Ataques de perros a dantas: el vídeo que muestra el peligro que enfrentan especies amenazadas
En una zona protegida en Risaralda, en el centro de Colombia, científicos captaron por primera vez un ataque de perros a dantas, un mamífero en peligro de extinción. La tenencia irresponsable de mascotas sería el origen de esta problemática de la que, parece, no hay una salida clara.
Fernan Fortich
Dos videos revelados hace unas semanas en Colombia confirmaron una hipótesis que ha preocupado durante años a muchos científicos en el país: hay perros que, dejados en libertad por sus cuidadores o abandonados, están atacando a especies protegidas y en peligro de extinción.
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Dos videos revelados hace unas semanas en Colombia confirmaron una hipótesis que ha preocupado durante años a muchos científicos en el país: hay perros que, dejados en libertad por sus cuidadores o abandonados, están atacando a especies protegidas y en peligro de extinción.
El primer clip tiene 15 segundos y muestra a una danta (Tapirus terrestris), también conocida como tapir, un mamífero herbívoro de gran tamaño que habita en regiones tropicales y subtropicales de América Central y del Sur, siendo perseguida por dos perros. La escena fue grabada en una zona rural de Santa Rosa (municipio de Risaralda).
De allí también es el segundo video. En este nuevo clip, pudieron observar a dos perros, uno blanco y otro negro, mordiendo a otra danta paralizada en sus patas traseras. “Nos dejó bastante preocupados, pues testimonios de habitantes de la zona nos confirmaron que se trata de un patrón muy persistente”, dice Juan Camilo Duque, biólogo de la Wild Nature Foundation y autor principal del artículo donde él y sus colegas presentan ambos videos. Se trata de la primera publicación que reporta pruebas contundentes del ataque de perros a mamíferos en una zona protegida en Colombia. Con una agravante: según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, la danta está en peligro de extinción.
Para llegar a estos registros, los científicos instalaron 20 cámaras trampa en el paisaje escarpado del norte de la cordillera de Los Andes, entre colinas y valles con ríos, arroyos y quebradas, que, al detectar el paso de un animal, se activan, toman una secuencia de tres fotos y graban un video de 15 segundos. Luego de instalarlas a principios de septiembre de 2023, abandonaron la zona y esperaron tener suerte. Les tomó dos meses obtener los dos registros que reportan en su artículo.
Según los científicos, lo que está pasando en esa zona rural de Santa Rosa podría superar ampliamente lo que sus dos clips dejan ver. “En diciembre nos pasó lo peor. Estábamos revisando las cámaras cuando a dos metros pasó una danta huyendo de los mismos dos perros que habíamos visto. Todos nos paramos y empezamos a correr para intentar detener la persecución, y como pudimos distrajimos a los perros y, finalmente, la danta siguió su camino. Nunca había sentido tanta impotencia en mi vida”, cuenta Duque.
Durante los meses que duró su investigación, Duque y su equipo recolectaron cadáveres de dantas con el apoyo de la Corporación Autónoma Regional de Risaralda (Carder), en los que encontraron mordeduras de perro. Si bien estas heridas no pudieron asociarse directamente a la muerte de las dantas, para los científicos es claro que sí dan muestra de que la presencia e irrupción de perros es una situación cada vez más difícil de controlar allí. Y las dantas podrían no ser las únicas afectadas: en la zona donde captaron los dos videos también habitan ciervos enanos (Mazama rufina) gato tigre nublado (Leopardus pardinoides), el oso andino y el coatí de montaña (Nasuella olivacea).
No se sabe con certeza el origen de los perros en este ecosistema. Los investigadores creen que posiblemente se trata de animales abandonados o que viven bajo muy malas condiciones, lo que los ha llevado a tener comportamientos ferales, es decir, que exhiben conductas típicas de un animal salvaje o no domesticado. Los impactos de la presencia de estos perros en el ecosistema podrían incluso estar sintiéndose en la reproducción de las dantas. Una de las principales preocupaciones que dejó el estudio, por ejemplo, es que los científicos no observaron individuos jóvenes de danta en los registros de las cámaras.
