Así se han adaptado los antílopes a las altas temperaturas
Animales, como las gacelas, han tenido la capacidad de apartarse al cambio climático. Sin embargo, las rutinas que han implementado podrían traer consecuencias negativas en su salud.
La crisis climática está elevando la temperatura en todo el mundo, pero en el sur de África el aumento ha sido particularmente preocupante. La escasez de alimentos y agua, que caracteriza a las regiones secas, se suma a las limitaciones para que los animales puedan tolerar el calor.
Pese a la capacidad que tienen las especies para adaptarse al aumento de las temperaturas, a través de cambios en sus comportamientos y rutinas como disminuir la actividad física, o buscar lugares más frescos, cientos se han visto afectados. (Lea: Colombia tiene nueva reserva de la biósfera, declarada por la Unesco, en Tribugá)
Entre los grandes mamíferos, los antílopes africanos se han adaptado bien a las condiciones áridas. Sin embargo, estos animales han tenido que gastar más tiempo en busca de lugares más frescos para prevenir el estrés por calor. Esto ha significado consecuencias negativas como la pérdida de oportunidades para buscar comida y puede tener efectos negativos en la salud, según un reciente estudio publicado en Frontiers in Ecology and Evolution.
Los investigadores estudiaron el comportamiento de tres especies diferentes de antílopes: gacela pequeña (springbook), kudú de tamaño mediano y eland grande, todos ubicados en Namibia, para tratar de comprender cómo los animales de diferentes tamaños y comportamientos se adaptan al calor. (Lea: La contaminación lumínica amenaza con extinguir las luciérnagas)
Las tres especies habitan áreas en las que el agua potable es escasa durante la estación cálida y seca. “Es probable que los animales reduzcan su actividad cuando hace mucho calor y pueden cambiar la actividad del día a la noche. Este es el caso, particularmente, de las especies de cuerpo grande, que pueden ser menos propensas a la depredación. Se han observado picos de actividad temprano en la mañana y al final de la tarde, así como en el descanso antes del amanecer”, indica el estudio.
Los resultados mostraron que springbok prefiere hábitats abiertos y es muy móvil, mientras que kudú prefiere bosques y viaja menos. Los eland también son relativamente móviles, presentan una amplia gama de hábitos y, al igual que las gacelas, son en gran medida independientes del agua, siempre y cuando haya suficiente humedad en su alimento.
Esto significa, principalmente, que, el grado en que la temperatura afecta la actividad varía entre especies. Esto se debe a la cantidad de sombra proporcionado por el hábitat que prefiere cada especie. Las gacelas, por ejemplo, al habitar áreas abiertas, probablemente estén más expuestas al estrés por calor de la radiación solar.
En las tres especies, la hora de la tarde parece tener un efecto parcial sobre los niveles de actividad, especialmente en el mediodía. (Le puede interesar: Un grupo de jóvenes inició un juicio histórico sobre el cambio climático en EE. UU.)
“Incluso la vida silvestre autóctona, adaptada a condiciones cálidas y áridas, muestra sensibilidad al calor extremo. Necesitamos considerar la posibilidad de que influencias antropogénicas adicionales, como la fragmentación del hábitat, puedan agravar el efecto del aumento de las temperaturas”, dijo Paul Berry, de la Universidad de Potsdam, autor principal del estudio.
Los científicos plantearon la hipótesis de que la respuesta al calor de otros animales podría verse afectada de manera similar por estos factores: tamaño corporal y preferencia de hábitat, pero se necesitará más investigación para determinar esto.
La crisis climática está elevando la temperatura en todo el mundo, pero en el sur de África el aumento ha sido particularmente preocupante. La escasez de alimentos y agua, que caracteriza a las regiones secas, se suma a las limitaciones para que los animales puedan tolerar el calor.
Pese a la capacidad que tienen las especies para adaptarse al aumento de las temperaturas, a través de cambios en sus comportamientos y rutinas como disminuir la actividad física, o buscar lugares más frescos, cientos se han visto afectados. (Lea: Colombia tiene nueva reserva de la biósfera, declarada por la Unesco, en Tribugá)
Entre los grandes mamíferos, los antílopes africanos se han adaptado bien a las condiciones áridas. Sin embargo, estos animales han tenido que gastar más tiempo en busca de lugares más frescos para prevenir el estrés por calor. Esto ha significado consecuencias negativas como la pérdida de oportunidades para buscar comida y puede tener efectos negativos en la salud, según un reciente estudio publicado en Frontiers in Ecology and Evolution.
Los investigadores estudiaron el comportamiento de tres especies diferentes de antílopes: gacela pequeña (springbook), kudú de tamaño mediano y eland grande, todos ubicados en Namibia, para tratar de comprender cómo los animales de diferentes tamaños y comportamientos se adaptan al calor. (Lea: La contaminación lumínica amenaza con extinguir las luciérnagas)
Las tres especies habitan áreas en las que el agua potable es escasa durante la estación cálida y seca. “Es probable que los animales reduzcan su actividad cuando hace mucho calor y pueden cambiar la actividad del día a la noche. Este es el caso, particularmente, de las especies de cuerpo grande, que pueden ser menos propensas a la depredación. Se han observado picos de actividad temprano en la mañana y al final de la tarde, así como en el descanso antes del amanecer”, indica el estudio.
Los resultados mostraron que springbok prefiere hábitats abiertos y es muy móvil, mientras que kudú prefiere bosques y viaja menos. Los eland también son relativamente móviles, presentan una amplia gama de hábitos y, al igual que las gacelas, son en gran medida independientes del agua, siempre y cuando haya suficiente humedad en su alimento.
Esto significa, principalmente, que, el grado en que la temperatura afecta la actividad varía entre especies. Esto se debe a la cantidad de sombra proporcionado por el hábitat que prefiere cada especie. Las gacelas, por ejemplo, al habitar áreas abiertas, probablemente estén más expuestas al estrés por calor de la radiación solar.
En las tres especies, la hora de la tarde parece tener un efecto parcial sobre los niveles de actividad, especialmente en el mediodía. (Le puede interesar: Un grupo de jóvenes inició un juicio histórico sobre el cambio climático en EE. UU.)
“Incluso la vida silvestre autóctona, adaptada a condiciones cálidas y áridas, muestra sensibilidad al calor extremo. Necesitamos considerar la posibilidad de que influencias antropogénicas adicionales, como la fragmentación del hábitat, puedan agravar el efecto del aumento de las temperaturas”, dijo Paul Berry, de la Universidad de Potsdam, autor principal del estudio.
Los científicos plantearon la hipótesis de que la respuesta al calor de otros animales podría verse afectada de manera similar por estos factores: tamaño corporal y preferencia de hábitat, pero se necesitará más investigación para determinar esto.