América Latina lidera la transición de los sistemas agroalimentarios
OPINIÓN | Para responder a las graves consecuencias de las prácticas agrícolas y ganaderas, la región le apuesta a transitar hacia el modelo de la Ganadería y Agricultura Regenerativa.
Paula Caballero*
A nivel global, nos enfrentamos al desafío de garantizar la seguridad alimentaria de una población creciente, mientras restauramos el equilibrio ecológico y climático del planeta. Para esto, necesitamos cambiar los sistemas alimentarios actuales ―basados en prácticas agrícolas y ganaderas insostenibles― que son responsables de casi la mitad de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) mundiales, el 70 por ciento de la pérdida del agua dulce, el 80 por ciento de la conversión de hábitats, y entre un 70 y 90 por ciento de la deforestación.
La buena noticia es que la ganadería y agricultura regenerativa reportan importantes beneficios para una productividad mejorada, mayor bienestar social y económico de los productores, recursos naturales sanos y resilientes e importantes reducciones en emisiones de gases efecto invernadero. Las soluciones ya existen mediante enfoques de gestión de los sistemas agroalimentarios que integran los conocimientos científicos y locales para conservar y restaurar activamente los ecosistemas y la biodiversidad, en y alrededor de las áreas de producción, al mismo tiempo que aumenta la productividad y se fortalecen la inclusión social, la salud humana y los medios de vida. Además, es un modelo que puede adaptarse a diversas escalas de producción, desde los pequeños agricultores hasta los grandes productores.
Cabe subrayar que la región es la mayor proveedora de servicios ecosistémicos del mundo: alberga entre el 40 y el 50 por ciento de la biodiversidad, el 25 por ciento de los bosques y genera el 33 por ciento del agua dulce. Lo cual implica que todas las acciones que se tomen en su territorio tienen repercusiones globales en materia de conservación.
Afortunadamente, América Latina está liderando la implementación de este modelo lo cual es crítico, pues la región genera casi el 25% de la producción agropecuaria y pesquera del mundo y según varios expertos, esta capacidad podría duplicarse para el año 2030. América Latina juega un papel preponderante en la seguridad alimentaria mundial. Atender las crisis entrelazadas de clima, biodiversidad y equidad requiere de este tipo de soluciones holísticas y sistémicas.
En la región se han estado adelantando diferentes proyectos de agricultura y ganadería regenerativa que están contribuyendo al cambio de paradigma que requerimos. Por ejemplo, en Chiapas, México, The Nature Conservancy (TNC) en alianza con socios locales ha logrado que, a través de la implementación de sistemas silvopastoriles en tierras degradadas por la ganadería extensiva, la producción de leche haya aumentado un 45%, mientras se han reducido a casi un tercio las emisiones de metano y se han protegido 8.000 hectáreas de bosque. Una experiencia donde se evidencia el desarrollo integral planteado por el enfoque.
También, en la parte argentina del Gran Chaco ―el segundo bosque más grande de Sudamérica― TNC de la mano de otros actores está protegiendo cerca de 500 mil hectáreas de tierra, lo cual ha permitido garantizar que productos clave para la región, como la soja y la carne de res, vengan solamente de áreas libres de deforestación. En Colombia, 4.100 ganaderos han empleado nuevos sistemas de producción ganadera y agrícola, que, entre otras cosas, han aumentado en un 30% la biodiversidad de aves presente. Y en El Cerrado ―la sabana más biodiversa del mundo, en Brasil― a través del proyecto Reverte, se han facilitado soluciones financieras para proveer apoyo técnico en la transición, y beneficios crediticios para los productores que son parte del proceso. Estos ejemplos dan cuenta de los beneficios ambientales, sociales y económicos que trae la implementación de programas con una visión más sostenible.
Hay muchas más acciones necesarias para garantizar una transición exitosa de los sistemas agroalimentarios. En este momento, lo más importante es que sigamos creando alianzas para la incidencia en políticas y finanzas públicas, buscando financiación privada para apoyar esta transición, creando modelos de negocio sostenibles a largo plazo, desarrollando e intercambiando conocimientos que amplíen el alcance de estas propuestas, y estableciendo redes de impacto.
Necesitamos, urgentemente, transitar hacia un sistema productivo que promueva el desarrollo social y económico de la región, al mismo tiempo que asegure la regeneración de los recursos naturales de los que el sector mismo, así como nuestras sociedades, dependen. Las apuestas ambiciosas y disruptivas como la agricultura y ganadería regenerativa, capaces de transformar a largo plazo los enfoques convencionales, nos permitirán conseguirlo.
