Agua y energía: ejes centrales para el nuevo Plan Nacional de Desarrollo
Los asistentes al Encuentro Nacional por el Agua y la Energía Renovable, de la campaña Bibo, expusieron recomendaciones de cara a la formulación de la hoja de ruta del país para el próximo cuatrienio.
El próximo Plan Nacional de Desarrollo (PND), “Colombia, potencia mundial de la vida 2022-2026”, se cimenta sobre la visión de que el ordenamiento territorial alrededor del agua será determinante para armonizar las actividades productivas, económicas y sociales. Es el primero de los cinco ejes transformadores plasmados en el borrador del plan y fue el tema de conversación entre los académicos, funcionarios y representantes de la sociedad civil que asistieron al Encuentro Nacional por el Agua y la Energía Renovable, llevado a cabo en Bogotá.
Tal como ha sucedido en los 10 años anteriores, el evento de la campaña Bibo de El Espectador, bajo la iniciativa de ISAGEN y la dirección técnica de WWF Colombia, obedeció al último de cinco encuentros realizados en regiones claves en materia hídrica y energética (Antioquia, Caldas, Santander, el Caribe y la Orinoquia) y uno nacional en Bogotá, en donde se socializaron las recomendaciones de políticas en materia de agua y energía para el Plan Nacional de Desarrollo. “Vinimos a compartir conocimientos y ver de qué manera podemos contribuir a que el agua ocupe el lugar que le corresponde en el plan de desarrollo”, expresó Fidel Cano, director de El Espectador.
(Lea: Algunas claves para alcanzar una transición energética justa)
¿Por dónde empezar?
Omar Vargas, subdirector de hidrología del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (IDEAM), considera que la connotación del agua como “recurso” es un imaginario colectivo que hay que transformar antes de plantear la política pública, dado que conduce a pensar que está disponible para gastarlo. “Tiene que haber un cambio de mentalidad en el sentido de entender el agua como un patrimonio que implica derechos, pero también obligaciones ciudadanas”, afirmó el subdirector.
Para que eso ocurra, Vargas recordó la importancia de acercar el conocimiento técnico-científico a las comunidades con un lenguaje sencillo; una petición recurrente hecha por los participantes de los encuentros regionales de la campaña Bibo, que abogaron por promover un conocimiento generalizado de la cadena de valor del agua en los territorios para establecer modelos de participación desde la responsabilidad.
Otro elemento clave del encuentro fue diseñar una nueva política para la gestión Integral del recurso hídrico, con visión a los siguientes 10 o 15 años, estaría entre las acciones inmediatas a consolidar a escala nacional. La línea de trabajo vigente fue creada en 2010, con proyección a 2022, y según Fabián Caicedo, director de gestión integral del recurso hídrico del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, que la terminación de esta política coincida con la creación del PND es una coyuntura que hay que aprovechar para articular los esfuerzos multisectoriales.
“Tenemos una política que nos ha dejado aprendizajes. El Plan de Ordenación y Manejo de Cuencas Hidrográficas (POMCA) es un catalizador y necesitamos que ese instrumento de planeación ambiental nos sirva para ponerlo en los modelos de gestión de los territorios alrededor del agua”, explicó Caicedo.
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Avanzar desde lo construido
El diálogo entre actores locales, entidades, academia y las organizaciones ambientales se centró, a lo largo de los encuentros regionales, en transmitir al Gobierno Nacional la relevancia de mantener programas y estrategias de conservación, restauración y gestión de uso del agua que han resultado satisfactorias en los territorios o que podrían, con algunos ajustes, adaptarse mejor a las necesidades del país.
Desde el Ministerio de Ambiente, por ejemplo, buscan que las nueve plataformas colaborativas que se crearon para la formulación de proyectos con relación al recurso hídrico se fortalezcan. El fin es aumentar la participación de la sociedad civil, puesto que las iniciativas público-privadas están más consolidadas en esta vía. Además, la idea es dar continuidad al programa transfronterizo que existe para la protección de cuencas hidrográficas.