Después de estos hechos, las autoridades locales se reunieron para tomar decisiones al respecto, en la que se asumieron compromisos para esterilizar las poblaciones de perros. “No obstante, no se llegó a nada claro en esta situación que necesita acciones certeras, pues no hay un balance entre los perros, de los que hay billones en el mundo, y de dantas, que solo quedan cientos de miles de ejemplares el mundo”, explica Duque.
Un camino de problemas
Entre las fronteras del Huila y el Cauca, en el Parque Nacional Natural Puracé, se registra una problemática similar. “Una noche iba pasando en una moto, luego de realizar unas actividades de monitoreo en el parque, cuando veo una danta corriendo, que son animales grandes, en un mal estado, con ataques en sus piernas y su barriga”, explica Gustavo Pisso, biólogo que trabajo con el Sistema de Parques Naturales en Colombia.
Pisso indica que se tienen reportes de perros ferales persiguiendo musarañas, venados y otros mamíferos en el Puracé. Estos hechos, además de generar estrés en los animales, estarían provocando una mayor competencia por recursos y potencialmente una mayor propagación de enfermedades infecciosas, como la sarna, parvovirosis, leptospira y la rabia.
Un ejemplo de esto último puede ser el reporte conocido hace unos meses de la transmisión de moquillo a un oso andino en el Parque Nacional Natural de Chingaza, un hecho vinculado a la presencia de perros ferales.
Pero, ¿de dónde surgen estos perros que están generando estragos en áreas protegidas? La respuesta es corta y simple: de la actividad humana. De acuerdo con Tania González, experta en biología y conservación de la Universidad Nacional, “es un fenómeno que está ligado a la tenencia no responsable de mascotas, en las que los perros son dejados en libertad, sin alimentación, por lo que estos adoptan hábitos y se vuelven ferales. De hecho, hay estudios que demuestran como los perros dejados en libertad forman jaurías y tienen jerarquías similares a las que se ven en los lobos”.
Los investigadores en Risaralda y en el caso de Puracé identificaron un factor adicional que podría estar provocando la presencia de perros en zonas protegidas: un comportamiento indebido de los turistas que visitas estas áreas. “En el caso de Risaralda, es una zona a la que llegan mucos turistas que, en la carretera, les dan comida a los perros, y ellos van llegando al páramo en donde se quedan persiguiendo a la fauna silvestre”, indica Duque.
El comportamiento de algunos animales silvestres, además, los haría más vulnerables a los perros. Pisso, biólogo que trabaja con los PNN, indica que las dantas, por ejemplo, son animales herbívoros a los que les gustan los espacios abiertos como las vías, que son los sitios donde estamos detectando las principales interacciones con perros”.
En ese sentido, los investigadores indican que se necesita un mayor control de las zonas de amortiguación alrededor de los Parques Nacional Naturales, en torno al uso de los suelos y diálogos con la población, para hacer más efectiva la inversión que se hace en estas zonas.
Se trata de un fenómeno mundial: la invasión de perros y gatos, según la base de datos del Sistema de información sobre la diversidad de los animales domésticos, ha costado entre 1960 y 2022 $50.930 millones de dólares a los ecosistemas y a la agricultura.
¿Qué se puede hacer?
Según indica Tania González, experta de la U. Nacional, se necesitan “soluciones que vayan a la raíz, algo que no hacemos en Colombia, y es la educación ambiental sobre tener una mascota. Ya con la situación que tenemos es necesaria una estrategia de manejo, en diferentes áreas, como brigadas de esterilización y en algunos casos, eutanasia”.
Por su parte, González indica que el país necesita avanzar en la investigación de la ecología de las áreas protegidas, “que se actualicen las presiones que tienen para tomar decisiones estratégicas. Ya la actividad humana no se va a ir, lo que tenemos que pensar es en un paisaje multifuncional que cumpla con la función general de conservar las zonas”.
Por esto, en las zonas del avistamiento de los ataques se están desarrollando jornadas pedagógicas con dos escuelas rurales para mejorar la atención de este fenómeno en el futuro en esta zona.
“El debate sobre esta situación se debe dar a gran escala, en las altas esferas políticas, y en el país en general, porque no podemos seguir ignorando esta problemática”, concluye Duque, autor del estudio. Y agrega: “Si esto le está pasando a una especie tan carismática como el tapir de montaña, la danta, cuesta pensar que le pasará a las otras especies”.
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