Pérdida de conectividad, lo que está en juego con la tragedia del PNN Chiribiquete
La deforestación no da tregua en el Chiribiquete, el parque nacional del bosque tropical más grande del mundo. Este fin de semana revelamos en El Espectador un informe sobre el avance de esta problemática en el área protegida. ¿Qué implicaciones tiene esa pérdida de conectividad del paisaje?
Catalina Sanabria Devia
Como reveló El Espectador este sábado 17 de agosto, el Parque Nacional Natural Chiribiquete está en serios problemas. Este diario tuvo acceso a un informe de la Policía e imágenes inéditas sobre el avance de la pérdida de bosque en ese lugar de la Amazonia. El documento reservado señala como responsable a una presunta red de deforestación conformada por cerca de 300 personas “que, en su mayoría, podrían ser parte de algunos de los frentes de las disidencias al mando de Néstor Gregorio Vera Fernández, o Iván Mordisco, como de la Segunda Marquetalia de Iván Márquez”.
Entre otras, cosas, el informe también muestra que en este parque, el área continental protegida más grande del país, hay “quemas progresivas para el acaparamiento de tierras por personas indeterminadas (...) realizando asentamientos humanos, ganadería extensiva y posibles cultivos ilícitos”. De hecho, el 17 de agosto, en horas de la mañana, la Fiscalía y Policía adelantaron un operativo en el PNN para frenar deforestación.
Pero, ¿cuáles son las consecuencias de esa tragedia? ¿Qué efecto tiene en la biodiversidad y en la conectividad del bosque? Una investigación publicada en la revista Global Ecology and Conservation estudió las variables de ese fenómeno, precisamente en el noroeste de la Amazonia colombiana, en los alrededores del Chiribiquete.
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El trabajo partió de una inquietud en particular: “Todos sabemos que se está deforestando la Amazonia, pero nadie está comprendiendo cuál es el nivel de fragmentación y cómo va a afectar la conectividad ecológica”, asegura Jesica López, autora principal de este estudio que hace parte de su doctorado en Uso Sostenible de la Tierra, en la Universidad de Lund, en Suecia.
El artículo plantea que, por lo general, los análisis de esta problemática en la región se enfocan sobre todo en los cambios en la cobertura terrestre, por lo que los investigadores quisieron ir más allá. En principio, realizaron una observación del archivo de datos de 2011 a 2021 de Landsat, “el satélite para la observación de la Tierra con una resolución de 30 metros”, dice Nicola Clerici, profesor de la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad del Rosario y colaborador del proyecto.
Gracias al proceso de fotosíntesis del bosque, explica Clerici, es posible evidenciar una fuerte y cercana señal de infrarrojo, contrario a lo que sucede cuando se talan o se degradan los árboles, pues la actividad fotosintética disminuye. “Entonces, utilizamos un algoritmo llamado Continua Detección del Cambio y Clasificación (CCDC por sus siglas en inglés), que no lo hemos desarrollado nosotros, pero que nos sirvió para poder detectar estos cambios abruptos”, cuenta el profesor.
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De esa manera, calcularon la conectividad estructural de la selva (su “contigüidad”, la llaman). Categorizaron, por un lado, las “áreas núcleo”, que son aquellas los suficientemente grandes y saludables para que vivan distintas poblaciones de especies. También definieron los “puentes”, encargados de conectar las áreas núcleo entre sí, y los “bordes”, dónde las condiciones cambian y se empiezan a presentar dificultades para vivir y para los procesos ecológicos estables.
Así, lograron identificar la transformación del bosque a pastizales para el engorde de reses. “Esto era para confirmar dónde estaban apareciendo los cambios de la conectividad estructural del paisaje y cómo la ganadería per se está moviendo hacia los Parques Nacionales Naturales (PNN)”, expresa López. El PNN Chiribiquete, el más grande de Colombia y Suramérica, tiene unas presiones particulares en la frontera con Caquetá y parte del Meta, y hacia el Guaviare, cerca a los municipios de Calamar y Miraflores.
Según López, estos dos frentes de deforestación en el norte del parque enfrentan “bombas” de ganadería que se están adentrando al área protegida. A través de su trabajo de campo, la investigadora abordó las dinámicas detrás de esta actividad económica e identificó que las cadenas de valor, tanto legales como ilegales, están conectadas. Entre sus otros hallazgos, el equipo halló que el fenómeno cambió específicamente después de la firma del Acuerdo de Paz.
