Así se está moviendo la Unión Europea en las negociaciones de la COP16
Desde Bibo, de El Espectador, hablamos con los delegados de los equipos de la Unión Europea para conocer sus prioridades y los temas que impulsarán en la cumbre de biodiversidad que se realiza en Cali. Los resultados obtenidos en Colombia serán destacados como una de las formas en las que se puede avanzar hacia las metas planetarias que se tienen para el 2030.
Desde el pasado 20 de octubre, más de 190 países del mundo, a través de sus miles de delegados, están reunidos en Cali (Valle del Cauca) para participar de la COP16, la cumbre de biodiversidad de las Naciones Unidas, cuyo objetivo es frenar la pérdida de vida en todas sus formas y, por ende, asegurar el equilibrio ecológico del planeta.
En estas jornadas, y en medio de una gran expectativa global, los diferentes pabellones, espacios, salas, plazas e, incluso los pasillos, vibran en torno a una pregunta: ¿cómo lograr y mejorar la conservación de la naturaleza y sus ecosistemas, y de paso, asegurar el desarrollo sostenible del planeta?
Se trata de una pregunta compleja tanto desde el punto de vista político cómo técnico, pero de cuya respuesta depende la supervivencia de la vida tal y como la conocemos. Esto implica un escenario de negociaciones y discusiones para definir las soluciones que, si bien deben estar guiadas por el Marco Global de la Diversidad Biológica, tienen que expresarse en metas nacionales concretas y verificables, y en mecanismos de financiamiento público y privado que incentiven inversiones enfocadas en la descarbonización y la protección de la biodiversidad.
La necesidad de hacerlo es urgente. Para ponerlo en perspectiva, como informó WWF y la Sociedad Zoológica de Londres a través de su informe Planeta Vivo, se estima que el tamaño promedio de las poblaciones silvestres disminuyó, entre 1970-2020, en un 73 %. Y, en general, el planeta está peligrosamente cerca de superar cinco puntos de inflexión (o de no retorno global) que, si se alcanzan, amenazarían a los sistemas de soporte vital de la Tierra.
Ante estos retos, uno de los actores con más peso en estas mesas y diálogos sobre biodiversidad será, sin duda, la Unión Europea (UE), que reúne a 27 países de ese continente. En este campo, en los últimos años, la UE ha decidido destinar, según cifras de la Comisión Europea, el 7,5 % de sus recursos hacia la biodiversidad, tanto dentro de la UE como en otros países. A partir de 2026, se propone aumentar esos recursos al 10%.
Como explica Hugo-Maria Schally, Consejero para Negociaciones Internacionales Ambientales de la Dirección General de Medio Ambiente de la Comisión Europea, el principal objetivo de la Cumbre Mundial de Biodiversidad en Cali es revisar el estado de aplicación del Marco Global, y, en particular, determinar qué tanto los países han adaptado sus leyes, políticas públicas y regulaciones para avanzar en las metas que fueron establecidas por el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB).
“En la cumbre no estamos discutiendo, en detalle, los avances de las 23 metas de biodiversidad, sino que estamos analizando, con las estrategias ya puestas en la mesa y en marcha, las formas en las que podemos optimizar y redireccionar temas como el monitoreo o el financiamiento, que son claves para lograr los objetivos históricos que tenemos para el 2030″, precisa Schally, de la UE.
Una de las expectativas de los negociadores de la UE es que se pueda trabajar en mecanismos para financiar la protección de la biodiversidad, en los que se ha avanzado en los últimos años con iniciativas públicas y privadas, por ejemplo, bonos o taxonomías verdes.
Además de esto, entre las prioridades de la Unión Europea durante la COP16 está la necesidad de abordar la pérdida de biodiversidad y el cambio climático de manera integral. Una muestra de esto está ocurriendo en ese continente con la entrada en vigor de la Ley de Restauración de la Naturaleza, que busca incrementar la biodiversidad y la salud de los ecosistemas degradados, en particular aquellos con mayor potencial para capturar y almacenar carbono y para prevenir y reducir el impacto de las catástrofes naturales.
