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Cinco razones por las que el tráfico de madera ilegal nos debería importar a todos

Según Minambiente, el 47% de la madera comercializada en el país es ilegal, pero ¿cómo afecta a los ecosistemas y las personas y qué podemos hacer para enfrentar este problema?

Bibo
13 de septiembre de 2021 - 11:00 a. m.
Árboles talados en la Amazonia colombiana. ©Luis Barreto/ WWF UK.
Árboles talados en la Amazonia colombiana. ©Luis Barreto/ WWF UK.
Foto: Luis Barreto D
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El tráfico de madera es una problemática cada vez más preocupante para Colombia. Según cálculos del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible (Minambiente), alrededor del 47 % de la madera que se vende en el país es ilegal. Así, cada año se comercializan aproximadamente 1,5 millones de metros cúbicos de madera de origen ilícito, según cálculos del Pacto Intersectorial por la Madera Legal, un volumen equivalente a llenar al tope más de 100.000 volquetas o 600 piscinas olímpicas.

Cientos de árboles de roble (Tabebuia rosea), cedro (Cedrela odorata), popa (Couma macrocarpa) y otras especies de gran valor comercial son talados diariamente sin permisos de aprovechamiento, en zonas de alta biodiversidad como la Amazonia y el Pacífico, afectando a estos ecosistemas, sus servicios naturales y a las comunidades locales que dependen de los bosques para subsistir.

Entre las muchas razones por las que deberíamos preocuparnos por el tráfico de madera, aquí destacamos las cinco más importantes:

1. La tala ilegal no solo contribuye a la deforestación, también degrada los bosques y acelera al cambio climático

El 10% de la deforestación en el país se debe a la tala no sostenible, según datos del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam). Sin embargo, el problema va mucho más allá, pues la tala ilegal no solo contribuye a la pérdida forestal, también es la causa principal de la degradación de los bosques: es decir, aun cuando el bosque todavía existe, ya no funciona bien. Sus funciones ecosistémicas se deterioran al punto de disminuir su capacidad para generar recursos y sustentar las especies que habitan en él. Incluso, la degradación forestal es la responsable de la emisión de dióxido de carbono, uno de los gases que en grandes cantidades acelera el cambio climático.

Justamente, un estudio publicado por la revista académica Carbon Balance and Management en 2017 concluyó que el 85% de la degradación forestal en Colombia durante los años 2000 y 2010 estuvo relacionada a la tala ilegal, contribuyendo a las emisiones de entre 15 y 50 millones de megagramos de dióxido de carbono equivalente al año. Asimismo, según otro estudio realizado por el Ideam, con el apoyo del Programa ONU-REDD, se estimó que para el periodo 2000-2015 la degradación de los bosques representó entre el 35% y el 57% de las emisiones anuales forestales totales de dióxido de carbono en el país.

2. Afecta las fuentes hídricas y la producción de alimentos

Con la degradación forestal, la capacidad de este ecosistema para regular el agua y alimentos — para el consumo de los animales y los humanos— se ve afectada por los cambios en el microclima, pues la pérdida de árboles se relaciona con el aumento la temperatura y la reducción de la humedad en los bosques. Para algunos expertos, la tala ilegal puede inclusive aumentar la erosión de los suelos y la sedimentación en cuerpos de agua, lo que genera mayores problemáticas en la generación de servicios ecosistémicos.

Además, sin la misma capacidad de obtener agua y alimentos, algunas especies dispersoras de semillas como aves o primates se ven obligadas a desplazarse, lo que afecta la regeneración natural del bosque.

3. Promueve la pérdida de especies

La tala ilegal se enfoca en la extracción de especies cuya madera tiene gran valor comercial para las industrias, lo que afecta el tamaño de sus poblaciones y en últimas, pone en riesgo de extinción a las especies más comercializadas. Por ejemplo, de las 30 especies forestales más movilizadas en el territorio nacional de 2018 a 2019, diez (10) se encuentran en la lista de especies silvestres amenazadas de la diversidad biológica, registradas en el Libro rojo de plantas de Colombia del Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas - SINCHI. Esto según el estudio Caracterización de las 30 especies forestales maderables más movilizadas en Colombia provenientes del bosque natural, publicado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura -FAO, Minambiente y la Unión Europea.

