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El cacao cultivado en Tumaco, Nariño, por la riqueza que le brinda la gran variedad de sus ecosistemas, ha sido reconocido en múltiples ocasiones como uno de los mejores del mundo. Pese a ello, los cacaocultores de esta zona del país, que han sido fuertemente afectados por el conflicto armado, han enfrentado diferentes dificultades para su sostenimiento a partir de este cultivo. (Le puede interesar: Frenar la pérdida y desperdicio de alimentos, una tarea de todos)
El 23 de julio de 2004, con 80 hectáreas sembradas de cacao, se fundó Agrollorente, una asociación de cultivadores que desde entonces tuvo el objetivo de juntar las capacidades de pequeños productores para su comercialización. Hernando Buenaventura, representante legal de la asociación, cuenta que desde entonces tuvieron problemas.
En su primera siembra de 80 hectáreas, los cacaoteros asociados a Agrollorente perdieron por lo menos 40 de estas hectáreas a causa de la fumigación indiscriminada de cultivos de uso ilícito. Así transcurrieron la mayoría de sus cosechas, vendiendo a intermediarios locales e incluso “sin tener muchas utilidades para sostener la asociación”, cuenta Buenaventura.
El mercado del cacao a nivel nacional e internacional existe desde hace bastantes años, y la demanda por el cacao de Tumaco es innegable. Sin embargo, la desarticulación entre cultivadores y empresarios ha profundizado estos problemas que afectan no solo a los cacaocultores, sino que también limitan el crecimiento de las empresas que se dedican a la compra, transformación y venta de este producto. (Le recomendamos: Expedición científica estudiará la bahía Tukakas, en el norte de La Guajira)
Ese panorama cambió recientemente. El programa Rutas PDET del Fondo Europeo para la Paz a través de Conexión-ICCO Cooperación se propuso implementar una estrategia de conexión de mercados, encadenamiento productivo y aceleración empresarial con el fin de transformar varios frentes de la problemática.
Se llevaron a cabo procesos de fortalecimiento de asociaciones de cacaocultores, como Agrollorente y Agrofrontera en Tumaco, con el fin de instalar las capacidades que les permitieran fortalecer su labor. Un primer paso fue medir de manera acertada y planificada la capacidad de producción de los cultivadores asociados, con el fin de organizar sus procesos de compra de cosechas y tener clara la cantidad que podrían ofertar en el mercado.
También, para ampliar sus posibilidades de comercio, se trabajó en aspectos como la formalización de las asociaciones ante la Cámara de Comercio y la facturación electrónica, fundamentales para tener autonomía a la hora de querer negociar directamente con empresarios, eliminando la dependencia de intermediarios. “La ayuda de Rutas PDET ha sido muy importante para poder comercializar el grano de cacao, porque desde hace mucho tiempo necesitábamos. Solo estábamos vendiendo el cacao localmente, y de ahí no obteníamos utilidades”, cuenta Buenaventura. (También le puede interesar: Huisyzuca, el proyecto para restaurar los cerros orientales de Bogotá)
Del otro lado de la cadena, se encuentran las empresas que compran las cosechas y que se encargan de su procesamiento y venta del producto. En este aspecto, el proyecto ha realizado inversiones y asesorías en una estrategia de aceleración empresarial. Un ejemplo de esto es Cacao Pacífico, una empresa del Valle del Cauca que recibió una inversión para aumentar su capacidad de compra de materia prima, además de brindarle asesorías para identificar nuevas oportunidades de mercado a nivel internacional, así como la vinculación con nuevos proveedores para satisfacer sus requerimientos de cacao.
Agrollorente nunca había vendido sus cosechas por fuera del departamento de Nariño. Al formalizarse y tener la posibilidad de unir sus capacidades productivas y comerciales a las de Agrofrontera, las asociaciones vendieron a Cacao Pacífico. Además de vender por primera vez fuera de su departamento, estas asociaciones constituyen una nueva opción para la compra del cacao para una empresa que ahora se encuentra en búsqueda de expandir su mercado.