Cuando se pierde la conectividad
El año 2017 ha sido uno de los más críticos en términos de deforestación. Clerici sostiene que, tras la salida de las Farc de ciertos territorios, hubo una suerte de “vía libre” para que allí entraran otros actores y buscaran apropiarse de la tierra. La fragmentación del paisaje se aceleró tras la desmovilización de dicha guerrilla. “La evidencia sugiere que la expansión de la ganadería en la Amazonía colombiana se intensificó con la introducción de casi 1 millón de cabezas de ganado entre 2016 y 2021″, señala el estudio, cuyo planteamiento se basa en datos de la Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible (FCDS)
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Según el análisis de López y sus colegas, este cambio de uso de la tierra de bosque a pastizal, se presentó de manera más severa en el Guaviare, donde se encuentra parte del Chiribiquete. Este parque se relaciona por medio de un “mega corredor” con otros PNN como Picachos, Tinigua y Serranía de la Macarena.
Al haber praderización y, por tanto, pérdida de conectividad del bosque, los ecosistemas y las especies se ven perjudicadas y no pueden seguir su curso natural. López explica que un parche de, por ejemplo, 100 hectáreas, dificulta el movimiento de aves, mamíferos, reptiles y anfibios, así como su búsqueda de alimento y de refugio.
Los animales son “arrinconados y se van a ver completamente enfrentados a la pérdida de su hábitat. Ellos no piensan que deben ir al otro extremo, sino que se quedan ahí y a veces mueren. En la Amazonía colombiana hay muchas especies que todavía ni siquiera conocemos, puede que algunas no sean tan impactadas, pero las especies endémicas van a estar en gran riesgo”, sugiere López. Todos estos factores influyen y pueden conducir hacia su extinción.
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La pérdida de conectividad del paisaje es, a los ojos de los autores, más grave de lo que se ha contemplado hasta el momento. Estas afectaciones no solo comprometen el mantenimiento de la biodiversidad, sino que también su surgimiento, señalan.
Otro de los puntos que, para Clerici, son muy problemáticos es la pérdida de intercambio genético. Si las áreas núcleo se reducen, no va a ser posible el cruce y la reproducción. “De ahí la importancia de que exista la conectividad estructural, de manera de que estas poblaciones se encuentren y lleven a cabo todos estos procesos ecológicos fundamentales”, agrega.
De acuerdo con los resultados del artículo, los cambios en la conectividad del bosque están estrechamente relacionados con la expansión de los pastizales. Los investigadores aspiran que “los futuros programas de conservación incluyan las propiedades espaciales del paisaje para mejorar el enfoque para abordar la deforestación y la conectividad ecológica de manera más efectiva”.
*Este artículo es publicado gracias a una alianza entre El Espectador e InfoAmazonia, con el apoyo de Amazon Conservation Team.
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Como reveló El Espectador este sábado 17 de agosto, el Parque Nacional Natural Chiribiquete está en serios problemas. Este diario tuvo acceso a un informe de la Policía e imágenes inéditas sobre el avance de la pérdida de bosque en ese lugar de la Amazonia. El documento reservado señala como responsable a una presunta red de deforestación conformada por cerca de 300 personas “que, en su mayoría, podrían ser parte de algunos de los frentes de las disidencias al mando de Néstor Gregorio Vera Fernández, o Iván Mordisco, como de la Segunda Marquetalia de Iván Márquez”.
Entre otras, cosas, el informe también muestra que en este parque, el área continental protegida más grande del país, hay “quemas progresivas para el acaparamiento de tierras por personas indeterminadas (...) realizando asentamientos humanos, ganadería extensiva y posibles cultivos ilícitos”. De hecho, el 17 de agosto, en horas de la mañana, la Fiscalía y Policía adelantaron un operativo en el PNN para frenar deforestación.
Pero, ¿cuáles son las consecuencias de esa tragedia? ¿Qué efecto tiene en la biodiversidad y en la conectividad del bosque? Una investigación publicada en la revista Global Ecology and Conservation estudió las variables de ese fenómeno, precisamente en el noroeste de la Amazonia colombiana, en los alrededores del Chiribiquete.
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El trabajo partió de una inquietud en particular: “Todos sabemos que se está deforestando la Amazonia, pero nadie está comprendiendo cuál es el nivel de fragmentación y cómo va a afectar la conectividad ecológica”, asegura Jesica López, autora principal de este estudio que hace parte de su doctorado en Uso Sostenible de la Tierra, en la Universidad de Lund, en Suecia.
El artículo plantea que, por lo general, los análisis de esta problemática en la región se enfocan sobre todo en los cambios en la cobertura terrestre, por lo que los investigadores quisieron ir más allá. En principio, realizaron una observación del archivo de datos de 2011 a 2021 de Landsat, “el satélite para la observación de la Tierra con una resolución de 30 metros”, dice Nicola Clerici, profesor de la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad del Rosario y colaborador del proyecto.
