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El jaguar hace parte de la exclusiva familia de los felinos más grandes del mundo, ocupa el tercer lugar junto al león africano y el tigre asiático. Y, aunque no es el rey absoluto, sí lo es en América, pues no hay un felino en estas tierras que lo supere en tamaño ni un depredador que sea más feroz.
También conocido en otros países como yaguareté, tigre mariposo u oto-rongo, comúnmente, su hogar son los ecosistemas por debajo de los 2.000 metros sobre el nivel del mar como bosques tropicales (incluso aquellos relacionados a ríos, ciénagas y playones), bosques montanos, sabanas tropicales y manglares. En Colombia, las mayores poblaciones de estos felinos se encuentran en la Amazonia, Orinoquia, el Chocó biogeográfico y la Serranía de San Lucas, formación montañosa ubicada en la confluencia de los departamentos de Antioquia y Bolívar. También se pueden encontrar algunas poblaciones en el Magdalena Medio, el occidente de los Llanos, los Andes y el Caribe.
El jaguar es el único felino del género Panthera en el continente, este grupo se caracteriza por la capacidad de rugir de sus individuos. Además, la especie cuenta con la mandíbula más poderosa de todos los felinos, esta puede, incluso, atravesar un caparazón de tortuga. También son grandes nadadores y cuentan con manchas características, llamadas rosetas, que funcionan como las huellas dactilares de los humanos, pues son únicas en cada individuo.
Según WWF y la fundación Panthera, la Amazonia representa el ecosistema más importante para el jaguar a lo largo de Colombia, pues al menos el 90% del territorio alberga poblaciones de la especie. La segunda región con más individuos es la Orinoquia, especialmente, la zona de la reserva el Hato La Aurora. En tercer lugar, se encuentra el Choco Biogeográfico, en donde el felino se desplaza desde el nivel del mar hasta los bosques de la Cordillera Occidental. En cuanto a la Serranía de San Lucas, WWF y Panthera afirman que este punto es crucial pues funciona como lugar de conexión para varias poblaciones en el país.
Más allá de las fronteras de Colombia, el jaguar habita otros 17 países del continente americano. Estos son México, Belice, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Panamá, Ecuador, Guyana Francesa, Guatemala, Venezuela, Guyana, Surinam, Paraguay, Argentina, Perú, Bolivia y Brasil.
El gran felino bajo amenaza
A pesar de que suena como un amplio territorio, sus hábitats actuales son muy reducidos en comparación con los que habitaba en el pasado. Hoy sabemos que los jaguares han desaparecido del 46% de sus territorios originales y se encuentran extintos en El Salvador y Uruguay.
Específicamente, en Colombia, el área de distribución de la especie ha disminuido aproximadamente un 39%. Su desaparición gradual ha llevado a que la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) catalogue a la especie como en estado de Casi Amenaza (NT) en la Lista Roja.
Detrás de esta drástica reducción, está la pérdida y degradación de su hábitat, el tráfico ilegal y los conflictos con humanos. La primera de estas amenazas es una de las más relevantes, pues el jaguar necesita de grandes extensiones de territorio para sobrevivir. Sin embargo, con el paso de los años, la expansión de la frontera agropecuaria, la minería y la explotación forestal han reducido y desgastado sus hábitats, disminuyendo los recursos disponibles para su supervivencia, tales como la presas, y aislándolos en zonas específicas.
La pérdida de hábitat también está relacionada a los conflictos con humanos. A medida que sus territorios se reducen, los jaguares son empujados a zonas aledañas donde viven humanos. Allí entran a competir con las personas por el espacio y los recursos, y esto resulta en ataques de animales a personas o daños materiales a las comunidades que a menudo conducen a su cacería, ya sea en defensa propia, como prevención o represalia.
Según un informe de WWF, se estima que las muertes relacionadas a la interacción entre fauna y seres humanos afectan a más del 75% de las especies de felinos silvestres, entre ellos, el jaguar. Para el caso de esta especie, muchos de los encuentros desafortunados son con ganaderos y propietarios de fincas ubicadas en las cercanías de bosques o áreas protegidas, puesto que su ganado es atractivo para los jaguares.
El informe de la organización titulado ‘Un futuro para todos: la necesidad de coexistir con la vida silvestre’ asegura que entre el 50 y 70% de los ganaderos de la región han sido afectados por casos de depredación de ganado por parte de este felino. Estos conflictos han incentivado la caza de jaguares y, por ende, impulsado la reducción de sus poblaciones en los diferentes países.
¿Por qué es crucial protegerlo?
El jaguar es una especie clave para mantener la salud de los ecosistemas, pues además de regular las poblaciones de otros animales al ser el máximo depredador del continente, su necesidad de grandes extensiones de territorio para subsistir lo convierte en una especie sombrilla, es decir, una especie que, al ser protegida, conserva el hábitat de otros cientos de especies que comparten su hogar. En otras palabras, si el jaguar está sano, su ecosistema y el resto de especies que habitan allí, lo están.
Por ejemplo, se estima que los ecosistemas en donde habita el felino capturan cerca del 12% de las emisiones globales de dióxido de carbono, proveen el 10,5% de la producción de madera mundial y el 9,8% de la pesca comercial. Asimismo, Margaret Kinnaird, Líder de la Práctica de Vida Silvestre de WWF Internacional, afirma que al proteger al jaguar y su hábitat se generan beneficios para 53 millones de personas que viven en su área de distribución.