Los delegados de la UE abogarán por la necesidad de transversalizar la biodiversidad en todos los niveles del Gobierno y de las sociedades, establecer una red de centros de cooperación científica y, entre otras, adoptar un programa de trabajo para mejorar la participación e incidencia de los pueblos indígenas y las comunidades locales en la conservación de la naturaleza.
Las discusiones sobre los recursos genéticos y la bioseguridad
El Convenio de las Naciones Unidas sobre Diversidad Biológica (CBD), creado en 1992, cuenta con dos protocolos que serán discutidos durante la COP16. El primero es el Protocolo de Nagoya, que versa sobre el acceso a recursos genéticos y el intercambio justo y equitativo de los beneficios resultantes de su utilización.
“Se trata de un debate sumamente técnico, como muchos de los debates en esta materia, pero la idea básica es que todos los países, sobre todo los que son más biodiversos en el mundo, también se beneficien del uso económico e industrial que se hace de esa biodiversidad”, dice Gilles Bertrand, embajador de la UE en Colombia.
Entre los objetivos de la Unión Europea está que se pueda llegar a un acuerdo que permita una repartición justa de los beneficios de estos recursos genéticos, y en particular, que permitan un desarrollo económico sostenible que beneficie, al tiempo, a las comunidades y el sector privado, así como que impulse la protección de la diversidad genética.
Por otra parte, la UE también tiene el objetivo de consolidar el Protocolo de Cartagena que busca garantizar el manejo, transporte y uso seguro de organismos vivos modificados resultantes de procesos de biotecnología, cuyo manejo inadecuado puede tener efectos adversos en la diversidad biológica, así como en la salud humana.
De esta manera, los negociadores europeos harán énfasis en la necesidad de una implementación completa de este protocolo al fortalecer los marcos nacionales y adoptando una evaluación robusta de los riesgos.
En este frente la UE está apoyando la iniciativa de la Financiación de la Biodiversidad (BIOFIN), que busca ayudar a los países, a través de recursos, a identificar qué parte de su economía puede estar teniendo un impacto en la biodiversidad, por ejemplo, retirar subsidios que impactan negativamente los ecosistemas.
“Desde la Unión Europea nuestra propuesta es trabajar con nuestros socios hacia las metas de biodiversidad, y esto se logra a través de financiamiento o asesorías técnicas. Con Colombia, uno de los impulsores de la sostenibilidad ambiental en el mundo, tenemos una gran relación y es un ejemplo de cómo, también a través de acuerdos bilaterales, podemos avanzar en estos temas urgentes”, dijo Schally, negociador de la UE.
Por su parte, como se ha visto en estos días en la cumbre, se presentarán casos y experimentos exitosos de conservación, con lo que se busca aportar a la postura general de la Convención hacia estrategias que se puedan replicar y adaptar a nivel global. Y la intención de la Unión Europea y Colombia es mostrar los resultados de su cooperación.
La Unión Europea y Colombia, un ejemplo de bilateralismo
Durante los últimos 15 años, los lazos entre la Unión Europea y Colombia se han consolidado por razones que van desde acuerdos comerciales hasta la lucha contra la deforestación y la implementación del Acuerdo de Paz de 2016.
Como lo describe el embajador de la UE en Colombia, Gilles Bertrand, “en Colombia hemos encontrado un socio afín al tener las mismas metas de conservación, de descarbonización y la misma postura en negociaciones internacionales a lo largo de los años, lo que nos ha permitido avanzar en temas de medioambiente. Se trata de una relación que es global, pues bien se sabe, por ejemplo, que el clima europeo también depende de la preservación de los bosques de América del Sur”.
De esta manera, durante la cumbre se mostrarán los resultados de medidas como el impulso de negocios verdes en Colombia, que son ofertas económicas de las comunidades para generar impactos ambientales positivos. También se han implementado estrategias como Global Gateway, que busca financiar proyectos para mejorar la conectividad en todo el territorio y el sector de transporte sostenible, así como la transición energética en Colombia.
Otra de las iniciativas que esperan mostrar es la próxima entrada en vigor de un reglamento sobre productos libres de deforestación que busca que productos como el café, el cacao y el aceite de palma, entre otros, sólo puedan ingresar al mercado de la UE si hay trazabilidad de que no contribuyen a este flagelo ambiental. Este proceso, a partir de pilotos con gremios y empresas cafeteras, cacaoteras y palmeras, ha permitido el desarrollo de economías más sostenibles y con una mejor retribución a las comunidades, en particular los pequeños productores.
