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Las soluciones se orientarán a once municipios mojaneros para salvar su ecosistema.
Autor: Jimena Puyana, Gerente del Área de Ambiente y Desarrollo Sostenible del Pnud Colombia
La Mojana, ese gran complejo de humedales que hace parte de la Depresión Momposina y que es conocida como el riñón de nuestro país, permanece en el olvido la mayor parte del año y se recuerda por estas épocas, cuando los ríos Cauca, San Jorge, Nechí y Magdalena llegan a recuperar los humedales que en los períodos secos fueron ocupados para cultivar o para la ganadería. En esa región, hace aproximadamente 2000 años, el pueblo Zenú desarrolló un sofisticado sistema de canales para vivir en armonía con el humedal. (Le sugerimos: La Mojana, un territorio adaptado al cambio climático)
Sin embargo, el desarrollo de actividades permanentes en zonas inundables, el desecamiento de ciénagas, la construcción de obras de contención desde los 70´s, así como la apropiación de playones comunitarios y la infraestructura no apta para sus condiciones ambientales, han resultado en una lucha interminable e innecesaria entre modernidad y naturaleza.
En esta región, se ejecuta desde el 2013 el Programa Mojana Clima y Vida, con aportes del Protocolo de Kioto y del Fondo Verde del Clima, con el objetivo de aumentar la capacidad de adaptación al cambio climático de la población rural más afectada. El Programa, apoyado por el Gobierno Nacional, la academia y organizaciones de base, ha desarrollado seis soluciones basadas en la naturaleza para recuperar el funcionamiento del ecosistema y promover modos de vida adaptados al clima cambiante. Estas soluciones ya han superado la fase de pilotaje y tienen el potencial para ser escaladas en los 11 municipios mojaneros. (Le puede interesar: La Mojana y el rol de la mujer en su reconstrucción)
La primera solución es la reconexión hidráulica del humedal. Por años se han alterado los canales naturales que conectan las aguas de los ríos con las ciénagas. Mi querido amigo, Aníbal Pérez, del Fondo Adaptación, habla de esta solución como uno de los sueños ideales. Consiste en rehabilitar aproximadamente 800 km de 30 canales para que las aguas fluyan, y así también recuperar la movilidad fluvial para los mojaneros. Esta solución intensiva en mano de obra, en el corto plazo, aportaría a la reactivación económica y en el mediano, permitiría a las comunidades el acceso a mercados y a bienes y servicios a un menor costo. (Lea todo el contenido sobre la campaña BIBO de El Espectador)
La segunda solución es la restauración de ecosistemas. Junto con el instituto Humboldt se desarrolló el mapa de estrategias de restauración para 48.000 hectáreas de ecosistemas de La Mojana. Recuperar los zapales, la vegetación rivereña perdida, así como la ecología de sus aguas, garantizaría los bienes y servicios ambientales de los que dependen las comunidades y devolvería a los humedales su función de amortiguación para los excesos de agua, controlando naturalmente las inundaciones.
La tercera solución es el fortalecimiento de la información hidrometeorológica a nivel local; La Mojana hoy cuenta con un centro de alertas y pronósticos en San Marcos, Sucre, que emite informes diarios sobre el clima y el agua. Este centro requiere asegurar su sostenibilidad con recursos de inversión nacional. Un reto para las finanzas públicas ambientales, ya escasas, pero una inversión menor en comparación con el costo evitado por posibles pérdidas y daños.
La cuarta medida es la infraestructura vernácula, aquella que no sólo es adaptada al clima sino a las condiciones culturales de los mojaneros. Hoy las comunidades replican y reparan fácilmente estas infraestructuras, que sirven de albergue y protección a poblaciones ubicadas en zonas rurales apartadas.
La quinta medida tiene que ver con el aprovechamiento de las aguas lluvias para el consumo. En La Mojana el 42 % de la población rural no tiene acceso al agua; en su mayoría la toman de pozos profundos o ciénagas; también, la distribución de la población y las condiciones geográficas dificultan el desarrollo de un sistema de acueductos que beneficie a todos y todas, en ambos casos la calidad del recurso es regular o mala y en extremos de lluvias o sequías exacerbados por el cambio climático, es difícil su acceso. Sin embargo, La Mojana, es la segunda región más lluviosa del país con 3500 a 4000 milímetros al año, por lo que la captura de agua lluvia con un sistema de filtros resulta una medida eficiente.
Finalmente, está el desarrollo de bancos de semillas y la promoción de paquetes tecnológicos para aquellas más adaptadas al clima, que permiten a las comunidades contar con alimentos variados y a bajo costo, así como recuperarse rápidamente ante cualquier evento extremo.
Estas medidas, que fortalecen la infraestructura verde, combinadas con otras de infraestructura dura son necesarias para la región; pero no olvidemos que, si bien hoy el agua es el centro de atención, según los escenarios climáticos, en La Mojana podrían aumentar el número de días secos pasando de 85 días al año a 97 y hasta 115. Por lo tanto, las medidas que se implementen deben contemplar también ese escenario de sequía que puede ser aún más catastrófico que el que hoy estamos viviendo.