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Alrededor de 50.000 especies silvestres son usadas para servicios como medicinas, alimento y energía. Sin embargo, su uso desmedido ha llevado a la pérdida de biodiversidad. Aquí te contamos cómo revertir esta problemática.
Cuando hablamos de la vida silvestre, hacemos referencia a las diversas poblaciones de especies de plantas, animales y hongos que no han sido domesticadas y que pueden sobrevivir independientemente de la intervención humana. Todas las personas dependemos y nos beneficiamos del uso de las especies silvestres para propósitos como la obtención de comida, medicina, energía y usos ornamentales.
Según el último informe de la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (conocido como IBPES por sus siglas en inglés), alrededor del mundo usamos 7.500 especies de peces e invertebrados acuáticos, 31.000 plantas, 7.400 árboles, 1.500 hongos y 7.500 anfibios, reptiles, aves y mamíferos. Pero ¿cuáles son las actividades humanas que requieren del uso de la vida silvestre?
Actividades que ponen en riesgo la vida silvestre
En nuestro día a día y casi sin darnos cuenta, nuestra vida depende de los múltiples servicios que la naturaleza nos brinda directa o indirectamente. Detrás del uso de los peces, las plantas y los hongos, se mueven industrias millonarias que dependen del acceso a estos recursos, pero también se encuentran poblaciones vulnerables cuya seguridad alimentaria depende del uso de la vida silvestre.
Tomemos como ejemplo las pesquerías, una de las mayores fuentes de alimentación proveniente de especies silvestres, con un total de cosechas anuales de 90 millones de toneladas en décadas recientes. Si bien esta actividad es una importante fuente de ingresos y de alimento, la forma en la que es practicada ha hecho de la pesca una de las principales amenazas a la vida silvestre en los ecosistemas marinos, y la segunda gran amenaza a los ecosistemas terrestres y de agua dulce. (Lea: Caldas, las lecciones aprendidas en su lucha por defender el agua)
El mal uso de estos ecosistemas acuáticos y de los recursos que allí encontramos, ha conllevado al declive de poblaciones de especies como es el caso de los tiburones y las rayas, quienes se han visto afectados por la sobrepesca. Sin embargo, la sobreexplotación no es la única amenaza a la vida marina, pues la captura incidental se ha vuelto insostenible para especies como tortugas, aves marinas, tiburones, rayas y mamíferos marinos, quienes resultan capturados por accidente en las redes de las pesquerías de gran escala.
Pero ahí no terminan los servicios provenientes de la vida silvestre. El comercio de plantas, algas y hongos es una industria que moviliza billones de dólares, pero también poblaciones vulnerables las usan como fuente de calorías, micronutrientes y medicinas. Como señala el IBPES, estas plantas silvestres proveen alimento, diversidad nutricional e ingresos para una de cada cinco personas en el mundo. Esto, sin contar otros usos de éstas como la producción de aromas o su uso como ingredientes para la alta cocina, donde ha aumentado la demanda de especies silvestres.
Así que, de múltiples formas, dependemos de la vida silvestre. Los árboles son una fuente importante de madera, por lo cual sus servicios van a seguir siendo requeridos por las próximas décadas. Actividades como el avistamiento y el turismo en áreas protegidas o entornos naturales también son otra de las formas en las que hacemos uso de la vida silvestre. Por ello es importante garantizar el uso sostenible de las especies para detener su sobreexplotación y revertir la tendencia global de pérdida de biodiversidad. Entonces, ¿cómo podemos hacer un uso sostenible de la vida silvestre?
Sostenibilidad, la clave para conservar la vida silvestre
El uso sostenible de las especies silvestres se basa en la creencia conjunta sobre la obligación que tenemos de usar la naturaleza con respeto y de forma recíproca, evitando el desperdicio y controlando los cultivos para asegurar una distribución justa y equitativa para el beneficio de las especies silvestres y de las personas. Esto quiere decir, que es necesario equilibrar nuestra relación con las demás formas de vida en el planeta, pues de lo contrario, vamos a llevar a su agotamiento.
Pero ¿en qué consiste el uso sostenible de la vida silvestre? Según el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CBD), el uso sostenible se define como: el uso de los componentes de diversidad biológica en una forma en que no lleve al declive a largo plazo de la diversidad biológica, y por ende, mantenga su potencial para cumplir con las necesidades y aspiraciones de las generaciones actuales y futuras.
Cumplir este objetivo no es tarea fácil, pero podemos encontrar algunas formas de proteger la vida silvestre. Una de ellas se encuentra en el manejo efectivo de las áreas protegidas mediante políticas relacionadas con la tenencia de la tierra y los derechos de acceso a ella, las cuales han contribuido a la conservación de ecosistemas como bosques a nivel local. A esto se puede sumar el turismo en áreas protegidas, pues allí hay una importante fuente de financiación para proteger estos ecosistemas. (Lea: Bosques, los nuevos indicadores de la salud humana)
Sumado a esto, el apoyo de las comunidades indígenas es fundamental para la conservación de la vida silvestre, pues ellas administran actividades como la pesca, la caza, la recolección y el cultivo animal en más de 38 millones de kilómetros de terrenos en 87 países. Esta área corresponde aproximadamente al 40% de las áreas protegidas terrestres, incluyendo muchas con alto valor de biodiversidad.
El trabajo en conjunto con las comunidades es fundamental, pues sus formas de vida incluyen prácticas sostenibles como períodos de descanso para la tierra, prohibiciones de uso espaciales y temporales, así como la designación de áreas y especies para uso exclusivo de ciertas familias. Esto ha hecho que la deforestación sea menor en sus territorios y que el uso sostenible de las especies permita incrementar los niveles de biodiversidad.
Sin embargo, desde nuestro día a día podemos ser más conscientes de los servicios que la naturaleza nos brinda, y hacer un uso más sostenible de ella. Acá tres consejos fáciles de aplicar en casa:
1. Reduce el desperdicio de alimentos comprando lo necesario y llevando esas frutas y verduras que parecieran en mal estado, pero que aún se pueden consumir.
2. Evita el uso de plásticos de un solo uso como pitillos, vasos desechables y botellas plásticas, pues estos pueden tardar hasta 400 años en degradarse. Lleva contigo envases reutilizables para disminuir su desperdicio.
3. Si puedes movilizarte en bicicleta, hazlo! Así contribuirás a la mitigación de la contaminación ambiental. Si pedaleamos, no estamos generando gases de efecto invernadero, además mejorarás tu salud.