El IDEAM, a su vez, promulgó el monitoreo integral de las fuentes hídricas, donde el instituto lleve la batuta en la referencia nacional, pero sean las regiones las que hagan un seguimiento complementario. “No se puede gestionar lo que no se conoce”, dijo Omar Vargas. En su intervención, también pidió que el Gobierno otorgue un papel preponderante a las aguas subterráneas en la toma de decisiones por ser embalses naturales de utilidad durante las temporadas secas (fenómeno de El Niño).
(Lea también: Colombia y Dinamarca le apuestan a la transición energética)
Claves para la transición energética
Transforma, centro de pensamiento colombiano que promueve la acción climática, expuso durante el encuentro algunos de los hitos que Colombia debe alcanzar en los próximos años para ser carbono-neutral en 2050. El principal, sostienen los investigadores, es que la electrificación debe ser el catalizador sobre el cual se base la transición energética.
“Para lograr dicha electrificación se deberán instalar cerca de 100 gigavatios de energía renovable no convencional para 2050 y apostar a la eficiencia energética para encaminar al país a una ruta de demanda baja”, advirtió Álvaro Pinzón Velásquez, geocientífico de Transforma.
Como conclusión de su análisis, Transforma señaló que “los modelos prospectivos no consideran una descarbonización a 2050”, pese a acatar las diversas estrategias para establecer la matriz de consumo final con más baja demanda energética. Existen múltiples factores socioambientales que de aquí a esa fecha podrían influir en el cumplimiento de la meta. Sin embargo, el centro de pensamiento dejó en claro que sí es viable dar un giro energético en el país si se toman las medidas necesarias a corto, mediano y largo plazo.
Fue algo con lo que coincidió Diego Grajales, coordinador de cambio climático del Ministerio de Minas y Energía —presente en el mismo panel— al decir que la transición energética “no se hace de un día para otro; mínimo son 30 años. Pero lo que está claro es que el Gobierno está completamente enfocado en que tengamos soberanía energética”.
Lo que recomiendan los expertos
A continuación, algunas de las recomendaciones expresadas por los asistentes a los Encuentros Regionales por el Agua y la Energía Renovable, realizados entre junio y octubre de este año en Medellín, Manizales, Bucaramanga, La Guajira y Meta. Cada recomendación está ubicada de acuerdo con el eje del Plan Nacional de Desarrollo en el que se podría tener en cuenta.
El próximo Plan Nacional de Desarrollo (PND), “Colombia, potencia mundial de la vida 2022-2026”, se cimenta sobre la visión de que el ordenamiento territorial alrededor del agua será determinante para armonizar las actividades productivas, económicas y sociales. Es el primero de los cinco ejes transformadores plasmados en el borrador del plan y fue el tema de conversación entre los académicos, funcionarios y representantes de la sociedad civil que asistieron al Encuentro Nacional por el Agua y la Energía Renovable, llevado a cabo en Bogotá.
Tal como ha sucedido en los 10 años anteriores, el evento de la campaña Bibo de El Espectador, bajo la iniciativa de ISAGEN y la dirección técnica de WWF Colombia, obedeció al último de cinco encuentros realizados en regiones claves en materia hídrica y energética (Antioquia, Caldas, Santander, el Caribe y la Orinoquia) y uno nacional en Bogotá, en donde se socializaron las recomendaciones de políticas en materia de agua y energía para el Plan Nacional de Desarrollo. “Vinimos a compartir conocimientos y ver de qué manera podemos contribuir a que el agua ocupe el lugar que le corresponde en el plan de desarrollo”, expresó Fidel Cano, director de El Espectador.
(Lea: Algunas claves para alcanzar una transición energética justa)
¿Por dónde empezar?
Omar Vargas, subdirector de hidrología del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (IDEAM), considera que la connotación del agua como “recurso” es un imaginario colectivo que hay que transformar antes de plantear la política pública, dado que conduce a pensar que está disponible para gastarlo. “Tiene que haber un cambio de mentalidad en el sentido de entender el agua como un patrimonio que implica derechos, pero también obligaciones ciudadanas”, afirmó el subdirector.
