Piense en la red eléctrica de una ciudad: no es lo mismo perder el suministro de energía en un 20 % de la ciudad, a que ese 20 % se concentre específicamente en hospitales, la red de trenes y otros centros cruciales para su funcionamiento. De forma similar, al integrar variables como los patrones espaciales de pérdida de hábitat y las capacidades de dispersión de las especies, se logra un mejor diagnóstico de la salud del ecosistema.

                                                                                                                                En el trabajo publicado en 2022 en Global Ecology and Conservation reportaron que, entre 2000 y 2020, la pérdida de hábitat en la región Andes-Amazonia colombiana fue del 13 %, mientras que la pérdida de hábitat conectado fue aún mayor, del 18 %. Y tanto la deforestación como la pérdida de hábitat conectado se han acelerado desde 2016, coincidiendo con el fin del conflicto armado. “Este resultado es preocupante, porque indica que los parches bien conectados están cada vez más fragmentados y aislados, afectando a las conexiones naturales de los Andes y la Amazonia y a la capacidad de movimiento de las especies”, señala el estudio.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Esta es una mala noticia para el mono lanudo (Lagothrix lagothricha) que consume más de 200 especies de plantas y que, al igual que los colombianos, aprendió a adaptarse y a vivir en un amplio rango de temperaturas, desde los calurosos bosques húmedos de tierras bajas amazónicas hasta los fríos bosques nublados de los Andes. La pérdida de hábitat conectado significaría una amplia restricción y fragmentación de su hogar. (Puede leer: Por primera vez, analizaron la reproducción y crianza de las osas andinas de Chingaza)

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                También es una mala noticia para los guácharos (Steatornis caripensis), aves que viajan en la noche desde las cuevas incrustadas en la cordillera de los Andes hasta bosques amazónicos en busca de 28 diferentes frutos, ya que se traducirá en trayectos más largos o alteraciones en sus dietas. Y para los jaguares, que van y vienen a lo largo de centenas de kilómetros entre los Andes y la Amazonia en busca de pareja o alimentos. Una historia similar se repite para cada una de las miles de especies de la región.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Bastan distancias tan pequeñas como cuatro metros —como las creadas por carreteras o el tendido eléctrico— para convertirse en barreras territoriales para algunas especies, explica el científico de ecosistemas Yadvinder Malhi, de la Universidad de Oxford, y sus colegas, en un artículo en el Annual Review of Environment and Resources, en el que dan cuenta de las dinámicas humanas que están afectando los bosques tropicales en la actualidad.

                                                                                                                                Una mirada al pasado

                                                                                                                                Entender la importancia de esta conectividad entre los Andes y la Amazonia exige un viaje en el tiempo con una pregunta bajo el brazo: ¿por qué el noroccidente de Suramérica es uno de los rincones más biodiversos del planeta?

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                “Lo que sabemos es que la Amazonia y la cordillera de los Andes están muy interconectadas, y la gran diversidad que vemos en el occidente de la Amazonia se debe a esa interacción”, responde Carina Hoorn, geóloga y paleoecóloga de la Universidad de Ámsterdam, quien ha intentado combinar la información aportada por distintas especialidades —biología molecular, palinología, geología y filogenética— para entender el origen de la gran biodiversidad amazónica. Una historia en la que los Andes han cumplido un rol protagónico. Su interés por este tema surgió en los años ochenta, cuando viajó al departamento del Caquetá, en el sur de Colombia, justamente una de las zonas más deforestadas, para realizar su tesis de maestría.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Esta historia comienza con el monumental choque entre placas tectónicas, principalmente la placa Suramericana y la de Nazca, que dieron origen a la majestuosa cordillera de los Andes. En la misma era en que se extinguieron los dinosaurios, final del Cretácico —hace unos 100 millones a 66 millones de años—, estas placas comenzaron a colisionar, como trenes gigantescos (Hoorn suele compararlas con dos barras de chocolates apretujándose una contra otra). Fue un choque épico, pero en cámara lenta: las placas tectónicas avanzan a una velocidad promedio de 1,5 centímetros por año. Al estrellarse y cabalgar una sobre la otra provocaron un plegamiento de corteza sobre ellas, creando montañas.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                El sur, que hoy ocupa Argentina y Chile, y el centro de la cordillera, que abarca a Bolivia y Perú, se formaron primero. La parte norte de los Andes, que corresponde a Ecuador y Colombia, comenzó su elevación hace unos 23 millones de años al interactuar además con la placa tectónica del Caribe. En este tiempo, el norte de Suramérica era un vasto humedal conocido como el Sistema Pebas, compuesto de lagos profundos y pantanos conectados con el Mar Caribe, señalan Hoorn y sus coautores en un artículo en el Annual Review of Earth and Planetary Sciences de 2023.

