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De los ocho delfines que existen en el mundo, cuatro se encuentran en Suramérica, en las cuencas de la Orinoquia y la Amazonia. Las más conocidas son el delfín gris, que puede llegar a medir 1,6 metros y pesar 50 kilos, y el delfín rosado, el delfín de agua dulce más grande del mundo que puede medir hasta 2,8 metros de largo y pesar 180 kilos.
Ambos viajan largas distancias a través de ríos y tributarios que desembocan en el mar. Su presencia en las aguas dulces es un gran indicador de la salud de los ecosistemas y de los impactos que sobre estos tienen la acción humana.
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Por eso, en el marco de la iniciativa Suramericana de Delfines de Río – SARDI (por sus siglas en inglés), un grupo de científicos se dio a la tarea de marcar los delfines del río Orinoco, por medio de la instalación de un pequeño transmisor satelital su aleta dorsal. Esto con el fin de entender sus estructuras sociales, sus cambios con relación al entorno y los ecosistemas en los que se mueven.
Como señala Fernando Trujillo, director científico de la Fundación Omacha, una de las organizaciones que lideran el trabajo de SARDI, a través del seguimiento satelital, los mismos delfines muestran cuáles son las áreas más importantes para ellos y cómo es posible identificar estrategias para conservarlas.
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Sin embargo, este no es un procedimiento sencillo, pues como afirma Trujillo, resulta bastante desafiante: “me preocupa muchísimo el momento en el que ya tenemos capturado en la red el delfín, y que se pueda enredar en la malla y ahogarse. Entonces hasta que no sacamos el delfín del agua, la preocupación es absolutamente constante.”
Para conocer más sobre cómo se lleva a cabo una marcación entre una mamá delfín y su cría, escuche el episodio completo acá.