“A esto se suman los esfuerzos que estamos haciendo contra la deforestación en la Amazonía y para detener la expansión de la frontera agrícola, y eso lo hemos logrado en gran parte trabajando con las comunidades del Guaviare al Putumayo, y comprobando maneras para que puedan vivir mejor, conservando la naturaleza y no destruyéndola”, explica Bertrand, de la UE.
Un ejemplo de esto es el programa MASCAPaz, que en los últimos siete años ha trabajado con comunidades de seis municipios del Meta con el objetivo de cambiar las lógicas de producción y valorando las producciones de los ecosistemas, como los frutos amazónicos y el ecoturismo. En este proyecto se han implementado iniciativas de ganadería sostenible que permiten, incluso, la restauración de ciertas partes de las fincas participantes en el proyecto.
Para apoyar la participación de las comunidades indígenas, afro y campesinas, así como de las juventudes y las mujeres, se han realizado cumbres que han dejado como resultado una serie de manifiestos que serán expuestos durante la COP16 para que estos se tengan en cuenta en las discusiones. Además, en las Zonas Verde y Azul de la COP16, se habilitaron espacios para mostrar resultados de los proyectos de las comunidades, para que sean considerados en las negociaciones finales.
“Lo que viene ahora, en el próximo paso de la cooperación de la Unión Europea con las regiones de Colombia, será una lógica mucho más integrada entre paz y medioambiente, y lo que vamos a tratar de fomentar son alianzas territoriales porque es al nivel de los territorios más apartados del país, trabajando con las comunidades que son la base de todo, con el apoyo de los gobiernos locales, del Gobierno nacional y del sector privado, que se puede resolver la ecuación fundamental para el éxito de la paz y de la sostenibilidad”, indica Bertrand, de la UE.
Con estos ejemplos y apuestas, la Unión Europea busca apoyar, con las lecciones aprendidas hasta el momento y con la cooperación de países como Colombia, el desafío global de devolver el planeta al camino de la sostenibilidad en los próximos años, y con ello, lograr nuevas formas de vivir, producir, consumir y habitar la Tierra.
Desde el pasado 20 de octubre, más de 190 países del mundo, a través de sus miles de delegados, están reunidos en Cali (Valle del Cauca) para participar de la COP16, la cumbre de biodiversidad de las Naciones Unidas, cuyo objetivo es frenar la pérdida de vida en todas sus formas y, por ende, asegurar el equilibrio ecológico del planeta.
En estas jornadas, y en medio de una gran expectativa global, los diferentes pabellones, espacios, salas, plazas e, incluso los pasillos, vibran en torno a una pregunta: ¿cómo lograr y mejorar la conservación de la naturaleza y sus ecosistemas, y de paso, asegurar el desarrollo sostenible del planeta?
Se trata de una pregunta compleja tanto desde el punto de vista político cómo técnico, pero de cuya respuesta depende la supervivencia de la vida tal y como la conocemos. Esto implica un escenario de negociaciones y discusiones para definir las soluciones que, si bien deben estar guiadas por el Marco Global de la Diversidad Biológica, tienen que expresarse en metas nacionales concretas y verificables, y en mecanismos de financiamiento público y privado que incentiven inversiones enfocadas en la descarbonización y la protección de la biodiversidad.
La necesidad de hacerlo es urgente. Para ponerlo en perspectiva, como informó WWF y la Sociedad Zoológica de Londres a través de su informe Planeta Vivo, se estima que el tamaño promedio de las poblaciones silvestres disminuyó, entre 1970-2020, en un 73 %. Y, en general, el planeta está peligrosamente cerca de superar cinco puntos de inflexión (o de no retorno global) que, si se alcanzan, amenazarían a los sistemas de soporte vital de la Tierra.
Ante estos retos, uno de los actores con más peso en estas mesas y diálogos sobre biodiversidad será, sin duda, la Unión Europea (UE), que reúne a 27 países de ese continente. En este campo, en los últimos años, la UE ha decidido destinar, según cifras de la Comisión Europea, el 7,5 % de sus recursos hacia la biodiversidad, tanto dentro de la UE como en otros países. A partir de 2026, se propone aumentar esos recursos al 10%.
