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Este 8 de julio, la ministra de ambiente, Susana Muhamad, socializó el más reciente balance de deforestación en Colombia. Según el comunicado, 44.261 hectáreas de bosque dejaron de ser taladas en 2023 respecto a 2022, lo que representa una reducción del 36%. Esta cifra de deforestación es la más baja del milenio tanto a nivel nacional, como para la Amazonia, región que suele ser más golpeada por este fenómeno.
Las causas directas de esta problemática son recurrentes: praderización para acaparamiento de tierras, prácticas no sostenibles de ganadería extensiva, cultivos de uso ilícito, infraestructura de transporte no planificada, entre otras.
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Sin embargo, durante 2023 se registró, por primera vez, la incidencia de factores biofísicos. Esto quiere decir que fenómenos naturales como las llamadas “chagras de viento” o los deslizamientos de tierra están contribuyendo a la pérdida de bosque. De acuerdo con la jefe de cartera, esta causa directa de la deforestación es preocupante porque no se puede controlar.
Las chagras de viento son grandes remolinos que ocurren en la Amazonia, capaces de derribar cientos de hectáreas de selva a su paso. De acuerdo con la Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible (FCDS), “en esta región los árboles se caracterizan por estar entrelazados en las copas del dosel. Cuando la fuerza de los vientos tumba un árbol, se produce un efecto dominó, que hace que los caídos vayan tumbando a los otros, con los cuales están unidos”.
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Estos eventos representaban en 2022 el 1,5% de la deforestación y crecieron en 2023, según Muhamad, hasta representar el 5,3% de la deforestación y convertirse en una causa directa de este fenómeno. La ministra explicó que estas chagras de viento podrían generarse por las mismas alteraciones que deja la deforestación, a modo de círculo vicioso, pero también pueden estar relacionadas con el cambio climático.
La situación, en todo caso, debe seguir siendo objeto de estudio. Así lo sugiere Rodrigo Botero, director de la FCDS: “Habrá que ver, de aquí en adelante en el sistema, cómo se correlacionan estos fenómenos de chagras y deslizamientos con condiciones de eventos climáticos extremos, tipos de paisajes, con la geomorfología o con algunas acciones que puedan ser precursoras, como los accesos viales bajo el bosque, que en un caso hipotético, podrían generar algún tipo de incidencia. Esto solo ha sido documentado en su aparición, más no en su correlación con otros factores antrópicos (es decir, aquellos agentes o factores que resultan de la actividad humana)”.
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*Este artículo es publicado gracias a una alianza entre El Espectador e InfoAmazonia, con el apoyo de Amazon Conservation Team.