Colombia es un referente mundial para el manejo de las áreas protegidas
La Lista Verde, una iniciativa de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza implementada en distintos países con socios locales, destaca a las áreas protegidas con mejores estándares de gobernanza, efectividad de manejo y resultados de conservación en el mundo. En Colombia tenemos cinco de las siete áreas que han sido reconocidas en Latinoamérica. ¿Cuál es la razón?
Redacción Bibo
Han pasado casi 10 años desde que el Santuario de Fauna y Flora Galeras (Nariño) empezó a transitar la senda hacia su inclusión en la Lista Verde, esa iniciativa de la Comisión Mundial de Áreas Protegidas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), que destaca y promueve la buena gobernanza, efectividad del manejo y logro de resultados de conservación de las áreas protegidas y conservadas globalmente.
De esa década, Diana Villareal, profesional contratista de Restauración Ecológica de Galeras, no solo recuerda los momentos clave previos al reconocimiento —como cuando entre 2012 y 2013 el área empezó a recibir visitas técnicas que orientaban la recopilación de evidencias, por ejemplo, sobre el trabajo de conservación adelantado con las comunidades locales—, sino que también tiene en la memoria cómo después de 2014, cuando Galeras finalmente fue incluido en la Lista Verde, empezaron a evidenciarse cambios y mejoras en el manejo del área protegida.
“Uno de los pilares por los que Galeras entró ese año a la Lista Verde fue el trabajo de conservación de la mano de la comunidad y distintos actores institucionales que han contribuido al manejo efectivo e integral. Como equipo del área somos conscientes de que, si no hubiera esa articulación con ellos, no tendríamos tan buenos resultados”, explica Diana, convencida de que el reconocimiento generó mayor compromiso entre los habitantes locales con el cuidado de esa área que tiene ecosistemas de páramo y de bosques altoandino y andino, como también lagunas y diferentes nacimientos de agua que abastecen varios acueductos.
Con el tiempo, y como producto de ese compromiso por la conservación que los habitantes de la zona de amortiguación del Santuario tienen, se evidenció un crecimiento significativo en el número de Reservas Naturales de la Sociedad Civil. De hecho, según Richard Muñoz, actual jefe del área protegida, la cifra de estas reservas en los alrededores de Galeras asciende a 256. “Eso, además de representar una gran contribución a la conservación en el departamento de Nariño, se traduce en una mejor conectividad de los ecosistemas y un aprovechamiento sostenible del territorio”, dice.
Tanto Diana como Richard afirman que otras ganancias que el área ha tenido con la Lista Verde han sido:
· El fortalecimiento de los espacios de diálogo para el establecimiento de acuerdos de conservación con las familias que están al interior del Santuario y sus alrededores.
· El incremento de esfuerzos de investigación en el área, por ejemplo, con la Universidad de Nariño en relación con el cambio climático.
· La consolidación de procesos de restauración ecológica participativa para minimizar los impactos por uso, ocupación y tenencia.
· Y la definición de un plan de manejo ecoturístico que incentiva el desarrollo económico local a partir de iniciativas sostenibles.
Colombia, líder en la Lista Verde
Más allá de Galeras, Colombia tiene otras cuatro áreas protegidas que están incluidas en la Lista Verde: los Parques Nacionales Naturales Gorgona (Cauca), Tatamá (Chocó, Risaralda y Valle del Cauca) y Chingaza (Cundinamarca), y el Santuario de Flora y Fauna Malpelo. Con esto, suma cinco que, en el panorama latinoamericano, hacen del país un referente en cuanto a la efectividad del manejo de las áreas protegidas, teniendo en cuenta que solo hay dos áreas protegidas más de esta región dentro de la Lista.
Pero, ¿a qué se debe el liderazgo de nuestro país con este reconocimiento? Sandra Valenzuela, directora de Operaciones, Alianzas y Financiamiento de WWF Colombia, y paralelamente presidenta del Grupo de Expertos de la Lista Verde en Colombia, explica que son varias las razones. La primera se remonta al origen de la Lista Verde.
“A partir de las metas para 2020 del Convenio sobre la Biodiversidad Biológica, se decidió que los países tenían que medir la efectividad de manejo de sus áreas protegidas o conservadas, y para hacer esto debían definir primero los criterios para evaluar esa efectividad. Entonces, la Comisión Mundial de las Áreas Protegidas creó ese marco de referencia que es lo que conocemos hoy como la Lista Verde”, explica Sandra.
