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La discusión sobre qué hacer con la descendencia de los hipopótamos que trajo Pablo Escobar a Colombia en 1981, surge cada cierto tiempo. Casi que cíclicamente. Han pasado casi 40 años y el Ministerio de Ambiente, por ejemplo, aún no los ha declarado especie invasora en Colombia. Recientemente, además, Carlos Correa, ministro de esta cartera, aseguró que se estima que actualmente habría hasta 130 individuos alrededor del río Magdalena.
Sin embargo, no se trata de una cifra final. Actualmente, el Instituto Humboldt y la Universidad Nacional, por petición del Minambiente, están desarrollando el que podría ser el estudio más riguroso sobre el tema y que les permitirá a las autoridades, finalmente, tomar una decisión con base en información sobre cómo actuar frente a este legado exótico. (Hipopótamos en Colombia: crece el problema y aún no hay una salida)
Según explica María Piedad Baptiste, investigadora del Humboldt, este censo de hipopótamos tiene dos fases. La primera, que se desarrolló de octubre a diciembre del año pasado, se realizó en lugares como Puerto Triunfo, Puerto Nare, Puerto Boyacá y Magangué. Y la segunda, que piensan realizar en los próximos siete meses, también indagará lo que está sucediendo hacia la depresión Momposina.
El censo, comenta, va más allá de contar hipopótamos, ya que además de estimar su cantidad, busca explorar la estructura de la población – por ejemplo, cuántos son adultos y cuántas crías hay – así como determinar no solo su hábitat actual, sino las zonas potenciales a las que podrían llegar. “Esto es algo que no se había hecho”, cuenta Olga Montenegro, investigadora por parte de la Universidad Nacional. “Estamos viendo cuáles son las áreas que pueden ser más útiles para los hipopótamos por sus características, como terreno, profundidad y cursos de agua. Creemos que es un elemento que puede ayudar más adelante a crear propuestas de manejo”. (Le puede interesar: Tráfico ilegal, el otro problema que rodea a los hipopótamos)
Para lo primero, entender la demografía de los hipopótamos, están utilizando varias herramientas: avistamiento por botes, fotografía y videos con drones y rastrear algunos indicios que dejan los hipopótamos, como las huellas. Para lo segundo, además de los datos que registran en campo sobre el hábitat por el que actualmente se registran los hipopótamos, están empleando lo que se conoce como un análisis de conectividad que, agrega Baptiste, permite identificar si hay elementos en los ecosistemas que les permitan o no avanzar a los hipopótamos a otras áreas, como ríos o montañas. A partir de esto, por ejemplo, pueden crear modelos sobre potencial dispersión de la especie.
“Es quizá la primera vez que este tema se aborda de manera seria, con trabajo de campo, porque se han dado muchas discusiones y reuniones, con varios intereses, pero dejando de lado lo técnico. Por esto, esperamos que esta investigación dé información rigurosa para la toma de decisiones”, señala Montenegro.
¿Cuántos hipopótamos hay en Colombia?
A pesar de que el ministro Correa dijo a los medios que actualmente se estima que hay 130 hipopótamos en Colombia, las investigadoras prefieren no arrojar ninguna conclusión hasta terminar de recolectar toda la información. En la segunda fase, por ejemplo, también entrarán a analizar la parte social. Es decir, cuáles son las percepciones de las comunidades locales sobre la interacción con los hipopótamos en diferentes regiones y los potenciales efectos que tiene esta especie sobre los medios de subsistencia. (Le puede interesar: El dilema ético que despiertan los hipopótamos de Escobar)
Una vez tengan estos datos, sumado a los estudios demográficos y los del hábitat, el proyecto también construirá unas recomendaciones sobre cuál debe ser el plan de manejo adecuado frente a los hipopótamos. “El objetivo del Instituto Humboldt y la Universidad Nacional es proveer los insumos técnicos y traducirlos en potenciales acciones que se pueden tomar en cada región. Ya con eso, es el Ministerio de Ambiente el que debe aceptarlo y publicarlo”, cuenta Baptiste.
¿Se tratará de castración, de sacrificio o de contención? De nuevo, los datos lo dirán y, probablemente, no será el mismo manejo para todos los hipopótamos. Un punto clave para tomar esa decisión, también señalan, es lo que encuentren en lo que, en la conservación, se conoce como “la curva de invasión biológica”. Se trata, en pocas palabras, de una gráfica exponencial en la que se indica cuál es la mejor medida que se puede tomar dependiendo del avance que tenga la especie invasora en cierto lugar.
“Si no hay indicios de la especie las estrategias son de prevención. Pero cuando ya se conoce que hay presencia de la especie invasora, lo que se propone son estrategias de control y de manejo”, agrega la investigadora del Humboldt. Los hipopótamos, también señala Montenegro, llegaron a Colombia precisamente porque Pablo Escobar se saltó esas barreras de prevención. Y en la medida que esa curva de invasión avanza los costos para su control son cada vez mayores, por eso la importancia de tener datos para tomar la mejor decisión pronto.