Como explica Hugo-Maria Schally, Consejero para Negociaciones Internacionales Ambientales de la Dirección General de Medio Ambiente de la Comisión Europea, el principal objetivo de la Cumbre Mundial de Biodiversidad en Cali es revisar el estado de aplicación del Marco Global, y, en particular, determinar qué tanto los países han adaptado sus leyes, políticas públicas y regulaciones para avanzar en las metas que fueron establecidas por el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB).
“En la cumbre no estamos discutiendo, en detalle, los avances de las 23 metas de biodiversidad, sino que estamos analizando, con las estrategias ya puestas en la mesa y en marcha, las formas en las que podemos optimizar y redireccionar temas como el monitoreo o el financiamiento, que son claves para lograr los objetivos históricos que tenemos para el 2030″, precisa Schally, de la UE.
Una de las expectativas de los negociadores de la UE es que se pueda trabajar en mecanismos para financiar la protección de la biodiversidad, en los que se ha avanzado en los últimos años con iniciativas públicas y privadas, por ejemplo, bonos o taxonomías verdes.
Además de esto, entre las prioridades de la Unión Europea durante la COP16 está la necesidad de abordar la pérdida de biodiversidad y el cambio climático de manera integral. Una muestra de esto está ocurriendo en ese continente con la entrada en vigor de la Ley de Restauración de la Naturaleza, que busca incrementar la biodiversidad y la salud de los ecosistemas degradados, en particular aquellos con mayor potencial para capturar y almacenar carbono y para prevenir y reducir el impacto de las catástrofes naturales.
Los delegados de la UE abogarán por la necesidad de transversalizar la biodiversidad en todos los niveles del Gobierno y de las sociedades, establecer una red de centros de cooperación científica y, entre otras, adoptar un programa de trabajo para mejorar la participación e incidencia de los pueblos indígenas y las comunidades locales en la conservación de la naturaleza.
Las discusiones sobre los recursos genéticos y la bioseguridad
El Convenio de las Naciones Unidas sobre Diversidad Biológica (CBD), creado en 1992, cuenta con dos protocolos que serán discutidos durante la COP16. El primero es el Protocolo de Nagoya, que versa sobre el acceso a recursos genéticos y el intercambio justo y equitativo de los beneficios resultantes de su utilización.
“Se trata de un debate sumamente técnico, como muchos de los debates en esta materia, pero la idea básica es que todos los países, sobre todo los que son más biodiversos en el mundo, también se beneficien del uso económico e industrial que se hace de esa biodiversidad”, dice Gilles Bertrand, embajador de la UE en Colombia.
Entre los objetivos de la Unión Europea está que se pueda llegar a un acuerdo que permita una repartición justa de los beneficios de estos recursos genéticos, y en particular, que permitan un desarrollo económico sostenible que beneficie, al tiempo, a las comunidades y el sector privado, así como que impulse la protección de la diversidad genética.
Por otra parte, la UE también tiene el objetivo de consolidar el Protocolo de Cartagena que busca garantizar el manejo, transporte y uso seguro de organismos vivos modificados resultantes de procesos de biotecnología, cuyo manejo inadecuado puede tener efectos adversos en la diversidad biológica, así como en la salud humana.
De esta manera, los negociadores europeos harán énfasis en la necesidad de una implementación completa de este protocolo al fortalecer los marcos nacionales y adoptando una evaluación robusta de los riesgos.
En este frente la UE está apoyando la iniciativa de la Financiación de la Biodiversidad (BIOFIN), que busca ayudar a los países, a través de recursos, a identificar qué parte de su economía puede estar teniendo un impacto en la biodiversidad, por ejemplo, retirar subsidios que impactan negativamente los ecosistemas.
“Desde la Unión Europea nuestra propuesta es trabajar con nuestros socios hacia las metas de biodiversidad, y esto se logra a través de financiamiento o asesorías técnicas. Con Colombia, uno de los impulsores de la sostenibilidad ambiental en el mundo, tenemos una gran relación y es un ejemplo de cómo, también a través de acuerdos bilaterales, podemos avanzar en estos temas urgentes”, dijo Schally, negociador de la UE.