Añade que, como resultado de esto, Colombia entró a jugar un papel fundamental: se convirtió en un piloto para probar la adaptación de los estándares de la Lista en tres áreas protegidas: Tatamá, Galeras y Gorgona. “Hoy, cada una de ellas tiene una forma diferente de manejo y cumplimiento de los estándares e indicadores de buen manejo, como también un reconocimiento por su trabajo. Todas aportaron parámetros para fortalecer los indicadores y las guías de la Lista Verde”.
Además del papel piloto de Colombia para probar el cumplimiento y adaptación a los estándares de la Lista, su liderazgo también se evidencia en otras acciones, por ejemplo, en la creación de una figura inédita que respalda el fortalecimiento de las áreas nominadas al reconocimiento.
“En cada país, la Lista Verde tiene un grupo de expertos con diferentes énfasis, por ejemplo, en cambio climático y valoración económica. Ellos se encargan de evaluar las áreas protegidas que son nominadas para saber si cumplen con los estándares de manejo. Y en Colombia, conformamos algo que no existía en otros países: un grupo de apoyo que complementa esas experticias y nos ayuda a fortalecer las postulaciones de las áreas”.
Precisamente, Marta Díaz, asesora de la Subdirección de Gestión y Manejo de Parques Nacionales, es integrante de ese grupo de apoyo. Ha sido testigo del desarrollo del proceso de la Lista Verde en el país y, por lo tanto, sabe lo que ha significado tanto para las áreas como para el Sistema Nacional de Áreas Protegidas.
“La Lista Verde es muy importante porque reconoce esos esfuerzos que se hacen en cascada con distintos actores, entre ellos, las comunidades indígenas, afro y campesinas. Gracias a esto se han dado espacios de reflexión en los que ponemos sobre la mesa las expectativas sobre un territorio de interés compartido y trabajamos juntos para cumplirlas”.
Agrega que este reconocimiento abre muchas puertas para que las áreas salgan de la invisibilidad frente a los cooperantes, demuestren que están avanzando con sus objetivos y atraigan nuevos esquemas de financiamiento que permitan, en el mediano y largo plazo, garantizar los recursos para continuar con su gestión.
¿Qué viene para el país con la Lista Verde?
Precisamente, Díaz explica que en este momento se está trabajando en la renominación de Galeras y Gorgona, como también en la actualización del plan de manejo de Tatamá. Además, se están adelantando esfuerzos dirigidos a una futura nominación del Parque Nacional Natural Alto Fragua Indi Wasi (Caquetá) y a la implementación del proyecto Lista Verde Amazonía, que contempla, por ejemplo, la posibilidad de nominar por primera vez a un sitio Ramsar: El complejo de humedales Estrella Fluvial Inírida - EFI).
Han pasado casi 10 años desde que el Santuario de Fauna y Flora Galeras (Nariño) empezó a transitar la senda hacia su inclusión en la Lista Verde, esa iniciativa de la Comisión Mundial de Áreas Protegidas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), que destaca y promueve la buena gobernanza, efectividad del manejo y logro de resultados de conservación de las áreas protegidas y conservadas globalmente.
De esa década, Diana Villareal, profesional contratista de Restauración Ecológica de Galeras, no solo recuerda los momentos clave previos al reconocimiento —como cuando entre 2012 y 2013 el área empezó a recibir visitas técnicas que orientaban la recopilación de evidencias, por ejemplo, sobre el trabajo de conservación adelantado con las comunidades locales—, sino que también tiene en la memoria cómo después de 2014, cuando Galeras finalmente fue incluido en la Lista Verde, empezaron a evidenciarse cambios y mejoras en el manejo del área protegida.
“Uno de los pilares por los que Galeras entró ese año a la Lista Verde fue el trabajo de conservación de la mano de la comunidad y distintos actores institucionales que han contribuido al manejo efectivo e integral. Como equipo del área somos conscientes de que, si no hubiera esa articulación con ellos, no tendríamos tan buenos resultados”, explica Diana, convencida de que el reconocimiento generó mayor compromiso entre los habitantes locales con el cuidado de esa área que tiene ecosistemas de páramo y de bosques altoandino y andino, como también lagunas y diferentes nacimientos de agua que abastecen varios acueductos.
Con el tiempo, y como producto de ese compromiso por la conservación que los habitantes de la zona de amortiguación del Santuario tienen, se evidenció un crecimiento significativo en el número de Reservas Naturales de la Sociedad Civil. De hecho, según Richard Muñoz, actual jefe del área protegida, la cifra de estas reservas en los alrededores de Galeras asciende a 256. “Eso, además de representar una gran contribución a la conservación en el departamento de Nariño, se traduce en una mejor conectividad de los ecosistemas y un aprovechamiento sostenible del territorio”, dice.
