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América Latina: ¿por qué la región megadiversa del mundo sufre la mayor pérdida de especies?

El continente, que cuenta con seis países considerados megadiversos, alberga ecosistemas como los arrecifes de coral o los manglares, que a su vez conservan especies claves para la salud humana y del planeta. Entre 1970 y 2016, sin embargo, fue la región con mayor pérdida en biodiversidad. ¿Qué acciones humanas están provocando estos cambios?

11 de agosto de 2022 - 02:00 a. m.
 La pérdida de biodiversidad en América Latina se debe, principalmente, a la transformación del uso del suelo. / María Paula Rubiano
La pérdida de biodiversidad en América Latina se debe, principalmente, a la transformación del uso del suelo. / María Paula Rubiano

Es común escuchar que Colombia es un país megadiverso, pues su territorio está compuesto por muchos tipos de ecosistemas que albergan una enorme variedad de especies. En menos del 1 % de la superficie del planeta se concentran poblaciones del 10 % de las especies conocidas: hasta la fecha se han registrado en Colombia más de 54.000 especies y casi 3.000 de ellas son endémicas, es decir, que existen únicamente en su territorio.

Pero no es el único país megadiverso de América Latina. De hecho, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, esta es la región con mayor proporción de países extraordinariamente ricos en biodiversidad, ya que Bolivia, Brasil, Ecuador, Perú y Venezuela también hacen parte de esta lista. Y según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, más del 40 % de la biodiversidad y más de un 25 % de los bosques de la Tierra están concentrados en este continente.

Además de esta gran riqueza desde las cifras, ¿qué especies de América Latina hacen que sea un lugar clave para el bienestar y la salud del planeta? Luis Germán Naranjo, director de Conservación y Gobernanza de WWF Colombia, explica que, aunque es difícil señalar qué características hacen que una especie sea más importante que otras, pues todas desempeñan funciones complejas y hacen parte de sistemas interrelacionados, algunas tienen mayor peso en la prestación de servicios ecosistémicos, es decir, los beneficios que la naturaleza brinda a la humanidad, como el agua, la comida o la polinización, por ejemplo. En ese sentido, algunas especies tienen funciones más críticas en los procesos para producir estos servicios. (También puede leer: Generación 10: la plataforma que reúne a jóvenes para crear soluciones ambientales)

Hay miles de formas de ver el papel que cumplen distintas especies en nuestra vida diaria. Naranjo pone como referencia a ciertos murciélagos nectarívoros que polinizan el agave. “Sin estos murciélagos no tendríamos ni tequila ni mezcal”, indica.

Así sucede con otras especies latinoamericanas. El informe El estado de la biodiversidad en América Latina y el Caribe, del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, señala a los manglares, humedales y arrecifes de coral como tres de los ecosistemas claves en la región. El Caribe tiene el 12 % de los manglares del mundo, mientras que las costas del Pacífico y del Atlántico latinoamericano también cuentan con extensos bosques de manglares. “Estos ecosistemas, conformados por varias especies de árboles adaptados a las condiciones de los estuarios, prestan servicios ecosistémicos tan importantes como la protección contra la erosión costera o la de servir de sala-cunas de muchas especies de peces de importancia comercial”, explica Naranjo, de WWF Colombia.

En una línea similar, los arrecifes de coral, conformados por varias especies de estos animales coloniales, tienen funciones críticas para el funcionamiento de los ecosistemas marino-costeros, ya que allí hay una gran concentración y diversidad de especies. “Son sitios empleados por muchas especies de peces, moluscos y crustáceos para reproducirse, para alimentarse, para refugiarse”, agrega el experto de WWF Colombia. Se estima que el 10 % de los arrecifes de coral que existen se ubican en el océano Atlántico occidental, principalmente en el Caribe, según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.

El informe de este Programa también señala que la región de América Latina y el Caribe es la más húmeda del mundo, pues alberga la mayor cantidad de humedales extensos de la Tierra. “Estos humedales son algunos de los más diversos biológicamente en el planeta, hogares de especies endémicas y esenciales para proporcionar servicios ecosistémicos relacionados con el agua”, señala el documento. (Le puede interesar: Océanos: los compromisos que el mundo ha planteado para asegurar su salud en 2030)

Por tratarse de una región tan biodiversa es evidente que la cantidad y diversidad de especies sea extensa, explica Naranjo, de WWF Colombia. “Un ejemplo de esto es el asombroso volumen de insectos polinizadores en América Latina; una multitud de especies de abejas, avispas y moscas, entro otras. Sin ellos, la producción de muchos alimentos se vería comprometida”, agrega.

Sin embargo, al igual que en otros lugares del mundo, la biodiversidad del continente se ha visto amenazada por la pérdida de hábitat y transformaciones del suelo. En 2020, el informe Planeta Vivo, de WWF, encontró que entre 1970 y 2016 América Latina presentó el mayor declive del mundo en biodiversidad en especies de mamíferos, aves, peces, reptiles y anfibios. En este período hubo una pérdida de un promedio del 94 % de estas especies en la región. Detrás de esta caída está la transformación del uso del suelo, que es el mayor motor de pérdida de biodiversidad a nivel mundial.

Este término se refiere a la transformación de ecosistemas para realizar actividades como la ganadería, la agricultura o incluso la expansión de ciudades. Naranjo, de WWF Colombia, explica que la producción de alimentos es uno de los factores de mayor impacto en Latinoamérica. Hay varias cifras que ejemplifican el impacto de la agricultura. De acuerdo con el reporte Planeta Vivo, la agricultura es responsable del 80 % de la deforestación mundial, mientras que una estimación del Convenio de Diversidad Biológica indica que las presiones asociadas a esta actividad están vinculadas al 70 % de la pérdida de biodiversidad mundial. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), además, advierte que en América Latina y el Caribe están las reservas de tierra cultivable más grandes del mundo, lo que ha contribuido a la disminución de la cobertura de bosques en la región. (Le recomendamos: Poca biodiversidad, el negativo legado que dejó el cambio de uso del suelo)

El reporte de WWF advierte que, ante el panorama de pérdida de biodiversidad, las acciones de conservación no son suficientes, sino que deben ir acompañadas de la transformación de los sistemas productivos. Naranjo señala que la tendencia actual de disminución de consumo de proteína animal o de productos orgánicos es una buena señal. “Esto se va a ver reflejado en un cambio de los sistemas de producción. Ahora, estos sistemas están cada vez más orientados hacia la agricultura regenerativa o la agroecología”, detalla. Los sistemas que menciona implican, por ejemplo, un menor uso de maquinaria pesada y agroquímicos, prácticas que favorecen una relación más armónica con los ecosistemas.

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