                                                                                                                                Cuando las montañas andinas alcanzaron una elevación crítica de al menos 2.000 metros comenzaron a alterar drásticamente el clima regional, pues aumentaron las precipitaciones —un evento que coincidió con un descenso del nivel global del mar—. Más lluvia y ríos rodando montaña abajo significó más erosión y más arrastre de sedimentos y nutrientes hacia las tierras bajas, hacia la Amazonía. Estos sedimentos constituyeron la base de una explosión de diversidad en el lado occidental del Amazonas.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Los Andes alteraron toda la escenografía del norte de Suramérica. El antiguo Sistema de Pebas se fue transformando en el río Amazonas. La reorganización de las placas tectónicas, además, provocó el cierre del istmo de Panamá (hace unos 3,5 millones de años) dando lugar al Gran Intercambio Biótico Americano, en el que migraron de norte a sur, y viceversa, especies que habían permanecido aisladas. (Le puede interesar: Los impactos ambientales de una minería poco conocida: la de arena)

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                “Para entender la Amazonia hay que entender la relación Andes-Amazonas”, recalca Hoorn. Solo en términos de plantas, se calcula que la selva amazónica alberga hoy unas 50.000 especies, pero los Andes, en tan solo el 0,6 % de la superficie terrestre, condensan el 10 % de la diversidad de plantas vasculares del mundo, unas 30.000 especies. “Las montañas andinas desempeñaron un papel fundamental en la generación de la biodiversidad que colonizó varias regiones del Neotrópico”, señala Oscar Alejandro Pérez, biólogo evolutivo del Real Jardín Botánico de Kew, en Inglaterra, y sus colegas, en un artículo publicado en Trends in Plant Science.