*Directora ejecutiva regional TNC America Latina
A nivel global, nos enfrentamos al desafío de garantizar la seguridad alimentaria de una población creciente, mientras restauramos el equilibrio ecológico y climático del planeta. Para esto, necesitamos cambiar los sistemas alimentarios actuales ―basados en prácticas agrícolas y ganaderas insostenibles― que son responsables de casi la mitad de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) mundiales, el 70 por ciento de la pérdida del agua dulce, el 80 por ciento de la conversión de hábitats, y entre un 70 y 90 por ciento de la deforestación.
La buena noticia es que la ganadería y agricultura regenerativa reportan importantes beneficios para una productividad mejorada, mayor bienestar social y económico de los productores, recursos naturales sanos y resilientes e importantes reducciones en emisiones de gases efecto invernadero. Las soluciones ya existen mediante enfoques de gestión de los sistemas agroalimentarios que integran los conocimientos científicos y locales para conservar y restaurar activamente los ecosistemas y la biodiversidad, en y alrededor de las áreas de producción, al mismo tiempo que aumenta la productividad y se fortalecen la inclusión social, la salud humana y los medios de vida. Además, es un modelo que puede adaptarse a diversas escalas de producción, desde los pequeños agricultores hasta los grandes productores.
Cabe subrayar que la región es la mayor proveedora de servicios ecosistémicos del mundo: alberga entre el 40 y el 50 por ciento de la biodiversidad, el 25 por ciento de los bosques y genera el 33 por ciento del agua dulce. Lo cual implica que todas las acciones que se tomen en su territorio tienen repercusiones globales en materia de conservación.
Afortunadamente, América Latina está liderando la implementación de este modelo lo cual es crítico, pues la región genera casi el 25% de la producción agropecuaria y pesquera del mundo y según varios expertos, esta capacidad podría duplicarse para el año 2030. América Latina juega un papel preponderante en la seguridad alimentaria mundial. Atender las crisis entrelazadas de clima, biodiversidad y equidad requiere de este tipo de soluciones holísticas y sistémicas.
En la región se han estado adelantando diferentes proyectos de agricultura y ganadería regenerativa que están contribuyendo al cambio de paradigma que requerimos. Por ejemplo, en Chiapas, México, The Nature Conservancy (TNC) en alianza con socios locales ha logrado que, a través de la implementación de sistemas silvopastoriles en tierras degradadas por la ganadería extensiva, la producción de leche haya aumentado un 45%, mientras se han reducido a casi un tercio las emisiones de metano y se han protegido 8.000 hectáreas de bosque. Una experiencia donde se evidencia el desarrollo integral planteado por el enfoque.
También, en la parte argentina del Gran Chaco ―el segundo bosque más grande de Sudamérica― TNC de la mano de otros actores está protegiendo cerca de 500 mil hectáreas de tierra, lo cual ha permitido garantizar que productos clave para la región, como la soja y la carne de res, vengan solamente de áreas libres de deforestación. En Colombia, 4.100 ganaderos han empleado nuevos sistemas de producción ganadera y agrícola, que, entre otras cosas, han aumentado en un 30% la biodiversidad de aves presente. Y en El Cerrado ―la sabana más biodiversa del mundo, en Brasil― a través del proyecto Reverte, se han facilitado soluciones financieras para proveer apoyo técnico en la transición, y beneficios crediticios para los productores que son parte del proceso. Estos ejemplos dan cuenta de los beneficios ambientales, sociales y económicos que trae la implementación de programas con una visión más sostenible.
Hay muchas más acciones necesarias para garantizar una transición exitosa de los sistemas agroalimentarios. En este momento, lo más importante es que sigamos creando alianzas para la incidencia en políticas y finanzas públicas, buscando financiación privada para apoyar esta transición, creando modelos de negocio sostenibles a largo plazo, desarrollando e intercambiando conocimientos que amplíen el alcance de estas propuestas, y estableciendo redes de impacto.
Necesitamos, urgentemente, transitar hacia un sistema productivo que promueva el desarrollo social y económico de la región, al mismo tiempo que asegure la regeneración de los recursos naturales de los que el sector mismo, así como nuestras sociedades, dependen. Las apuestas ambiciosas y disruptivas como la agricultura y ganadería regenerativa, capaces de transformar a largo plazo los enfoques convencionales, nos permitirán conseguirlo.
*Directora ejecutiva regional TNC America Latina