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COP28: la vida en el planeta como la conocemos está en juego

Contenido en alianza con Fundación Natura.

William E. Rodríguez D., Fundación Natura
14 de noviembre de 2023 - 01:16 p. m.
Importancia de la COP28. / Foto: Alejandro Peña.
Importancia de la COP28. / Foto: Alejandro Peña.
Foto: Alejandro Peña.

Pocas veces puede afirmarse que el futuro de la humanidad depende de un evento específico, pero en el caso de las denominadas “Conferencias de las Partes” o más conocidas por su sigla en inglés “COP”, la historia cambia. (Lea también: Escuchar a las comunidades, la base para conservar la biodiversidad)

Las COP son las reuniones anuales que se realizan en el contexto de la “Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático”; la cual ha sido ratificada por 197 países en el mundo, viene desarrollando acciones desde la Cumbre de la tierra realizada en Río de Janeiro en 1992 y que tienen como objetivo principal “Lograr la estabilización de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera a un nivel que impida interferencias antropogénicas peligrosas en el sistema climático y en un plazo suficiente para permitir que los ecosistemas se adapten naturalmente al cambio climático, asegurando que la producción de alimentos no se vea amenazada y permitiendo que el desarrollo económico prosiga de manera sostenible”.

Para el 2023, Dubai será la sede de la edición 28º de la COP, que se realizará entre el 30 de noviembre y el 12 de diciembre, y podría decirse que es la oportunidad para tomar decisiones frente a la continuidad de la vida en el planeta, tal como la conocemos. (Lea: “La biodiversidad es la estrategia principal de adaptación al cambio climático”)

Esta afirmación surge considerando los más recientes informes sobre el avance del cambio climático a nivel mundial, principalmente los realizados por el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (conocido como IPCC por su sigla en inglés), un grupo de científicos a nivel global que se creó para “facilitar las evaluaciones integrales del estado de los conocimientos científicos, técnicos y socioeconómicos sobre el cambio climático, sus causas, posibles repercusiones y estrategias de respuesta”.

Los informes afirman, bajo un consenso científico mundial, cosas tan graves como que “las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero han seguido aumentando, con contribuciones históricas y actuales derivadas del uso insostenible de la energía, el uso y el cambio de uso de la tierra, los estilos de vida y los patrones de consumo y producción entre regiones, entre países, dentro de los países, y entre individuos; llegando a valores en 2019 que son superiores en más de un 12 % con respecto a las emisiones del 2010 y en más de 54 % con respecto a 1990 (solo 3 décadas antes)”, o que “la temperatura de la superficie global alcanzó entre 2011 y 2020 un valor 1,1°C por encima del período pre-industrial”.

Lo que es muy grave si consideramos aspectos que ya conocíamos de la dinámica climática global, que nos han llevado a tomar decisiones como la relacionada con la meta mundial establecida en el Acuerdo de París durante la COP 21 de 2015 y que permanece vigente como faro de la acción climática mundial, la cual fue “limitar, para el año 2100, el calentamiento mundial a valor muy por debajo de 2ºC, preferiblemente alcanzando 1,5ºC centígrados, en comparación con los niveles preindustriales”. Lastimosamente, hay evidencias que coinciden en afirmar que este valor límite de 1,5ºC podría alcanzarse mucho antes de lo previsto, incluso en el cercano año 2027.

Es cierto que un incremento de temperatura de 1,5ºC no pareciera significativo, pero como en el cuerpo humano una variación positiva de esta magnitud en nuestra temperatura interna, podría ponernos en estados de fiebre y eventual enfermedad, en el caso de nuestro planeta ocurre básicamente lo mismo. Un aumento medio de la temperatura de 1,5ºC puede ocasionar “Olas de frío y calor, tormentas extremas, sequías, inundaciones, incendios, plagas, desertificación, pérdida de bosques”, entre otros problemas ambientales; con las consecuentes implicaciones sociales y económicas que estos traen como: desplazamientos de población, aumento de la pobreza y el hambre, reducción de la disponibilidad de recursos naturales, riesgo de conflictos geopolíticos, etc. Tampoco hay que ser un experto para saber que si la variación de la temperatura media del planeta es mayor, mayores y más graves serán las consecuencias que tengamos que afrontar.

Es por esto que la COP 28 ofrece una esperanza a los que creemos que todavía hay oportunidad para abordar esta problemática y tomar acción para enfrentar el cambio climático. La presidencia esta conferencia tiene una visión articulada en torno a cuatro ejes fundamentales, de los que esperan poder fijar pautas para continuar avanzando en el camino del cumplimiento de las metas globales. (Lea también: Los desafíos ambientales que asumen los próximos alcaldes y gobernadores)

El primer eje se relaciona con aceleración de la transición energética y la reducción de las emisiones para el año 2030. De hecho, todos los países firmantes deberán presentar actualizaciones de sus planes nacionales de lucha contra el cambio climático antes del año 2025, lo que ofrecerá un nuevo panorama actualizado de la alineación de las acciones en desarrollo con respecto al cumplimiento de las metas a nivel global.

El segundo eje está relacionado con los temas asociados a la financiación de los programas nacionales y de las medidas que pueden llevar efectivamente a combatir el problema del cambio climático, no solo cumpliendo los compromisos ya adquiridos en materia económica por los diferentes países, sino buscando el aumento de los recursos para que todos los implicados puedan alcanzar sus compromisos, especialmente los países en desarrollo. Busca establecer un nuevo objetivo cuantificable de financiación climática a nivel global.

El tercer eje se relaciona con poner en el centro de la conversación a los ecosistemas, la naturaleza, las vidas y los medios de vida a nivel global, estableciendo un plan para la adopción de un objetivo de global adaptación al cambio climático, considerando que el problema ya está aquí en el presente, y poniendo en marcha el “Fondo para perdidas y daños” aprobado en la COP27 de Egipto el año pasado, que es “un fondo a través del cual los países que han generado la mayor parte de las emisiones de carbono a escala mundial, ayudarán a los países vulnerables a recuperarse de los desastres climáticos y de otras consecuencias del cambio climático”.

El cuarto eje se relaciona con la participación y la movilización de actores en torno a la solución a la problemática. En este sentido, se puede afirmar que la participación en la COP28 será la más multitudinaria hasta la fecha y que el objetivo de la presidencia es que también sea la más inclusiva de la historia, con participación de jóvenes, delegaciones paritarias y representación de comunidades indígenas, raizales y otras minoritarias a nivel global.

Esperamos y deseamos que la COP 28 sea un éxito, que los objetivos y metas trazadas para la misma se cumplan en un 100 %, que se pase del discurso a la acción inmediata y que los compromisos que se generen de la misma sean abordados a nivel individual en cada país con seriedad y claridad. Es momento de actuar, los resultados de las emisiones demuestran que hasta el momento estamos fracasando, la vida en el planeta como la conocemos está en juego y es importante resaltar la afirmación “como la conocemos”, porque independientemente de lo que hagamos o las acciones que tomemos como seres humanos, seguramente continuará la vida en nuestro planeta, estemos nosotros en él o no.

Por William E. Rodríguez D., Fundación Natura

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