                                                                                                                                Repensar las estrategias de conservación

                                                                                                                                Todo lo que pasa en los Andes termina afectando al resto del ecosistema amazónico, suele decir a sus estudiantes la bióloga Dolors Armenteras Pascual, directora del grupo de investigación en Ecología del Paisaje y Modelación de Ecosistemas de la Universidad Nacional de Colombia.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Armenteras Pascual lamenta que no se tenga suficiente investigación e información local para entender mejor estos fenómenos y repensar las estrategias de conservación. “Necesitamos más investigación local para entender efectivamente qué es lo que pasa”, dice. “Si no hacemos eso, no podemos dar recomendaciones de política basadas en evidencia”.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Después de varias décadas estudiando los efectos de la deforestación, una preocupación reciente para ella ha sido entender mejor los efectos sobre los sistemas acuáticos. La mayor parte de los sedimentos que proporcionan nitrógeno, fósforo y otros elementos para la vitalidad de la Amazonia bajan desde la cordillera de los Andes y “tienen que ver con la productividad primaria de toda la cuenca, con el fitoplancton, los peces, los delfines, con todo lo que quieras. Cualquier desconexión entre los Andes y la Amazonía implica también que se desestabiliza ese sistema acuático”, comenta.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Pablo Negret, ecólogo colombiano vinculado a la Universidad de Berna, Suiza, coincide en que esa conexión entre los Andes y la Amazonia es muy importante. Una de las investigaciones en las que está involucrado pretende identificar cuáles son las zonas en la Franja de Transición Andino-Amazónica que se deberían priorizar en conservación. “A nivel global las áreas protegidas están sesgadas hacia áreas de poco interés económico”, explica. Si tú dices que estás protegiendo un área gigante del Amazonas, “todo el mundo te aplaude, pero si vas y mides el impacto es casi nulo, porque allá hay menos presiones de deforestación”. En cambio, invertir dinero en la protección de un área donde avanza la colonización, argumenta Negret, puede resultar más costoso, pero es más efectivo en términos de retención de bosque y de biodiversidad de especies.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Erle Ellis, científico ambiental de la Universidad de Maryland, y autor de una revisión sobre el uso humano de la tierra publicada en el Annual Review of Environment and Resources, suma otra preocupación a esta lista: ante el cambio climático, las especies intentan adaptarse moviéndose de hábitat. “Casi todas las especies tienen algún tipo de necesidad de moverse a gran escala. Y en esa situación la conectividad es aún más importante”, dice. Plantea que la forma en que las autoridades han cartografiado las ecorregiones y, por tanto, las áreas protegidas, no permite modificarlas a medida que cambia el clima.

                                                                                                                                Con estas preocupaciones en mente, científicos han comenzado a enfocarse en análisis que puedan ayudar a las autoridades políticas a redefinir las prioridades de conservación y restauración. (Puede leer: Celsia no ha vendido sus proyectos eólicos en La Guajira, pero sí lo está considerando)

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Un ejemplo de ello es un estudio publicado por Correa-Ayram, junto a la analista espacial de datos Daniela Linero y el ecólogo Jorge Velásquez a finales de 2023. Ellos analizaron cuáles serían los corredores que unen parques nacionales en Colombia que permitirían garantizar una mejor conectividad para favorecer 26 especies de aves dependientes del bosque.

                                                                                                                                Los datos mostraron que, protegiendo 212.551 kilómetros cuadrados entre diversas áreas protegidas —la mayoría en los bosques andinos y amazónicos— y además invirtiendo esfuerzos en restaurar 79.203 kilómetros cuadrados actualmente ocupados para agricultura, se aumentaría la cubierta forestal colombiana en un 7 % y la conectividad en un 14 %.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Sin embargo, el 82 % de esos 79.203 kilómetros cuadrados de terrenos identificados como de alta prioridad para ser restaurados no están contemplados en los planes de restauración actuales. “La reflexión aquí es cómo pasar del dicho al hecho”, dice Correa-Ayram. “Tenemos una cantidad de estudios científicos, pero ¿dónde está la implementación de los corredores?”.

                                                                                                                                Para Correa-Ayram el reto en los próximos años será también lograr otros tipos de conectividad: una entre lo que dice la ciencia y lo que debe hacer la política, y otra con las comunidades que viven en esos territorios para que activamente participen en los esfuerzos por salvar uno de los rincones más biodiversos del planeta.

                                                                                                                                El jaguar es una de los miles de especies que están siendo afectadas por la fragmentación de su hábitat y la pérdida de conexión entre los bosques andinos y amazónicos.
                                                                                                                                Foto: Millie Basden
                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                *Artículo escrito por Pablo Correa Torres. Fue publicado orginalmente en Knowable en español.

                                                                                                                                🌳 📄 ¿Quieres conocer las últimas noticias sobre el ambiente? Te invitamos a verlas en El Espectador. 🐝🦜

                                                                                                                                Por Pablo Correa / Knowable Magazine

                                                                                                                                Ver todas las noticias
                                                                                                                                Read more!
                                                                                                                                Read more!
                                                                                                                                Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.
                                                                                                                                Aceptar