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Cultivar la tierra sin tener en cuenta a la naturaleza y los ecosistemas ha sido el modelo que ha dominado la producción mundial de alimentos en las últimas décadas. Los resultados de este modo de hacer las cosas han demostrado un impacto innegable en la salud del planeta y la de los seres humanos, presentando una degradación de los suelos, la pérdida de servicios ecosistémicos y riesgos de toxicidad en los alimentos por el uso de pesticidas, entre otros.
Como respuesta a esta situación, al tiempo que se necesita mantener los niveles de producción para alimentar a la creciente población en el mundo, se ha consolidado un enfoque que busca transformar la agricultura y los sistemas agroalimentarios, poniendo en el centro la ecología y los valores humanos. Esta visión se ha denominado agroecología.
En 2019 el Grupo de alto nivel de expertos en seguridad alimentaria y nutrición (HLPE, por sus siglas en inglés) del Comité de Seguridad Alimentaria Mundial (CSA), propuso los 10 elementos de la agroecología, dejando presente que la agroecología fomenta prácticas hacia sistemas agrícolas sostenibles, rescata saberes tradicionales, conserva los servicios ecosistémicos, promueve sistemas agroalimentarios más eficientes, inclusivos y resilientes, y busca apoyar objetivos ambientales, sociales y nutricionales.
Este enfoque, además, busca avanzar en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030, como poner fin a la pobreza, erradicar el hambre, lograr igualdad de género, materializar el trabajo decente y crecimiento económico, reducir las desigualdades y consolidar la vida de ecosistemas terrestres.
“La agroecología es más que un sistema de producción que contempla variables económicas y productivas, parte de la visión social y cultural, reconociendo la sabiduría de las comunidades y promoviendo el rescate de prácticas ancestrales, que han demostrado con el paso del tiempo su eficiencia bajo una visión integradora con la que nos beneficiamos todos; elementos que nos permiten concluir que se trata, en definitiva, de un estilo de vida”, explica Marcos Rodríguez, especialista senior del área de agricultura familiar y mercados inclusivos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Su implementación en Colombia se ha venido materializando en los últimos cinco años con el apoyo de la cooperación internacional, en particular por el Programa de Desarrollo Rural con Enfoque Territorial (DRET II) de la Unión Europea (UE), la Agencia Italiana de Cooperación para el Desarrollo (AICS) y la FAO, que ha venido apoyando la construcción de la Política Pública de Agroecología en Colombia, liderada por los Ministerios de Agricultura y Desarrollo Rural (MinAgricultura) y de Ambiente y Desarrollo Sostenible (MinAmbiente). También por el proyecto de Desarrollo de Capacidades en Sistemas de Innovación Agrícola: ampliación del Marco Común de la Plataforma de Agricultura Tropical (TAP-AIS), financiado por la Unión Europea.
El Programa DRET II ha hecho especial énfasis en la visión territorial, trabajando de la mano de aliados en proyectos piloto con los que se han logrado definir lineamientos a partir de la participación de comunidades, organizaciones de la sociedad civil, instituciones y la academia, en busca de mejorar el desarrollo del sector del agro de manera sostenible y fomentar mejores condiciones de vida para productores y productora de la ruralidad.
¿Cómo avanza la transición en Colombia?
En el país desde hace cinco años se viene trabajando en una hoja de ruta para la transición hacia la agroecología, y uno de los puntos de partida y principales motores para este cambio ha sido la construcción de una política pública y un programa nacional sobre este tema.
Desde la Unión Europea en Colombia, Alberto Menghini afirma al respecto que “el respaldo a la agroecología en Colombia implica promover prácticas agrícolas sostenibles, conservar servicios ecosistémicos y fomentar sistemas agroalimentarios eficientes, inclusivos y resilientes. Los programas que apoyamos se enfocan en la paz, el desarrollo local, la conservación del medio ambiente y la participación activa de las comunidades. Estas estrategias contribuyen a eliminar prácticas agrícolas inapropiadas y avanzar hacia sistemas agroalimentarios saludables y sostenibles en Colombia, desempeñando también un papel crucial en la regulación de la deforestación”.
Desde la Agencia Italiana de Cooperación para el Desarrollo (AICS) se ha venido apoyando la transición agroecológica también a nivel educativo, a través de un convenio con la Universidad de Bolonia en Italia, la más antigua del mundo, desde donde se exploran las equivalencias entre la política pública de agricultura orgánica que existe en Europa y la que tenemos actualmente en Colombia, buscando no solo beneficios frente al cuidado y la preservación del medio ambiente, sino el impulso que esto puede traer al comercio y la exportación.