Gracias al proceso de fotosíntesis del bosque, explica Clerici, es posible evidenciar una fuerte y cercana señal de infrarrojo, contrario a lo que sucede cuando se talan o se degradan los árboles, pues la actividad fotosintética disminuye. “Entonces, utilizamos un algoritmo llamado Continua Detección del Cambio y Clasificación (CCDC por sus siglas en inglés), que no lo hemos desarrollado nosotros, pero que nos sirvió para poder detectar estos cambios abruptos”, cuenta el profesor.
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De esa manera, calcularon la conectividad estructural de la selva (su “contigüidad”, la llaman). Categorizaron, por un lado, las “áreas núcleo”, que son aquellas los suficientemente grandes y saludables para que vivan distintas poblaciones de especies. También definieron los “puentes”, encargados de conectar las áreas núcleo entre sí, y los “bordes”, dónde las condiciones cambian y se empiezan a presentar dificultades para vivir y para los procesos ecológicos estables.
Así, lograron identificar la transformación del bosque a pastizales para el engorde de reses. “Esto era para confirmar dónde estaban apareciendo los cambios de la conectividad estructural del paisaje y cómo la ganadería per se está moviendo hacia los Parques Nacionales Naturales (PNN)”, expresa López. El PNN Chiribiquete, el más grande de Colombia y Suramérica, tiene unas presiones particulares en la frontera con Caquetá y parte del Meta, y hacia el Guaviare, cerca a los municipios de Calamar y Miraflores.
Según López, estos dos frentes de deforestación en el norte del parque enfrentan “bombas” de ganadería que se están adentrando al área protegida. A través de su trabajo de campo, la investigadora abordó las dinámicas detrás de esta actividad económica e identificó que las cadenas de valor, tanto legales como ilegales, están conectadas. Entre sus otros hallazgos, el equipo halló que el fenómeno cambió específicamente después de la firma del Acuerdo de Paz.
Cuando se pierde la conectividad
El año 2017 ha sido uno de los más críticos en términos de deforestación. Clerici sostiene que, tras la salida de las Farc de ciertos territorios, hubo una suerte de “vía libre” para que allí entraran otros actores y buscaran apropiarse de la tierra. La fragmentación del paisaje se aceleró tras la desmovilización de dicha guerrilla. “La evidencia sugiere que la expansión de la ganadería en la Amazonía colombiana se intensificó con la introducción de casi 1 millón de cabezas de ganado entre 2016 y 2021″, señala el estudio, cuyo planteamiento se basa en datos de la Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible (FCDS)
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Según el análisis de López y sus colegas, este cambio de uso de la tierra de bosque a pastizal, se presentó de manera más severa en el Guaviare, donde se encuentra parte del Chiribiquete. Este parque se relaciona por medio de un “mega corredor” con otros PNN como Picachos, Tinigua y Serranía de la Macarena.
Al haber praderización y, por tanto, pérdida de conectividad del bosque, los ecosistemas y las especies se ven perjudicadas y no pueden seguir su curso natural. López explica que un parche de, por ejemplo, 100 hectáreas, dificulta el movimiento de aves, mamíferos, reptiles y anfibios, así como su búsqueda de alimento y de refugio.
Los animales son “arrinconados y se van a ver completamente enfrentados a la pérdida de su hábitat. Ellos no piensan que deben ir al otro extremo, sino que se quedan ahí y a veces mueren. En la Amazonía colombiana hay muchas especies que todavía ni siquiera conocemos, puede que algunas no sean tan impactadas, pero las especies endémicas van a estar en gran riesgo”, sugiere López. Todos estos factores influyen y pueden conducir hacia su extinción.
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La pérdida de conectividad del paisaje es, a los ojos de los autores, más grave de lo que se ha contemplado hasta el momento. Estas afectaciones no solo comprometen el mantenimiento de la biodiversidad, sino que también su surgimiento, señalan.
Otro de los puntos que, para Clerici, son muy problemáticos es la pérdida de intercambio genético. Si las áreas núcleo se reducen, no va a ser posible el cruce y la reproducción. “De ahí la importancia de que exista la conectividad estructural, de manera de que estas poblaciones se encuentren y lleven a cabo todos estos procesos ecológicos fundamentales”, agrega.
De acuerdo con los resultados del artículo, los cambios en la conectividad del bosque están estrechamente relacionados con la expansión de los pastizales. Los investigadores aspiran que “los futuros programas de conservación incluyan las propiedades espaciales del paisaje para mejorar el enfoque para abordar la deforestación y la conectividad ecológica de manera más efectiva”.
*Este artículo es publicado gracias a una alianza entre El Espectador e InfoAmazonia, con el apoyo de Amazon Conservation Team.
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