Para que eso ocurra, Vargas recordó la importancia de acercar el conocimiento técnico-científico a las comunidades con un lenguaje sencillo; una petición recurrente hecha por los participantes de los encuentros regionales de la campaña Bibo, que abogaron por promover un conocimiento generalizado de la cadena de valor del agua en los territorios para establecer modelos de participación desde la responsabilidad.
Otro elemento clave del encuentro fue diseñar una nueva política para la gestión Integral del recurso hídrico, con visión a los siguientes 10 o 15 años, estaría entre las acciones inmediatas a consolidar a escala nacional. La línea de trabajo vigente fue creada en 2010, con proyección a 2022, y según Fabián Caicedo, director de gestión integral del recurso hídrico del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, que la terminación de esta política coincida con la creación del PND es una coyuntura que hay que aprovechar para articular los esfuerzos multisectoriales.
“Tenemos una política que nos ha dejado aprendizajes. El Plan de Ordenación y Manejo de Cuencas Hidrográficas (POMCA) es un catalizador y necesitamos que ese instrumento de planeación ambiental nos sirva para ponerlo en los modelos de gestión de los territorios alrededor del agua”, explicó Caicedo.
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Avanzar desde lo construido
El diálogo entre actores locales, entidades, academia y las organizaciones ambientales se centró, a lo largo de los encuentros regionales, en transmitir al Gobierno Nacional la relevancia de mantener programas y estrategias de conservación, restauración y gestión de uso del agua que han resultado satisfactorias en los territorios o que podrían, con algunos ajustes, adaptarse mejor a las necesidades del país.
Desde el Ministerio de Ambiente, por ejemplo, buscan que las nueve plataformas colaborativas que se crearon para la formulación de proyectos con relación al recurso hídrico se fortalezcan. El fin es aumentar la participación de la sociedad civil, puesto que las iniciativas público-privadas están más consolidadas en esta vía. Además, la idea es dar continuidad al programa transfronterizo que existe para la protección de cuencas hidrográficas.
El IDEAM, a su vez, promulgó el monitoreo integral de las fuentes hídricas, donde el instituto lleve la batuta en la referencia nacional, pero sean las regiones las que hagan un seguimiento complementario. “No se puede gestionar lo que no se conoce”, dijo Omar Vargas. En su intervención, también pidió que el Gobierno otorgue un papel preponderante a las aguas subterráneas en la toma de decisiones por ser embalses naturales de utilidad durante las temporadas secas (fenómeno de El Niño).
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Claves para la transición energética
Transforma, centro de pensamiento colombiano que promueve la acción climática, expuso durante el encuentro algunos de los hitos que Colombia debe alcanzar en los próximos años para ser carbono-neutral en 2050. El principal, sostienen los investigadores, es que la electrificación debe ser el catalizador sobre el cual se base la transición energética.
“Para lograr dicha electrificación se deberán instalar cerca de 100 gigavatios de energía renovable no convencional para 2050 y apostar a la eficiencia energética para encaminar al país a una ruta de demanda baja”, advirtió Álvaro Pinzón Velásquez, geocientífico de Transforma.
Como conclusión de su análisis, Transforma señaló que “los modelos prospectivos no consideran una descarbonización a 2050”, pese a acatar las diversas estrategias para establecer la matriz de consumo final con más baja demanda energética. Existen múltiples factores socioambientales que de aquí a esa fecha podrían influir en el cumplimiento de la meta. Sin embargo, el centro de pensamiento dejó en claro que sí es viable dar un giro energético en el país si se toman las medidas necesarias a corto, mediano y largo plazo.
Fue algo con lo que coincidió Diego Grajales, coordinador de cambio climático del Ministerio de Minas y Energía —presente en el mismo panel— al decir que la transición energética “no se hace de un día para otro; mínimo son 30 años. Pero lo que está claro es que el Gobierno está completamente enfocado en que tengamos soberanía energética”.
Lo que recomiendan los expertos
A continuación, algunas de las recomendaciones expresadas por los asistentes a los Encuentros Regionales por el Agua y la Energía Renovable, realizados entre junio y octubre de este año en Medellín, Manizales, Bucaramanga, La Guajira y Meta. Cada recomendación está ubicada de acuerdo con el eje del Plan Nacional de Desarrollo en el que se podría tener en cuenta.