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Sobre la cordillera de los Andes colombianos emerge en forma de mariposa el Parque Nacional Natural Chingaza, donde el páramo se alza como el corazón vital de un ecosistema que regula el agua para millones de habitantes de la capital y alberga una biodiversidad única.
Surge Corpochingaza, un proyecto que nace de la mano de Parques Nacionales Naturales de Colombia donde se opta por utilizar el ecoturismo como una herramienta para la conservación de estas áreas protegidas. Con el reciente reconocimiento de segundo lugar en los Premios BIBO 2024, en la categoría “Mujeres por la Biodiversidad”, esta organización ha demostrado que el ecoturismo no solo puede preservar la naturaleza, sino también transformar la vida de las comunidades locales.
El Parque Nacional Natural Chingaza, situado a tan solo dos horas y media de Bogotá, es un tesoro de 76,600 hectáreas que combina la majestuosidad del páramo y el bosque alto andino. Este espacio alberga especies emblemáticas como el oso andino, el venado cola blanca y aves como el cóndor de los Andes, todas dependientes de un ecosistema frágil pero esencial. Sin embargo, el valor de Chingaza no se limita a su riqueza biológica: sus montañas y lagunas han sido veneradas durante siglos por los pueblos muiscas, que veían en ellas una fuente de vida y espiritualidad.
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En este escenario privilegiado, Corpochingaza trabaja incansablemente para equilibrar la conservación del ecosistema con el desarrollo sostenible de las comunidades que lo rodean. A través de un modelo de ecoturismo comunitario, la organización ha logrado involucrar a los habitantes locales en todas las etapas del turismo, desde la planificación hasta la ejecución. Actualmente, más de 25 guías locales, capacitados en interpretación ambiental, lideran recorridos por los senderos del parque, ofreciendo a los visitantes una experiencia educativa que conecta la ciencia, la cultura y la naturaleza.
La visión de Corpochingaza va mucho más allá del turismo. Cada actividad que organiza tiene como objetivo sensibilizar y concienciar a los visitantes sobre la importancia del páramo, ecosistemas únicos que no solo capturan agua, sino que también regulan el clima. En senderos como la Laguna de Chingaza, los visitantes pueden recorrer 5 kilómetros rodeados de paisajes impresionantes como el Alto de los Cóndores y el Valle de Frailejones. En las Lagunas de Siecha, las caminatas están impregnadas de historia, ya que conectan con ceremonias muiscas que veneraban estas aguas como sagradas.
El impacto de Corpochingaza se refleja en varios niveles. Su modelo de turismo ha reducido significativamente la presión sobre los recursos naturales, al tiempo que genera beneficios económicos directos e indirectos para más de 100 familias. Desde la operación en los diferentes tipos alojamientos y ventas en la ecotienda hasta la prestación de servicios turísticos, las comunidades se han convertido en protagonistas de su propio desarrollo.
El empoderamiento de las mujeres es otro pilar fundamental de Corpochingaza. Muchas de ellas ocupan roles clave en la gestión y operación de actividades turísticas, lo que no solo fortalece su autonomía económica, sino que también promueve la equidad de género en una región donde estas oportunidades son escasas. Este enfoque inclusivo ha sido uno de los factores que llevaron a Corpochingaza a obtener el reconocimiento en los Premios BIBO 2024, destacando su compromiso con la biodiversidad y las comunidades.
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Sin embargo, el trabajo de Corpochingaza no está exento de desafíos. Uno de los principales retos es aumentar el número de visitantes, un objetivo que buscan lograr mediante campañas de promoción innovadoras y la creación de nuevas experiencias turísticas. Estas iniciativas no solo buscan mejorar la experiencia del visitante, sino también garantizar la sostenibilidad económica y ecológica del parque a largo plazo.
La oferta de Corpochingaza incluye actividades y servicios diseñados para conectar a las personas con la naturaleza de manera significativa. Entre las opciones destacan los alojamientos sostenibles, que van desde campings tipo III, ligeros y respetuosos con el ecosistema, hasta el albergue en el sector de Monterredondo, ideales para quienes buscan una experiencia auténtica. La gastronomía local, disponible en el restaurante del parque, combina ingredientes frescos de la región con recetas tradicionales que cuentan historias de biodiversidad y cultura.
También hay senderos para explorar la biodiversidad del páramo. El Sendero Suasie, por ejemplo, es ideal para familias y permite avistar venados mientras se disfruta de vistas panorámicas del embalse de Chuza. Por su parte, la Laguna de Chingaza, una zona Ramsar de importancia internacional, invita a los visitantes a sumergirse en la serenidad de su entorno mientras descubren la relación simbiótica entre los frailejones y el agua.
La expansión de sus programas de sensibilización ambiental, la mejora de infraestructura turística y el fortalecimiento de alianzas estratégicas son algunos de los pasos que planea dar en los próximos años. Cada una de estas acciones está diseñada para garantizar que las futuras generaciones puedan disfrutar de un páramo saludable y vibrante.
Visitar Chingaza con Corpochingaza no es solo una actividad turística; es un acto de compromiso con el planeta. Cada paso en sus senderos, cada noche bajo el cielo estrellado del páramo, contribuye directamente a la conservación de uno de los ecosistemas más importantes del mundo. Además, cada visitante se convierte en un aliado de las comunidades locales, cuyo trabajo incansable es clave para la protección del parque.
El futuro del páramo depende de todos. En Corpochingaza, cada visitante se convierte en un guardián de la biodiversidad.