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                                                                                                                                Así explotó el “boom” de las consultas populares

                                                                                                                                Ahora viene la de Cumaral, Meta, el 4 de junio. Está sobre la mesa el debate de los costos y beneficios de la explotación petrolera y minera. ¿Cómo resolver el choque de poderes regionales y nacionales, el de las comunidades y las empresas?

                                                                                                                                Maria Paula Rubiano

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                “Porque no queremos que Cumaral se convierta en un pueblo petrolero más, votemos No este 4 de junio en la consulta popular”, canta otro jingle. “Mi papá decía que en esos pueblos petroleros la gente parecía venida del patio del infierno”, dice Carolina Orduz, líder del comité ciudadano que quiere vetar la explotación de petróleo en el municipio, que queda a 20 minutos de Villavicencio.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Las causas de este fenómeno no son tan sencillas como lo ha venido planteando el ministro de Minas, Germán Arce. De hecho, para ver cómo se empezó a gestar hay que retroceder hasta agosto de 2001, cuando se aprobó la ley 685: el código de minas. En él, se le dio un impulso inédito a la inversión extranjera. Luego, Álvaro Uribe pavimentó las condiciones de orden público necesarias para la inversión con seguridad democrática. Y su sucesor, Juan Manuel Santos, prendió la locomotora minera.

                                                                                                                                La avalancha de solicitudes de concesiones mineras no se hizo esperar. Una investigación que hizo el Centro de Investigación Periodística (Ciper) en 2011 demostró que por esos años eran 20.000 las empresas que pedían una concesión de exploración y explotación de minas. Sólo en el gobierno Uribe, se otorgaron 9.000. Hoy, 8.866 títulos mineros están en firme.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Lo que sí está claro son las secuelas de la minería y el petróleo en ellos. Una investigación que hizo la Contraloría en 2014 demostró que los peores lugares para vivir en Colombia son los pueblos mineros. Peores, incluso, que los cocaleros. La investigación, liderado por el mismo Rudas, expuso que en pueblos mineros la pobreza promedio es del 74 %, en los petroleros del 65 % y en aquellos que no realizan actividades extractivas, del 43 %.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Ese fue el punto de inflexión. Los alcaldes que antes dejaron pasar sin demasiadas trabas a las empresas a cambio de un presupuesto desmesurado, empezaron a resistirse. No solo ellos: también la gente a la que le toca aguantarse los efectos ambientales y sociales que crean las explotaciones. Brigitte Baptiste, directora del Instituto Humboldt, explica que el cambio de panorama hizo que “la gente no sienta que está recibiendo los beneficios adecuados que la minería, se suponía, les iba a dar a cambio de la explotación”.

                                                                                                                                No es casualidad que un año más tarde de la entrada en vigencia del nuevo sistema de regalías se convocaran las primeras consultas populares: Piedras, en Tolima, y Tauramena, en Casanare. En ambas triunfó, con más del 90 % de los votos, la prohibición de seguir explotando minerales e hidrocarburos. Esas fueron las primeras gotas del aguacero que hoy tiene temblando al Ministerio de Minas y al presidente Santos.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Para persuadirlos, el ministro Germán Arce ha dicho que las regalías representan el 50 % de la inversión pública en los territorios. Que sin ellas no habría plata para invertir en Familias en Acción o en programas de adultos mayores o en las escuelas. Que el sector minero-energético representa entre el 10 y el 12 % del PIB colombiano. Y todo eso es cierto, pero mirados con lupa, los datos del Ministerio son, cuando menos, poco claros.

                                                                                                                                En primer lugar, al investigador Guillermo Rudas le parece una afirmación preocupante lo mucho que depende la inversión pública de la plata de las regalías. ¿Por qué? Pues porque sus precios están sujetos a un mercado volátil. Es así como en 2012 las regalías por petróleo y gas ascendieron a $8,8 billones, mientras que en 2016, con los precios internacionales del crudo por el piso, sumaron unos tímidos $3,9 billones.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Pero eso solo es una parte de las verdades a medias del gobierno. Para Rudas, en el debate hay que separar minería de hidrocarburos. “Nosotros dependemos es del petróleo y el gas, no de las minas”, dice. Prueba de ello es que mientras que los primeros ponen el 82 % de las regalías, la minería solo aporta el 18 %. Del PIB que genera el sector, los hidrocarburos son responsables de 70 %. Según el viceministro de Minas, Carlos Cante, el evidente desbalance se debe a que la minería es un sector poco explotado en el país, pues apenas hace 10 años se empezó a impulsar. A medida que crezca, dice, crecerán sus aportes al bolsillo de la nación.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Rudas cree otra cosa. Está seguro de que la situación tiene que ver con los privilegios de que goza el sector minero: el código de minas excluye la actividad del pago de cualquier impuesto territorial (como el rodamiento de vehículos) y del IVA. Además, al ser hecha por empresas extranjeras, la mayor parte de sus utilidades salen del país. El viceministro Cante se defiende: “el Gobierno le apunta a explotar estos recursos naturales para que en un futuro, como los países desarrollados, podamos depender de otros renglones de la economía”.