Este convenio, además de beneficiar al Ministerio de Agricultura, abarca intercambios de conocimientos, experiencias y estancias de investigación entre la universidad italiana y las universidades Surcolombiana, Uniminuto y la Universidad de Antioquia. “El intercambio de estudiantes y profesores de las diferentes universidades fortalecerá el sector agroalimentario del país. Integrar 3 diferentes universidades colombianas que representan la diversidad y la riqueza cultural de Colombia, ha sido un logro mancomunado de la Agencia Italiana de Cooperación, a través del programa DRET II y la Universidad de Bolonia’', afirmó el profesor italiano Pietro Rocculi, director del proyecto educativo.
Estos apoyos hacen parte de una estrategia marco del programa, que trabaja en el marco de una agenda interministerial entre los ministerios de Agricultura y de Ambiente, que contempla también el apoyo a la trasformación hacia formas de agricultura sostenible más amigables con el medio ambiente que se han concretado en varios proyectos piloto a nivel territorial así como en acciones de apoyo a nivel central.
“Entre los proyecto piloto territoriales es de especial relevancia el trabajo en el Valle del Cauca, donde hemos apoyado el plan agroecológico departamental, el cual fue recientemente aprobado; es un ejemplo de un proyecto piloto que ha logrado escalar hasta convertirse en política pública departamental”, afirmó Furio Massolino, director del Programa DRET II y experto en desarrollo rural y ambiente de la Agencia Italiana de Cooperación para el Desarrollo (AICS).
De hecho, el 5 de junio bajo la ordenanza 018 de 2024, fue aprobado el Plan Departamental Agroecológico 2024-2035 del Valle del Cauca, que fue producto de un diálogo y participación de las comunidades étnicas y de la ACFC de los municipios, además de organizaciones de la sociedad civil, entidades públicas y privadas, liderado por la Gobernación y con el apoyo del DRET II, con el piloto regional “Agroecología para la vida”, implementado por la Fundación Instituto Mayor Campesino (IMCA).
Se espera que, en los próximos meses, otras políticas departamentales, como la de Cundinamarca, sean presentadas ante las asambleas y aprobadas para su ejecución para finales de año.
Además de esto, el Programa DRET II ha ampliado el pilotaje de política pública de agroecología en otros departamentos del país con proyectos como las biofábricas para la agricultura campesina familiar y comunitaria (ACFC), en alianza con la Asociación Hortifruticola de Colombia (Asohofrucol); y el piloto de promoción, sensibilización y concientización de consumo verde, de los productos de sectores de agrosistemas sostenibles por parte de consumidores en Boyacá.
Otro ejemplo es el proyecto piloto “La Chagra Biodiversa”, realizado con la Federación de Prosumidores Agroecológicos (Agrosolidaria) en el Amazonas, y que consistió en un intercambio de saberes, cosmovisiones, valores y tradiciones culturales para fortalecer la gobernanza y la soberanía alimentaria en las comunidades de San Martín de Amacayacu y Mocagua.
A través de estos esfuerzos internacionales, se han ido gestando marcos de política pública adecuados que abordan las dimensiones social, económica, ambiental y productiva, integrando a los sectores de agricultura y ambiente en busca del desarrollo rural sostenible.
De esta manera, en articulación con MinAgricultura y MinAmbiente, la cooperación internacional ha apoyado la construcción del Programa Nacional de Agroecología (PAN), a partir de diferentes encuentros y talleres nacionales y territoriales con diferentes actores, como 13 redes y plataformas nacionales de ACFC, involucrando a la academia y a las empresas.
“Ya se han concertado los objetivos, principios, enfoques, lineamientos y estrategias de acción de la política pública y está en proceso de construcción el documento técnico de la política, el cual se socializará para retroalimentación de los diversos actores interesados. La proyección que tenemos es hacer el lanzamiento público de la política en el Congreso Nacional de Agroecología que se realizará en el mes de septiembre”, explica Lucero Rodríguez, asesora de MinAgricultura.
Esta Política Pública Nacional de Agroecología se materializaría a través del programa (PAN), que iniciaría por acciones alrededor de los bioinsumos y las promotorías agroecológicas.
“Para impulsar estos procesos ha sido central la participación activa de la sociedad civil y las organizaciones campesinas, ya que hay más de 50 años de experiencias en estos temas por parte de organizaciones sociales, pero lo que se busca es darle un impulso mayor y escalar la producción para que no sean experiencias aisladas. Uno de los objetivos es pasar de fincas agroecológicas a corredores enteros en el país”, indica Marcos Rodríguez de la FAO.