Tanto Diana como Richard afirman que otras ganancias que el área ha tenido con la Lista Verde han sido:
· El fortalecimiento de los espacios de diálogo para el establecimiento de acuerdos de conservación con las familias que están al interior del Santuario y sus alrededores.
· El incremento de esfuerzos de investigación en el área, por ejemplo, con la Universidad de Nariño en relación con el cambio climático.
· La consolidación de procesos de restauración ecológica participativa para minimizar los impactos por uso, ocupación y tenencia.
· Y la definición de un plan de manejo ecoturístico que incentiva el desarrollo económico local a partir de iniciativas sostenibles.
Colombia, líder en la Lista Verde
Más allá de Galeras, Colombia tiene otras cuatro áreas protegidas que están incluidas en la Lista Verde: los Parques Nacionales Naturales Gorgona (Cauca), Tatamá (Chocó, Risaralda y Valle del Cauca) y Chingaza (Cundinamarca), y el Santuario de Flora y Fauna Malpelo. Con esto, suma cinco que, en el panorama latinoamericano, hacen del país un referente en cuanto a la efectividad del manejo de las áreas protegidas, teniendo en cuenta que solo hay dos áreas protegidas más de esta región dentro de la Lista.
Pero, ¿a qué se debe el liderazgo de nuestro país con este reconocimiento? Sandra Valenzuela, directora de Operaciones, Alianzas y Financiamiento de WWF Colombia, y paralelamente presidenta del Grupo de Expertos de la Lista Verde en Colombia, explica que son varias las razones. La primera se remonta al origen de la Lista Verde.
“A partir de las metas para 2020 del Convenio sobre la Biodiversidad Biológica, se decidió que los países tenían que medir la efectividad de manejo de sus áreas protegidas o conservadas, y para hacer esto debían definir primero los criterios para evaluar esa efectividad. Entonces, la Comisión Mundial de las Áreas Protegidas creó ese marco de referencia que es lo que conocemos hoy como la Lista Verde”, explica Sandra.
Añade que, como resultado de esto, Colombia entró a jugar un papel fundamental: se convirtió en un piloto para probar la adaptación de los estándares de la Lista en tres áreas protegidas: Tatamá, Galeras y Gorgona. “Hoy, cada una de ellas tiene una forma diferente de manejo y cumplimiento de los estándares e indicadores de buen manejo, como también un reconocimiento por su trabajo. Todas aportaron parámetros para fortalecer los indicadores y las guías de la Lista Verde”.
Además del papel piloto de Colombia para probar el cumplimiento y adaptación a los estándares de la Lista, su liderazgo también se evidencia en otras acciones, por ejemplo, en la creación de una figura inédita que respalda el fortalecimiento de las áreas nominadas al reconocimiento.
“En cada país, la Lista Verde tiene un grupo de expertos con diferentes énfasis, por ejemplo, en cambio climático y valoración económica. Ellos se encargan de evaluar las áreas protegidas que son nominadas para saber si cumplen con los estándares de manejo. Y en Colombia, conformamos algo que no existía en otros países: un grupo de apoyo que complementa esas experticias y nos ayuda a fortalecer las postulaciones de las áreas”.
Precisamente, Marta Díaz, asesora de la Subdirección de Gestión y Manejo de Parques Nacionales, es integrante de ese grupo de apoyo. Ha sido testigo del desarrollo del proceso de la Lista Verde en el país y, por lo tanto, sabe lo que ha significado tanto para las áreas como para el Sistema Nacional de Áreas Protegidas.
“La Lista Verde es muy importante porque reconoce esos esfuerzos que se hacen en cascada con distintos actores, entre ellos, las comunidades indígenas, afro y campesinas. Gracias a esto se han dado espacios de reflexión en los que ponemos sobre la mesa las expectativas sobre un territorio de interés compartido y trabajamos juntos para cumplirlas”.
Agrega que este reconocimiento abre muchas puertas para que las áreas salgan de la invisibilidad frente a los cooperantes, demuestren que están avanzando con sus objetivos y atraigan nuevos esquemas de financiamiento que permitan, en el mediano y largo plazo, garantizar los recursos para continuar con su gestión.
¿Qué viene para el país con la Lista Verde?
Precisamente, Díaz explica que en este momento se está trabajando en la renominación de Galeras y Gorgona, como también en la actualización del plan de manejo de Tatamá. Además, se están adelantando esfuerzos dirigidos a una futura nominación del Parque Nacional Natural Alto Fragua Indi Wasi (Caquetá) y a la implementación del proyecto Lista Verde Amazonía, que contempla, por ejemplo, la posibilidad de nominar por primera vez a un sitio Ramsar: El complejo de humedales Estrella Fluvial Inírida - EFI).