Una “planta misteriosa” es declarada como nueva especie en la Amazonia
La planta fue descubierta en 1973, sin embargo, no pudo ser descrita antes por los científicos hasta ahora. Tras varios análisis de ADN, investigadores lograron obtener una clasificación científica para Aenigmanu alvareziae, una especie que podría ayudar a proteger la selva amazónica frente a la deforestación y el cambio climático.
Infoamazonia
En 1973 el científico Robin. Foster encontró en la selva amazónica de Perú un extraño árbol. Media cerca de 20 pies de altura, contaba con pequeños frutos naranjas y sus ramas eran de diferentes formas. Era muy diferente a todos los que había estudiado a lo largo de su profesión. Recolectó algunas de sus hojas y frutos para ser estudiados, estaba seguro de que podía ser una nueva especie para la ciencia, sin embargo, tras años de estudios junto a varios de sus colegas, no lo pudieron determinar así. (Lea: UICN aprueba pedir la protección del 80% de la Amazonía para 2025)
Pero, recientemente y tras varios análisis de ADN, un nuevo grupo de investigadores consiguió establecer que esta especie de planta extraña -descubierta en 1973- sí era una especie nueva para la ciencia. También lograron determinar a qué árbol genealógico pertenece y hasta le dieron un nombre. Los resultados fueron publicados en la revista Taxon.
Robin. Foster, quien trabajó parte de su vida en el Museo Field de Chicago y es investigador del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales, cuenta que apenas vio ese arbolito por primera vez, mientras estaba en un sendero del bosque, fue la fruta la que llamó su atención. “Parecía un farolillo chino de color naranja y jugosa cuando estaba madura con varias semillas”, dice a Eureka Alert.
Por eso, no pensó que fuera una especie especial, salvo por el hecho “de que tenía características de plantas en varias familias de plantas diferentes y no encajaba claramente en ninguna familia. Generalmente, puedo decirle a la familia con una mirada rápida, pero no pude ubicar este”, añade.
Como Foster, Nancy Hensold, botánica del Field Museum, tampoco pudo determinar la especie de este nuevo arbolito. Hensold explica que para poder identificarla hirvió los ovarios de las flores y tomó fotografías del polen. “Después de todo eso, todavía no lo sabíamos. Realmente me molestó”, cuenta.
Los restos recolectados por Foster permanecieron guardados en el herbario del Field Museum, una biblioteca de especímenes de plantas secas, durante años mientras encontraban el financiamiento necesario para continuar con sus estudios. Determinar la especie a la que pertenecía era todo un reto para este par de científicos. (Puede leer: Colombia anuncia una política pública para proteger el ambiente. ¿De qué se trata?)
Primero, intentaron analizar el ADN de la planta utilizando los especímenes secos. Lo hicieron con la ayuda de Patricia Álvarez-Loayza, una científica que trabaja en el Parque Nacional Manu - donde fue encontrada esta especie-. La labor de Álvarez-Loayza se centraba en realizar un monitoreo constante para encontrar un ejemplar fresco de la planta y así poder analizarlo en el laboratorio de ADN.
“Cuando mi colega Rick Ree ordenó la secuencia y me dijo a qué familia pertenecía, le dije que la muestra debía estar contaminada. Pensé, de ninguna manera, simplemente no podía creerlo“, dice Hensold. Los resultados de ese análisis de ADN mostraron que los parientes más cercanos de la planta pertenecían a la familia Picramniaceae, un problema porque no se parecía en nada a sus parientes más cercanos.
Los investigadores enviaron las muestras obtenidas a Wayt Thomas, curador emérito del Jardín Botánico de Nueva York y experto en la especie Picramniaceae. Thomas, autor principal del artículo en Taxon, recuerda que cuando abrió el paquete y vio los restos de la planta no tenía ningunas características principales ningún ejemplar de esta especie.
Con estudios más detallados encontró que las flores median de 2-3 milímetros de largo y nuevos análisis de ADN finalmente revelaron a qué especie pertenecía. Le pusieron como nombre científico Aenigmanu alvareziae, explican que Aenigmanu significa “misterio del Manu” y que el nombre de la especie es en honor a Patricia Álvarez-Loayza, quien recogió los primeros ejemplares utilizados para el análisis genético. (Lea también: Amazonia peruana registró la deforestación más alta en dos décadas)
Esta especie, que acaba de ser descrita por la ciencia, se lleva utilizando durante años en el pueblo indígena Machiguenga. Y, según los investigadores, al obtener una clasificación científica podría ayudar a proteger la selva amazónica frente a la deforestación y el cambio climático.
