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La primera conferencia de las Naciones Unidas sobre el medio ambiente se celebró en Estocolmo (Suecia), en 1972. La llamaron “Conferencia sobre el Medio Humano” y sus participantes adoptaron una serie de guías para la gestión racional del medio ambiente, además de la Declaración y el Plan de acción de Estocolmo. En el documento se establecieron 26 principios para la preservación y mejora del medio ambiente, así como recomendaciones para la acción ambiental internacional. Ese fue el origen del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma), el primero centrado en cuestiones ambientales de la organización.
Desde entonces la ONU ha celebrado varias conferencias ambientales en el marco del desarrollo sostenible y con el objetivo de convertir la acción ambiental un asunto mundial urgente. Siete se han hecho en la ciudad de Nueva York, dos en Río de Janeiro y una en Johannesburgo. La más reciente se celebró en Estocolmo y sería la segunda vez que se reúnen en la capital del país sueco. De todas, la más importante fue la Cumbre para la Tierra en 1992. A esta conferencia, en Río de Janeiro, llegaron 172 gobiernos para adoptar tres acuerdos importantes para el futuro del planeta: el Programa 21, la Declaración de Río y la Declaración de los Principios Forestales. Además implementaron la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y el Convenio sobre la Diversidad Biológica. (Puede leer: Poca biodiversidad, el negativo legado que dejó el cambio de uso del suelo)
Hoy, 50 años después del origen de las conferencias sobre el medio ambiente y en su conmemoración, se realizó “Estocolmo+50, un planeta sano para la prosperidad de todos: nuestra responsabilidad, nuestra oportunidad”. En esta reunión participaron representantes de gobiernos, entre ellos el de Colombia, empresas, organizaciones internacionales, sociedad civil y líderes mundiales, como el nuevo presidente del Foro Permanente de las Naciones Unidas sobre Cuestiones Indígenas, Darío Mejía Montalvo, quien pertenece al pueblo indígena zenú y asistió como representante de todos los pueblos indígenas del mundo.
“Creo que fue un escenario muy importante para valorar los avances a escala global que se han tenido en estos últimos 50 años en materia de sustentabilidad, sostenibilidad y en la mirada del desarrollo. Aun más en este tiempo, donde la humanidad enfrenta una crisis ambiental, climática, económica y de valores. Sin embargo, necesitamos humildad como humanidad para reconocer que en estos 50 años los gobiernos no han cumplido sus promesas”, dijo Mejía a El Espectador.
En la reunión de dos días se realizaron tres diálogos de liderazgo y eventos paralelos sobre el medio ambiente. El primero, sobre la necesidad urgente de acciones para vivir en un planeta saludable; el segundo, para lograr una recuperación sostenible y verde después del covid-19, y el tercero, acerca de la aceleración de los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS) en la década de acción. Además, el evento buscaba tomar medidas urgentes para hacer frente a la triple crisis planetaria: la pérdida de biodiversidad, el cambio climático y la contaminación. (Le puede interesar: Colombia cayó más de 30 puestos en ranking del desempeño ambiental de 180 países)
En 2021, la ONU advirtió sobre esta crisis. En un informe hizo un llamado a la humanidad por el incumplimiento de sus compromisos ambientales que estarían siendo una amenaza para la salud del mundo. Según las Naciones Unidas, la crisis climática está provocando fenómenos meteorológicos extremos, como sequías e inundaciones, y la contaminación atmosférica sería responsable de la muerte de siete millones de personas al año. En cuanto a la pérdida de biodiversidad, más de dos millones de hectáreas de tierra están degradadas, un millón de especies se enfrentan a la extinción y 11 millones de toneladas métricas de basura se vierten en el océano cada año.
Asimismo, según el exministro de Ambiente y presidente del Foro Nacional Ambiental (FNA), Manuel Rodríguez, los esfuerzos económicos son insuficientes. “Desde 1992, en la Cumbre en Río, se dijo que para lograr los cambios era necesario elevar los recursos al 1,5 % del PIB mundial. Hoy lo redujimos al 0,33 %. Hay toda una retórica a escala mundial de los líderes sobre unas metas y objetivos, pero no hay medios para cumplirlos”, asegura.
El papel de Colombia
Meses antes de la Conferencia de Estocolmo+50, la Agencia Sueca de Cooperación Internacional para el Desarrollo (ASDI) seleccionó a Colombia entre 60 países para generar una conversación nacional en torno al cambio climático. Según la Embajada de Suecia, Colombia se destaca por su trayectoria en la agenda ambiental y porque sus acciones se ajustan al cumplimiento de los ODS. Por eso, en conjunto con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el Ministerio de Ambiente y el Foro Nacional Ambiental desarrollaron la Consulta Nacional sobre Prioridades Ambientales para discutir en Estocolmo+50.