Por su parte, como se ha visto en estos días en la cumbre, se presentarán casos y experimentos exitosos de conservación, con lo que se busca aportar a la postura general de la Convención hacia estrategias que se puedan replicar y adaptar a nivel global. Y la intención de la Unión Europea y Colombia es mostrar los resultados de su cooperación.
La Unión Europea y Colombia, un ejemplo de bilateralismo
Durante los últimos 15 años, los lazos entre la Unión Europea y Colombia se han consolidado por razones que van desde acuerdos comerciales hasta la lucha contra la deforestación y la implementación del Acuerdo de Paz de 2016.
Como lo describe el embajador de la UE en Colombia, Gilles Bertrand, “en Colombia hemos encontrado un socio afín al tener las mismas metas de conservación, de descarbonización y la misma postura en negociaciones internacionales a lo largo de los años, lo que nos ha permitido avanzar en temas de medioambiente. Se trata de una relación que es global, pues bien se sabe, por ejemplo, que el clima europeo también depende de la preservación de los bosques de América del Sur”.
De esta manera, durante la cumbre se mostrarán los resultados de medidas como el impulso de negocios verdes en Colombia, que son ofertas económicas de las comunidades para generar impactos ambientales positivos. También se han implementado estrategias como Global Gateway, que busca financiar proyectos para mejorar la conectividad en todo el territorio y el sector de transporte sostenible, así como la transición energética en Colombia.
Otra de las iniciativas que esperan mostrar es la próxima entrada en vigor de un reglamento sobre productos libres de deforestación que busca que productos como el café, el cacao y el aceite de palma, entre otros, sólo puedan ingresar al mercado de la UE si hay trazabilidad de que no contribuyen a este flagelo ambiental. Este proceso, a partir de pilotos con gremios y empresas cafeteras, cacaoteras y palmeras, ha permitido el desarrollo de economías más sostenibles y con una mejor retribución a las comunidades, en particular los pequeños productores.
“A esto se suman los esfuerzos que estamos haciendo contra la deforestación en la Amazonía y para detener la expansión de la frontera agrícola, y eso lo hemos logrado en gran parte trabajando con las comunidades del Guaviare al Putumayo, y comprobando maneras para que puedan vivir mejor, conservando la naturaleza y no destruyéndola”, explica Bertrand, de la UE.
Un ejemplo de esto es el programa MASCAPaz, que en los últimos siete años ha trabajado con comunidades de seis municipios del Meta con el objetivo de cambiar las lógicas de producción y valorando las producciones de los ecosistemas, como los frutos amazónicos y el ecoturismo. En este proyecto se han implementado iniciativas de ganadería sostenible que permiten, incluso, la restauración de ciertas partes de las fincas participantes en el proyecto.
Para apoyar la participación de las comunidades indígenas, afro y campesinas, así como de las juventudes y las mujeres, se han realizado cumbres que han dejado como resultado una serie de manifiestos que serán expuestos durante la COP16 para que estos se tengan en cuenta en las discusiones. Además, en las Zonas Verde y Azul de la COP16, se habilitaron espacios para mostrar resultados de los proyectos de las comunidades, para que sean considerados en las negociaciones finales.
“Lo que viene ahora, en el próximo paso de la cooperación de la Unión Europea con las regiones de Colombia, será una lógica mucho más integrada entre paz y medioambiente, y lo que vamos a tratar de fomentar son alianzas territoriales porque es al nivel de los territorios más apartados del país, trabajando con las comunidades que son la base de todo, con el apoyo de los gobiernos locales, del Gobierno nacional y del sector privado, que se puede resolver la ecuación fundamental para el éxito de la paz y de la sostenibilidad”, indica Bertrand, de la UE.
Con estos ejemplos y apuestas, la Unión Europea busca apoyar, con las lecciones aprendidas hasta el momento y con la cooperación de países como Colombia, el desafío global de devolver el planeta al camino de la sostenibilidad en los próximos años, y con ello, lograr nuevas formas de vivir, producir, consumir y habitar la Tierra.