Sin embargo, la tala ilegal no solo impacta a las especies maderables. Cientos de especies de fauna que dependen de los recursos que los bosques brindan se ven afectadas al ver limitada su alimentación, refugio y reproducción. Por ejemplo, en algunas zonas de la Amazonia colombiana se ha visto la reducción de las poblaciones del mono Humboldt o mono Barrigudo (Lagothrix lagothricha), un primate en peligro de extinción clasificado como vulnerable según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), que se alimenta de los frutos de la popa. De acuerdo con un estudio de la UICN, sus poblaciones se han reducido debido a la disminución de fuentes de alimento y la caza ocasionada por los encuentros frecuentes entre madereros y monos.

4. Perjudica a las comunidades

Más del 50% de los bosques está en los territorios de comunidades indígenas, afrodescendientes y campesinas, según el Ideam; y aunque algunas de ellas tienen prácticas sostenibles que ayudan a conservar los bosques, otras, debido a la falta de gobernabilidad, la ausencia del Estado y la falta de oportunidades, son muy vulnerables antes los actores ilegales quienes se aprovechan de esta situación para usarlos en la extracción madera de manera insostenible, sin recibir mayores beneficios económicos que unos pocos pesos.

En otras palabras, mientras las comunidades son instrumentalizadas por estos actores, sus bosques se van degradando, afectando su bienestar y aumentando los niveles de pobreza rural en los territorios, pues una vez se termina la extracción ilegal, estas comunidades no mejoran sus condiciones de vida.

Adicionalmente, en algunos casos estas comunidades también son engañadas por los actores ilegales para firmar permisos de aprovechamiento que son usados para amparar madera extraída de otras áreas. Así que muchas veces se ven envueltas en problemas legales donde terminan pagando multas establecidas por la ley.

5. Se relaciona con problemas de ilegalidad mucho más grandes

Se ha visto que algunos de los responsables involucrados dentro de las cadenas de trafico ilegal también tienen relación con otras actividades ilegales como el tráfico de armas o inclusive, la trata de personas y la prostitución forzada. En cuanto al tráfico de armas, existen casos en los que cargamentos de madera han servido como camuflaje de armas de los grupos criminales y drogas producto del narcotráfico. Esta modalidad de transporte de elementos ilícitos es muy difícil de detectar por los controles de la Fuerza Pública, debido la dificultad de mover la madera por su peso y tamaño.

Por otro lado, un estudio realizado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en la triple frontera de Colombia, Perú y Brasil, encontró que algunos intermediarios reclutan mano de obra para realizar la extracción de madera a través de engaños respecto al pago, la jornada laboral o el trato en el trabajo. Luego de que las personas son contratadas, muchos patrones someten a corteros, paleteros y monteros a condiciones de trabajo deplorables, con horarios interminables y tareas físicas que han resultado en condiciones de explotación laboral e inclusive, en actos de violencia física y psicológica, además de amenazas de muerte si realizan reclamos por las pésimas condiciones de trabajo. Asimismo, la OIT también encontró que las cocineras que trabajan en las zonas donde se tala la madera de forma ilegal corren el riesgo de ser víctimas de violencia sexual y prostitución forzosa.

¿Qué podemos hacer para enfrentar el tráfico de madera ilegal?

Aunque pareciera un problema difícil de combatir, los cambios en la manera de consumir pueden hacer la diferencia. Según cálculos del Ideam, entre un 80% y 90% de la madera proveniente de bosques naturales se utiliza para suplir la demanda interna en el país. Por esta razón, como consumidores podemos incidir en las dinámicas y preferencias del mercado, exigiendo a las empresas una mayor producción de productos desarrollados con madera que certifique su legalidad.

Asimismo, otro factor importante es reconocer el trabajo que muchas comunidades locales hacen en el aprovechamiento sostenible de sus bosques naturales. “Hay muchas comunidades que desarrollan procesos de forestería comunitaria, que se basan en el manejo sostenible de sus bosques. Entonces, la gente al conocer este tipo de iniciativas puede pensar, no solo en comprar madera legal, sino en ayudar a las comunidades que están haciendo un aprovechamiento legal del bosque. Así se apoya la gobernanza de estas comunidades, lo que permite que sigan conservando estos ecosistemas de los que todos dependemos” explica Johana Herrera, Oficial de Bosques y Cambio Climático de WWF Colombia.

Según Minambiente y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en el país se han desarrollado más de 30 proyectos de reforestaría comunitaria desde 1963, lo que ha permitido alcanzar varios logros en las comunidades como el desarrollo de Planes de Manejo y Planes de Ordenación Forestal, capacitaciones para desarrollar inventarios forestales, censos forestales y manejo de instrumentos y equipos, e inclusive, certificaciones en sellos que demuestran la producción sostenible de la madera como el sello FSC (Forest Stewardship Council).

Por Bibo

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