Así frenó la economía el fenómeno de El Niño
Si en 2015 no se hubiera presentado este evento climático el PIB del país hubiese sido 0,6 % más alto. Los incendios forestales generaron pérdidas por más de $476 mil millones.
-Redacción Medio Ambiente
El 2015 no fue un año fácil para Colombia. La sequía que enfrentó el país a causa del fenómeno de El Niño generó serios inconvenientes. Más de un millón de hectáreas agrícolas fueron afectadas, 237 municipios declararon desabastecimiento de agua potable, el país tuvo que pagar US$37,6 millones para importar energía eléctrica desde Ecuador y más de 40 mil animales murieron por falta de alimento. Además, las infecciones por zika y chikunguya se dispararon. Hubo más de 100 mil casos del primero y cerca de 19.600 del segundo. Pero, si se sumaran todas esas consecuencias, ¿cuál fue el verdadero impacto económico de ese evento climático?
El ejercicio para resolver ese interrogante lo acaba de hacer el Departamento Nacional de Planeación. Tras cruzar datos y analizar los sectores impactados, esta entidad resumió en un documento cuáles fueron las implicaciones económicas de esa intensa sequía. En otras palabras, como lo dice el texto, quisieron “estimar los efectos que tiene una disminución del recurso hídrico sobre los sectores económicos y valorar la pérdida del ecosistema de bosque generaron los incendios forestales”.
Saltándonos la explicación de las ecuaciones que usó el DNP, sus cálculos indican que El Niño frenó el crecimiento económico en 2015. Si no hubiera existido, el Producto Interno Bruto del país hubiese aumentado 3,7 % en comparación al 2014 y no 3,1 %. ¿Por qué? Las razones tienen que ver con una compleja cadena cuyo eje central fue la diminución del recurso hídrico.
Según esta entidad, la disminución de las lluvias tuvo un impacto considerable en la producción: cayó 0,17 %. Los sectores más afectados fueron el agropecuario, que consume el 55 % del agua en Colombia, y el energético, que usa el 21,5 % del agua.
“Debido a que más de la mitad de la energía eléctrica es generada por hidroeléctricas”, explica el DNP, “y que el fenómeno de El Niño produjo una menor disponibilidad de agua, el despacho de la energía se suplió con recursos convencionales cuyo precio es más alto, lo que implicó que, en promedio, los precios de la energía aumentaran en un 4,5 %”.
Otro factor que generó grandes pérdidas económicas y que estuvo atado al fenómeno climático fue el de los incendios forestales. Las más de 120 mil hectáreas que resultaron afectadas, desembocaron en pérdidas superiores a los $476 miles de millones. El 64 % de esa cifra obedece a los servicios ecosistémicos que dejaron de prestarse y el 35 % a la imposibilidad de comercializar madera.
Sin embargo, el escenario a futuro puede ser mucho más complejo. “Al considerar las pérdidas por provisión de servicios ecosistémicos durante el tiempo de recuperación del bosque a 30 años, estos costos a largo plazo alcanzan los $2,4 billones”. En otros términos, entre 2016 y 2045, la pérdida anual equivalente es cercana a $307 mil millones.
Las recomendaciones para evitar que un fenómeno de este tipo cause impactos mayores cuando se presente de nuevo son muy similares a las que han reiterado varios científicos: en un escenario en el que estos eventos pueden ser cada vez más extremos, es clave que exista mayor planificación territorial y es esencial que se profundice en el conocimiento del riesgo asociado con las sequías.
El 2015 no fue un año fácil para Colombia. La sequía que enfrentó el país a causa del fenómeno de El Niño generó serios inconvenientes. Más de un millón de hectáreas agrícolas fueron afectadas, 237 municipios declararon desabastecimiento de agua potable, el país tuvo que pagar US$37,6 millones para importar energía eléctrica desde Ecuador y más de 40 mil animales murieron por falta de alimento. Además, las infecciones por zika y chikunguya se dispararon. Hubo más de 100 mil casos del primero y cerca de 19.600 del segundo. Pero, si se sumaran todas esas consecuencias, ¿cuál fue el verdadero impacto económico de ese evento climático?
El ejercicio para resolver ese interrogante lo acaba de hacer el Departamento Nacional de Planeación. Tras cruzar datos y analizar los sectores impactados, esta entidad resumió en un documento cuáles fueron las implicaciones económicas de esa intensa sequía. En otras palabras, como lo dice el texto, quisieron “estimar los efectos que tiene una disminución del recurso hídrico sobre los sectores económicos y valorar la pérdida del ecosistema de bosque generaron los incendios forestales”.
Saltándonos la explicación de las ecuaciones que usó el DNP, sus cálculos indican que El Niño frenó el crecimiento económico en 2015. Si no hubiera existido, el Producto Interno Bruto del país hubiese aumentado 3,7 % en comparación al 2014 y no 3,1 %. ¿Por qué? Las razones tienen que ver con una compleja cadena cuyo eje central fue la diminución del recurso hídrico.
Según esta entidad, la disminución de las lluvias tuvo un impacto considerable en la producción: cayó 0,17 %. Los sectores más afectados fueron el agropecuario, que consume el 55 % del agua en Colombia, y el energético, que usa el 21,5 % del agua.
“Debido a que más de la mitad de la energía eléctrica es generada por hidroeléctricas”, explica el DNP, “y que el fenómeno de El Niño produjo una menor disponibilidad de agua, el despacho de la energía se suplió con recursos convencionales cuyo precio es más alto, lo que implicó que, en promedio, los precios de la energía aumentaran en un 4,5 %”.
Otro factor que generó grandes pérdidas económicas y que estuvo atado al fenómeno climático fue el de los incendios forestales. Las más de 120 mil hectáreas que resultaron afectadas, desembocaron en pérdidas superiores a los $476 miles de millones. El 64 % de esa cifra obedece a los servicios ecosistémicos que dejaron de prestarse y el 35 % a la imposibilidad de comercializar madera.
Sin embargo, el escenario a futuro puede ser mucho más complejo. “Al considerar las pérdidas por provisión de servicios ecosistémicos durante el tiempo de recuperación del bosque a 30 años, estos costos a largo plazo alcanzan los $2,4 billones”. En otros términos, entre 2016 y 2045, la pérdida anual equivalente es cercana a $307 mil millones.
Las recomendaciones para evitar que un fenómeno de este tipo cause impactos mayores cuando se presente de nuevo son muy similares a las que han reiterado varios científicos: en un escenario en el que estos eventos pueden ser cada vez más extremos, es clave que exista mayor planificación territorial y es esencial que se profundice en el conocimiento del riesgo asociado con las sequías.