Un foro sobre las innovaciones en la agroecología
Para dialogar sobre los avances de la transición agroecológica en el país, tuvo lugar en el Jardín Botánico de Bogotá el foro internacional “Transformación de Sistemas Agroalimentarios: Agroecología y otros enfoques innovadores - Contribuciones para la COP16″. Este encuentro, organizado por el Programa DRET II y el Proyecto TAP-AIS, contó con la presencia de la entonces ministra de Agricultura Jhenifer Mojica, representantes del Ministerio de Ambiente; el Jefe de Cooperación de la Unión Europea en Colombia y expertos en agroecología a nivel mundial como Miguel Altieri y Clara Nicholls, profesores de la Universidad de California, Berkeley; así como de académicos de la Universidad de Bolonia desde Italia, expertos de Cuba, Brasil y Ecuador; asociaciones de productores y líderes y lideresas comunitarias.
El evento demostró ser un espacio de diálogo político-técnico para alimentar este proceso en Colombia, que permitió identificar estrategias clave para el escalamiento de la agroecología en el país, y en el mundo, teniendo en cuenta que esta es una de las prioridades enmarcadas en el Pacto Verde Europeo, “con la que se busca mitigar los efectos de la crisis climática a través del aumento de la producción y el consumo de alimentos más sostenibles, que tengan un impacto neutral o positivo en el medio ambiente y que garanticen la seguridad alimentaria y la salud pública” según ratificó Pablo Neira de la Unión Europea en Colombia.
Lorenzo Negri, experto en agricultura ecológica de la Universidad de Bolonia, afirmó que “si bien Colombia se enfrenta a problemas similares a los que enfrenta Europa en materia de costos elevados de producción agrícola y afectaciones por la crisis climática, en Colombia la agroecología representa un movimiento social, además de técnico y científico” y agregó que a través de la Cooperación Italiana se busca “unir las experiencias italianas y colombianas para fomentar los cambios necesarios que exige el sector agrario”.
Este Foro, puso de manifiesto experiencias del país en esta materia, así como estrategias en la región, particularmente de Brasil, Cuba y Ecuador. Se presentó un panorama de los avances y oportunidades para la transición agroecológica en América Latina, y se dieron a conocer los avances nacionales y regionales.
Durante su intervención, el director del Instituto Nacional de Ciencias Agrícolas de Cuba, Alexander Miranda, afirmó que “La agricultura urbana en Cuba tiene más de 200 mil hectáreas vinculadas a la agroecología, buscamos espacios vacíos en las ciudades para cultivar alimentos haciendo uso de la agroecología y a partir de insumos locales, no hay que importar recursos de otro lugar. Esto asegura la soberanía alimentaria sobre todo en un país como Cuba que estamos frecuentemente afectados por los huracanes y esta es una forma de producir alimentos sanos e inocuos, rápidamente”.
Desde la Universidad de California Berkeley, el profesor emérito Ph.D, Miguel Altieri, aseguró que “Colombia tiene todos los ingredientes para escalonar la agroecología, tiene grupos étnicos y campesinos con conocimientos y semillas tradicionales, experiencias exitosas en fincas que aplican principios agroecológicos, universidades con programas de agroecología, la presencia de mercados alternativos y también tiene un gobierno que está tratando de impulsar la agroecología, por lo tanto están todos los ingredientes; lo que se necesita en este momento, es unir estos diferentes grupos que están trabajando hacia un propósito común, que es una agricultura hacia la vida, basada en agroecología”. Rumbo a la COP 16
Avanzar en esta apuesta por la sostenibilidad es clave, pues este año Colombia será sede de la 16° Conferencia de las Partes del Convenio sobre Diversidad Biológica (COP16), escenario propicio para impulsar cambios sostenibles en el país, de cara al Marco Global de Biodiversidad Kunming-Montreal, el cual establece la nueva hoja de ruta para detener y revertir la pérdida de biodiversidad a nivel global.
“Será un gran espacio para establecer agendas y compromisos entorno a la conservación de la biodiversidad y los servicios ecosistémicos, priorizando la crisis climática, la pérdida de hábitats naturales y la sobreexplotación de los recursos naturales”, destacó Renso García del Ministerio de Ambiente.
“Nuestra intención es que, en el país, la agroecología sea una estrategia fundamental para la conservación de biodiversidad y la gestión de los conflictos socioambientales que existen en diversos territorios del país y el mundo, para contribuir en la armonización entre derechos de los pueblos y comunidades, el desarrollo territorial sustentable y la protección de la biodiversidad y el ambiente”, concluyó Lucero Rodríguez, coordinadora de Innovación y Desarrollo Tecnológico de MinAgricultura.