“Es una oportunidad muy grande para poder pagar un precio justo a los cultivadores”, asegura Buenaventura, de Agrollorente, sobre la posibilidad de dignificar el trabajo de quienes se dedican al cultivo del cacao. Además, agrega que actualmente obtienen utilidades para el sostenimiento de la asociación, algo que en sus inicios no era posible. “Tenemos 80 personas que son socias, y 40 que nos están aportando el grano de cacao para cubrir la oferta. Con esto reunimos unas 450 hectáreas sembradas”, unas 370 más que en sus primeras cosechas. (Lea también: Recuperar los bosques y ecosistemas marinos, la tarea del país en los próximos años)
Además, al interior de Agrollorente, como parte del proyecto, se crearon comités comerciales integrados en su mayoría por mujeres cacaoteras. Esto tiene dos objetivos: el primero es que, mediante la participación de las mujeres en roles directivos, estas tengan autonomía financiera y una posición equitativa dentro de la cadena del cacao; el segundo es que los comités comerciales cumplan la función de encontrar nuevas oportunidades de mercado, acordes a las capacidades de producción de sus asociados.
Mientras tanto, también se busca un mejoramiento en los cultivos para potenciar la integración. “La idea es trabajar a futuro en cacao fino y de aroma, y ya no en cacao corriente”, explica Buenaventura. Esto, además de conseguir mejores cosechas y nuevos clientes potenciales, puede dar como resultado mejores precios para el cacao, permitiendo por otra parte, a empresas como Cacao Pacífico explorar mercados internacionales, diversificando su portafolio de productos y ampliando su demanda de cacao.
Las cifras de la articulación entre empresas y productores
El trabajo del programa Rutas PDET no se ha centrado únicamente en cacao, y ha integrado a asociaciones y empresas de otros departamentos. En total han sido 41 organizaciones que asocian a productores y productoras de cacao y lácteos en Tumaco, Putumayo y Caquetá. En estas se agrupan más de 9.800 cultivadores, de las cuales un 67 % son mujeres. (Le puede interesar: Sin bosques y sin presas, las consecuencias de la deforestación para los depredadores)
Además, las asociaciones han registrado un incremento del 17 % en sus ingresos netos, algo que confirma Hernando Buenaventura, de Agrollorente, quien además se entusiasma al expresar que desde su asociación nunca habían cubierto una demanda tan alta.
En cuanto al otro extremo de la cadena, 12 micro y pequeñas empresas han sido integradas a la estrategia de aceleración empresarial con inversiones y asesorías, que además de fortalecer sus equipos y sus estrategias de mercado, han logrado incrementos en sus ingresos por ventas en un promedio del 69%. De la mano del Fondo de Inversión del proyecto, en materia de recursos económicos, y del equipo especializado de mentores que pone a disposición de la estrategia El Lab en coordinación con Conexión-ICCO Cooperación y Truvalu, el proyecto busca consolidar la integración de estos actores de la cadena de producción de cacao y lácteos.
En últimas, se espera dejar las capacidades instaladas, para que los integrantes de asociaciones y empresas desarrollen su potencial de producción y comercialización, a través de estos encadenamientos comerciales que resultan claves para el desarrollo territorial con un enfoque empresarial. La asociación entre Agrollorente y Agrofrontera, por ejemplo, ha logrado entregar 3.5 toneladas en este primer tramo del proyecto, y aspiran a cubrir una demanda de cinco toneladas mensuales. (Le recomendamos: Así se ha gobernado la biodiversidad colombiana en 60 años)
El programa Rutas PDET es financiado por el Fondo Europeo para la Paz de la Unión Europea, e implementado por la Alianza de Bioversity International - CIAT, La RED Adelco y Conexión-ICCO Cooperación, con apoyo de la Agencia de Renovación del Territorio.
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