Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
No fue hace mucho que estuvimos encerrados por una cuarentena que nos parecía eterna, mientras los medios nos hablaban de una pandemia sin precedentes. Aquella vivencia marcó mi percepción sobre la delicada relación que hay entre los humanos y la biodiversidad de la que dependemos y, además, me llamó la atención el trato que se le dio a los murciélagos por la pandemia del Covid-19.
Siendo alguien que ha dedicado parte de su vida a estudiar y entender a este encantador grupo de seres nocturnos, me parecía injusto ver el flujo de información que aseguraba que lo que estábamos viviendo era culpa únicamente de los murciélagos. Pero también me parecía ingenuo creer, como otras voces aseguraban, que los murciélagos son seres impolutos que poco o nada tienen que ver con las dinámicas de las enfermedades en la fauna silvestre. (Lea: ¿Para qué sirve llevar la biodiversidad a su barrio?)
Siendo el segundo grupo de mamíferos con más especies del mundo (después de los roedores) y estando presentes en todo el globo terráqueo, excepto en los polos congelados, son un grupo de animales imprescindibles para el mantenimiento de los ecosistemas, debido a sus múltiples funciones ecológicas (dispersión de semillas, polinización de plantas, control de plagas).
Por su gran tendencia a estar juntos en grupos o colonias que van desde algunas decenas hasta miles de individuos y, teniendo un comportamiento social en el que sus individuos tienen un contacto muy estrecho, se constituyen como un gran laboratorio evolutivo de transmisión, diversificación y evolución para algunos tipos de patógenos virales.
Más allá de buscar buenos o malos, debemos entender la relación y dinámica biológica que hay entre las especies animales, los ecosistemas y nosotros como humanos, entendiendo que estas relaciones no son ni buenas ni malas, sino que hacen parte de un complejo equilibrio sobre el cual se sostiene la vida en la tierra. (Lea: El sector eléctrico necesita soluciones reales para hoy y el futuro)
De esto se trata el concepto de “Una sola salud” o “One health”, que busca cuidar la salud de las personas, los animales y los ecosistemas en un contexto de crisis, entendiendo que el desequilibro de cualquiera de estos elementos pondrá en riesgo los demás, debido a que son interdependientes.
Este enfoque ha sido ampliamente adoptado por diversas instancias internacionales. Sin embargo, la incorporación del enfoque de “una salud” en los diferentes países que hacen parte de estas organizaciones se ha dado con diferente éxito. En Colombia, si bien existe un creciente interés que en la última década ha generado varias iniciativas que involucran organizaciones no gubernamentales, actores de la academia e institutos, hace falta que desde lo institucional y, de manera articulada con la academia, la sociedad civil y las comunidades locales, se cuente con el compromiso de incorporar e implementar el enfoque de “una salud”, trabajando en la construcción de estrategias y mecanismos que permitan abordar las crisis ambientales de forma integral, garantizando la conservación y el uso sostenible de la biodiversidad y garantizando nuestra propia supervivencia como humanos.
*Curador de la Colección de Mamíferos del Instituto Humboldt.