El calor y la contaminación podrían aumentar las mordeduras de perro
Un nuevo estudio sugiere que los perros, o las interacciones entre humanos y perros, son más hostiles en los días calurosos, soleados, y con altos niveles de contaminación.
Las mordeduras de perro pueden ser hasta un 11 % más frecuentes en los días más calurosos y soleados, y cuando los niveles de contaminación atmosférica son más altos, según un artículo publicado el 15 de junio en Scientific Reports.
Estudios anteriores han documentado que un tiempo más caluroso y unos niveles más altos de contaminación atmosférica pueden asociarse a un aumento de la agresividad en humanos, monos Rhesus, ratas y ratones. Sin embargo, hasta el momento no estaba claro si esta conducta de los perros contra los humanos también sigue esta tendencia. (Lea: Los tiburones están en un riesgo de extinción mucho mayor de lo que se pensaba)
Clas Linnman, del Hospital de Rehabilitación Spaulding, en Boston, Estados Unidos, y su equipo examinaron datos sobre mordeduras de perro en ocho ciudades estadounidenses (Dallas, Houston, Baltimore, Baton Rouge, Chicago, Louisville, Los Ángeles y Nueva York) entre 2009 y 2019. Los datos se extrajeron de repositorios de acceso público registrados por las autoridades de control animal.
La investigación incluyó 69.525 mordeduras reportadas, un promedio de tres por día durante diez años. Los autores examinaron su relación con los niveles diarios de partículas finas, el ozono y las temperaturas. Además, evaluaron la radiación ultravioleta (UV) y las precipitaciones. (Lea: Los perros que están causando un serio problema en Colombia)
Con estos datos, pudieron determinar que la incidencia de mordeduras de perros aumentó un 11 % en los días con un índice UV superior, un 4 % con temperaturas más altas y un 3 % en los días con mayores niveles de ozono. Por el contrario, disminuyó ligeramente, en un 1 %, en los días con más lluvias.
“Si bien es probable que las interacciones entre humanos y perros aumenten en los días con mayor temperatura y mayor radiación UV, es decir, días soleados, nuestro análisis indica que los niveles de ozono contribuyen aún más al riesgo de mordeduras de perros. Un efecto presente tanto en los meses de invierno como de verano”, detalla el estudio. (Le puede interesar: Exganaderos ahora se dedican a rescatar animales desterrados por la deforestación)
Los registros de mordeduras de perro no incluían información sobre otros factores que pueden influir en este riesgo, como la raza, el sexo o si el perro había sido castrado o esterilizado. Tampoco, no se disponía de información sobre interacciones previas entre el perro y la víctima, como por ejemplo si el individuo estaba familiarizado con el perro.
Sin embargo, estudios previos han demostrado que la mayoría de las mordeduras de perros surgen de un canino conocido por la víctima, y que también están relacionadas con la interacción o el intento de interacción con el perro. (Lea: Así se han adaptado los antílopes a las altas temperaturas)
El estudio también permitió determinar que hay una ligera disminución del riesgo los fines de semana y días festivos, “lo que sugiere que el tiempo suficiente para las interacciones entre perros y humanos no aumenta el riesgo”, dicen los investigadores.
Los científicos concluyen que estos resultados parecen ampliar la asociación entre temperaturas más altas y niveles de contaminación atmosférica con agresiones entre especies para incluir a los perros. Sin embargo, se necesitan ampliar la investigación para seguir estudiando esta relación.
Las mordeduras de perro pueden ser hasta un 11 % más frecuentes en los días más calurosos y soleados, y cuando los niveles de contaminación atmosférica son más altos, según un artículo publicado el 15 de junio en Scientific Reports.
Estudios anteriores han documentado que un tiempo más caluroso y unos niveles más altos de contaminación atmosférica pueden asociarse a un aumento de la agresividad en humanos, monos Rhesus, ratas y ratones. Sin embargo, hasta el momento no estaba claro si esta conducta de los perros contra los humanos también sigue esta tendencia. (Lea: Los tiburones están en un riesgo de extinción mucho mayor de lo que se pensaba)
Clas Linnman, del Hospital de Rehabilitación Spaulding, en Boston, Estados Unidos, y su equipo examinaron datos sobre mordeduras de perro en ocho ciudades estadounidenses (Dallas, Houston, Baltimore, Baton Rouge, Chicago, Louisville, Los Ángeles y Nueva York) entre 2009 y 2019. Los datos se extrajeron de repositorios de acceso público registrados por las autoridades de control animal.
La investigación incluyó 69.525 mordeduras reportadas, un promedio de tres por día durante diez años. Los autores examinaron su relación con los niveles diarios de partículas finas, el ozono y las temperaturas. Además, evaluaron la radiación ultravioleta (UV) y las precipitaciones. (Lea: Los perros que están causando un serio problema en Colombia)
Con estos datos, pudieron determinar que la incidencia de mordeduras de perros aumentó un 11 % en los días con un índice UV superior, un 4 % con temperaturas más altas y un 3 % en los días con mayores niveles de ozono. Por el contrario, disminuyó ligeramente, en un 1 %, en los días con más lluvias.
“Si bien es probable que las interacciones entre humanos y perros aumenten en los días con mayor temperatura y mayor radiación UV, es decir, días soleados, nuestro análisis indica que los niveles de ozono contribuyen aún más al riesgo de mordeduras de perros. Un efecto presente tanto en los meses de invierno como de verano”, detalla el estudio. (Le puede interesar: Exganaderos ahora se dedican a rescatar animales desterrados por la deforestación)
Los registros de mordeduras de perro no incluían información sobre otros factores que pueden influir en este riesgo, como la raza, el sexo o si el perro había sido castrado o esterilizado. Tampoco, no se disponía de información sobre interacciones previas entre el perro y la víctima, como por ejemplo si el individuo estaba familiarizado con el perro.
Sin embargo, estudios previos han demostrado que la mayoría de las mordeduras de perros surgen de un canino conocido por la víctima, y que también están relacionadas con la interacción o el intento de interacción con el perro. (Lea: Así se han adaptado los antílopes a las altas temperaturas)
El estudio también permitió determinar que hay una ligera disminución del riesgo los fines de semana y días festivos, “lo que sugiere que el tiempo suficiente para las interacciones entre perros y humanos no aumenta el riesgo”, dicen los investigadores.
Los científicos concluyen que estos resultados parecen ampliar la asociación entre temperaturas más altas y niveles de contaminación atmosférica con agresiones entre especies para incluir a los perros. Sin embargo, se necesitan ampliar la investigación para seguir estudiando esta relación.