En 1973 el científico Robin. Foster encontró en la selva amazónica de Perú un extraño árbol. Media cerca de 20 pies de altura, contaba con pequeños frutos naranjas y sus ramas eran de diferentes formas. Era muy diferente a todos los que había estudiado a lo largo de su profesión. Recolectó algunas de sus hojas y frutos para ser estudiados, estaba seguro de que podía ser una nueva especie para la ciencia, sin embargo, tras años de estudios junto a varios de sus colegas, no lo pudieron determinar así. (Lea: UICN aprueba pedir la protección del 80% de la Amazonía para 2025)
Pero, recientemente y tras varios análisis de ADN, un nuevo grupo de investigadores consiguió establecer que esta especie de planta extraña -descubierta en 1973- sí era una especie nueva para la ciencia. También lograron determinar a qué árbol genealógico pertenece y hasta le dieron un nombre. Los resultados fueron publicados en la revista Taxon.
Robin. Foster, quien trabajó parte de su vida en el Museo Field de Chicago y es investigador del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales, cuenta que apenas vio ese arbolito por primera vez, mientras estaba en un sendero del bosque, fue la fruta la que llamó su atención. “Parecía un farolillo chino de color naranja y jugosa cuando estaba madura con varias semillas”, dice a Eureka Alert.
Por eso, no pensó que fuera una especie especial, salvo por el hecho “de que tenía características de plantas en varias familias de plantas diferentes y no encajaba claramente en ninguna familia. Generalmente, puedo decirle a la familia con una mirada rápida, pero no pude ubicar este”, añade.
Como Foster, Nancy Hensold, botánica del Field Museum, tampoco pudo determinar la especie de este nuevo arbolito. Hensold explica que para poder identificarla hirvió los ovarios de las flores y tomó fotografías del polen. “Después de todo eso, todavía no lo sabíamos. Realmente me molestó”, cuenta.
Los restos recolectados por Foster permanecieron guardados en el herbario del Field Museum, una biblioteca de especímenes de plantas secas, durante años mientras encontraban el financiamiento necesario para continuar con sus estudios. Determinar la especie a la que pertenecía era todo un reto para este par de científicos. (Puede leer: Colombia anuncia una política pública para proteger el ambiente. ¿De qué se trata?)
Primero, intentaron analizar el ADN de la planta utilizando los especímenes secos. Lo hicieron con la ayuda de Patricia Álvarez-Loayza, una científica que trabaja en el Parque Nacional Manu - donde fue encontrada esta especie-. La labor de Álvarez-Loayza se centraba en realizar un monitoreo constante para encontrar un ejemplar fresco de la planta y así poder analizarlo en el laboratorio de ADN.
“Cuando mi colega Rick Ree ordenó la secuencia y me dijo a qué familia pertenecía, le dije que la muestra debía estar contaminada. Pensé, de ninguna manera, simplemente no podía creerlo“, dice Hensold. Los resultados de ese análisis de ADN mostraron que los parientes más cercanos de la planta pertenecían a la familia Picramniaceae, un problema porque no se parecía en nada a sus parientes más cercanos.
Los investigadores enviaron las muestras obtenidas a Wayt Thomas, curador emérito del Jardín Botánico de Nueva York y experto en la especie Picramniaceae. Thomas, autor principal del artículo en Taxon, recuerda que cuando abrió el paquete y vio los restos de la planta no tenía ningunas características principales ningún ejemplar de esta especie.
Con estudios más detallados encontró que las flores median de 2-3 milímetros de largo y nuevos análisis de ADN finalmente revelaron a qué especie pertenecía. Le pusieron como nombre científico Aenigmanu alvareziae, explican que Aenigmanu significa “misterio del Manu” y que el nombre de la especie es en honor a Patricia Álvarez-Loayza, quien recogió los primeros ejemplares utilizados para el análisis genético. (Lea también: Amazonia peruana registró la deforestación más alta en dos décadas)
Esta especie, que acaba de ser descrita por la ciencia, se lleva utilizando durante años en el pueblo indígena Machiguenga. Y, según los investigadores, al obtener una clasificación científica podría ayudar a proteger la selva amazónica frente a la deforestación y el cambio climático.