                                                                                                                                Otra parte del problema, señala Viviana Tacha, investigadora de la organización Tierra Digna, es que no hubo un diálogo claro con las comunidades para preguntarles hacia dónde quieren jalonar su desarrollo. Asimismo, el exministro de Minas Amylkar Acosta acepta que desde gestiones anteriores “se presenta un déficit de dialogo con las comunidades y esta es una de las causas de los recurrentes desencuentros”.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                El problema, advierte Brigitte Baptiste, es que si las consultas populares se convierten en el mecanismo predilecto para resolver los conflictos sobre el uso del suelo entre el nivel central y el territorial, “estamos prefiriendo autarquías territoriales que procesos de concertación y construcción colectivos”.

                                                                                                                                Por eso, la investigadora invita a un diálogo y, sobre todo, a revisar qué es lo que viene fallando a la hora de concertar con las comunidades los proyectos y que genera que la consulta popular se convierta en la única opción viable para que los ciudadanos sientan que son tenidos en cuenta. El exministro de Minas Amylkar Acosta invita incluso a diseñar una “licencia social”: un aval de la comunidad, análogo a la licencia ambiental, sin la cual un proyecto no podría operar.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                El Ministerio ya prepara un proyecto de ley en el que plantea una mesa de concertación con representantes del gobierno central y territorial y con presencia de expertos, que tome las decisiones sobre eso que ha dicho es la “paternidad compartida sobre el suelo y el subsuelo”. Para Baptiste, eso tiene que ir acompañado de una revisión minuciosa sobre el mecanismo de la consulta, “para enriquecerlo, no para desvirtuarlo”.

                                                                                                                                En últimas, señala Viviana Tacha, lo que las comunidades piden es que se tenga en cuenta su idea de desarrollo económico y social. “Nosotros no estamos en contra del petróleo –dice Blanca Cárdenas, quien renunció a su trabajo en una plantación de palma de aceite para dedicar todos sus días a promover el voto por el No en Cumaral–. Estamos en contra de que lo saquen aquí y así, sin preguntar”.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                “Porque no queremos que Cumaral se convierta en un pueblo petrolero más, votemos No este 4 de junio en la consulta popular”, canta otro jingle. “Mi papá decía que en esos pueblos petroleros la gente parecía venida del patio del infierno”, dice Carolina Orduz, líder del comité ciudadano que quiere vetar la explotación de petróleo en el municipio, que queda a 20 minutos de Villavicencio.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Las causas de este fenómeno no son tan sencillas como lo ha venido planteando el ministro de Minas, Germán Arce. De hecho, para ver cómo se empezó a gestar hay que retroceder hasta agosto de 2001, cuando se aprobó la ley 685: el código de minas. En él, se le dio un impulso inédito a la inversión extranjera. Luego, Álvaro Uribe pavimentó las condiciones de orden público necesarias para la inversión con seguridad democrática. Y su sucesor, Juan Manuel Santos, prendió la locomotora minera.

                                                                                                                                La avalancha de solicitudes de concesiones mineras no se hizo esperar. Una investigación que hizo el Centro de Investigación Periodística (Ciper) en 2011 demostró que por esos años eran 20.000 las empresas que pedían una concesión de exploración y explotación de minas. Sólo en el gobierno Uribe, se otorgaron 9.000. Hoy, 8.866 títulos mineros están en firme.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Lo que sí está claro son las secuelas de la minería y el petróleo en ellos. Una investigación que hizo la Contraloría en 2014 demostró que los peores lugares para vivir en Colombia son los pueblos mineros. Peores, incluso, que los cocaleros. La investigación, liderado por el mismo Rudas, expuso que en pueblos mineros la pobreza promedio es del 74 %, en los petroleros del 65 % y en aquellos que no realizan actividades extractivas, del 43 %.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No es casualidad que un año más tarde de la entrada en vigencia del nuevo sistema de regalías se convocaran las primeras consultas populares: Piedras, en Tolima, y Tauramena, en Casanare. En ambas triunfó, con más del 90 % de los votos, la prohibición de seguir explotando minerales e hidrocarburos. Esas fueron las primeras gotas del aguacero que hoy tiene temblando al Ministerio de Minas y al presidente Santos.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Para persuadirlos, el ministro Germán Arce ha dicho que las regalías representan el 50 % de la inversión pública en los territorios. Que sin ellas no habría plata para invertir en Familias en Acción o en programas de adultos mayores o en las escuelas. Que el sector minero-energético representa entre el 10 y el 12 % del PIB colombiano. Y todo eso es cierto, pero mirados con lupa, los datos del Ministerio son, cuando menos, poco claros.