“En la consulta intentamos tener un proceso lo más participativo posible y un esfuerzo por conversar y traer a pensadores de todos lados, entre ellos indígenas. También fuimos a los territorios y conversamos con las comunidades. Hicimos hincapié en departamentos como La Guajira y los amazónicos. Nuestro objetivo era conocer qué les preocupa y cómo pueden aportar a este problema”, dice Jimena Puyana, gerente nacional de Ambiente y Desarrollo Sostenible del PNUD, organización que lideró la consulta. (También puede leer: Bosques, los nuevos indicadores de la salud humana)
Su objetivo era estimular un diálogo inclusivo en toda la sociedad sobre los temas de Estocolmo+50, es decir, la triple crisis planetaria. Para ello realizaron conversaciones sectoriales, territoriales y digitales en diferentes territorios del país. Según el PNUD, participaron casi 13 mil personas y se realizaron 11 diálogos nacionales (seis presenciales y cinco virtuales), 15 diálogos territoriales (en Providencia, La Guajira, Córdoba, Sucre, Bogotá, Cundinamarca, Tolima, Boyacá, Valle del Cauca, Cauca, Nariño, Guainía, Guaviare, Putumayo y Caquetá) y se dispusieron dos canales digitales, en donde se realizaron más de mil encuestas y más de 11 mil espacios virtuales. Según sus cifras, el 51 % de los participantes fueron hombres, el 49 % mujeres, el 39 % comunidades de los territorios y el 12 % pueblos indígenas, lo que evidenció pluralidad de opiniones y necesidades en el país.
“Con esto avanzamos en la comprensión de varios problemas y se creó una buena base para discutir con expertos y comunidades el futuro ambiental de Colombia”, asegura Rodríguez. Para Puyana, la Consulta Nacional sobre Prioridades Ambientales permitió generar discusiones importantes. “Si bien de estas acciones no se producen leyes y normas, sí marcan un poco la agenda ambiental internacional, importante para Colombia. Muchos de los grandes programas que tiene el país en materia ambiental y desarrollo sostenible se hacen a través de esos acuerdos internacionales”, puntualiza. (Puede interesarle: Glaciares antárticos están perdiendo hielo al ritmo más rápido en 5.500 años)
El panorama ambiental de Colombia
Colombia ocupa el segundo lugar en el mundo en biodiversidad. Se calcula que habitan más de 63 mil especies y el 15 % del territorio son áreas protegidas, asegura el Ministerio de Ambiente. El país también es firmante de los tres convenios internacionales más importantes: el Convenio sobre Diversidad Biológica, el Convenio Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático y el Convenio de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación. Además tiene el compromiso de cumplir los objetivos y las metas que son adoptadas en las Conferencias de las Partes (COP).
No obstante, explica Rodríguez, el panorama ambiental en América Latina no es bueno, y el de Colombia tampoco. “Si miramos la selva amazónica, que es el mayor ecosistema de Suramérica y el más importante desde un punto de vista global, pues no es alentador. En Colombia, el gran problema ambiental es la deforestación, y en los últimos cuatro años ocurrió la mayor deforestación en los Parques Nacionales Naturales de la historia. Un acontecimiento deplorable, a pesar de que el actual Gobierno aseguró llevarla a cero”, añade. (Le puede interesar: Fueron a buscar un periquito extinto en Colombia y descubrieron el primer nido de un águila)
De hecho, en febrero de este año, El Espectador informó sobre la situación que menciona Rodríguez. Se alertó sobre la pérdida del 90 % de los bosques primarios del Parque Amazónico Tinigua. ¿La razón? La deforestación en los últimos 20 años. Además, para enero de 2022 el Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas (Sinchi), a través del Sistema de Información Ambiental Territorial de la Amazonía Colombiana (SIAT-CA), reportó 6.187 puntos calientes en el Amazonas. Si bien no todos los puntos de calor representan un incendio, hay cifras que están alarmando a los expertos. Por ejemplo, el sistema de monitoreos de incendios planetarios Global Forest Watch y los sobrevuelos semanales de la Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible (FCDS) confirmaron para ese momento 1.873 alertas.
Por otro lado, una de las acciones más urgentes en materia medioambiental que identificó y expuso en Estocolmo+50 el representante de los pueblos indígenas es detener el asesinato de líderes ambientales. “Parar la matanza y la criminalización de los defensores de la tierra, sin importar quiénes sean, es una acción urgente”, señala Mejía. Hasta septiembre de 2021, según el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz), el número de líderes ambientales asesinados en el país era de 611 desde la firma del Acuerdo de Paz, y de ellos 332 son indígenas.
“Hay que resaltar el ejercicio que hizo el PNUD para presentar la Consulta Nacional sobre Prioridades Ambientales, sobre todo porque hay documentos y relatorías que van a servir para hacer contribuciones al próximo gobierno sobre el desarrollo sostenible y los tres temas de cambio climático en el Plan de Desarrollo”, finaliza Rodríguez.