                                                                                                                                En primer lugar, al investigador Guillermo Rudas le parece una afirmación preocupante lo mucho que depende la inversión pública de la plata de las regalías. ¿Por qué? Pues porque sus precios están sujetos a un mercado volátil. Es así como en 2012 las regalías por petróleo y gas ascendieron a $8,8 billones, mientras que en 2016, con los precios internacionales del crudo por el piso, sumaron unos tímidos $3,9 billones.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Pero eso solo es una parte de las verdades a medias del gobierno. Para Rudas, en el debate hay que separar minería de hidrocarburos. “Nosotros dependemos es del petróleo y el gas, no de las minas”, dice. Prueba de ello es que mientras que los primeros ponen el 82 % de las regalías, la minería solo aporta el 18 %. Del PIB que genera el sector, los hidrocarburos son responsables de 70 %. Según el viceministro de Minas, Carlos Cante, el evidente desbalance se debe a que la minería es un sector poco explotado en el país, pues apenas hace 10 años se empezó a impulsar. A medida que crezca, dice, crecerán sus aportes al bolsillo de la nación.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Rudas cree otra cosa. Está seguro de que la situación tiene que ver con los privilegios de que goza el sector minero: el código de minas excluye la actividad del pago de cualquier impuesto territorial (como el rodamiento de vehículos) y del IVA. Además, al ser hecha por empresas extranjeras, la mayor parte de sus utilidades salen del país. El viceministro Cante se defiende: “el Gobierno le apunta a explotar estos recursos naturales para que en un futuro, como los países desarrollados, podamos depender de otros renglones de la economía”.

                                                                                                                                Otra parte del problema, señala Viviana Tacha, investigadora de la organización Tierra Digna, es que no hubo un diálogo claro con las comunidades para preguntarles hacia dónde quieren jalonar su desarrollo. Asimismo, el exministro de Minas Amylkar Acosta acepta que desde gestiones anteriores “se presenta un déficit de dialogo con las comunidades y esta es una de las causas de los recurrentes desencuentros”.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                El problema, advierte Brigitte Baptiste, es que si las consultas populares se convierten en el mecanismo predilecto para resolver los conflictos sobre el uso del suelo entre el nivel central y el territorial, “estamos prefiriendo autarquías territoriales que procesos de concertación y construcción colectivos”.

                                                                                                                                Por eso, la investigadora invita a un diálogo y, sobre todo, a revisar qué es lo que viene fallando a la hora de concertar con las comunidades los proyectos y que genera que la consulta popular se convierta en la única opción viable para que los ciudadanos sientan que son tenidos en cuenta. El exministro de Minas Amylkar Acosta invita incluso a diseñar una “licencia social”: un aval de la comunidad, análogo a la licencia ambiental, sin la cual un proyecto no podría operar.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                El Ministerio ya prepara un proyecto de ley en el que plantea una mesa de concertación con representantes del gobierno central y territorial y con presencia de expertos, que tome las decisiones sobre eso que ha dicho es la “paternidad compartida sobre el suelo y el subsuelo”. Para Baptiste, eso tiene que ir acompañado de una revisión minuciosa sobre el mecanismo de la consulta, “para enriquecerlo, no para desvirtuarlo”.

                                                                                                                                En últimas, señala Viviana Tacha, lo que las comunidades piden es que se tenga en cuenta su idea de desarrollo económico y social. “Nosotros no estamos en contra del petróleo –dice Blanca Cárdenas, quien renunció a su trabajo en una plantación de palma de aceite para dedicar todos sus días a promover el voto por el No en Cumaral–. Estamos en contra de que lo saquen aquí y así, sin preguntar”.

                                                                                                                                Por Maria Paula Rubiano

                                                                                                                                Temas recomendados:

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